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x. no mercy ; part two

acto  🩸  uno
F   I   N   A   L

– parte dos –
❪  sin piedad  ❫

El último de los enfrentamientos de cuartos de final se daría entre dos miembros de Cobra Kai: Robby Keene y Kenny Payne. 

Phoenix los observaba de lejos, viéndolos conversar. Realmente esperaba que ese duelo no fuera perjudicial, que no dañara su relación de alguna manera y los llevará a situaciones más desagradables.

Cuando los vio tomar caminos separados, decidió aproximarse.

—¿Sucedió algo? —interrogó al chocar con Robby, viendo al niño ir a entrenar en una colchoneta libre—. ¿Pelearon?

—No, aún —respondió, apreciando su preocupación—. Tranquila, estaremos bien. Es solo un combate.

—Esto puede salir terrible. Robby, no perderás y eso lastimará la confianza de Kenny —puso las cosas claras, haciéndolo mirar hacia otro lado con incomodidad—. Escucha. No te pediré que te dejes derrotar, de ninguna forma, pero no seas tan duro —pidió, acariciando su brazo y haciendo que la mirara de vuelta—. Mantén tu corazón —añadió, colocando su mano sobre el pecho del ojiverde.

Pero Robby no pudo responder. Conociendo lo fría y dura que era la competencia y en ocasiones el karate, le era difícil asegurar que no tendría que adaptarse a él y luchar para sobrevivir.

Un momento después, los peleadores fueron llamados al combate. Phoenix se posicionó en el lado de Kenny, que era asistido por el sensei Silver, para mostrarle más apoyo, mientras que Tory, Kyler y demás se quedaron en el lado se Keene.

—Para nuestro último combate de cuartos de final, tenemos un combate entre serpientes. ¡Es Cobra Kai contra Cobra Kai!

—¡Vamos, Kenny! —exclamó Phoe al verlo subir a la colchoneta, mientras ella y todo el gimnasio le aplaudía a los peleadores.

Cuando el árbitro dio inicio, por unos segundos ninguno estuvo seguro de atacar. Simplemente se asustaron entre ellos con ataques débiles, o eso hasta que Kenny empezó a actuar con más fiereza. Hizo retroceder a Robby y esquivar sus golpes. Pero, al final, Kenny dictó un punto a su favor con un puño en el pecho. 

Entonces, se escuchó la voz de Kreese: —Tiempo fuera.

Phoenix no paró de observar a Kreese y a Robby, lo que el sensei le decía y cambiaba totalmente la expresión de su rostro. No seguiría el consejo de Nix, si no el de aquel hombre duro e inmune a la compasión.

—Kenny —llamó Phoenix de inmediato, haciendo que la escuchará atentamente—. El karate, la competitividad, el deseo de ganar, puede sacar lo mejor o peor de nosotros. No te confíes.

Las cobras volvieron a subir a la colchoneta, el castaño con una actitud completamente diferente. Detrás de su oponente, Keene pudo ver a Phoe, notando en sus ojos verdes preocupación y un poco de decepción. Si bien por un instante penetraron en su dureza, Robby no pudo olvidar las palabras de su sensei: “Creí que querías ser campeón”.

Ni bien empezó la siguiente ronda, Robby se acercó y dio una patada lateral que impacto contra el rostro de Kenny, lanzándolo al suelo y marcando un punto. Este sintió molestia en su mandíbula, pero con ello terminó de confirmar lo que Phoenix le había dicho. El karate te cambiaba.

Cuando inició la tercera ronda, Kenny estuvo más consciente y despierto, por lo que logró defenderse de varios ataques de Robby. Aún así, este ganó su segundo punto con un golpe en el pecho.

