x. no mercy ; part three
acto 🩸 uno
F I N A L
– parte tres –
❪ sin piedad ❫
—Damas y caballeros, la espera al fin terminó. Es hora de la final —anunció el presentador, haciendo que la multitud se volviera loca.
Todos los dojos estaban en formación, más adelante aquellos con los finalistas.
—Como Cobra Kai ha logrado la mayor cantidad de puntos, solo necesita ganar un combate para ser el Gran Campeón. Pero, si Miyagi-Do gana los dos combates, el título será de ellos —informó el hombre la situación actual, obteniendo la sorprendida y emocionada reacción del público—. Primero será el combate masculino. Mucha suerte a todos los peleadores, ¡vamos!
Ni bien el presentador salió de la colchoneta, los senseis hablaron con sus estudiantes por unos segundos antes de que los llamaran a sus posiciones.
—Llegó el momento —anunció Kreese lo que Robby tenía muy claro en su mente. Estaba preparado.
—Es hora de demostrarles a LaRusso y a tu padre que no los necesitas, que eres fuerte por ti solo —añadió Silver, tratando de motivar aún más a su estudiante, recurriendo a un tema que era muy delicado para Keene. Al final sirvió y recibió su asentimiento.
Antes de subir a la colchoneta, los ojos verdes de Robby y Nix se buscaron, logrando encontrarse y disfrutarse por un par de segundos. La paz y el apoyo que encontró Keene en la mirada de Silver fue lo que le había hecho falta para sentirse invencible.
Ambos peleadores tomaron sus posiciones, haciendo que de inmediato se sintiera la tensión. Se observaban con gran determinación y ferocidad.
Robby fue quien comenzó el combate con una ofensiva agresiva, utilizando su velocidad y fuerza para presionar a su oponente, lo que funcionó bien, pues se llevó el primer punto con un veloz puño entre las costillas que Hawk no consiguió esquivar a tiempo.
Phoenix aplaudió y gritó en apoyo, al igual que todo el público del All Valley. Sus gritos incrementaron cuando se pudo oír a Robby decir: "¡Vamos bebé!". Phoenix lo tomó con gracia y soltó una risa. Notaba que Robby estaba muy decidido y con gran adrenalina. Silver tenía mucha seguridad de que lo lograría.
De repente, cuando estaban listos para iniciar el segundo asalto, Hawk pidió un tiempo fuera, lo que no les gustó nada a los de Cobra Kai.
En esta segundo ronda, fue notorio que Eli había decidido cambiar de estrategia, incorporando más técnicas ofensivas y de redirección. Ya no solo pelearía con el método Miyagi-Do, si no que lo combinaría con el de Cobra Kai. Tal y como Robby. Sería un combate muy parejo e intenso.
Robby seguía atacando con intensidad, pero Hawk se movía con mayor fluidez, anticipando los movimientos de su oponente y ahora siendo quien arrinconaba a Keene, con una serie de golpes que culminaron en una patada directa al torso de Robby, igualando el marcador.
El empate fue algo que a nadie le agradó, ni a ellos ni a los senseis de Cobra Kai. Entonces, todos pudieron ser testigos de un intenso combate, uno realmente impresionante que parecía no tener fin. Robby intentaba variar sus ataques con movimientos menos predecibles, pero aún así, Hawk respondía con mucha determinación. Lo que resultaba en una serie interminable de golpes y bloqueos, contrataques y posibles puntos.
De un momento a otro, cuando Hawk aprovechó el hecho de que el ki de Robby se le estaba abriendo y lo jaló de allí para mantenerlo bajo su dominio, sonó algo parecido a una alarma en todo el gimnasi. Entonces se detuvo el combate, devolviéndole el aliento a todos en el lugar, entre ellos, Phoenix.
Realmente le resultaba muy intenso, estaba con el alma en la boca, a un segundo más de empezar a gritar como loca y perder la paciencia. Ambos eran muy buenos, no esperaba que fuera tan difícil para Robby ganar, no quería concebir la idea de que podría perder.
