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iv. pretend to smile

PIEDAD EN TUS OJOS
acto          🩸          uno
❪   pretende sonreír   ❫

No pasó mucho para que del aparatoso auto saliera un chico de unos 19 años. Traía un atuendo relajado, pero aún así gritaba "caro y elegante". Unos lentes negros sobre su cabello marrón y una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Phoe! —exclamó al estar totalmente fuera de su auto, reconociéndola a pocos metros. Abrió sus brazos, esperando por su acercamiento.

Silver sonrió, hace varias semanas que no veía a su enamorado y sí, lo extrañaba. No corrió hacia él, pero al llegar, lo abrazó y él a ella, elevándola un poco para darle un toque más romántico. Phoe solo se removió incómoda para que la regresará al suelo.

—Gabriel —lo detuvo cuando el chico quiso seguir robándole un beso largo—. No sabría que vendrías, nada te costaba avisar.

—Quise darte una sorpresa. Pero, sorpresa para mí, no te encontré, sabes que no me gusta que salgas tan temprano.

—Estuve ocupada con mi padre —se excusó—. Debo contarte sobre algo, es importante. ¿Recuerdas que...?

—Luego, Phoenix —la detuvo de forma abrupta, dejándola plasmada un segundo, pero al final haciéndola asentir con una expresión de resignación—. Venía a invitarte a pasar la tarde, quizás… la noche. —Se había acercado, rodeando su cintura y hablándole detrás del oído.

—La tarde estaría perfecta —habló, sospechando que para la noche solo querría una cosa: alejarse de él—. Tengo planes con amigos después.

—¿Tienes amigos? —sonó sorprendido de una forma hiriente.

—Si quisieras oír lo que te…

—Okey, no importa, iré contigo. Hoy soy tuyo —aseguró, besando sus labios una vez más para callarla—. Llamé a tu casa, le dije a tu padre. No habrá problema con eso.

—Debo decirle a Joe —recordó, señalando con el mentón a su auto y chófer—. No demoraré.

—Te espero.

Phoenix suspiró mientras se alejaba, sonando cansada. Había sido todo tan de repente que no había comprendido lo poco que le gustaba la idea de su enamorado cerca. Fue con el chófer, informándole las buenas nuevas. Él le deseó un buen día y esperó a verla regresar con su enamorado para poder irse tranquilo.

Cuando Phoe subió de copiloto, Gabriel de inmediato reposo su mano sobre su muslo, acariciándolo.

—No creo que hayas comido, te llevaré a un restaurante muy bueno. Te gustará, linda.

—De seguro —aceptó, fijando la mirada en el camino. La ventana a lado suyo estaba abierta, por lo que podía sentirse libre de alguna manera—. El plan de la noche es el autocine, ¿estás seguro de querer ir?

—Sí, amo los autocines.

—Jamás has ido a uno.

—No aquí, y no contigo, pero en otros lugares es una actividad interesante.

Phoenix se preguntó si Gabriel pensaba en ella antes de decir algo que podría terminar lastimándola. ¿Acaso era tan insignificante para él?

Todo el camino se basó en Gabriel contándole de su viaje a Europa, sonando muy emocionado al decirle de sus fiestas diarias o las costosas compras que había hecho. Phoe le prestó verdadera atención toda la tarde, como siempre, dándolo todo sin recibir nada a cambio.

Pronto llegó la noche, la luna salió y las estrellas la acompañaron. Gabriel y Phoenix se dirigieron al autocine. Ninguno conocía con exactitud el lugar, pero una aplicación en el celular los ayudó a llegar sin mucho problema.

Luego de pagar la entrada, pudieron ver más de cerca cómo estaba la situación. La película aún no iniciaba, pero ya habían varios autos estacionados en lugares indicados que permitían buena vista. Phoenix agudizó su mirada, queriendo encontrar a los chicos del karate.

Por suerte, identificó a Robby entre la gente, conversando con Kenny a lado de un auto mientras sonreía. La luz de la noche le sentaba muy bien.

Se aproximaron, estacionándose en un lugar vacío al lado del auto de Kyler. Ambos descendieron, tardando nada en llegar con los demás. En el exterior, estaban Robby y Kenny, quienes al verla la saludaron, confudiendose de inmediato cuando un chico apareció detrás de ella. Los que estaban en el interior también sacaron la cabeza para investigar.

—¡Sí viniste, preciosa! —había exclamado Kyler sin percatarse del chico detrás de ella. Cuando lo notó, alzó las manos en rendición.

