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21

(Escuchen la canción que está en multimedia cuando vean esto: )





                    Hubo un momento de tensión en los que Steve empezó a pensar qué decisión tomar al final. Si bien, lo correcto era salvar a muchas personas, pero al hacerlo entonces no existía ninguna garantía de que podría salvar a su mejor amigo también. Con el miedo calando su interior, se giró un poco a ver a Alexandra y se encontró a sí mismo agradecido con la presencia de la joven mujer. Solo no tendría oportunidad alguna de lograr sus cometidos con éxito, pero con la ayuda de ella, el panorama cambiaba considerablemente.

La castaña rojiza se volvió a verlo y, en el segundo que ambos asintieron entre sí, Rogers no dudó más y lanzó el escudo con fuerza hacia el Soldado, por lo que la agente Pierce tomó la oportunidad para salir corriendo hacia el panel. El ataque del Capitán fue bloqueado y desviado por el brazo de vibranio de Bucky, quien no esperó más para empezar a disparar.

Mientras que el rubio se cubrió con su escudo del mismo metal que el brazo izquierdo de su contrincante, Alexandra aprovechó esa atención lejos de sus acciones y se agarró de la barandilla para usarla como impulso y tomar ventaja. No se dirigió directamente hacia los controles, puesto que el Soldado todavía estaba en su camino y lo necesitaba despejado. Se desvió teniendo de tomar el camino largo y ser cuidadosa con todas las balas que rebotaban contra la defensa metálica del Capitán.

Apenas vio su trayecto libre, ella volvió a la marcha a cumplir con su misión, sin embargo, fue emboscada por el activo por su lado derecho. En una mano tenía una navaja, pero no pareció interesarle en usarla en ella y prefirió lanzar un puñetazo en su dirección. Alexandra reaccionó con rapidez y bloqueó el golpe, soltando un gruñido al sentir el metal colisionar contra su antebrazo derecho. No podía subestimar la fuerza y rapidez de Bucky, pero tampoco quería hacerle daño.

—¡Tira la tarjeta! —le alertó Rogers, quien no se había quedado atrás y aprovechó para activar el código que entregaría la bandeja de tarjetas programadoras.

—¡Un momento! —gritó devuelta, manteniendo la atención del castaño oscuro en ella, recordando todos sus entrenamientos a como diera lugar.

Dado un momento, un ataque la dejó en el suelo, pero se recuperó con rapidez con un kick-up y lanzó una patada hacia el pecho de James, para alejarlo de ella. Se volvió hacia el rubio y alistó el brazo para lanzar, no obstante, a medio camino su muñeca fue aprisionada por el castaño, y la obligó a rodearlo por el cuello en un ángulo que le resultó doloroso a ella.

La agente Pierce solo tuvo un segundo para agarrar con insistente fuerza la tarjeta en su puño, esperando que lo que el hombre trataría de hacer sería arrebatársela, más se llevó una gran sorpresa. El Soldado llevó su cuerpo hacia atrás, empujándola contra la baranda para colisionar su espalda baja y, todavía con el brazo de la fémina en la misma posición, hizo presión hacia abajo.

La sensación agonizante fue instantánea al igual que el sonido de algo rompiéndose y su exclamación expresando su sufrimiento. Él había roto su brazo.

Sin que ninguno de los tres pudiera evitarlo, la tarjeta cayó al fondo del Helicarrier.

—¡Alexandra!

Steve se quedó pasmado después de dar dos zancadas en dirección a la pareja y no pudo evitar centrarse en el rostro de su amigo, quien tenía una expresión diferente al haber escuchado el grito de la fémina. Sintió el corazón en la boca al reconocer una imagen bastante cercana a la de Bucky, pero en un parpadeo volvió a estar vacía y carente de emoción.

Rogers cayó en cuenta de que ella sí podía ayudarle a recuperarlo. Ella podía traer de regreso a casa a Bucky Barnes.

La agente cayó al suelo atrayendo su brazo hacia su cuerpo y respirando con fuerza y entrecortado, mientras que el Capitán y el Soldado se engancharon en otra pelea por acercarse a la razón del encuentro.

—Levántate... ¡Levántate! —se exigió cerrando los ojos con fuerza. Tenía el rostro empapado en sudor y la piel de gallina.

Dados unos segundos, tomando una larga bocanada de aire, se levantó y comenzó también a dirigirse hacia la tarjeta. Ya no podía comprometerse en otra lucha, pues ahora sólo le quedaba ser sigilosa y rápida, sin llamar la atención del activo hacia su persona. Estaba más que claro que ella no deseaba pelear en contra de él; su brazo roto era el resultado de no llevar sus habilidades al máximo.

