021. sanderson amulet
↯ CAPÍTULO VEINTIUNO
▬ ❝ amuleto sanderson ❞ ▬
AQUELLA MAÑANA, EN LA SALA COMÚN DE GRYFFINDOR; EL ESPIRÍTU NAVIDEÑO ESTUVO AUSENTE. Méreope estaba desanimada, no tenia ganas de bajar y mucho menos de ir a cenar con los pocos alumnos que se quedaron para navidad. Básicamente quería quedarse en su habitación –tal y como lo ha hecho desde su cumpleaños– y comer todas las reservas de gomitas que Nott y Zabini le enviaban la mayoria de veces gracias a las respectivas amenazas que la pelirroja les dirigía.
Pero tras ser regañada por Dumbledore y Binx, tuvo que arreglarse para bajar al banquete a pesar de que lo pasaría en completa soledad.
—Merlín Thackery, ¿para qué bajo? —mascullo la chica, soltando su húmedo cabello y dejándolo caer por su espalda para que este se secase—. Es ridículo, ¡estaré sola allá!
—No seas pesimista —mascullo Binx, sentándose sobre su nueva cama que Méreope le había regalado—. Podrías tratar de arreglar las cosas con ellos, se ven afectados.
La pelirroja soltó una ligera carcajada—. Claro, y mas ahora que Ron parece odiar a Hermione y viceversa, ¡es un momento genial para hablarles!
Binx suspiro, su dueña tenia un punto bastante bueno.
—Que magnifica navidad —soltó con sarcasmo, sonriéndole falsamente a su gato.
Hera se adentró al cuarto por medio de la ventana, dejando caer un pequeño paquete sobre las piernas de la chica. Tras dar la caja, la lechuza dejó un picotazo sobre la cabeza de su dueña y tal como llego, se fue.
—¿Qué otra cosa me falta para estar peor? ¡Una bomba! —chillo, tirándose sobre su cama de forma dramática.
Binx rodó los ojos: su dueña resultaba ciertamente dramática. Aún así, tomó la caja con su hocico y lo acercó a la chica.
Méreope rió, tomó la caja y la abrió rápidamente.
Abrió los ojos sorprendida, había un collar, un collar que lucia antiguo. Frunció el ceño pero aún así lo sacó de la caja.
Lo tomó entre sus manos y miró con curiosidad a Thackery.
—¿Qué es... qué es esto? —murmuró la pelirroja, tomando el collar entre sus manos.
Binx solo ladeó la cabeza—. ¿No tiene alguna nota o algo por el estilo?
Méreope dejó el collar en la cama y sacó una pequeña carta de la caja.
A la mujer que derrotó a mis hermanas
Querida niña.
Quizás seas la viva imagen de mi hija, quizás no, yo ya no estaré para comprobarlo. Me alegro de saber que quien esté leyendo esto sepa que ha hecho un bien al acabar con ellas de una vez por todas. Algo que yo no pude hacer y ese error me costó a la persona que había dado a luz.
Te estarás preguntando, ¿por qué me ha llegado esto? Es fácil de responder.
Tus poderes llegarán a su máximo potencial en dónde podrás ser de las personas más poderosas del mundo, pero debes tener cuidado, todo poder conlleva una gran responsabilidad.
Este collar te ayudará a controlar cada etapa de tus poderes, hasta llegar al momento en el que tengas que heredarlo a alguien más.
Tus etapas podrán variar, como anteriormente escribí, serás poderosa hasta el punto de ser hasta un dragón si así lo deseas, pero tú poder podrá ser querido por algún mago o bruja malvado. Debes tener cuidado.
Soy una desconocida para ti, pero esto te ayudará a protegerte y no terminar como mi querida Ismaí.
Atentamente
Elizabeth Sanderson.
Méreope relamió sus labios con inquietud, su mirada subía y bajaba por todo el pergamino repetidas veces intentando buscar alguna respuesta más concreta.
Ni siquiera supo en que momento se quedó ahí, quieta, sin bajar al banquete y afrontar la realidad.
—¡No puede ser! —masculló nerviosa la pelirroja—. ¿Quién envió esto? ¿Y si está maldito o envenenado? ¿Y si muero? ¡Tu también morirías!
—Cálmate Méreope —rugió Binx—. Nos perdimos ya el banquete, de lujo.
La pelirroja lo miro mal—. ¡Eso no importa! ¿No estas viendo? ¡El collar que me mencionaste en la vieja cabaña esta en mis manos!
—Bien, bien, ya entendí. No me grites —musito Thackery, viendo detenidamente el collar—. El amuleto es igual al de Elizabeth, bien podría ser de ella.
