019. the true
↯ CAPÍTULO DIECINUEVE
▬ ❝ la verdad ❞ ▬
LA PELIRROJA BIEN SABIA QUE LLEVABA MÁS DE UN DÍA ADENTRADA EN EL RIESGOSO BOSQUE PROHIBIDO Y QUE TENDRIA QUE VOLVER TARDE O TEMPRANO AL CASTILLO, solo que no estaba lista para que ese "tarde o temprano" fuera justo ahora. Sus lagrimas no habían dejado de caer en lo que resto de la noche y las pocas horas del nuevo, todo le era tan irreal que ni siquiera podía terminar de procesarlo por completo.
Una ira la envolvía, logrando que todo su cuerpo ardiera y que sus ojos no tuvieran aquel brillante celeste si no un naranja sombrío y oscuro.
Era como si estuviera en una pesadilla y no pudiera despertar aunque lo intentase.
Remus Lupin la había abandonado en la casa de los Tonks después de la muerte de Calissa, de su madre. La había abandonado como si fuera una basura que podía desechar cuando quisiera, sin pensar en ella en ningún momento. Ahora aquellas cartas misteriosas comenzaban a cobrar sentido: su sueño y su boggart comenzaban a tenerlo igual.
Mentiría si le sorprendiera la poquita vergüenza que Remus parecía tener, pues ahora quería volver para tratarla como si nada después de trece –casi catorce– años de haber estado ausente en su vida. ¿Tanto descaro tenía? ¿Qué nunca pensaba en alguien que no fuera él mismo?
Los Tonks tampoco se salvaban ni un poquito: ahora sabia por que su madre evitaba el tema de Black con mucha insistencia y el por que de sus nervios durante el año anterior cuando le pregunto el por qué de su segundo nombre: ahora tenia la respuesta pero no le agradaba lo que había conseguido.
La adolescente no sabia que sentir, su familia de Hogwarts también le había mentido, sus "mejores amigos" habían roto toda la confianza que tenía sobre ellos, ¿cómo pudieron ocultarle desde que Black busco entre sus cosas hasta que ella es sobrina de un maldito traidor y asesinó?
Hagrid había ido a buscarla por aquellas partes profundas del bosque y ella en cuanto oyó su voz tuvo que retener su autocontrol y hacerse invisible para no salir a gritarle al pobre guardabosque que no tenía ni una pizca de culpa.
El silencio era lo único que la acompañaba, de alguna forma la reconfortaba, pues ahora comprendía que en los últimos meses había estado sola, excluida de su grupo de amigos, como si sobrara en Gryffindor y en la que ella creía era su familia.
Había estado nevando hace no mucho, por lo que el ambiente que rodeaba a la pelirroja era frío y denso; era ahora que agradecía mantener algo de calor gracias a sus poderes, aparte que había llevado su túnica, pedazo de tela que le ayudó a mantenerse en una temperatura decente.
Sus ojos le ardían y daban ganas de rascarlos, sus nudillos le daban leves punzadas de dolor gracias a que un árbol había pagado las consecuencias de su momentáneo enojo, las palmas de sus manos tenían marcadas sus uñas notoriamente –ahí otro arranque de enojo– y su cabeza daba vueltas gracias a su derrumbe emocional.
Sabia que era el momento de volver al castillo e ir con Dumbledore para que le explicara todo desde su punto de vista pues según aquel recuerdo, el hombre tuvo algo que ver en todo ese revuelo con respecto al guardián y lo que ocurrió antes y después de la muerte de su madre biológica.
Sin tener más opción se levanto del helado y lodoso suelo del bosque y comenzó a encaminarse hacia el castillo, sabiendo que ardería Troya en cuanto viera algunas caras conocidas cruzársele por el camino.
[...]
Las miradas se posaban en ella con cada paso que daba, no era fuera de lo común, la chica era linda y reconocida por sus poderes, pero esta vez era observada debido a su repentina desaparición. Todos notaban como su rostro era una combinación de emociones negativas en aquellos momentos: el dolor, la ira y la conmoción eran las que más resaltaban en su ceño fruncido y sus ojos ensombrecidos.