—Chicos, él es Gabriel Waldorf —lo presentó Phoenix, mirando primero al imprudente chico del karate. Por lo menos ahora la molestaría—. Mi novio —concluyó, sintiendo el brazo de Gabriel rodear sus hombros con posesividad.

—Qué afortunado, mi amigo —fue Kyler el primero en reaccionar, sacando por la ventana mitad de su cuerpo para extender su brazo y ofrecerle su mano.

—Lo sé —respondió Waldorf con una corta risa, estrechándola. Él le cayó bien de inmediato, sabía reconocer la verdad.

—Hola —saludaron los demás, menos entusiasmados.

—¿Entrarás aquí? —preguntó Tory, refiriéndose a los asientos traseros del auto de Kyler.

—Creo que estaremos mejor en mi auto —respondió Gabriel por ella, aproximándola más a él. La mirada despectiva de Nichols no tardó en llegar, reconocía de inmediato a un idiota y los detestaba.

Cuando Tory se fijó en ella, Phoenix se sintió más valiente. Negó con la cabeza y luego lo expresó con palabras:

—Preferiría quedarme aquí.

Kyler botó al amigo suyo que estaba de copiloto, sugiriéndole a Waldorf que tomará ese lugar. Tuvo que aceptar cuando la película pareció iniciar y Phoenix aprovechó para subirse velozmente a lado de Nichols en la parte trasera. Robby subió detrás de ella.

A Gabriel no le quedó más opción que sonreír forzadamente mientras Phoenix se daba cuenta de la nueva sensación que le daba estar entre nuevas personas, entro esos chicos. Más liberadora, cómoda y feliz.

Un buen rato después de que la película, "Contacto sangriento", iniciará, llegó la escena en la que los dos hombres peleaban, pero uno llevaba la delantera golpeándolo en varias partes como si el otro no pudiera defenderse.

Kyler y Gabriel parecían ser los que más lo disfrutaban, compartiendo sus comentarios. Sus últimos gritos y risas se debían más que nada al golpe que el protagonista le había propiciado al contrincante en la entrepierna.

Frente a todo esto, Phoenix se mostraba muy concentrada y confundida. Su ceño fruncido, al igual que sus labios, la delataban. Robby lo pudo notar, pues de vez en cuando la observaba en espera de alguna reacción y oportunidad para hablar. Estaba a su lado, solo quería romper el silencio. Él ya había visto la película unas miles de veces. Un VHS de aquella cinta había sido la única evidencia de la existencia de su padre por muchos años.

—¿No te gusta la película? —le preguntó Robby susurrante, haciéndola regresar a la realidad algo pensativa.

—No creo entenderla —aclaró, ladeando la cabeza. Entonces se fijó en Tory, notando lo distraída y desanimada que estaba—. ¿A ti no te gusta, Nichols?

—No, está bien. Solo tuve un mal día.

Phoenix pensó en si preguntarle qué había ocurrido, pero Robby le dijo algo que le sacó una sonrisa:

—Te lo preguntaría, pero no es asunto mío.

Para ese entonces, Phoe ya quería entender el chiste interno. Afortunadamente animó a Tory, por lo que Phoenix solo dejó que continuarán teniendo su momento. Trató de volverse invisible al mantenerse quieta y silenciosa.

Segundos después apareció Kenny, trayendo las cosas que le habían pedido antes de que la película iniciará. Finalmente podría sentarse y disfrutar, o eso creyó inocentemente.

—Oye, enano, ¿y mis cosas? —preguntó Kyler.

—Dijiste que no querías nada —le recordó.

—Pero ahora quiero algo —dijo, tomándolo por sorpresa. A Gabriel le gustó eso, humillar al niño, por lo que no evitó soltar una risa.

En cambio, a Phoenix le pareció algo de muy mal gusto. Inevitablemente estaba acostumbrada a que le sirvieran, pero solo si se trataba de su trabajo y sin abusar. ¿Cuál era la necesidad de hacerlo con el niño? Robby también pensaba que estaba mal, por lo que negó con la cabeza decepcionado.

Cuando Kenny no tuvo más opción que rendirse y cumplir con el largo pedido, Robby descendió de inmediato del auto.

Phoenix lo siguió con la mirada, entendiendo que trataría de animar a su pupilo. Una sonrisa involuntaria se pintó en su rostro al notar que Robby era una buena persona, algo complicado de hallar en el mundo que había crecido. Allí todos habían perdido ese valor.

