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i. head and heart

A C T O  D O S
⋆.˚ 🫀 cabeza y corazón  ༘⋆

❝ something happens
and i'm head over heels ❞
head over heelstears for fears

¿Las personas podían cambiar de la noche a la mañana? Difícilmente. Hay todo un proceso detrás, un contexto largo y duro que la persona estaba enfrentando, una lucha interna que la llevaba hasta el borde del abismo, empujándola a ser totalmente diferente, proceso que nadie mas notaba.

Phoenix había estado enfrentando ello. Lo enfrentó desde la aparición de John Kreese en su casa, arruinando su tranquilidad y su estabilidad, trayendo a sus vidas el pasado y lanzándolo hacia sus rostros como un balde de agua helada. Ella ni siquiera tenía algo que la relacionará directamente, solo era una adolescente que afrontaba sus propios conflictos y creía tener al mejor padre del mundo para acompañarla.

No logró entender por qué mereció todo lo que ocurrió luego. ¿Por qué su padre fue perdiéndose nuevamente? ¿Por qué ya no fue su maravilloso superhéroe, su perfecto príncipe? ¿Por qué casi mató a su ex-enamorado y perdió día tras día la humanidad?

¿Por qué le exigió tanto de una forma tan dañina? ¿Por qué empujó a su adorada niña, su little swan, más allá de todos sus límites? ¿Por qué dejaba de cuidarla?

Todo lo que pasaba, lo que destruía el mundo a su alrededor, realmente era algo duro que ella no podía solo ignorar, como realmente deseaba. Estaba acabándola sin que lo supiera.

Físicamente, estaba destruida, tantos entrenamientos, tanto desgaste. Consumir bebidas energéticas cada mañana, tarde y noche, seguir una dieta estricta que debía ayudarla a estar sana, y no parar de practicar karate, la agotaba como nunca antes.

Mentalmente, no podía estar más perturbada. Su padre se había encargado de implantarle la idea de ser una ganadora, no mostrar piedad y demás, y eso le generaba una presion asfixiante. Además de que, si no era ello en lo que pensaba, su mente volvía a recordarle todo lo malo acerca de las personas a su alrededor. Llegaba a sentirse paranoica sabiendo todo lo que le podría pasar teniendo en su vida a gente como Kreese, un demente, o su padre, por el mismo camino.

Y emocionalmente. Había tenido que dejar el ballet para enfocarse por completo en el All Valley, lo que le rompió un poco el corazón. Dejar ir aquella pasión, su mayor pasión, realmente le causó un gran bajón que no siquiera pudo afrontar. No tenía tiempo para ser débil.

La habían obligado a cambiar. Phoenix no lo hizo de la noche a la mañana, simplemente se evidenció el resultado de meses y meses de su tormento.

La mañana posterior al torneo, Phoenix ya no pareció ser la misma. En el desayuno, Terry la notó apagada, ya no mantenía una sonrisa como antes y su actitud era muy fría. Confirmó que pasaba por algo malo cuando apareció para la cena sin su cabello largo, lo había cortado hasta los hombros.

Los días siguientes, adecuó su maquillaje a colores más oscuros y su ropa se hizo más sobria, dejando atrás su estilo floral y colorido. Inclusive, se hizo notorio lo mucho que había bajado de peso, preocupando a quienes estaban a su alrededor. Lastimosamente, ninguno supo qué hacer para intervenir y continuaron con sus vidas.

Cobra Kai, es decir, su padre, no se detuvo para nada en su misión. Sacar a Kreese del camino fue como un incentivo para él. Casi inmediatamente, Terry Silver hizo un comercial para promocionar al nuevo establecimiento de Cobra Kai, el dojo de Encino. En este, salían muchos de los estudiantes actuales, se mostraban las máquinas y también se recordaba que eran hogar de la primera campeona femenina del All Valley: Tory Nichols. Phoenix salió en uno que otro segundo, de fondo o siendo la protagonista al pelear contra otra chica y ganarle.

La primera vez que vieron el resultado de aquella propaganda, el patriarca Silver hizo un comentario que Phoenix realmente hubiera deseado evitar:

—Se siente la ausencia del señor Keene, ¿no lo crees?

—Creo que, como está, es un gran resultado —respondió con seriedad, deslizándose en los comentarios del video.

—De igual forma... —inició, también observando su tableta, pero mirándola de reojo—. ¿Dónde está? Ya no viene a las clases y no noto que salgan juntos. ¿Pasó algo?