La pelirroja empuñaba su varita con fuerza mientras que los murmullos no tardaron en aparecer al igual que las discusiones y argumentos que vagamente eran dirigidos a los estudios en realidad.
Trataba de ignorarlos, pero la mayoría eran extraños y sin duda la lastimaban más.
Dejo de oírlos en cuanto llego a la entrada del despacho de Dumbledore, dijo la contraseña correspondiente y con desganes comenzó a subir las escaleras, comenzando a oír con cada paso la discusión que se llevaba acabo ahí arriba.
—¡YO TE VI! ¡TE VI CON ELLA LA ÚLTIMA VEZ!
Ese era Harry –mentiroso– Potter.
—¡ME DESPEDÍ Y DESPUÉS NO LA VI MÁS! —y ese era Malfoy. Méreope sonrió sin poder evitarlo, al menos podía confiar en alguien en todo ese enorme castillo –además de aquellos tres Slytherin–.
—¡NO MIENTAS MALFOY!
Al entrar al despacho por completo todos, o bueno, el chico Potter logró guardar silencio y acallar esos gritos.
Pudo ver mejor la escena una vez de pie frente a todos. Harry, Ron y Hermione peleaban con Malfoy tras él haber sido el último que la había visto antes de desaparecer.
Lupin mantenía un semblante serio con un deje de preocupación mientras observaba en silencio la discusión.
Malfoy estaba solo, era el único Slytherin ahí aparte de Snape. La pelirroja había notado que el rubio jugaba con sus anillos en señal de nerviosismo: estaba mintiendo.
Y Dumbledore, que claramente sabia lo que había ocurrido, mantenía su postura serena característica de él.
—Issa —suspiro con alivio el de cabellos azabache queriéndose acercar a ella para abrazarla pero grande fue su sorpresa al esta quitarse antes de que él pudiese tocarla—. ¿Issa?
La pelirroja no miro a nadie, mucho menos a Lupin ya que sabia que con apenas mirarle a los ojos se echaría a llorar. Se puso a una distancia prudente de su director y del resto de personas ahí presentes y habló.
—Profesor Dumbledore, ¿puedo hablar con usted? —miro a todos evitando la mirada curiosa de los Gryffindors y los dos Slytherins—. A solas si es posible.
—Meli... ¿Que paso? —Ron trato de acercarse pero fue detenido por Méreope quien lo fulmino con la mirada y se dio media vuelta sobre sus talones, dándoles la espalda esta vez.
—Señores Weasley, Potter, Malfoy —miro a los profesores—. Profesor Lupin, Snape y señorita Granger, ¿podrían dejarnos a solas?
Con pesar todos abandonaron la habitación, ciertas personas temiendo lo peor.
Una vez todos fuera Méreope miro con los ojos envueltos en lagrimas a Dumbledore, mordiendo su labio inferior evitando soltarse a llorar como lo hizo horas atrás. Dejo su varita en el escritorio de su director para después sentarse manteniendo el silencio aun.
El director dejo pasar unos minutos, dejando que la chica pudiera tranquilizarse para hablar y evitar que encendiera algunas plantas del castillo.
Minutos fueron los que pasaron sumergidos en un silencio sepulcral hasta que Dumbledore creyó conveniente que era el momento de hablar.
—Lamento mucho la forma en la que te enteraste de la verdad, Méreope —comenzó a hablar el director, provocando una risa amarga en la chica—. Se lo que se siente...
—Claro que no —lo interrumpió la pelirroja, sosteniendo con fuerza los costados de la silla en la que se hallaba—. Usted no tiene ni la menor idea de lo que siento, ni de como me hace sentir todo lo que me está pasando —relamió sus labios agriamente—. Esto... todo esto, saber que el maestro que te da clases es tu padre el cual te abandono como si fueras un perro después de la muerte de la mujer que te dio la vida es todo menos fácil de asimilar, y si añadimos que aun así, no pudo compadecerse de su propia hija a la cual le hizo creer que él no existía y que en realidad era una Tonks —sus lagrimas ya corrían por sus mejillas de nuevo para estos momentos—. ¡El me abandono! ¿Cómo cree que me hace sentir eso? ¿Eh? ¡Siento que fui insuficiente aun siendo solamente una bebé!