Cuando vio que Keene volvería a ingresar al auto, ella no dudó en salir. Estaba decidida, acompañaría a Kenny para que no le resultará tanto trabajo. Aún cuando Payne se negó inicialmente, pues no quería que Phoenix se incomodará de esa manera, ella lo convenció muy fácilmente.

Gabriel solo pudo observarlos, odiando el lado caritativo de su enamorada. Había tratado de cambiarla, hacerle entender que no había nacido para servirle a nadie, pero afortunadamente jamás lo había logrado. Phoenix nunca sería como él.

—Y dime, Kenny, ¿cómo llegaste a Cobra Kai?

Silver y Payne ya estaban de camino hacia el puesto de comida. Tenían una gran orden que recordar, pero aún así, entablaban una conversación.

—Bueno... Es complicado —respondió, rascando su nuca con nervios. Eran muchos factores; lo débil que era para dejar que lo molestarán sus compañeros y la falta de alguien que lo protegiera, pues su padre se encontraba en el ejército, su madre muy ocupada en el trabajo y su hermano en la correccional.

—Mmm, entiendo —dijo comprensiva, sin tener intenciones de presionarlo. Notaron que estaban cerca al puesto.

—Te diré lo básico para no aburrirte —soltó de inmediato, sintiendo que estaba arruinando terriblemente su nueva posible amistad al no contarle. Phoenix trató de negarse, pero él continuó: — Unos chicos me molestaban, bueno, lo siguen haciendo y no hay nadie que pueda defenderme, por eso yo...

—Por eso aprendes karate —entendió, lamentándolo. Veía la parte buena de todo aquel violento mundo, entendía uno de los propósito de quienes lo promocionaban y practicaban.

—Al principio, no era digno de Cobra Kai. Pero Robby me ayudó, me dio la lección de que no podía huir toda mi vida. Me hace más valiente.

—Con unas cuantas lecciones extras.

—Exactamente —soltó, dedicándole una breve sonrisa. Habían llegado, por lo que el joven muchacho debía recordar toda la orden y decírsela al encargado.

Mientras esperaban, por un buen rato, siguieron surgiendo los temas de conversación.

—Yo estudio en casa, por eso no conozco mucho de la ciudad. Tan solo voy a mi academia de ballet.

—¿Prácticas ballet? ¡Asombroso! —comentó Kenny, sacándole una genuina y amplia sonrisa. Phoe recordó las tantas veces en las que compartía cosas buenas con Gabriel, y lo comparó. Él no le obsequiaba ni la mitad de esas reacciones—. Dicen que es un tipo de danza muy exigente y disciplinaria, ¡lo harás genial en el karate!

—Gracias, Kenny... —lo expresó desde el corazón, sintiéndose realmente conmovida con su reacción. Parecía que realmente le importaba, alguien que no era su padre se mostraba interesado por ella y sus pasiones.

Continuaron esperando, conversando sobre lo que le gustaba a Kenny en esa ocasión. Los videojuegos eran su fuerte, Phoenix le prometió jugar con él alguna vez. Cuando finalmente tuvieron su orden, se lo repartieron, cargando una pequeña torre de comida cada uno.

Caminaron entre sonrisas, Kenny contándole la motivación que le había dado Robby para cumplir con el pedido sin rechistar. Cuando Phoenix quiso comentar algo al respecto, él le pidió que no dijera ninguna palabra, algo frente a ellos estaba asustándolo.

—¿Qué ocurre? —preguntó en voz baja, notando a un par de niños conversando cerca a ellos.

—Esos chicos otra vez...

Antes de que pudieran reaccionar, un tipo apareció detrás de ellos, empujando a Kenny por la espalda y haciendo que soltará lo que traía. Cuando se voltearon a verlo, se encontraron con un chico de, aproximadamente, la edad de Phoenix y una cresta roja como cabello. Era la persona que habían mencionado en la clase extra: Halcón.

—Rayos... Disculpa —susurró al ver la comida en el suelo, siendo sarcástico.

Kenny pedía perdón, aún cuando no había sido su culpa, lo que no le parecía justo a Phoenix. Los otros chicos también se acercaron, rodeándolos. No consideraban que el asustadizo Kenny y la débil chica que tenía a lado fueran peligrosos.