—¡Increíble! —Ingresó gritando el presentador, quien daría explicaciones sobre lo que ocurría—. Estos dos asombrosos competidores llegaron a su límite de 3 minutos en un empate 1-1. Eso significa que su combate por el campeonato se definirá, por primera vez desde 1985, ¡a muerte súbita!
Ni bien se oyó aquel dictamen, todo el público enloqueció, poniéndose de pie y haciendo resonar el gimnasio con sus gritos.
—¿Muerte súbita? —repitió Phoenix, sin comprender realmente a qué se estaban refiriendo y por qué causaba tanto alboroto.
—Quien de el primer golpe, gana —resolvió Kreese su duda, siendo que Terry Silver aún no estaba listo para hablar directamente con su hija—. No hay más.
Cuando Robby regresó con sus senseis, Terry fue el primero en recibirlo con un sermón poco animador:
—¿Le estás mostrando respeto? El combate debería haber acabado ya.
Pero no fue algo que le cayó muy bien a Keene, quien no se dejó y, por el mismo calor del momento, le respondió:
—¿Quiere pelear usted?
Terry quiso ir hacia él, tomando mal su atrevimiento. Kreese lo detuvo, regresándolo hacia atrás.
—Estás enojado. Bien —expresó, analizando a su alumno—. Úsalo.
—Luchadores, al tatami —llamó el árbitro, deteniendo sus conversaciones.
Phoenix pudo notar la mirada penetrante de su padre sobre Robby. Los ánimos realmente eran muy tensos. Le agradaba cada vez menos.
Cuando Keene regresaba a su posición, recordó el problema de su ropa, decidiendo por su frustración y falta de paciencia que no tenía tiempo para estar arreglándose. Entonces se retiró el saco y dejó a vista de todos su abdomen bien trabajado. A pesar de estar distraída con la nueva vista, Phoenix pudo recibir la ropa de Robby cuando se la lanzó, abrazándola inconscientemente. La maravilla y el brillo en sus ojos delataba lo complacida que estaba con lo que observaba.
Cuando Hawk vio que el árbitro no lo detenía, también se quitó el saco de su kimono. Ambos se aproximaron al otro, totalmente decididos.
Iniciaron el combate, Robby con el primer golpe. Cada posible intento de hacer un punto causaba el asombro e incrementaba la emoción del público, dándole mayor tensión al combate con sus reacciones.
En un momento, Robby estuvo muy cerca de la victoria, dejando a Eli de espaldas en el suelo y un poco adolorido, necesitando unos segundos para recuperarse que Keene no aprovechó. Extrañamente, se distrajo al observar a Kenny, quien lo apoyaba y exigía a gritos que acabará con el oponente. Sin piedad.
Phoenix notó ello y no pudo quedar más confundida. ¿Que sucedía? ¿Por qué el apoyo de Kenny causaba tantos conflictos? ¿No debería ser lo contrario? Había un transfondo, ¿cuál era?
La distracción del momento le dio tiempo a Moskowitz de recuperarse y hacer que volvieran a iniciar. Con los segundos, empezaban a ser más lentos con sus golpes, usándolos como un medio para analizarse, para descifrar qué ataque los llevaría a la victoria.
En el clímax de la pelea, Hawk dio un movimiento, una patada lateral y rápidamente aprovechó que Robby tomará su pierna para tomarlo del cuello y jalarlo hacia el suelo, cayendo ambos de espaldas. Aprovechando el efecto sorpresa y lo poco que Robby se lo esperaba, Hawk lanzó una patada directa al pecho, anotando el punto decisivo.
De inmediato el árbitro tomó su brazo y lo levantó, proclamándolo ganador. Todos sus compañeros y sensei se acercaron a celebrar su victoria, mientras Robby aún se mantuvo en el suelo por un segundo, lamentando su derrota. Al ponerse de pie y mantenerse un instante más en la colchoneta, pudo ver desde primera fila cómo Moskowitz alzaba su trofeo y disfrutaba de haber ganado.
Keene no quiso ver más y se dirigió hacia sus compañeros, tomando su ropa de las manos de Phoenix y llevándosela a ella también cuando salió del gimnasio.
