Cariño, por favor, no seas tonto.

Hoy me mirabas con esos ojos tan prometedores, tan profundos y brillantes. Sentía como querías transmitirme algo que no sabía descifrar yo sola, algo que debías hacerme saber.

Entonces fue cuando sentí el calor correr a mis mejillas y mis pulmones retorcerse, sentía como le faltaba la respiración con aquella mirada que me estabas dando, ¿cómo es que podías provocar esos efectos en mí, cariño?

Eres tan lindo, hoy tu cabello estaba peinado perfectamente y tus mejillas estaban rojas por el frío, como siempre y, aunque siempre te veías igual, para mí cada día te veías mejor aún.

Tus ojos se dirigieron a la entrada, donde una chica que parecía ser nueva caminaba con unos zapatos de tacón fino y una falda de ceda negra, era muy linda a decir verdad, no negaría que había logrado asimilar una gran cantidad de billetes verdes a través de sus ojos grises.

Y bajé la mirada caminando hacia el aula, aferrada a mi morral y mi cuaderno que constaba de distintas materias. Mis ojos se dirigieron al frente y logré distingir que era la segunda chica en llegar temprano al aula, lo sospechaba, puesto que no veía al nadie entrar al aula de clases tan temprano, hoy lo hice por mera necesidad de estar sola.

Entonces sentí como una suave mano tomaba lugar en mi barbilla y subía mi mirada; eras tú, con una sonrisa plasmada en tus labios, tus ojos se veían aún más lindos de cerca al igual que él olor a tu colonia inundaba mis fosas nasales.

Me encantaba aquella loción, era irresistiblemente deliciosa.

De un momento a otro tus labios se posaron sobre mi coronilla dejando un suave beso, caminaste más atrás y te sentaste en la última fila.

Traté se no sonreír mucho ante tu acción, pero un montón de insectos voladores parecieron comenzar a volar dentro de mi estómago, provocándome un cosquilleo bastante inquieto.

¿Acaso no ves lo que provocas en mí?

Logras que quiera besarte de nuevo, que quiera pasar más tiempo contigo y que no te quiera dejar ir jamás, que te quiera cada vez más cerca a de mí y es como decir que quiero que ambos seamos como imanes, inseparables.

Te observé muchas veces en la clase, parecías estar muy concentrado en tu prueba, pero entonces cuando me captaste mirándote te reíste suavemente y negaste con la cabeza gracioso, volviendo la concentración a tu prueba.

¿Cómo es que podías mirarme con esos ojos y luego hacer como si nada?

Y es por eso que digo que no seas tonto, que me hagas saber de una vez a qué quieres llegar con esto, porque yo, chico de cabello color chocolate, no soporto más esta espera infernal.