—¿Pero qué te pasa? —soltó Phoenix, sin saber cómo sonar mala o una amenaza. Se recriminó, animándose a soltar algo mejor—. ¿Acaso el tinte dañó tus neuronas?

—¿Qué tenemos aquí, ah? ¿Una nueva cobra? No lo pareces mucho —dijo el desconocido, aún sin perder su toque burlón—. ¿Y sabes? Es tu pequeño amigo el que debería ver por dónde camina.

Phoenix se preparó para seguir tratando de pelear con el chico frente a ella por lo altanero y estúpido que sonaba. Pero alguien más se unió para defenderlos.

—Sí, lo mismo va para ti. —Era Robby.

Kenny volteó a mirarlo, yendo de inmediato detrás de él mientras los secuaces del idiota retrocedían. Phoenix entendió que también debería moverse, por lo que primero fue a dejar la comida en la mesita de roca que se encontraba cerca, no había por qué desperdiciar más, y luego se colocó a la par de Robby.

—Miren quién es.

—Traicionaste a Miyagi-do, traidor —le habló uno de los jóvenes, confundiendo a los que no sabían mayor contexto, como Phoenix.

Entonces, aparecieron los chicos de Cobra Kai con Gabriel entre ellos. Ni bien había notado que su novia estaba en aprietos, se había apresurado a acercarse para tratar de ser el héroe.

—El traidor aquí es otro, y recibirá su merecido —habló Tory por todo su grupo, dirigiéndose a Halcón.

Pero de repente, aparecieron más personas, ahora del lado de "Miyagi-Do", supuso Phoenix.

—No lo creo. No si yo puedo evitarlo, princesa... —habló la única chica entre ellos, proyectándose imponente. Tory se vio algo molesta por la manera en la que la había llamado, de seguro había un motivo mayor detrás.

Cobra Kai y Miyagi-Do estaban frente a frente mientras una película de karate se proyectaba detrás de ellos. Se sentía la tensión.

—Cuidado, Larusso, tu mami no está aquí para jugar a la paz.

—¿Qué significa eso?

—¡Chicos, basta! —exclamó uno del bando contrario de repente, haciendo a Phoenix fruncir el ceño.

Ella no sabía por qué estaba en medio de todo eso, no conocía a nadie de Miyagi-Do y apenas a los de Cobra Kai. Pero aún así, también empezaba a concebir la idea de que pronto ella podría ser una cobra, y eso significaba ser leal hasta en las peores situaciones.

—No podemos hacer esto. Los venceremos en el torneo —prosiguía el muchacho que parecía únicamente velar por la paz, o eso hasta que Robby lo provocó.

—¿Oh, en serio? ¿Recuerdas que pasó la última vez que peleamos? —preguntaba, sonando más serio que veces anteriores. Phoenix los analizaba, notaba cómo cambiaban sus personalidades ante el peligro.

—Muy bien, en el campo de béisbol en treinta minutos, y sin armas —les propuso una pelea a los chicos de Cobra Kai, quienes nunca huirían de una.

—No las necesitamos.

Los chicos de Miyagi-do se fueron por su lado, y los de Cobra Kai igual. Phoenix y Gabriel pudieron sentir la tensión, pero cuando ella quiso moverse, él la detuvo tomando su cintura.

—¿Qué ocurre? —preguntó confundida, queriendo ir por la comida y posteriormente con los demás. Debía preguntarle a Kenny si estaba bien.

—No iremos. ¿Por qué pelearíamos? Toda esta gente se ve muy, salvaje.

—Bueno, ahora soy parte de esta gente.

—¿Y eso qué?

—¿Conoces el significado de lealtad? —enfrentó, haciendo que Gabriel quedará negativamente sorprendido.

—¡Phoenix! ¿Vienes? —los interrumpió Tory, regresando junto a Robby al notar que algo andaba mal.

Phoenix supo de inmediato qué responder, pero la fuerza que ejerció Gabriel en su cintura la detuvo. No fue nada positivo, solo hizo que su respiración se acelerará con temor.

—Phoenix —llamaron una vez más, esta vez Robby, sonando como una caricia que calmaba el desastre en su interior—, ¿vamos?

—No lo creo —respondió Gabriel, haciendo que Nichols se cruzará de brazos—. Está cansada, la llevaré a casa.

—Si sabes que puede hablar, ¿cierto? No eres ningún portavoz.

Cuando Gabriel le dedicó una mirada fulminante a Nichols, Phoenix prefirió detenerlo, soltando una mentira:

—Es cierto. Chicos, no es mi pelea y estoy muy cansada. Nos veremos mañana...