Ambos, estando en el pasillo, más lejos del bullicio y las miradas de todos, se sumieron en el silencio, la indecisión, la frustración, el enojo, la preocupación, toda una mezcla de emociones.
—Robby —llamó la pelinegra, acercándose más a él con un par de pasos. Tomó su barbilla con delicadeza, haciendo que la mirará—. ¿Cómo te sientes...?
—Estoy bien. Yo solo... Supongo que necesito despejarme un poco.
—Lo entiendo completamente —expresó, desplazando su mano hacia el hombro del castaño, entonces sintió que era oportuno y los unió en un abrazo, sintiendo cómo Robby dejaba caer sus cosas y aceptaba su contacto, rodeando su cintura.
Phoenix sintió la calidez del cuerpo de Ronny por todo el movimiento que había realizado, el sudor recorriendo su torso después de tan cansada pelea. Su lenguaje corporal demostró que ello no le importaba en lo absoluto, que deseaba mantenerse cerca.
Al colocar sus rostros frente a frente, Silver no tuvo ni una pisca de duda y, tomando sus mejillas, le dio un dulce y reconfortante beso, uno corto, sin necesidad de ser escandaloso.
—Yo te vi ganar allí, Keene —le dijo, sintiendo cómo sus respiraciones llegaban a mezclarse debido a la cercanía—. Te vi dar tus mejores movimientos, explotar tus fortalezas, tu fuerza, tu agilidad, velocidad. Y, ¿sabes? Fue suficiente. No creas que no, por favor —pidió, acariciando dulcemente su mejilla—. Creo que eres consciente de tu asombroso progreso, que entiendes que eres mejor que antes, y eso que aún no has llegado a todo tu potencial. Cada experiencia te nutre y, si es mala, no va a derrotarte. ¿Está claro...?
Y a pesar de que recientemente había perdido y no estaba realmente interesado en volver a animarse tan pronto, Phoenix lo hacía mucho más fácil. Observando sus ojos verdes, contestó diciendo que estaba más que claro.
—Bien. Debemos ir a apoyar a nuestra amiga. Así que, hay que ponerte decente.
Robby se lanzó una mirada, empezando a sentirse un poco avergonzado por su falta de ropa. En el momento, la adrenalina había desaparecido por completo su pudor.
Se colocó el saco y Phoenix lo ayudó con el cinturón. Estando listos, regresaron al gimnasio, notando que el combate entre Tory y Samantha estaba por iniciar.
Cuando llegaron a formarse en la fila de Cobra Kai, Tory notó su presencia y se sonrieron mutuamente, ella sintiendo el apoyo que sus amigos le daban con aplausos y vitores.
Luego de la venia, como ya era costumbre, la representante de Cobra Kai inició el combate con una serie de ataques rápidos y agresivos, buscando establecer su dominio desde el principio. Sam respondió con defensas bien ejecutadas, logrando bloquear y desviar los golpes de Tory. Debido a su naciente agresividad, fue LaRusso quien anotó el primer punto con una patada giratoria bien dirigida al rostro de Nichols que la sorprendió.
Antes de volver a una siguiente ronda, ambas chicas se acercaron a sus senseis.
—Ella no está usando Miyagi-Do. Está luchando agresivamente —comentó la castaña, nada contenta con la situación. En realidad, un poco preocupada.
—Tú eres más agresiva. Sé que lo tienes adentro, ¡déjalo salir! ¡Vamos! —incentivó el sensei Silver, haciendo que su hija prefiriera no mirar. Las enseñanzas de su padre le empezaban a parecer tan incorrectas.
Para el segundo asalto, Samantha continuó con su estrategia, empezando a integrar más técnicas ofensivas de Eagle Fang, equilibrando la agresión de Tory con ataques propios. Aún así, Nichols encontró un hueco en su defensa y anotó su primer punto con un golpe rápido y preciso al abdomen de LaRusso, igualando el marcador. El combate y los esfuerzos de ambas luchadoras se fueron intensificando, al igual que la tensión.
Para el siguiente asalto, Samantha fue quien inició el combate. Pero al final, Tory anotó nuevamente con un puño en el estómago. Marcando un 2-1 a su favor.