Y para ganar su tercer punto, fue como si a Robby ya nada le importará. Empezó a jugar con su amigo, lo hizo cansarse, atacando él solo mientras apenas se defendía y, en ocasiones, lo humillaba, demostrando lo fácil que era deshacerse de Kenny. Lo incitó a venir hacia él, y solo para dar un giro en el aire y golpear brutalmente su rostro con una patada que causó el asombro del All Valley y su silencio por varios segundos. Había sido realmente despiadado.

Las miradas de Tory y Phoenix conectaron luego de que Kenny saliera prácticamente corriendo de la lona. Se entendieron y se movilizaron. Silver fue detrás del niño mientras que Nichols detuvo a Robby de hacer lo mismo, diciéndole que era mejor dejar que se calmara y lo dejaran en manos de Phoenix.

La pelinegra siguió a Kenny hasta los vestuarios, viéndolo frente a un espejo, notando su nariz sangrar.

—Oh, niño —murmuró, haciendo que se diera cuenta de su presencia—. Ven aquí —pidió, acercándose a él y notando cómo agachaba la cabeza.

—No para de sangrar... —comentó en un susurro, tratando de tapar su nariz.

—Solucionemos eso —propuso, viéndolo asentir y sentarse en las banquetas—. ¿Tienes papel en tu casillero?

Kenny asintió, le indicó donde y entonces Phoenix consiguió lo necesario para ayudarlo a cortar con la sangre que se deslizaba sin parar por su nariz.

—¿Estás enojado? —preguntó, queriendo que pudiera desahogarse antes de expresarlo de una forma negativa—. No voy a juzgarte por nada, en realidad sería lógico.

—Supongo que no tengo por qué. Robby debía ganar, es mejor que yo —respondió, bajando la mirada. Phoenix quiso darle unas palabras reconfortantes, pero él continuó: —Solo necesito ser igual o mucho más capaz que él y esto no pasará de nuevo. No importa, está bien.

Phoenix se sorprendió un poco por la dureza en su voz, en su mirada, no era el mismo chico que había conocido hace unos meses. Era muy difícil mantener la esencia en un mundo lleno de odio. Ya no eran los mismos y no podía culparse, ni culparlo.

—Cuando eso suceda, demuestra que puedes ser mejor en todos los sentidos. Tener el poder, la capacidad, la habilidad, requiere responsabilidad. ¿Acaso no has oído al tío Ben de las películas de Spiderman?

Y, luego de oírlo soltar una risa, imitó uno de los gestos de amor comunes de su padre y dejó un beso en su frente, dedicándole luego una sonrisa. Con el tiempo que habían pasado juntos, habiendo comenzado prácticamente al mismo tiempo en ese camino, tenían un lazo afectivo sólido.

Phoenix salió de los vestidores, entendiendo que Kenny también necesitaba un tiempo a solas. Cuando ingresó al gimnasio, notó el alboroto, se sentía con claridad que algo andaba mal.

Tory le explicó que había sucedido. En el primer duelo de semifinales, Miguel se había lastimado tratando de atacar a Moskowitz, su oponente, y ahora estaba siendo revisado por un médico para determinar si podía continuar peleando.

Dejando eso de lado, se centró en algo más importante: Robby, que buscaba hablarle. Nichols les dio su espacio.

—Él está bien, en lo que cabe —le hizo de conocimiento lo que era claro que deseaba saber, gracias a su carita de perrito regañado por haber hecho una travesura. Keene entendía que se había sobrepasado—. No tenías por qué... Fue demasiado, brutal.

—No lo sé. Kreese me dijo varias cosas y fue como si hubiera reaccionado algo en mí, despertado. Debía ganar.

—Pero no necesariamente de esa forma.

Phoenix trató de apartarse e ir con el equipo, pero Robby tomó su mano y la regresó a él.

—Estoy realmente arrepentido. Lo sé, no debí haber sido tan cruel. Fue muy innecesario.

—No es a mí a quién debes decírselo, Robby —le recordó, refiriéndose a Kenny.

—Le hablaré, luego de mi enfrentamiento con Demetri.

