"Te vi que llorabas por él..."

*Narra Gustavo*

Me quedé en el hospital toda la noche. Los doctores hablaron con migo, dijeron que si ella no despertaba esa noche podía en coma por un tiempo indefinido. Pospuse el vuelo a Chile de Fuerza Natural, mis compañeros no se quedaron.

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Gise no despertó. En el transcurso de la noche se movió unas cuantas veces, pero seguía sin abrir los ojos. Viendo las circunstancias en las que estabamos metidos, tuve que llamar a Sara, mamá de Gise (Y mi ex esposa).

Ella nunca quiso que su hija viviera con migo, o que tuvieramos contacto alguno. No quería que yo le metiese ideas raras sobre ser una rockstar. Por eso es que cuando Gise se emancipó nos dejamos de hablar. Me hechó toda la culpa sobre las acciones de Gise.
Cuando la conocí, sentí que tendríamos una vida llena de alegría juntos, ahora veo que solo eran puras promesas que nos hicimos el uno al otro.

*Flash Back*

Enero del 2001, estaba terminando de dar un mini-concierto en el bar "Sábados de Gloria", me habían contratado para que tocase junto a mi banda. Cuando largamos con Puente, una chica que parecía tener 20 años, de cabellos negros hasta las pantorrillas entraba junto a sus amigas por la puerta del bar. Me quedé mirándola por un rato mientras cantaba la estrofa del tema. Ella miró hacia el escenario y se sentó en una de las mesas que estaba desocupada en frente. La seguía mirando fijamente, era una chica muy linda. Tenía ojos negros, su pelo enrulado y muy largo, pintada bien natural y llevaba ropa muy informal (Camisa gris, jeans negros y zapatillas del mismo color).

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Al terminar con el show en vez de irme a la parte trasera del bar, bajé del escenario precario que había. Me aproximé a ella y la saludé.

-Hola, soy Gustavo. ¿Cómo te llamas?-

-Hola Gustavo- Rió mirando a sus amigas-Soy Sara ¿Necesitas algo?-

-Solo quería conocerte. ¿Te gustó mi música?- Yo seguía dándole conversación.

-Si, me encanta. Tocas muy bien-

-Gracias- Busqué de mi bolsillo una lapicera y de la mesa saqué una servilleta- Ten, esté es mi número- Escribí mi número en el papel -Si tu quieres podemos juntarnos algún día-

Ella miró por un instante el papelito y lo agarró -Okey, ten, este es el mío- Escribió en otro el suyo -Estoy acá solo esta semana-

-¿No eres de aquí?-

-No, yo soy de Córdoba. Vine porque sabía que tocarías hoy aquí-

-Ah, eres fan mía entonces-

-Podría decirse que algo así-

Termiando la conversación me volví con mis amigos a ayudarlos a guardar los instrumentos y todo lo del sonido.

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Esa semana la llamé como unas diez veces esperando a que me dijera que si. Cada vez que le preguntaba si esa tarde quería salir me respondía que estaba ocupada. Luego de tantos intentos, al fin cedió y acordamos en encontrarnos en el Obelisco. Busqué las llaves de mi auto y me dirigí allá.
Cuando bajé solo veía gente que iba y volvía caminando, no encontraba por ningún lado a Sara. Creí que me había mentido solo para que la dejara de molestar.

-¡Gustavo!- Escuché por detrás mío.

Me di vuelta -¡Hey hola!- Había llegado. Nos saludamos y le dije -Creí que estabas por dejarme plantado-

-Noo yo no soy así. No hago esas cosas- Se cruzó de brazos sonriendo.

Hablamos de todo un poco. De la vida de cada uno, a lo que nos dedicabamos y lo que nos gustaba hacer en los ratos libres.
Ella era casada, ya hacía cuatro años. No tenía hijos, pero vivía junto a su suegra que era un martirio. En los primeros años de matrimonio se dedicó a estudiar y ahora dejó porque no podía manejar su negocio.
Entonces, le pregunté que hacía en Buenos Aires. Sara, un poco avergonzada, me dijo que vino para verme a mí. Estuvo en el concierto de 11 Episodios Sinfónicos en el teatro Colón y cuando se enteró que iba a tocar en ese bar, de inmediato reservó una mesa junto a sus amigas para poder tenerme de cerca y capás que podía llegar a conocerme.

-Veo que lo lograste-

-¿Qué cosa? ¿Conocerte?-

-No, cautivarme- Le di la mano.

-¿Qué? No- Se soltó de mi mano -Gustavo, yo no quería eso. Solo quería conocerte- Se alejó un poco de mí.

-Pero, aun que no hayas querido. Me enamoraste, Sara-

-Es imposible. No te puedes enamorar de alguien que has visto una sola vez-

-Sara- La agarré de las dos manos -En esta vida todo es posible-

-Gus, soy casad...- La besé.

Sentía su resistencia a besarme, pero luego de unos segundos aflojó y me siguió. Era la mujer perfecta. no me interesó en ese momento si estaba casada, divorciada o si vivía con alguien. Yo la quise para mí.

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Le rogué mil veces que se quedara en Buenos Aires. Los días que pasaron solo le pedí que se quedara con migo y que terminara con su marido. Yo la podía hacer feliz, le podía dar todo el amor que aquel otro tipo no le daba.

-Por favor, quédate. Verás que yo te daré todo lo que él no te da- Me pusé de rodillas.

-Ay Gustavo. No puedo terminar con Alejandro-

-Si, si puedes. Vas a ver que no te fallaré-

-P...pero. ¿Qué dirán los demás de ti?-

-No me interesa. Solo me interesas tú- Me levanté y la besé, nos separamos -Te amo-

-Yo también- Me sonrió.

-¿Vas a terminar con él?-

-Okey-

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Cuando terminó con su marido, Sara viajó a Córdoba y dejó todas sus cosas en la casa de su madre. Volvió a Buenos Aires con lo más necesario para ella.
El desastre se hizo contra mí. Su familia no me quería ni mirar la cara. Ellos decían que "Les cagué el matrimonio". No fue de muy buen gusto que estemos así, pero tiempo después entendieron que yo la hacía feliz y terminaron por aceptarme.

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Un año más tarde ya nos habíamos instalado en mi departamento en el centro se Buenos Aires. Sara no trabajaba y yo seguía tocando. Comencé a grabar un disco nuevo.
Días después de celebrar nuestro primer año juntos Sara me dio la noticia de que estaba embarazada.