26
"Alimentando la utopía..."
Zeta fue a verme a mi habitación. Me contó que se había enterado que cambié de opinión e iba a salir al fin del hotel. Eso lo sorprendió mucho. Sin embargo, no vino a hablar de eso.
–Creo que sabías muy bien lo que escribías cuando pusiste algo de alimentar la utopía en Rapto–
–¿Porque lo dices?–
Él se levantó del sillón en el cual estaba sentado y se acercó al balcón –Una utopía es un sueño casi imposible–
–Claro, si no fuera por ese "casi" directamente sería imposible– Lo seguí y cuando estaba afuera encendí un cigarrillo.
La noche era bastante tranquila desde arriba. Un cielo negro que dejaba ver la luna llena resplandeciente y varias estrellas a su alrededor.
Los autos desde abajo iluminaban la oscura calle del edificio. A lo lejos se veía la gran ciudad de Los Ángeles más despierta que nunca.
–Pero, no voy a ese punto– Se apoyó en el barandal.
–¿Entonces?– Di una inhalada.
–Es que, todos alimentamos un poco esa utopía que tenemos. Aun que estemos conscientes de que no sucederá, igualmente tratamos de conseguir que se realice– Inhaló un poco de aire fresco tratando de escapar del humo.
–Si, es cierto. Pero, ¿A que quieres llegar con esa reflexión?– Esta vez no tiré el humo en la cara de mi amigo.
–Quiero pensar que eso te sucede a ti con Gise– Lo fusilé con la mirada, esperando a que se retracte de lo dicho –No lo digo por pesimista, sino que soy realista. La gran utopía que tenemos todos es que ella despierte y que todo vuelva a ser como antes. No me vas a decir que no es cierto–
–Puede ser– Me puse de espalda a la baranda y apoyé mis codos.
–Aun que, siendo tú el padre...– Tomó aire –No, mejor dejalo ahí –
–No, ahora, dime que piensas– Abrí un poco más de lo que tenía abierto los ojos.
–Es que, como tú eres el padre, creo que si eso no sucede. Puede que tú salgas mal herido en esta situación. Mucho más que cualquiera de nosotros–
–¿Q-qué?– Me sorprendí bastante por lo que Zeta me dijo. Volví a mi eje y traté de no parecer preocupado –Pero, tranquilo. Yo estoy bien, que suceda lo que tenga que suceder. Si no tiene que ser como yo lo planeo, será por algo– Inhalé profundamente mi cigarrillo.
El pelado se dirigió a la puerta de salida –Espero que sea como tu lo dices. Gus, que no te gane la impotencia– dicho esto se retiró de mi habitación.
Siento que algo malo ha ocurrido y que todavía no me lo quieren contar. Pero, no tengo la certeza absoluta de que fuese por Gise.
Traté de olvidar esa charla y me dirigí a la habitación de Richard. Como acordamos, yo lo buscaría y juntos iríamos a esa fiesta.
No me dijo donde, ni de quien era la fiesta. Tendría que haber preguntado, ya que las ultimas fiestas a las que fui, también recurría Chloé Bello.
Toqué la puerta y él salió de inmediato, nos estaban esperando abajo y ya llegabamos tarde.
–Espera, ¿Quién nos está esperando?–
–Unos tipos que nos van a llevar a la fiesta–
Eso fue demasiado raro. ¿Porque? Si nosotros podíamos ir por si solos con una dirección.
Pero, ya estaba, no iba a arrugar ahora que por fin le dije que si.
–Solo una cosa–
–¿Qué, Gus?– Rodeó los ojos mientras subía al auto color negro.
–¿Averiguaste si Chloé va?–
–Gus, la loca de Bello está en España. Ni aun que se entere en este momento de que vas a esa fiesta llegaría a tiempo. Dale subí al auto–
Con arrepentimiento en mi mente entré a ese auto.
*Narra Dante*
Estaba en penumbras. No me sentía muy seguro que digamos. Es que, tenía a mi novia en coma a mi lado. No me da tanta seguridad creer que va a despertar en cualquier momento y no saber como va a reaccionar ella. Tenía miedo a que ella no me reconociera, a que no sienta nada por mi o peor aún, que no sepa quien soy.
En medio del silencio escuché la manija de la puerta moverse. Mierda, alguien iba a entrar. Enseguida moví la cortina que separa las dos camas una de la otra para que no me vea quien fuera que entrase. Traté de quedarme quieto y callado.
–La paciente sigue igual. Su mejoría de hoy temprano es lo único que parece seguir estable–
–Okey, anotamos eso entonces–
–Si, anoten eso–
Apagaron la luz y cerraron la puerta. El corazón me latía a mil. Con el miedo de que volvieran a aparecer los doctores otra vez, me quedé despierto y con la cortina cerrada para que no me vean.
Vi por la ventana que salió el sol. Tenía sueño, frío, seguramente una cara de ojete y hambre. Caminé lentamente hacia la puerta de salida. Asomé la cabeza para asegurarme de que nadie pasaba por ahí y así salir tranquilo. El pasillo estaba desierto, pero apenas hice dos pasos una mano tocó mi hombro.
–¡Yo no hice nada!– Me cubrí la cara.
–¡Callate!– Escuché susurrar –Soy yo, estúpido– Era emmanuel, mi compañero de IKV.
–Ay boludo creí que eras un guardia– Resoplé.
–No soy guardia, pero se muy bien que no tienes que estar por acá a estas horas–
–¿Y tu? A ver decime– Me crucé de brazos.
–No estabas en tu casa, entonces vine a buscarte. Ensayamos todas las mañanas, que hoy no estuvieras en tu casa me preocupó, creí que habia sucedido algo– Seguía en una forma de susurro con grito.
Escuchamos a alguien acercarse. Tomé del brazo a mi amigo y traté de escapar de esa persona. Corrimos hacia el ascensor más cercano y entramos.
–No se quien habrá sido. Pero estuvimos cerca de que nos vieran– Apoyé mi cabeza en el espejo.
–Eres un idiota– Se cruzó de brazos.
–¿Porque estas enojado?–
–Porque no me contestabas–
–Ni que fuéramos novios– Reí.
–Si, pero tengo otras cosas por hacer. Me pudiste haber mandado un mensaje diciendo que no estabas en tu casa–
–Y bueno. No me di cuenta, boludo–
–Se, claro–
*Narra Gus*
–¿Dónde mierda me vas a llevar Richard?– Susurré por lo bajo, tratando de que el conductor no esuchase lo que dije.
–Tranquilo, Gus. Yo conozco al pibe que hace la joda. Es todo tranquilo. No hay drogas, si es por eso–
–Más te vale que no salga perjudicado en esto–
–Naaah, tranquilo– Dijo dándome unas palmadas en la espalda.
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