Phoenix abrió un poco más los ojos con sorpresa, no había caído en cuenta de que al castaño le tocaba volver a pelear tan pronto.

—Supongo que, hasta entonces, tendré que apoyarte sin enojos —comentó con supuesto fastidio, tratando de que se viera como si la obligarán. La expresión de Robby se entristeció—. No es cierto. Ya te agarré demasiado amor. Pese a todo, siempre seré tu fan número uno...

Y a pesar de que desearon mirarse por largo tiempo, poder seguir admirando cada pequeño detalle de sus ojos, de sus rostros, de la belleza en ellos, oyeron al presentador llamar a los siguientes contrincantes.

—Lo harás más que bien.

Y aunque el momento fue idóneo para que pudieran finalmente darse un beso, no pudieron sabiendo que estaban frente a tantas personas, a los chicos de Cobra Kai, a sus senseis. Cuando Robby ganó sus peleas, cuando Phoenix las suyas, cuando se dieron apoyo mutuo, cuando tuvieron un momento, les fue imposible. Tenían que postergarlo.

Fueron a la colchoneta, Robby subió y Phoenix se quedó con el team Cobra Kai,  a lado de su padre. Parecían dos copias, la mayor y otra más pequeña a su lado, con la misma posición del cuerpo y una expresión muy similar.

Demetri Alexopoulos, aunque con miedo, se plantó frente a Robby e intentó pelear lo mejor posible. Perdió la primera y segunda ronda en un lapso corto. Entonces, el árbitro los envió con sus senseis.

Robby sabía que Kreese y Silver no tendrían mucho para decirle, estaba teniendo un increíble desempeño, así que solo se quedó a hacer tiempo en la colchoneta.

—¿Aburrido, señor Keene? —preguntó Phoenix, viéndolo con las manos en la cadera como una vieja señora.

—Tú sabes, ya no es lo mismo —respondió, mientras ambos trataban de evitar sonreír para continuar con su juego—. Los chicos de ahora.

—Realmente terrible.

No pudieron continuar por dos motivos. Uno, la pelea se reinició. Dos, Terry observaba minuciosamente sus interacciones y eso resultaba un poco incómodo.

Antes de que Robby pudiera concluir con su tercer punto, Demetri le dio una gran sorpresa, teniendo tres buenos intentos de hacer un punto que Robby logró evitar. Al final, le hizo un pequeño barrido y al verlo en el suelo dio una patada en su estómago, indicando el ganador. Un 3-0 a favor de Robby que este disfrutó inmensamente, quedándose con una sonrisa de oreja a oreja que presumía su victoria a los de Miyagi-Do.

Un instante luego, oyeron cómo llamaban a todas las participantes de las semifinales a presentarse en el tatami central, pues los combates empezarían en cinco minutos.

—¿Estás bien? ¿Lista? —preguntó Robby al verla con la mirada enfocado en sus senseis, que conversaban un poco más lejos. Tenía la idea de que era sobre ella. Ahora había mucha más presión, debía ganarle a LaRusso y asegurar el trofeo de Gran Campeón, asegurar que la victoria de la división femenina estaría entre Cobra Kai—. Nix...

Ella sintió una pequeña corriente recorrer que su cuerpo que la devolvió a la realidad. Oír aquel apodo deslizarse por los labios de Robby era muy agradable.

—¿Si? —fue lo único que pudo responder, pero lo miró, demostrándole que trataba de prestarle atención.

—¿Estás bien? —interrogó nuevamente.

—Solo necesito acabar con esto. Y luego podré responderte con gusto  —prometió, sonando neutra. Robby no identificó ninguna señal de alarma o pedido de auxilio, tampoco gran emoción o alegría—. ¿Puedes ir por Kenny? —añadió, recibiendo el asentimiento inmediato del castaño.