—¡Vamos, Tory! ¡La tienes! —gritó Phoenix sin dejar de aplaudir, viendo que la siguiente ronda no se dio de inmediato cuando LaRusso fue corriendo hacia sus senseis.
Cuando regresaron a sus posiciones, Sam hizo una combinación de movimientos extraños que hicieron a Tory y Phoenix mirarse con el ceño fruncido y un poco de burla, mientras pensaban que era rara.
Iniciada la ronda, Tory volvió a golpear primero e iniciaron una pelea intensa que pareció concluir en un punto para Samantha, pero el árbitro no contó, indicando que había sido fuera del área, aumentando los gritos de los chicos de Cobra Kai.
—¡Vamos, salió después de que la golpeó! —gritó Johnny Lawrence, realmente descontento, pero su reclamo no fue tomado con importancia.
En una nueva ronda, Samantha, aún más decidida y confiada en sí misma, dictó un punto a su favor con un golpe en el pecho de Tory. Ahora estaban en un 2-2.
—¡No pasa nada, Tory! ¡Tú puedes con ella! —gritó Silver, notando cómo su amiga se desorientaba un poco y los ánimos a su alrededor decaían. Tory la miró brevemente, encontrando a una chica saltando, sonriendo y gritando a su favor con fervor. Se volvió a llenar de fuerza.
Ahora sí era más que vital hacer un punto, estar concentrada en ganar, darlo todo por su dojo. Ambas estaban visiblemente agotadas, pero aún tenían gran determinación y eso lo demostraron en una última ronda que mantuvo a la audiencia al borde de sus asientos.
En un momento, la lucha tuvo que detenerse cuando Nichols sin querer le dio un codazo en el ojo a LaRusso, recibiendo una advertencia.
—Si vuelve a atacar así otra vez, golpéale el otro ojo. Si ella no ve, no puede luchar —le dijo Terry a su estudiante cuando ambas chicas fueron enviadas con sus senseis.
Pero su hija no estaba de acuerdo en lo absoluto con su técnica. —No es jugar limpio. —Su padre no pudo dedicarle una mirada más fría y dura como la que le dio en ese momento. Aún así, Phoenix se mantuvo firme.
—Me descalificarían —Tory, interviniendo, dijo lo pensaba.
—¿Por qué? Ella chocó con tu codo. Haz lo mismo que hiciste, disimúlalo con un contraataque. Solo te darán otra advertencia. Confía en mí. Este árbitro no terminará el combate por un tecnicismo —dijo con mucha seguridad, recibiendo las miradas desconfiadas de Robby su propia hija.
—Fue un accidente. No necesito hacer trampa. —La misma Tory no estuvo de acuerdo con su sugerencia. Así no era como peleaba.
—¿Desde cuándo desobedeces una orden? —enfrentó Terry, haciéndole ver que en realidad no se lo estaba proponiendo o aconsejando, era lo que la obligaba a hacer.
—Deja que haga lo que quiera. —Pero entonces intervino Kreese, quitándole toda autoridad a su compañero, lo que le causó un claro fastidio—. Ya llegaste hasta aquí. Ahora es tu pelea. Pase lo que pase, depende de ti —se dirigió a Tory.
Ella lo miró con gratitud, reconociéndolo como su único sensei al darse la venia.
Al reiniciar el combate, ambas adoptaron una postura más agresiva, buscando terminar el combate rápidamente, incrementando la expectativa, los nervios y la ansiedad por conocer ya a la campeona femenina.
En un intercambio rápido de movimientos, Nichols sorprendió a LaRusso bajando hasta al suelo para golpear su torso con una fuerte patada ascendente que la lanzó hacia atrás e hizo caer. Hubo un silencio por un par de segundos hasta que todos asimilaron lo que sucedía. Tory había ganado.
—¡Punto! ¡Ganadora! —dictó el árbitro, alzando su brazo e iniciando el bullicio de la audiencia.