—Pero también podría ser una trampa —intervino Méreope—. Esto podría ser peligroso de ambas formas, si es verdad, esto no puede caer en manos de Sirius Black. Pero, si es mentira, podría morir al ponérmelo —lo tomo entre sus manos de nuevo—. No importa, de algo tendre que morir.
—¡MÉREOPE NO!
Y, sin importarle el grito de Binx, se colocó el amuleto alrededor de su cuello, cerrando sus ojos tras dejarlo caer en su cuello.
No ocurrió nada, solamente sintió su poder fluir por todo su cuerpo de forma diferente: no sabía describirlo pero era increíble. El calor que yacía dentro suyo comenzaba a envolverla y aquello le encantaba de sobremanera. La piedra preciosa del centro se torno de un color rojizo que brillaba con intensidad.
En cuanto abrió los ojos se encontró con un Binx frente a ella con el hocico abierto, mientras la miraba.
—¿Qué? —musito esta.
—Tu...
Ella abrió de mas los ojos y fue hacia su espejo, topándose con una gran sorpresa tras ver su reflejo.
Su cabello había crecido unos cuantos centímetros y el pelirrojo se había intensificado bastante mientras que unas cuantas pecas habían aparecido por su respingada nariz y mejillas las cuales tenían un color rosado natural. El color celeste en sus ojos era mas brillante y su cuerpo había cambiado de tono a uno más pálido que el que ya tenía.
—¡¿Qué me paso?! —pregunto exaltada la chica.
—El collar te da tu propia esencia —murmuro maravillado Thackery—. Ya no eres idéntica a Ismaí, ahora eres... un poco mas tú.
—No puede ser... ¡mi propio yo es hermoso! —chillo la pelirroja—. ¡Mira mi cabello!
Binx rodó los ojos—. ¿Quieres calmarte? Sigues siendo igual, con algunos retoques, pero sigues siendo tu.
—Me lo quedo —miro sonriente al gato—. ¡Gracias, vieja tía Elizabeth! ¿Puedo decirle tía? ¿Si, no?
Thackery se poso en su hombro, le señalo la caja y la nota con la cabeza y ella asintió.
—Bien, guardare la caja y el pergamino, ya entendí —mascullo la pelirroja, metiendo en su baúl la caja y la nota como pudo—. Listo, ahora, tomare mi libreta de dibujo y bajare a dibujar a mi hermanita Ginny porque de repente ya me siento de un humor increíble.
Tal y como lo dijo salió del cuarto con libreta y lápices en mano y bajo a la Sala Común, comenzando a oír las voces de los demás.
Cuando ya estuvo abajo, vio a dos de sus ex-amigos cerca de la chimenea, y a Ginny junto a Fred y a George a unos sillones de ellos por lo que, al ver como ambos muchachos la miraban, les sonrió con falsedad y se dirigió a sus hermanos postizos.
—¡Hermana..!
—¡Bajaste..!
—¡Al fin! —terminaron ambos a la vez, abrazándola por los lados.
Y ahí se quedaron por un par de segundos mas.
—¡Suéltenla idiotas, es mi turno! —mascullo Ginny, golpeando ligeramente el brazo de sus hermanos.
Cuando estos la soltaron, ella se lanzo hacia ella y la abrazo.
—Te vez muy bien, luces como otra —murmuro Ginny, mirando el collar—. ¡Ese collar es hermoso! ¿Quién te lo regalo?
—Hera lo trajo hace un rato —lo tomo entre sus manos—. La nota decía algo sobre Elizabeth Sanderson, es como... una especie de amuleto para controlar mis poderes más adelante.
—¿Y eso es de fiar? —cuestiono George, comiendo un puño de sus grajeas asquerosas.
—Yo creo —asintió—. No ocurrió nada cuando me lo puse, no morí, eso es un avance.
Los tres Weasley –que por ahora eran sus favoritos– la miraron un tanto asustados, aun así asintieron un poco. Notaban sus diferencias, el cabello, su rostro, sus ojos, su piel... todo era un tanto distinto en ella y no solo lo decían por sus emociones.
Rodó los ojos tras oír como Ron gritaba –si, si lo hacia– que Harry había obtenido una Saeta de Fuego de forma misteriosa, no le importaba, o bueno... no del todo. ¿Estaba preocupada? Claro que lo estaba, a pesar de todo y de ignorarlo había algo en su pecho que le hacía imposible el no preocuparse.
Con Ron era casi igual, sus miradas se conectaban de vez en cuando, este trataba de hablarle y ella lo evitaba de forma rápida y nada disimulada.