Silver llamó a su hija, era hora de que subiera a la colchoneta y vieran que dupla se enfrentaría primero. El suspenso fue demasiado pesado, pero entre Tory y Phoe se apoyaron, al fin y al cabo eran compañeras, y amigas. Resultó primero el enfrentamiento de Nichols, lo que le devolvió la respiración a Phoenix.

Regresaron con sus senseis. Silver, entendiendo que su hija aún no pelearía, se la llevó con él a una de las colchonetas.

—¿Qué te he estado enseñando todos estos días?

—A ganar —respondió cuando se colocaron frente a frente. Ella no sintió que hablaba con su papá para una charla de apoyo, ella supo que hablaba con su sensei.

—¿Qué te he estado enseñando? —repitió con más fuerza.

—¡A ganar!

—¿Entonces cómo trataras a LaRusso?

Y aunque sabía la respuesta, no le agradaba tener que darla. Tuvo una gran lucha interna, pero cuando su padre dio un paso más hacia ella y su penetrante mirada intimidó a la suya, sintió que no tenía más opciones. Se rindió.

—Sin piedad.

—Sin piedad —repitió Terry. Entonces la abrazó, tomándola por sorpresa.

Phoenix no supo qué hacer por un segundo. A veces su padre tenía comportamientos tan versátiles e inesperados que la desorientaban. Lo que la guió en su actuar e hizo que correspondiera el abrazo, fue su corazón, su lado más emocional que solo quería tener de nuevo a su papá, que deseaba que todo acabará y pudieran despertar mañana y desayunar juntos como si el karate nunca hubiera regresado a ellos.

Y a pesar de que deseó expresar todo lo que le preocupaba en aquellos brazos que desde niña la habían sostenido, supo que ya no podía, que todo había cambiado. Su padre ya no era el de antes, ya no podía brindarle esa seguridad.

Luego de ello, el sensei Silver hizo que practicará una última vez sus movimientos, para eliminar cualquier mínimo error, volverlos perfectos y letales. Acomodó la posición de sus brazos, de sus piernas, a veces incluso la de su cabeza. Le recordaba aspirar alto, encontrar debilidades, destruir al oponente de más una forma. Le recordaba que era una ganadora.

Mientras ellos entrenaban, Kenny llegaba con Robby por detrás y Tory ganaba su cupo en las finales, indicando con el término de su combate que ya era el momento de Silver.

—Para nuestro último combate de semifinales en la división de chicas, tenemos a Samantha LaRusso, de Miyagi-Do Karate, contra Phoenix Silver, de Cobra Kai.

Las chicas ya estaban sobre el tatami central, observándose y fijándose más allá, en sus senseis. Tenían una idea de lo mucho que se odiaban y la gran competitividad que se tenían. Tal vez ellas no se conocían ni tenían problemas directos, pero mientras estuvieran en distintos y tan contrarios bandos, y la sombra del pasado de sus padres las cubriera, siempre tendrían que estar enfrentadas.

Dieron una venia hacia el árbitro y posteriormente entre ellas.

—¿Listas?

Phoenix escuchó a LaRusso gritarle apoyo a su hija, entonces no se pudo contener de preguntar: —¿Nos consideras tan distintas?

—¿A qué viene eso? —le respondió con disgusto, no le gustaba para nada interactuar con los de Cobra Kai, y menos en ese momento.

—Era una duda. No sé, tienes tus motivos para ganar y yo igual. Tu papá ha de estar orgulloso, seguro que eso lo hace motivarte y... presionarte continuamente —comentó—. Y tu novio también te apoya mucho, ¿no? ¿Dónde está él, por cierto? —añadió, haciendo que Samantha volviera a pensar en Miguel, en lo peleados que se encontraban y en el hecho de que no había visto necesario estar ahí apoyándola.

Phoenix notó que algo no andaba bien con respecto a ello por la expresión de LaRusso, se distraía. Debido al silencio, el árbitro pudo comenzar el duelo:

—¡Peleen!