Todos los de Cobra Kai se aproximaron a ella, Phoenix en primer lugar, notando con extrañeza que Tory le preguntaba a Samantha cómo se encontraba. Decidió dejarlo pasar cuando todos empezaron a celebrar a su amiga, Kyler alzándola mientras todos a su alrededor saltaban.
—¡Qué combate! ¡Qué combate! —resonó en todo el gimnasio gracias al presentador, quien se colocó en el centro del tatami—. Un aplauso para la primera campeona, ¡Tory Nichols! —pidió, entregándole su trofeo con una gran sonrisa—. Y el ganador del trofeo de Gran Campeón, y aún el dojo más rudo del Valle, ¡Cobra Kai! —exclamó, mientras detrás se le entregaba al sensei Kreese su trofeo y él se lo mostraba a sus alumnos, intensificando su celebración.
Entonces, Terry tomó el control del micrófono, dando el importante anuncio de que abrirán franquicias de Cobra Kai en todo el Valle, invitando a los fanáticos a venir y aprender el Camino del Puño. Cada integrante del dojo aumentó el volumen de sus gritos y la emoción de la celebración.
Phoenix aplaudía y gritaba como los demás por Tory y la victoria, pero un instante, cuando buscó a Robby y no lo encontró cerca, se dio cuenta de que se había alejado un poco y ahora intercambiaba miradas con su padre, pero no de odio, más bien, de empatía, comprensión, de un padre y un hijo.
Terminado el torneo, mientras todos iban retirándose, los chicos de Cobra Kai ya estaban a las fueras, siguiendo con su celebración.
Kyler gritaba, guiando al grupo, el nombre de Cobra Kai, haciendo que Tory alzará su copa y la mirará con anhelo. Era la prueba de todos sus esfuerzos.
—Oigan, gran fiesta de celebración en mi casa —invitó Park—. Reina Cobra, ¿vienes o no?
—Sí, solo debo ir a buscar mi bolso.
—Okey, genial. ¡Vamos, chicos! —Por su gran emoción, Kyler no se dio cuenta de que Phoenix y Robby, a quienes siempre animaba a ir a todos lados, se habían quedado junto a Tory mientras los otros lo seguían.
—¿Qué pasa, chicos? ¿No irán? —preguntó Nichols al notarlo—. ¿Acaso no desean celebrarme? —añadió en broma.
—Lo celebraremos de otra forma. Planearé un día entero para la Reina Cobra —prometió Phoe, imitando una reverencia por aquel apodo, sacándoles una risa—. Pero por ahora necesito ir a descansar un rato. Ha sido un día duro.
—Yo la acompañaré a casa —se excusó Robby simple y rápido, siendo suficiente para Tory.
Debido a la alegría del momento, ella los abrazó a ambos, siendo bien recibida. Por último, abrazó un segundo más a Silver, oyendo sus palabras de felicitación.
—Nos vemos, chicos —se despidió, ingresando nuevamente al gimnasio.
Cuando dejaron de verla, Phoenix de inmediato volteó hacia Robby. —No iremos a ningún lado.
Y eso fue, duro, realmente chocante para Robby. Estaban por seguir su plan de escaparse, pero al parecer Phoe tenía un idea muy distinta.
—¿Qué? ¿Qué pasó?
La pelinegra acarició su brazo desde el hombro hasta llegar a su mano, uniendo la suya con la de él.
—Creo que necesitas hacer algo diferente —respondió, confundiendo a Robby—. Hoy, luego de que fuiste por Kenny, te vi muy distinto. Verlo antes de anotar un punto, te distrajo. Y no te presionaré para que me digas por qué...
—Porque lo arruiné —la detuvo, necesitando dejarlo ir, ser sincero con ella—. Por mi culpa, Kenny ya no es el niño de antes. Yo lo volví...
—Tú no hiciste nada, Robby. Simplemente quisiste ayudar a un chico que necesitaba ser ayudado. No lo dejaste solo como antes te dejaron a ti. Y que lo hayas hecho de corazón, significa mucho —trató de reconfortarlo, pero era muy difícil en esos momentos que las ideas de Robby cambiarán tan rapido—. Tal vez fue culpa del, método. De Cobra Kai. Tal vez no era su camino... ni el tuyo.