—Méreope...
La pelirroja sollozo antes de volver a retomar la palabra—. Y... no sé, no sé como sentirme al respecto profesor, no sé tengo ni idea si el odio que siento esta bien... —trago el nudo que tenia en su garganta—. Me abandono esa misma noche, no vio cuando hable por primera vez, ni cuando di mis primeros pasos o la primera vez que dije papá, él no estuvo ahí.
Dumbledore solo escuchaba, sabia que la pelirroja debía desahogarse con palabras y no solamente con lágrimas.
—Simplemente no puedo, siento un vacío en mi corazón y... no puedo pensar en alguna manera de curarlo —subió sus piernas a la silla para poder abrazarse a ellas: había descubierto en las últimas horas metida en el bosque que abrazarse de aquella manera la hacía sentirse protegida por alguna extraña razón—. Me asusta todo lo que soy, mi mente se siente como una tierra desconocida. Hay un bullicioso silencio en mi cabeza, no quiero irme a casa, ni siquiera se si eso alguna vez fue mi "hogar" —mordió su labio inferior, se odiaba, de cierta forma toda la noche creyó que ella tenia la culpa.
Y hasta ahora aún lo sentía así.
—¿Estas mejor? —pregunto Dumbledore, una vez que la pelirroja guardo silencio un par de minutos. Méreope asintió—. No tienes la culpa si me permites opinar. El desahogarse es la mejor manera de sacar las penas y no ahogarse con estas mismas a lo largo del tiempo. Así que adelante, llora Méreope, se que tienes problemas en estos momentos.
—Ya no puedo, no tengo mas por derramar —se irguió en su lugar, mantuvo el mentón alto y se permitió retirar una de sus lágrimas que bajaba por su mejilla, tensando su mandíbula tras ello—. Agradezco que ayer no haya dicho nada sobre que se la verdad, no quisiera que alguien se enterara de que lo se, no quiero enfrentar a nadie ahora, no podría hacerlo.
—Estaré de acuerdo en lo que elijas, Méreope —musito el director—. Calissa era una persona extraordinaria, si me lo preguntas, se lo mucho que te amo a pesar del poco tiempo que tuvieron juntas. No desprecies todo el cariño que los Tonks te han dado, ellos se esforzaron en darte una vida plena y repleta de felicidad.
Méreope asintió sin darle mucha importancia. Si, había sido muy feliz junto a los Tonks, pero aquello no quitaba el hecho de que la hicieron vivir en una burbuja de mentiras: si esta no hubiese estallado, ella estaba segura de que jamás le hubieran dicho la verdad—. También pido permiso, profesor, para no asistir más a las clases que imparte el profesor Remus Lupin, ¡Ah! Y también quiero cambiar de dormitorio.
—No puedo cambiarte de dormitorio, Méreope —la pelirroja resoplo, debía intentarlo por lo menos—. Y respecto a la clases, creo que podrás faltar por un tiempo a obligaciones correspondientes con el profesor Lupin.
—Quiero ir a descansar, no he tenido muy buenos días esta semana.
—No se preocupe, señorita Ton...
—Black —lo corrigió—. Por ahora el único apellido que me pertenece y corresponde portar es el Black, preferiría que me llamaran por el.
—De acuerdo, señorita Black —le sonrió—. Nos veremos mañana.
La adolescente asintió, tomó sus pocas cosas que traía encima y salió a través de la gárgola encontrándose al final de la escalera a sus ahora ex–amigos esperándola, ella suspiro y como si no estuviesen ahí los paso de largo, dejándolos a los tres igual de confundidos.