En un inicio, ambas empezaron a moverse al mismo ritmo, yendo de atrás hacia adelante solo para aumentar la tensión. Por supuesto, Phoenix atacó primero a la niña consentida de LaRusso con una serie de golpes rápidos y precisos, intentando intimidar a Samantha desde el inicio. Trató de atacar directamente su torso sin mucho éxito, pues Samantha se cubrió del golpe. Entonces empezó a atacarla con puños que hicieron a LaRusso enfocarse en defender su parte superior y no estar prevenida para una patada alta dirigida a su rostro.

—¡Punto! —dictó el árbitro, haciendo que los chicos de Cobra Kai aplaudieran y vitorearan apoyo. El sensei Silver, más que nadie, estaba emocionado, ansioso por vencer a los LaRusso, a Daniel. 

Ambas chicas regresaron a las posiciones iniciales. Phoenix notó como algo nació en su oponente: la duda. Samantha, con brevedad, observó a su padre, pero también al sensei Jhonny Lawrence.

—¿Corazón dividido? —siguió molestando Silver—. No creo que debas decepcionar a tu padre, adora su técnica de defensa. Aunque, tampoco puedes traicionarte a ti. ¿Sabes qué hacer, verdad?

La expresión más dura de Samantha le dio una respuesta que confirmó cuando ella empezó con el primer golpe.

—¡Bien, LaRusso! —expresó Phoenix, entendiendo que las cosas se volverían más emocionantes y sería un gran duelo.

Esquivó sus patadas y puños, pero la castaña estaba realmente decidida. De estar en la esquina de Cobra Kai, regresaron al centro, todo en un baile emocionante de ataques. Al final, Sam anotó su primer punto con una patada en el hombro de la que Silver ya no pudo defenderse.

La ferocidad de LaRusso sorprendió a su propio padre y a todo Cobra Kai, pues esperaban en los de Miyagi-Do únicamente defensa.

—¡Responde igual o peor! —ordenó su padre, sin tomarse con mucha calma el combate. Necesitaba poder restregarle a Daniel la derrota de su hija.

Estando empates, la tensión aumentaba. El siguiente punto lo ganó LaRusso. Viéndose presionada, la representante de Cobra Kai tuvo que recurrir a la táctica preferida de su padre.

—¿Ya no es tan divertido? —interrogó Samantha con supuesta diversión.

—Ahora lo es más —respondió, tratando de fingir una sonrisa y no demostrar que realmente se estaba enfadando.

Iniciaron el combate y Phoenix maniobrió para quedar detrás de su oponente. Así, obtuvo la posibilidad de apuntar a la parte trasera de su rodilla con una patada, impulsándose en sus caderas para hacer más fuerte su ataque. La hizo caer en una rodilla mientras emitía un pequeño grito. Silver dio un giro en el aire sobre Samantha, cayendo frente a ella. Antes de darle tiempo de reaccionar, le dió una patada en el rostro que dictó el empate y la lanzó contra el suelo.

Tal parecía que ambas quedarían adoloridas luego del combate. LaRusso tampoco estaba siendo tan amable.

Para el combate que definiría el vencedor, el estadio All Valley vibró con la emoción de los espectadores. El público gritaba aún más fuerte, sus propios dojos alentaban con más intensidad. Todos estaban realmente expectantes.

Samantha y Phoenix se observaban antes de la señal del árbitro, ya no jugaban más, habían tomado total consciencia de que cualquier error podría costarles la victoria. Iniciado el último asalto, Phoenix empezó a aplicar una combinación de patadas altas y golpes rápidos, buscando romper la defensa de Samantha. Ambas combatientes intercambiaban golpes y bloqueos con una velocidad impresionante. Samantha utilizó una táctica enseñada por Johnny Lawrence, moviéndose rápidamente fuera del alcance de los ataques de Phoenix y contrarrestando con un golpe ascendente. Ella apenas logró bloquear, perdiendo momentáneamente el equilibrio.