Robby frunció ligeramente el ceño, sin comprender del todo.
—Iniciaste en Miyagi-Do, ¿no es así? Me atrevo a decir que allí te sentiste muy cómodo, tranquilo como nunca. Pero en Cobra Kai... Aquí solo saben cómo explotarte, cómo corromperte, llevarte al límite. Y... no creo que eso sea lo mejor para nadie —se explicó, dejando en evidencia su rechazo hacia el dojo que su mismo padre dirigía—. Pero tú puedes dejarlo —concluyó, sintiendo que algo se removia en su interior, generando un nudo en su garganta, unas crecientes ganas de llorar—. Puedes cerrar el capítulo de Cobra Kai. Tienes la posibilidad de rediccionar tu camino.
—Phoenix, yo no voy a dejar Cobra Kai —dijo con supuesta seguridad, tomando su otra mano—. No voy a dejarte a ti —añadió, sintiendo que se derrumbaba al ver un par de lágrimas escapar de sus ojos verdes.
—Debes tomar la posibilidad, quieres tomarla —prosiguió Phoenix, como si no lo oyera. Si empezaba a pensar en sí misma, le pediría que por favor ni siquiera pensará en alejarse, que no la dejará sola en el nuevo y cruel mundo que su padre estaba creando. Pero así no era ella—. Y, si no creo mal, consideras que tu padre puede ayudarte. Debes ir por él, perdonarlo, dejar ir todo el odio que Cobra Kai te ha hecho acumular absurdamente —le aconsejó, sin poder mirarlo, con la cabeza agachada—. Te sentirás mejor y entonces todo será mejor —prometió por último, apretando ligeramente sus manos—. Cuando lo hayas hecho, llámame y entonces podremos escaparnos por un día.
Pero Robby sentía algo malo en todo ello. Deseaba quedarse con la pelinegra como lo planearon, no dejarla sola ni un instante. Aún así, cuando Phoenix lo besó, enterró una de sus manos en su cabello y ambos se aproximaron más, desapareciendo la distancia entre ellos, decidió aceptar. Esperó con ansias resolver sus conflictos para poder regresar por ella.
—Ve, Keene —alentó Phoe una última vez, permitiéndose perderse en los ojos esmeralda del castaño por un segundo.
Y con un último beso, corto y de despedida, Robby salió corriendo, esperando poder encontrar a su padre aún.
Phoenix dejó de sentir por unos minutos mientras lo veía irse, pero aún así las lágrimas siguieron deslizándose por sus mejillas.
Se las limpió al recordar que debía buscar a su padre para ir a casa. Empezó a dirigirse a la entrada del gimnasio, donde su padre había estacionado cuando llegaron. Lo recordó, estaban llenos de emoción, eran personas totalmente diferentes, aunque sonara tonto por las pocas horas que había pasado. Pero era realidad, para ese entonces aún tenían una relación solida. Phoenix confiaba en su padre, en sus enseñanzas, no lo aborrecía ni un poco. Terry tenía todas las esperanzas en su hija, la veía como una ganadora dispuesta a todo para llegar a la meta. Pero ahora, Phoenix no quería ni mirar al hombre que la había criado y Terrence temía perder control sobre ella.
Cuando la pelinegra llegó al auto, notó que su padre no estaba solo.
—Te esperábamos. Tardaste mucho, Phoenix. —Era Kreese. Ahora ya no aparecería en la casa de los Silver por su cuenta, ahora era Terry quien lo llevaba y le abría las puertas.
No recibió ninguna respuesta y fue un camino lleno del silencio de una Phoenix ausente, pero no de los senseis ganadores, que conversaban con ánimo.
Al llegar, la Silver más joven subió de inmediato a su habitación, sin esperar alguna palabra de Terry o Kreese. Su padre decidió dejarla y fue hacia la sala del exterior.
Para Phoenix, ingresar a su habitación fue como encerrarse en su lugar mas seguro, y a la vez doloroso. Supo que en aquellas cuatro paredes podría afrontar todo lo que había sucedido y estaba sucediendo.