Pero con Hermione la cosa había cambiado un poco pues está solía hablarle más, y Méreope, quien no sentía el mismo resentimiento hacia Hermione solo atinaba a asentir en modo de respuesta: la castaña lo veía como un avance, uno muy bueno.
El agujero del retrato se abrió y Hermione apareció acompañada por la profesora McGonagall.
Aunque la profesora McGonagall era la jefa de la casa de Gryffindor; Méreope jamás la había visto en la Sala Común.
Mordió su labio inferior con diversión al creer y saber muy bien a lo que Minnie había entrado al sitio.
—Conque es eso —dijo la profesora McGonagall con los ojos muy abiertos, acercándose a la chimenea y examinando la Saeta de Fuego—. La señorita Granger me acaba de decir que te han enviado una escoba, Potter. ¿Puedo? —pidió la profesora McGonagall. Pero no aguardó a la respuesta y les quitó de las manos la Saeta de Fuego. La examinó detenidamente, de un extremo a otro—. Mhm... ¿y no venía con ninguna nota, Potter? ¿Ninguna tarjeta? ¿Ningún mensaje de ningún tipo?
—Nada —respondió Harry, como si no comprendiera.
—Ya veo... —dijo la profesora McGonagall—. Me temo que me la tendré que llevar; Potter.
—¿Qué?, ¿qué? —dijo Harry, poniéndose de pie de pronto—. ¿Por qué?
—Tendremos que examinarla para comprobar que no tiene ningún hechizo —explicó la profesora McGonagall—. Por supuesto, no soy una experta, pero seguro que la señora Hooch y el profesor Flitwick la desmontarán.
—¿Desmontarla? —repitió Ron, como si la profesora McGonagall estuviera loca.
—Tardaremos sólo unas semanas —aclaró la profesora McGonagall—. Te la devolveremos cuando estemos seguros de que no está embrujada.
—No tiene nada malo —dijo Harry. La voz le temblaba—. Francamente, profesora...
—Eso no lo sabes —observó la profesora McGonagall con total amabilidad—, no lo podrás saber hasta que hayas volado en ella, por lo menos. Y me temo que eso será imposible hasta que estemos seguros de que no se ha manipulado. Te tendré informado.
La profesora McGonagall dio media vuelta y salió con la Saeta de Fuego por el retrato que se cerró tras ella.
—¿Por qué has ido corriendo a la profesora McGonagall? —pregunto Ron en voz alta.
Hermione dejó el libro a un lado. Seguía con la cara colorada. Pero se levantó y se enfrentó a Ron con actitud desafiante:
—Porque pensé –y la profesora McGonagall está de acuerdo conmigo– que la escoba podía habérsela enviado Sirius Black.
Y esta vez, Méreope se permitió reír a carcajadas bajo la mirada repleta de reproche de Binx y las divertidas de los Weasley.
—Herms... —trato de calmarse pero le era imposible hacerlo—. Sirius Black no quisiera buscar a un idiota mentiroso, perdería el tiempo. Quizás sea tu padrino, pero la importante en su familia –al menos para querer asesinar– soy yo. Soy su sobrina.
Harry solo la miro, no quería pelear, y menos con ella: pero tenía mucho por decirle.
—Así que, por favor, no acusen de todo a Black. Gracias —les sonrió y se giro una vez mas para hablar—. Y por cierto, Hermione, hiciste bien. No hay nada mejor que ver a alguien chillar por una absurda escoba.
—Si sigues así Hermione, te quedaras finalmente sin amigos —volvió a mascullar Ron por lo bajo, siendo escuchado por la pelirroja.
Méreope se levantó del sofá en el que estaba sentada y se dirigió hacia donde se contratan sus ex-amigos, tomo la mano de Hermione y la llevo consigo a los sofás en donde ella, Ginny y los gemelos estaban, bajo la mirada recelosa de ambos chicos que deseaban estar en el lugar de la castaña.
—Aceptémoslo, fue nuestra culpa y debemos arreglarlo, necesito a Méreope mas de lo que creía —murmuro Ron, mirando la escena frente a él.
—Créeme, haría lo que fuese para que ella volviera a dormir en nuestro cuarto, como en las navidades pasadas —murmuro de igual forma Harry, solo que esta vez, sentía la necesidad de demostrarle el cariño de una forma diferente y mucho mas cariñosa que cuando tenían tan solo once años.
━━━AUTHOR'S NOTE.
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eso es todo travesuritas, soooooo
-✨Travesura Realizada✨-
Majo P.
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