—¿Mér? ¿Qué sucedió? —pregunto Hermione, llegando a su lado un tanto inquieta—. Ayer no apareciste por ningún lado, pensamos que Malfoy te había dicho algo.
La ignoro.
—Hermione tiene razón —contribuyo Ron, acercándose a ambas chicas con paso rápido—. Nos preocupamos mucho, pensamos que las brujas pudieron haber regresado y...
De nuevo y como era de esperarse, lo ignoro.
—¿Issa? —Harry la tomo del brazo y tiro de este sin hacerle daño, dándole la vuelta—. Estuviste llorando —afirmó él una vez examinó el rostro de la chica con duda—. ¿Malfoy te hizo algo?
Lo ignoro, se zafó de su agarre y se fue de ahí rápidamente dejándolos atrás.
Harry, Ron y Hermione estaban confundidos, no sabían el por qué de su repentino comportamiento hacia ellos pero de cierta manera les dolía.
—Será que... —Hermione trago duro—. ¿Será qué se entero?
—No —negó rápidamente Ron—. Nadie más lo sabe, solo nosotros: no creo que sea eso... quizá y Malfoy si le hizo algo y no quiere decirlo.
—Espero que eso sea —hablo Harry, pasando saliva lentamente—. No quiero perderla y mucho menos por esto.
—Tuvimos que habérselo dicho en cuanto llegamos —reclamo la castaña—. ¿Qué tal si alguien nos escucho y ahora se lo dijo?
—La pudimos lastimar —la respuesta de Harry salió de forma robótica pues era la misma que había dicho ese día después de que se calmase por todo el asunto de sus padres y de su recién descubierto padrino.
—La lastimaremos mas si ella se entera por alguien más.
Harry rezaba por que ella no lo supiera, no quería verla sufrir y sentir aquel nudo en la garganta que sintió cuando la vio petrificada o llorando veces anteriores, no quería que se fuera de su lado.
Lastima que ya era muy tarde.
[...]
Los siguientes días fueron igual o hasta peores pues todos habían notado el distanciamiento repentino entre el Cuarteto de Oro pues de verlos juntos todos los días a todas horas ahora era común ver a la pelirroja con el trio de esmeralda o de vez en cuando con el único hijo de los Malfoy.
—¿Qué tal se me vería el verde en la túnica? —cuestiono la Gryffindor, mirando la verdosa tela de la capa de su rubia amiga.
—Yo asumo que bien —Daphne se encogió de hombros—. Eres linda con todo y si Cedric o Theo no se apuran, yo si te doy.
Méreope sintió el como sus mejillas ardían mientras que la chica de ojos castaños comenzaba a carcajearse como loca a mitad del pasillo.
Para nadie era un secreto que Cedric estaba interesado en ella, no se sabia en que forma, pero según su amiga ella era tema de conversación entre todo el grupo de amigos del Hufflepuff.
—Me halagas, Daphne —ambas rieron a la vez, mientras entraban al Gran Comedor—. ¡Yo también te daría si fuera homosexual! Lastimosamente, soy hetero. Creo —ambas volvieron a reír, esta vez llamando la atención de algunos alumnos por el Gran Comedor.
La pelirroja le sonrió a Hagrid, lo había ido a visitar un día atrás queriendo saber un poco mas sobre el tema de Buckbeak, más solo se encontró con malas noticias.
El resto de maestros habían notado extraña a la chica en sus clases, no solo estaba el echo de que el cuarteto se había convertido en trio, si no que también resaltaba el comportamiento cortante que había adquirido con ellos, como si supiera algo que hiciera crecer un rencor hacia ellos.
Ato rápidamente su cabello en una coleta alta y siguió caminando con Daphne hasta el sitio en el que ahora tomaba lugar.
Al pasar cerca de los asientos que solía usar antes sintió la mirada de sus tres ex-amigos –y la mitad de la mesa de leones– mientras ella los ignoraba olímpicamente.
—Creí que tardarían mas —asumió Blaise—. Me hicieron perder una apuesta, gracias.