Al estar nuevamente en posición, algo interrumpió su enfrentamiento. De repente, Terry Silver, desde el borde del tatami, pidió un tiempo fuera. El árbitro detuvo el combate y las dos luchadoras se retiraron a sus respectivos rincones.

—Phoenix, estás muy cerca —le dijo su padre, tomando su hombro con un poco más de fuerza de lo normal. Ambos sentían la adrenalina—. Pero debes ser más agresiva. No te detengas, debes ganar sin importar el precio. Recuerda, en Cobra Kai no hay piedad.

Pero Phoenix entendió que le sugería jugar sucio y eso no era algo que deseaba. Lo supo desde ese instante, no era ese tipo de persona. Pero su papá era insistente.

—Escucha, hay maneras de asegurarte la victoria. Cuando ella vaya a bloquear, finge un golpe y cambia de dirección a última hora. Usa tus codos y rodillas en los clinches, llévala más allá de los límites. Y si tienes la oportunidad, un golpe rápido a sus piernas, una patada baja y veloz que no vea venir. El objetivo es ganar, nadie te va a culpar por hacer lo necesario —empezó a aconsejar con firmeza y astucia.

Pero a pesar de que la cabeza de Phoenix se movió inconscientemente en un asentimiento, en sus ojos se podía ver un gran conflicto interno, Robby lo vio. Nix necesitaba cumplir las expectativas de su padre, pero también deseaba ganar con honor.

Antes de que regresará a su posición, Robby tomó su brazo y expresó una oración que ayudó a Silver a aclarar mejor sus ideas:

—Nunca habrá una forma correcta, ¿recuerdas? Lo que decidas hacer estará bien.

El combate se reinició y ambas volvieron a sentir la tensión del último punto. En el centro del tatami, rodeadas de tanta gente que esperaban demasiado de ellas, tuvieron que demostrar que no se equivocaban en hacerlo.

Phoe fue la primera en avanzar, optando por movimientos más calculados que aún guardaban la esencia agresiva de Cobra Kai, pero más controlada. En lugar de utilizar técnicas sucias, ella había decidido confiar en sus habilidades y entrenamiento.

Aprovechando su velocidad, Silver ejecutó una patada giratoria que LaRusso logró esquivar. Sin perder tiempo, Phoe continuó con un barrido bajo, buscando desestabilizar a su oponente. Sam, demostrando su equilibrio, saltó ágilmente y aterrizó con una patada descendente que la ojiverde bloqueó justo a tiempo.

La castaña lanzó un ataque rápido a las costillas de Phoenix, pero ella, en una muestra de sus reflejos, atrapó el puño de Sam y la empujó hacia atrás, creando distancia entre ellas.

Ambas tenían las expresiones más duras y concentradas que nunca. Las dos se miraban, respirando pesadamente, sabiendo que este era el momento decisivo.

Esta vez fue LaRusso quien avanzó primero, lanzando un golpe directo con toda su fuerza. Phoenix consiguió desviar el golpe y velozmente lanzó una serie de golpes precisos a los puntos vulnerables de Sam que la hicieron alterarse por defender.

Entonces Silver sintió la necesidad de hacer algo, de demostrar algo, probarse, poder resolver su conflicto interno. Además de que se estaba viendo atrapada sin muchas más opciones. Fingió un golpe, hizo parecer que golpearía su rostro cuando en realidad le realizó otro barrido que la hizo caer.

Pero no se sintió bien, no quería ganar de esa forma. Aún no era su tiempo, y no lo forzaría. No continuó atacando y vio a Samantha levantarse casi al segundo, quedando apoyada en una de sus rodillas y dando un puño en el torso que Phoenix ya no pudo desviar.

El árbitro intervino, señalando el final del combate al alzar la mano de Samantha, declarando su victoria. El público estalló en aplausos y vítores que resonaron como ruidos lejanos en la mente de Phoenix.