Pero lo desanimada que sonó no logró convencer a ninguno de los dos, supieron que tenía que ver con Gabriel, notaron la forma posesiva en la que rodeaba su cintura y vieron su estúpida expresión ganadora. Pero no podían hacer nada, no si Phoenix lo permitía.

—Como digas...

Tory fue la que se alejó primero, pero Robby persistió un segundo más. Entonces Gabriel escoltó a Phoenix de inmediato al auto, subiendo y encendiéndolo sin tardar, quería irse lo más rápido posible sin darle la oportunidad a nadie más de meterse con su novia.

—Está bien, preciosa, tenemos planes para esta noche.

Phoenix solo se mantuvo en silencio. Ni siquiera se abrochó el cinturón, ¿para qué pretender que estaba segura cuando no lo sentía de ninguna forma?

Arrancó, y Phoenix pudo observar por el espejo del retrovisor a Robby aún en el mismo lugar, viéndola confundido. Ella en serio lo lamentaba.

Se alejaron unos cuantos metros, Gabriel hablándole sobre la hermosa casa que habían comprado sus padres en el Valle. Estaba vacía y él ya se había encargado de volverla acogedora. Pero su intento de distraer y manejar emocionalmente a Phoenix, repitiéndole que lamentaría mucho no aprovechar todo lo que había hecho por ambos, en esa ocasión no funcionó.

Silver tenía tanta necesidad de regresar y hacerle frente a las posibles amenazas. Su padre estaría muy decepcionado de oír que había huido, ignorando a sus compañeros.

—Detente... —susurró, siendo fácilmente ignorada. Pero se cansó de que siempre fuera así—. Detente, Gabriel, regresa.

—¿Qué estás diciendo?

—Que regreses, ahora. Si te apresuras, quizás no sea muy tarde.

—Te has vuelto loca —dijo, soltando una risa. No la tomaba en serio, aceleraba pero solo para alejarlos cada vez más del autocine.

—¡Que regreses! ¡Ahora, Gabriel!

—Pero, Phoenix...

—¡Hazlo o tendremos problemas! Te lo juro.

Y esa faceta tan repentina y osada de Phoenix lo dejó plasmado, lo tomó por sorpresa. No supo cómo manejarlo, así que solo le quedó obedecer.

Gabriel Waldorf oyó por una maldita vez a su enamorada, regresándola con Cobra Kai, llevándola al campo de béisbol para que se uniera a ellos. Hasta Silver estaba asustada y sorprendida con lo ocurrida, no sabía de dónde había salido, pero... Debía admitir que le gustaba tener el control por una vez.

Cuando llegaron, en pocos minutos, vieron a los chicos en el interior del campo esperando. Cuando Phoenix descendió, siendo seguida inevitablemente por Gabriel, se encontró con un auto que no estaba muy vacío.

Le dio una vista rápida, notando que eran las personas de antes, eran los chicos de Miyagi-Do.

—¿Ustedes qué hacen aquí? —preguntó Phoenix, tomándolos desprevenidos y sacándoles un pequeño susto. El que había fastidiado a Kenny le señaló con la barbilla el campo, dándole una respuesta inmediata.

Los chicos estaban siendo empapados por los rociadores de agua. Había sido todo una trampa.

—Cobardes —los criticó Phoenix, haciendo que uno u otro se viera ofendido. No malgastó más su tiempo en ellos y fue hacia el campo.

Al ingresar al campo, los llamó, ganando su atención. Señaló al auto de Miyagi-Do, haciendo que notarán a sus integrantes dentro. Les gritaron, asegurándoles que iban a pagar.

Phoenix le pidió su chaqueta a Gabriel, sacándose la suya también. Se aproximó a ellos, notando cómo los rociadores se detenían. 

—Sí viniste —mencionó Tory—. Algo tarde en realidad.

—Lo siento por eso —soltó, alzando las chaquetas en perdón. Las dos fueron destinadas a Kenny y Nichols—. Tengan la seguridad de que no volverá a pasar. Ayudaré para que esos cobardes paguen por esto.

—¿Estás con nosotros? —le preguntó Robby, sonando serio. Estaba más que enfadado por lo que les había hecho Miyagi-Do.

—Lo estoy.

Y cuando Phoenix se comprometía con algo que deseaba, no había nada que pudiera detenerla.

¡voten y comenten!
































































































































































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