—¿De cuanto era?
—Si se puede saber —completo la pelirroja, tomando un poco de su jugo de uva.
—20 galeones —musito Theo masticando su pay de queso—. Y debe dármelos ahora si no quiere hacer algún ridículo en Hogsmeade.
—Bien, bien —de mala gana saco un par de galeones de su túnica—. Toma, te daré el resto después.
—Hecho —Méreope no pudo evitar reír, pasar el día junto a ellos se había convertido en una gran distracción—. ¿Qué planean hacer la semana próxima?
—Volveré con más junto con Astoria —confirmo Daphne—. Ha estado insistiéndome en querer conocerte Mér, quizás podrías venir a casa estas vacaciones.
Méreope suspiro, solo Theo –y Blaise, ya que la había escuchado– sabían la verdad. La pelirroja había planeado contárselo a Daphne en la tarde mientras estuviera en la biblioteca ya que tenia Clase de Defensa Contra las Artes Oscuras por lo que tendría una hora libre.
—No podre está vez Daph, tengo que quedarme aquí —tomo su mano—. No me siento con ánimos para volver a la... a mi casa —se corrigió.
La rubia sabia que algo andaba mal, pero no la presionaría, no ahora.
—No te preocupes, quizás las próximas podrás ir —le sonrió tiernamente y se fijo en la hora—. ¡Merlín santo! Chicos, tenemos Herbología, ¡vámonos!
Los tres Slytherin's le sonrieron por última vez a la chica antes de salir del Gran Comedor, dejándola sola en la mesa.
Suspiro, se levanto de igual forma y comenzó a irse del Gran Comedor sintiendo la mirada de cierto profesor que no podia parar de pensar en él porque la pelirroja había dejado de asistir a sus clases de forma repentina.
Aunque dentro de él, lo sabia.
[...]
La pelirroja era seguida de manera sigilosa por el trío de Gryffindor, quienes buscaban alguna explicación o algo lógico para que dejara de hablarles.
—Oh Binx, no lo haré —los tres oyeron como se quejaba con el lindo gato negro—. No hablaré con ellos, que se jodan.
Ellos sabían que aquello iba para ellos mismos, no sabían como lo averiguaron, pero había algo en su interior que se los hacía saber.
—¿Por qué deberíamos jodernos? —cuestionó Harry, saliendo de su escondite junto a los otros dos—. ¿Qué es lo que te sucede, Issa?
—Cállate Potter —masculló la chica mirándolos mal—. Tengo mis razones para mandarlos a la mierda, así que váyanse de una vez.
—¿Pero por qué? —cuestionó esta vez Hermione—. No hemos echo nada malo Mér, tu madre está preocupada por que no respondes sus cartas, no entras a DCAO, nos evades y te vas con los Slytherin...
—Los Slytherin resultaron ser mejores personas que ustedes —musitó Méreope, comenzando a cansarse de la conversación—. Se los dire una vez, váyanse si no quieren una quemadura de segundo grado —sin más que decir, se dio la vuelta y comenzó a seguir con su camino.
Bueno, a medias.
—Lo ven —dijo por lo alto Ronald—. Nos iba a cambiar por aquel trío de idiotas.
—Algo está mal —dijo Harry, viendo los pasos de la que era su mejor amiga—. No responde las cartas de su madre, ahora hizo que todos usaran el apellido de Black para referirse a ella de forma formal, rechaza nuestra compañía... y todo ocurrió desde que volvió del bosque.
—No hay duda, lo sabe —indagó Hermione, mordiendo sus uñas—. Eso es obvio, ¿no lo ven?
—O simplemente tiene cosas mejores que hacer ahora que nos cambió —murmuro Ron de mala gana—. Conozco a Meli, nos hubiera dicho algo.
—Ron tiene razón —secundo Harry, con un dolor punzante en el pecho—. Tuvimos que verlo desde que se sentó con ellos la primera vez, ya esta, nos cambio.