Alexandra llegó al vidrio inferior de la estructura de la nave y buscó con la mirada dicho objeto que los salvaría. Apenas lo divisó, empezó a caminar hacia él, pero se detuvo al escuchar algo pesado caer a pocos metros de ella. Se volvió de inmediato y se encontró con los dos hombres. Steve se levantó y corrió hacia ella, pero fue derribado por el Soldado, quién lanzó el escudo contra la espalda del rubio.

La fémina al ver eso, corrió a agarrarlo con su mano buena y fue a cubrirse junto a Rogers, puesto que el castaño oscuro no dudó en volver a disparar en su dirección.

—¿Crees que puedas continuar?

—No tengo otra opción. Distráelo, yo seguiré.

El Capitán asintió con firmeza y apenas los impactos cesaron, los dos se incorporaron. Steve lanzó de nuevo su escudo hacia Bucky y Alexandra se dirigió a la tarjeta con rapidez. Ya no sabía cuánto tiempo más podrían luchar ellos dos hasta que alguno terminara gravemente herido o muerto.

Apenas escuchó el grito de Rogers, no pudo evitar volverse y ver que el Soldado lo había apuñalado. Soltó una maldición entre dientes apenas sus ojos verdosos conectaron con los del activo. Un segundo después, resumió su trayecto hacia la pieza tecnológica.

No avanzó mayor cosa cuando fue empujada a un lado por su contrincante y cayó sobre su brazo lastimado, un alarido brotando de sus labios en el momento del impacto.

—¡Bucky, espera! —rogó la agente entre sollozos. El dolor en su extremidad era demasiado agudo y la estaba mareando, haciéndole ver estrellas —. Detente, por favor detente.

Más sus súplicas fueron ignoradas con éxito y el hombre en cuestión siguió derecho.

La castaña rojiza parpadeó varias veces seguidas, tratando de centrar su mirada y se levantó una vez más. Todo estaba sucediendo demasiado rápido y ella debía igualarse si quería cumplir con su propia misión.

Se obligó a quedarse sentada, queriendo recuperar energía para continuar, cuando vio a Steve tratando de lograr que el Soldado soltara la tarjeta en una llave. El rubio aprisionó el brazo derecho de Bucky con una pierna y rodeó su cuello con sus brazos. Era obvio que sólo había una manera de que el hombre dejara ir el objeto.

Entonces el Capitán dislocó el hombro del ojiazul mientras que éste soltó un grito.

Alexandra hizo una mueca al presenciar aquello. En todos esos años, jamás lo había visto así. Lo máximo que el castaño oscuro recibía en sus misiones eran unos cuantos rasguños y alguna que otra herida, pero mucho menores a la que acababa de sufrir. Ya ni siquiera podía estar segura qué era lo que más le inquietaba: si Steve por haber tenido que llegar al extremo de dejar inconsciente a su mejor amigo junto a un brazo inservible o el Soldado, que no hacía nada más que demostrar la verdadera máquina humana sin alma que había sido moldeada por HYDRA.

Asintiendo en dirección de Rogers, éste corrió hacia el panel de control para instalar la tarjeta, mientras que ella se quedó atrás, buscando algo que le ayudara a posicionar el brazo de Bucky devuelta a su lugar. Tenía miedo de que él perdiera también la funcionalidad de otra extremidad y ella con solo una, no podía hacer la fuerza suficiente para colaborarle.

Se alejó de James para iniciar una búsqueda diferente, pero no dio más de veinte pasos cuando escuchó el distintivo sonido de disparos una vez más.

Disparo. Llegó a la pierna de Steve.
Disparo. Dio en el hombro del rubio.
Disparo. La bala se incrustó en el abdomen del Capitán.

El Soldado ya había herido a Rogers tres veces cuando ella llegó a su encuentro.

—¡Detente! —gritó interponiéndose y agarrando el brazo que llevaba el arma para desviarlo, justo cuando el último disparo fue hecho.

Soltó un suspiro tembloroso como si acabaran de sacarle todo el aire y bajó la vista hacia en medio de sus cuerpos, notando que el cañón de la pistola estaba en su propio abdomen. Llevó sus orbes de nuevo hacia los del Soldado del Invierno, alcanzando a notar que la observaban muy diferente, lejos de ser el letal activo de la organización terrorista. Sintió que por fin estaba volviendo a ver a Bucky, sólo que esta vez tenía una expresión de horror desfigurando sus familiares rasgos.

—Bucky...

—N-no —murmuró él —. ¡No!

Alexandra se estremeció y se comenzó a dejar caer, pero él la sostuvo contra su cuerpo después de haber descartado el arma.

—No es tu culpa —trató de tranquilizarlo —. Te perdono, no es tu culpa.

Era bastante extraño. El dolor, la calidez de la sangre emanando de su cuerpo sin cesar y el simple hecho de pensar en la muerte. Todo eso era extraño y más estando en los brazos del autor de su desgracia. Pero no lo culpaba y quería asegurarse de que él captara el mensaje, aunque ya no estaba segura de si sus palabras se entendían por completo.