—Resuelve algunos asuntos —dio una respuesta corta y concisa, haciendo a su padre dudar aún más.

—Cuando lo haga, deberías decirle que pase por el dojo —comentó, haciendo creer que dejaría el tema ahí. Si Keene al final resultaba apareciendo, sería bueno, se le recibiría sin problema. Pero si no, todo se tornaría un poco más complicado. Esperaba que su subcampeón no fuera tan tonto de elegir erróneamente.

Por otro lado, Phoenix se había quedado pensando en Robby y cuáles eran esos "asuntos".

Un viaje en carretera hacia México con su papá.

Una mañana, sorpresivamente, Robby le había comentado que Lawrence había tenido la maravillosa idea de pasar un tiempo juntos y se irían por la tarde. A pesar de resultarte sorpresivo, el joven había accedido con la esperanza de que mejorarán su relación.

Recordó cómo se había escabullido de casa para ir a despedirlo.

. . .

—¿Te irás por mucho tiempo? —preguntó, viendo a lo lejos al señor Lawrence arreglar unas últimas cosas en su miniban.

—Serán unos días. No lo vas a notar, estaremos en comunicación —prometió, sacando y moviendo de lado a lado su celular—. Te daré un reporte seguido, ¿eso suena bien? ¿O es muy intenso?

—Es intenso, pero me parece bien —respondió, sonriéndole. Trataba de que su sonrisa no proyectará lo triste que la ponía toda la situación.

—Cuando regresé... —inició, tomándose un segundo para reunir valor—, ¿cuando regresé podríamos salir? A una cita oficial, sin que sea un entrenamiento o una salida a escondidas.

No lo dudó ni un segundo, Phoe asintió y ambos se sonrieron. 

—Me encantaría.

Ambos oyeron el llamado de Johnny Lawrence y supieron que era la hora de despedirse.

—Nos vemos pronto, Nix. Cuídate mucho, ¿sí? —le pidió, acomodando su cabello detrás de sus orejas—. No te saltes ninguna comida, deja las bebidas energéticas, no te exigas mucho con el karate, duerme más de las ocho horas indicadas y no olvides contarme sobre esa serie que iniciaste.

Los ojos de Phoenix de inmediato se llenaron de lágrimas, sintiéndose afortunada de tener un Robby. Era muy, cálido. Se sentía tan reconfortante.

Tuvo claro cómo responderle, así que lo atrajo hacia ella por el cuello y unió sus labios en un beso que se sintió melancólico. Tuvieron que detallar cada segundo en sus mentes para poder soportar el tiempo que estarían lejos.

—Te espero, Keene.

. . .

A pesar de que no había pasado mucho, realmente deseaba que no tardará demasiado tiempo. De verlo diariamente, ahora solo sabía de él por mensajes y llamadas. No era suficiente, necesitaba tener al castaño ojiverde en frente y abrazarlo hasta que se rieran de lo ridículamente cursis que eran.

El día de la inauguración del nuevo local de Cobra Kai, hubo mucho ajetreo y gran cantidad de personas, pues era un lugar por el que muchos pasaban. Phoenix y Kenny estaban en la puerta repartiendo algunos volantes, él con más emoción mientras que ella trataba de sonreír lo más sinceramente posible.

—¿No es increíble? Ya se acabaron los volantes —comentó Kenny cuando tuvieron un segundo libres—. Este nuevo lugar es un éxito.

—Supongo que funciona bien —respondió, observando a la gente ingresar y verse emocionada con todo el tema del karate de Cobra Kai. Lo lamentó por ellos, quiso gritarles que escaparán.

—¡Más que bien! Cobra Kai tomará el control de todo el Valle —continuó exclamando Kenny, realmente entusiasmado.

—Claro, niño —expresó, sonriéndole para no disminuir su ilusión.

Los últimos días, Phoenix había tratado de mantenerse junto a Kenny todo el tiempo que fuera posible. Desde que Robby le comentó a detalle lo que había sucedido en los vestidores con Kenny y su bully, casualmente el hijo de LaRusso, Anthony, ella quería estar a su lado todo el tiempo posible para que se fortaleciera su lazo de confianza y pudiera evitar que continuará perdiéndose en el camino, guiado erróneamente por el odio y los malos consejos.

Cuando pudieron darse un descanso más largo, ingresaron al establecimiento, notando todo el alboroto. Fueron a la barra de bebidas gratis, pidiendo algo y siendo atendidos más rápido al portar sus uniformes.