—¡No sean idiotas! —mascullo Hermione—. Esta más que claro, ella lo sabe.
Ninguno de los dos chicos la escucho, ambos ya se habían ido dejando a una Hermione confundida atrás y junto a ella se hallaba Méreope, quien permanecía invisible detrás de Hermione, mirando la escena con su corazón aún más dañado que antes.
Entonces era real, ya no había ninguna duda: ellos lo sabían.
Miró por última vez en la dirección en la que sus ex-amigos se habían ido y sin más comenzó a avanzar alejándose de ahí con un nudo en su corazón.
[...]
—Quiero vacaciones —murmuro la rubia con mechones rosados—. No más bien no quiero, necesito vacaciones de urgencia.
Méreope rió, dejando de lado el libro que Dumbledore le había dado sobre la clase que Lupin impartía esa tarde.
—Ya falta poco, solo un par de días más —musito la pelirroja, recargando sus brazos en la mesa—. Estoy cansada y tengo sueño.
—Deberías ir a dormir —apoyo Blaise, sentándose en la silla a un costado de Daphne—. Has estado muy activa estos últimos días, llegas tarde a tu Sala Común y sales temprano de ella, debes descansar.
—No, estoy bien —miro el reloj de bolsillo que llevaba en su bolsillo—. Aun debo terminar el capitulo de hoy y ir después por los deberes con Dumbledore.
—Aun no comprendo porque no entras a sus clases —Daphne dio un mordisco a su chocolate por lo bajo, evitando ser descubierta—. Tigo, tienesh tlalento parash DCAO.
Méreope rió—. Primero trágate el chocolate y luego hablas.
—¿Shegundo? —tras la mirada severa de la chica, trago y sonrió—. ¿Segundo?
La pelirroja miro a Zabini, este asintió, tomo un par de libros y se acerco a Nott el cual le sonreía en modo de apoyo hacia Méreope.
—Bien... sto es preocupante, Blaise nunca te obedece y Theo siempre te sonríe coqueto —se giro hacia ella bruscamente—. ¿Algo que decir, Black?
—Si, pero acércate. No puedo gritarlo —la rubia asintió varias veces y se acerco a ella hasta el punto en el que nadie más podría oír su conversación.
Méreope reunió todo su autocontrol para no soltarse a llorar tras contarle cosa por cosa detalladamente, sin saltarse ni una sola parte.
—Recapitulemos —murmuro Daphne asiendo asentir a la pelirroja la cual, tragaba el nudo en su garganta difícilmente—. Entonces, ¿tu papá no es en verdad tu papá si no que resultó ser maestro Remus y... tus "amigos" lo sabían? —Méreope asintió, sintiendo como sus mejillas ardían pues de cierta forma le daba vergüenza que alguien más supiese lo que la torturaba—. Que hijos de puta. ¡perdón! —aclaro tras recibir un súbito ¡Shhh! por parte de Madame Pince.
Daphne no tardo en abrazarla, sabía lo difícil que era aquello y mas aun si ella fue engañada durante la mitad de su vida—. Ahora estamos nosotros contigo, ¿bien? Si ellos quieren hablar, lo harán con tranquilidad, no te agobies ahora.
Méreope la abrazo aun más, feliz de tener una amiga que pueda estar con ella.
La rubia no era Hermione, pero podría hacer el intento de hacer algo como lo hacia con la castaña.
━━━AUTHOR'S NOTE. ¡chicuelas y chicuelos! mhm si, por ahora yo también odio a esos tres. debo admitir que los... ¿dos? capítulos que vienen me hicieron llorar, digo, yo también tengo problemas con mi papá y yo creo que pude expresarme escribiendo esos dos.
en noticias más agradables, xd.
creo que yo soy como bibble en esta imagen con ustedes:
y ustedes tipo (en la mayoría de los capítulos que vienen):
no me odien😭💞.
recuerden: voten, comenten y compartan la historia para que así crezca esta pequeña gran familia💞.
-✨Travesura Realizada✨-
Majo P.
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