De inmediato se hizo bolita en una de las esquinas, escondiendo su rostro entre sus piernas y llenando el silencio de sus sollozos. Recapituló todo, todo lo de ese día, de las semanas anteriores incluso.
Recordó su derrota con LaRusso y el silencio por parte de sus compañeros y padre que percibió. Estuvo segura de su decepción, ella misma se sintió muy decepcionada. Ahora que estaba sola podía recriminarse de todas las formas posibles, por cada mínimo error, por su deficiente desempeño. Se sintió estúpida por haber creído que solo con sus habilidades derrotaría a Samantha, entendió que todo su entrenamiento había sido insuficiente. Si tal vez se hubiera esforzado más...
Pensó en su padre, en sus consejos. Negó con la cabeza, echándola hacia atrás con fuerza para que golpeara la pared. Nuevamente se abría la caja de pandora, dejando ir los demonios de su padre que ella no quería aceptar que existían. ¿Él siempre había sido tan farsante? ¿Cruel?
También llegó a pensar en Robby y aumentó el dolorcito en su corazón. ¿Qué tal si lo perdía? ¿Si insistir en que dejará Cobra Kai al final los alejaba? ¿Hacia mal? Ella solo deseaba que Keene fuera más libre, más feliz.
De repente, interrumpiendo su autodestrucción, escuchó las sirenas características de un auto policial. A pesar de que fue extraño, trató de ignorarlo, creyendo que eran momentáneas, que tal vez pasaban buscando a algún culpable que arrestar o algún conflicto que solucionar. Pero no se detuvieron, incluso empezó a oír gritos.
Decidió bajar al primer piso, intentando limpiar sus lágrimas en el proceso. Pero al llegar, no se esperó en lo absoluto la escena con la que se encontró. Kreese era llevado por oficiales, lo estaban arrestando y su padre en realidad no hacía mucho por ayudarlo.
—Te arrepentirás —le aseguraba John a Terry, dándose cuenta de la llegada de su hija—. Ella se arrepentirá. Le falta mucho por conocer de ti. Ese será el peor castigo para ambos.
Cuando finalmente lo llevaron, la casa se llenó de un pesado silencio que Phoenix rompió preguntando que había sucedido.
—Kreese cometió un error y ahora paga por ello —respondió, simple y rápido, sirviendo otra copa de vino como si lo sucedido no le importará, o sorprendiera—. ¿Brindamos?
Y ver a su padre tan tranquilo, hizo que Phoenix se sintiera muy insegura. Dedujo que algo había tenido que ver su padre en el arresto de Kreese.
—¿Qué hiciste? —susurró, pero no preguntándole, si no con temor y decepción—. ¿Qué estás haciendo, papá?
Su padre estaba frente a ella, pero no se sentía como él. Era otro hombre, una mala persona, una sin principios, sin nada en qué sustentar que aún podría ser mejor. Phoenix no podía negarlo más.
—Hey, hey, mi niña. ¿Por qué lloras?
Phoenix se echó para atrás cuando Terry trató de tomar su brazo. Tratando de evitar las lágrimas, de poder formular una oración sin que su voz se quebrara.
—Hago lo necesario. Pero tranquila, pronto vas a entenderlo, pronto también lo harás. Vamos a estar bien.
Pero la pelinegra solo podía negar con la cabeza mientras su expresión facial indicaba con claridad que pronto rompería en llanto. Silver conocía esa expresión, la había visto en su hija desde muy pequeña, cuando hacía algún capricho, o cuando sacaba una mala nota. Recordó toda la comprensión y el amor que le ofrecía en esos momentos.
Notar que ahora era él quien causaba el llanto de su hija, también rompió algo en su interior. Trató de abrazarla y Phoenix no pudo negarse, dejó la que envolviera con sus brazos, le diera consuelo y calmará sus sollozos.
Cuando en realidad la estaba destruyendo, estaba destruyendo todo su mundo.
Las lágrimas derramándose una tras otra por las mejillas de Phoenix solo eran prueba del tormento que se aproximaba, que ya estaba tocando con insistencia la puerta de su hogar, que había entrado y los estaba abrazando.
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