Samantha se acercó a ella antes de que ambas regresarán con sus dojos,  ofreciéndole su mano.

—Eres buena, Phoenix —expresó, sintiendo que en realidad podrían llevarse mejor.

Pero la pelinegra no lo sentía así, no deseaba jugar al papel de hipócrita, por lo que solo miró la propuesta de paz que estrechar su mano le ofrecía, y se negó.

Phoenix pasó entre sus compañeros, que le aplaudieron por el gran duelo y su desempeño, aún así ella solo quería irse un momento. Ni siquiera pudo mirar a su padre, que de seguro moría por dentro al saber que había perdido una vez más frente a Daniel LaRusso.

Robby, sin necesitar pensarlo, fue detrás de ella. Resultaron en las afueras del gimnasio.

—¿Phoenix, estás...?

Y no tuvo oportunidad de concluir su pregunta, Phoe dio vuelta y de inmediato fue a abrazarlo, encajando su rostro sobre el hombro y cuello del castaño. Él pudo oír sus sollozos.

—No pude hacerlo —murmuró—. No pude. Los decepcioné.

—No decepcionaste a nadie, Nix —le aseguró, acariciando su espalda y cabello—. Jugaste limpiamente y fue realmente impresionante. 

—Pero no gané. Papá no va a olvidarlo. Esto... Él... Él jamás.... —Y los sollozos no le permitieron concluir, realmente era más duro de lo que ella misma había creído.

Durante el combate, la adrenalina del momento bloqueaba sus sentimientos, pero ahora todo empezaba a llegar y le resultaba demasiado, tanto cansancio físico, mental y emocional.

—Yo debí haber hecho ese punto. Pude haber ganado, todo sería diferente, sería mejor, ¿no? Cobra Kai contra Cobra Kai, así debió pasar.

—No... —susurró, viéndola tan vulnerable, insegura—. Nix, no —repitió, acunando sus mejillas con ambas manos—. No te lo hubieras perdonado, no te dejaría continuar tranquila —aseguró, recordando de inmediato el discurso que Daniel le había dado ese día horas antes—. No debes... hacer lo que sea necesario solo para ganar. "Nunca antepongas la pasión antes que los principios, porque, aunque ganes, igual pierdes."

Phoenix no supo qué responder ante ello. Supo que había sentido en sus palabras, un poco de razón. En el fondo, y aunque aún no pudiera procesarlo, era lo que necesitaba para reconfirmar su decisión. Para volver a sentirse segura de que no pelear sucio había sido lo correcto, que ganar de aquella forma solo la hubiera hecho sentir culpable y miserable por un tiempo.

Entonces Phoenix no pudo aguantar más el deseo que había mantenido y crecido en su interior. Estaba realmente agradecida por todo el apoyo que Robby le había brindado ese día, incondicionalmente, realmente útil, aún cuando él pasaba por situaciones pesadas también. Su aprecio crecía aún más, y más.

—Te quiero, Keene —expresó. Sin perder un segundo más, atrapó sus labios en un cálido beso, uno que se volvió más intenso y necesitado. Realmente habían estado un poco desesperados por ello.

Sus besos duraron un rato, dándose segundos para poder recuperar la respiración y el aliento. Las manos de Phoenix encajaban en el cabello de Robby, y las manos de él, en su cintura. Esperaban que todo ese día acabará para que pudieran darse un rato a solas, juntos. Lo tenían planeado, escaparse por un día entero de todo y todos luego del Torneo, fuera cual fuera el resultado.

Cuando regresaron al gimnasio, notaron que algo estaba sucediendo cuando Jhonny paso al lado de ellos, prácticamente corriendo. Supieron mejor sobre la situación al oír al presentador:

—Lo que significa que el ganador por ausencia es Eli Moskowitz, que pasa a la final, donde se enfrentará a Robby Keene. Y eso es lo que viene a continuación.









































































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