¿Te dije que nunca quise arruinar tu felicidad, cariño?

Dioses, siempre quise lo mejor para ti. Tu felicidad estaba junto a mí. ¿Por qué te alejabas?

Pensándolo bien, mi vida estaba repleta de porqués y ninguno tenía respuesta.

Las tendrían si me amaras como yo te amo.

Luego de prometerme tantas cosas, cada día me mirabas diferente, uno más que otro. Cada vez que te acercabas a mí te ponías tenso, ¿acaso te apenaba tenerme cerca después de lo sucedido?

Extraño al viejo chico de cabello color chocolate. Te necesito de vuelta.

Te necesitaba tanto. Necesitaba tus abrazos, necesitaba tus labios de vuelta. Te necesitaba a ti. Eras como el cigarrillo no faltante de cada uno de mis días.

Tus labios eran tan suaves como la seda, acariciaban los míos de manera perfecta, encajaban de manera perfecta. Tus movimientos eran inseguros, pero hermosos y delicados. Fue cuando descubrí que no querías lastimarme, porque sabes que era de labios vírgenes.

Hasta que me besaste. Hasta que te besé. Hasta que nos besamos.

No quería arruinar tu felicidad.

Pero sabes que soy la única persona perfecta para ti.