—¿Sabes algo de Robby? ¿O Tory? —indagó Payne, dándole un sorbo a su malteada de fresa—. A ninguno lo he visto últimamente.

—Robby está resolviendo unos temas personales —explicó, dando la respuesta programada, recordando al castaño y volviendo a extrañarlo.

Realmente le estaba haciendo falta. La consolaba el hecho de que, si Robby resultaba más feliz al solucionar todo el asunto de su padre, ella estaría más tranquila.

—Y Tory... —prosiguió su respuesta, dudando un poco más en esa parte—. No estoy segura, ha estado muy evasiva y extraña. Espero se le pase pronto.

—Se siente solo, ¿no? —comentó Payne, viéndola fruncir un poco el ceño—. Es decir, sin Robby y Tory, en un lugar más amplio, con más gente desconocida, se siente vacío de alguna forma —se explicó mejor.

—No lo había pensado —admitió, observando a su alrededor. Estaba repleto, pero era verdad, últimamente todo se sentía solitario. A cualquier lugar que iba, a cualquier hora—. Pero esperemos que con el tiempo eso cambié —expresó, dando todo su esfuerzo para ser positiva—. Mírale el lado bueno, al final siempre estaré yo, y siempre estarás tú. Solos no estaremos —añadió, sonriéndole de lado. Kenny la abrazó a los segundos, sacándole una sonrisa más real, dándole un poco de consuelo aunque ella no supiera que lo buscaba.

Continuaron su conversación hasta que el celular de la ojiverde sonó, era una llamada de Robby. Le pidió unos segundos a Kenny y se retiró a contestar en un lugar más privado: los vestidores.

—Nix, hola —saludó, transmitiendo su emoción de oírla pronto.

—Robby —respondió, sonriendo involuntariamente como siempre sucedía cuando se trataba de él—. ¿Cómo va todo? ¿Qué tal las cosas con tu papá?

—Tomaron un rumbo negativo —lamentó responder, preocupando un poco a la de ojos verdes—. Todo lo del viaje fue prácticamente una farsa.

—¿Farsa? ¿A qué te refieres?

—Me trajo a México para buscar a Miguel, que escapó y bla bla —reveló, haciendo que Phoenix quedará un poco sorprendida y lamentara la situación.

—Tu padre, bueno, esta vez sí se pasó un poco.

—¿Un poco? Con él ni siquiera hay línea que sobrepasar, Nix, él simplemente la borró, la tomó y rompió en pedazos —expresó, evidenciando su frustración y enojo—. Y para colmo, acabamos de tener un pequeño accidente con el auto —explicó, preocupando a Phoenix y haciendo que de inmediato quisiera preguntar—. Pero no fue grave, estamos bien —calmó al intuirlo—. La cosa es que, la llanta se pinchó y ahora estamos varados. Todo por su culpa.

—Hey, Rob... —llamó, haciendo que tuviera que despejar su mente para atender lo que diría—. Tienes que calmarte un poco o todo resultará peor. Mira, tal vez tu papá sí tomó una mala decisión al no consultarte, y prácticamente secuestrarte, pero ayudarlo puede ser... mejor idea.

—¿De qué forma?

—Sea cual sea el fin, en el proceso estarás compartiendo momentos con él, tendrán grandes anécdotas y mejorarán su relación —le recordó lo que había estado dejando pasar por su enojo—. Trata de verle el lado positivo.

Y el silencio de Robby hizo que Phoenix entendiera que tenía una lucha interna, un gran dilema. Ella ya había aportado su granito de arena, esperaba que sirviera y él tomará la decisión que mejor lo hiciera sentir.

—Decidas lo que decidas... No tardes demasiado —hizo su pedido personal, haciendo que Robby sonriera al otro lado de la línea—. Siento más tu ausencia...

—Yo también, Nix —respondió, queriendo poder teletransportarse, poder abrazarla, besarla o solo apreciar su belleza directamente—. Solucionaré esto e iré pronto.

—Está bien —dijo con una sonrisa, sintiendo más cálido su corazón.

De repente, algo interrumpió su momento. Fue una voz de fondo preguntándole a Robby si hablaba con su novia, y que si sí hablaba, le mandará saludos, saludos buenos, sin ninguna mala intención u odio de por medio, sin rivalidad, borrón y cuenta nueva oyó Phoe que proponía.

—Ya, papá, no digas más —le pidió, casi rogó, Robby a Johnny, para que no lo avergonzara más. Phoenix en realidad se estaba divirtiendo—. Hablamos luego, Nix. Te quiero, adiós.

—Yo también te quiero... —le respondió aún cuando ya había cortado, sonriéndole al celular.

Era como si Robby pudiera regresarle la vida, romper el hielo que rodeaba su corazón y hacer que volviera a latir como antes, con su natural amabilidad y dulzura.

Para cuando regresó con Kenny, tuvo una actitud renovada, más ella, más feliz y relajada.

Una de las medidas de Terry para no perder control y "conexión" con su hija, era llevarla con él a cualquier lado al que fuera, volviéndola su sombra o, dicho más adornado, su mano derecha. Por ello era que la pelinegra madrugaba más seguido y compartía, de una u otra forma, más tiempo con su papá. Por ejemplo, muy temprano la mañana siguiente a la inauguración, su padre le pidió que lo acompañara al dojo de Encino antes de la llegada de los alumnos, para que le dieran la bienvenida a los postulantes a senseis.

A lo que ella accedió.

Sabía que podía escaparse de su papá más rápido ahora que se habían mudado. Un pequeño detalle.

Hace un tiempo, su padre había decidido que era más práctico ocupar un lugar cercano al Valle de San Fernando, para ir a los dojos rápido y desenvolverse aún mejor en la ciudad, por lo que consiguió una mansión al nivel de los Silver, un poco más pequeña y sin vista al mar, pero muy lujosa y agradable.

Para hacerlo aún mejor para Phoenix, su padre le había dado la posibilidad de escoger el cuarto que ella quisiera, proponiéndole que si no le gustaba algo podrían remodelarlo, también le había ofrecido ir de compras para suplir cualquier necesidad que tuviera. Terry volvía a consentir a su hija en todo lo que fuera posible para recuperar su relación de antes, aún así estaba resultando muy difícil. Pero seguiría intentándolo hasta que diera resultados o, en el peor de los casos, él decidiera rendirse.

Mudarse a una nueva casa fue una pena muy grande para Phoenix, algo muy duro para afrontar que su padre no pudo resolver con un poco de atención.

Si bien se trataba de cerrar un capítulo importante en la vida de cualquiera, era aún más horrible para la pelinegra, pues dejaba atrás el único hogar que conocía, en el que creció y pasó sus momentos más felices y tristes, en donde se formó y convirtió en quien era.

Ella realmente adoraba cada parte de su casa, era espaciosa, hermosamente decorada y tenía la playa frente a ellos. Lamentaba tener que dejarlo atrás, la paz que le transmitía el sonido de las olas chocando con la orilla, o observar el atardecer y amanecer uno que otro día.

Días atrás, para poder establecerse en la nueva casa, Phoenix había tenido que empacar sus pertenencias con mucha melancolía. Fue muy difícil para ella decidir qué quería conservar y qué debía abandonar para no seguir llevando fantasmas entre sus cosas.

Algunos de sus cuadros de fotos se quedaron, algunos álbumes enteros de recuerdos también, unos que había hecho para celebrar meses de su relación con Gabriel, como una tonta enamorada.

Teniendo todo lo innecesario en un par de cajas, fue llevándolas una por una al garaje, donde estaban dejando todo lo que se debía llevar, ya sea a su nueva casa o a la basura.

Sin embargo, no esperó que el destino estuviera tan empeñado en ella, en jugar con su estabilidad y darle más de una sorpresa. En ese garaje, Phoenix identificó una caja que su padre destinaba a la basura. Algo la impulsó a revisar.

Eran documentos, uno que otro material de escritorio innecesario y, debajo de todo ello, fotos. Muchas fotos de una extraña junto a su padre. A Phoenix le pareció muy linda, fue extraño, sintió una conexión inexplicable con aquella mujer de cabello negro y ojos profundos, verdes si no se confundía, como los de ella...

La llenaba de una profunda intriga ver su cercanía con Terry, ver cómo la abraza o besaba con tanta dedicación, con un gran amor.

Sin embargo, todas esas fotos quedaron atrás cuando se encontró con la más sorprendente. Su padre estaba agachado, lo suficiente para quedar a la altura del vientre prominente de aquella mujer. Estaba embarazada.

Fue una mezcla de sensaciones para Phoenix concluir que...

—¿Mamá?

















































































🥂🥂🥂
¡Feliz año nuevo! (Aunque un poco tarde). Besotess, espero estar actualizando más seguido. 😼

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