—No, no, no, no —repitió James, cayendo de rodillas y sosteniéndola con fuerza —. Y-yo no quería, yo no quería. ¡Yo no quería! —Que él estuviera repitiendo las mismas frases sólo la hizo sentir peor.

—James, no pasa nada. No es tu culpa —repitió.

Sabía que mentía, pero no le quedaba nada más que tratar de consolarlo, que concentrarse en ese instante en él y guardarlo en su memoria, por más que el tiempo y la consciencia se le redujeran cada vez más. Cerró los ojos un momento y centró el resto de sus sentidos en Bucky. Reconoció sus temblorosos movimientos a su lado, su brazo de vibranio sosteniéndola contra su anatomía y el olor a pólvora colmando el ambiente.

Al abrir los ojos de nuevo, alzó su mano buena y acarició la mejilla barbuda del hombre. Ambos estaban en silencio cuando sintieron el Helicarrier comenzar a disparar, mientras que los otros dos también lo hicieron, atacándose entre sí.

«Funcionó» pensó con una media sonrisa en sus labios. «Steve lo logró

Quizás en otra vida tendría la oportunidad de sentirse orgullosa de sus capacidades programadoras. Tal vez también podría haber visto el rostro de su padre retorcerse de la ira cuando se diera cuenta de que todo lo que había construido por años, se desmoronaba ante él.

Sólo al percatarse de ello, permitió que su cuerpo se relajara por completo, sabiendo a ciencia cierta que había logrado su cometido. HYDRA había sido descubierta y destruida de frente. Bucky ya no tendría que estar bajo su control y sería libre, también estaría acompañado. Ya no la necesitaba más.

«Estará bien. Tiene a Steve

Las naves se estaban destruyendo unas a otras, pues lo que las tarjetas habían hecho fue cambiar los blancos de la organización terrorista. Se habían eliminado miles de millones de objetivos humanos para dejar solamente tres Helicarriers. El ruido de los impactos y explosiones le parecieron lejanos, cuando de repente sintió que fue casi lanzada lejos de Bucky, pero no pudo reaccionar a tiempo y terminó golpeándose la cabeza.

Una estructura habría caído encima de ella si no hubiese sido por el Soldado, quien fue rápido para sacarla del camino, pero él terminó siendo la víctima, quedando atrapado bajo el metal.

Estaba desesperado, tratando de escabullirse y regresar con Alexandra, pero no lograba moverse. Así que dejó salir un fuerte alarido de enojo, de frustración por no poder acercarse a la fémina. Ella lo necesitaba, estaba muriéndose.

A pesar de las serias heridas del Capitán, éste logró llegar a ellos. Vio el cuerpo de la agente Pierce, su tono de piel pálido y enfermizo y estaba inconsciente. No podía sacar a nadie sin la ayuda de Bucky, por lo tanto, se acercó a él y le ayudó a alzar la estructura de su cuerpo para liberarlo, a pesar de las numerosas heridas de guerra que todos ellos portaban.

El castaño lo ignoró por completo, teniendo la vista clavada siempre en la castaña rojiza a la vez que también hizo presión hacia arriba para poder salir de ahí. Sus ojos, los cuales antes habían estado desprovistos de emociones, se llenaron de preocupación y desesperanza. Apenas tuvo el espacio suficiente para moverse, el Soldado se arrastró y se levantó, con el brazo derecho inmóvil al costado de su cuerpo.

Tenía la mente hecha un remolino que no le dejaba pensar ni ver con claridad. Miró al hombre rubio y supo que su misión no estaba completa. Luego llevó su vista hacia la mujer desmayada y notó que tampoco había completado esa misión. La recordaba; recordaba su responsabilidad para con ella.

"Mi misión es protegerte."

—Tú me conoces —habló el Capitán en una cansada exhalación.

—¡No es cierto! —exclamó con renovada ira, lanzando un puñetazo de metal a la cara del rubio.

Estaba completamente frustrado. Había fallado en todo y las palabras del Capitán Rogers lo enardecían a seguir luchando en su contra.

—Bucky —dijo Steve recuperándose del ataque mientras se levantó del suelo —, me conoces de toda la vida.

Sintió que los músculos de sus cejas saltaron al escuchar llamarlo de esa manera. Sólo ella lo llamaba así. ¿De dónde sabía él eso?

Con un gruñido, volvió a golpearlo en el rostro.

—Tu nombre... es James Buchanan Barnes. —Se levantó de nuevo. Rendirse nunca fue algo que lo caracterizara.

Sin darse cuenta, la voz de Alexandra retumbó en su cabeza: "Recuerda eso: tú eres James Buchanan Barnes."

—¡Cállate! —Volvió a atacar, sintiendo que su cabeza estaba a punto de explotar, exasperado por la voz del rubio y por las que comenzaron a sonar en su mente.

—No pelearé contigo —declaró dejando caer el escudo —. Eres mi amigo y necesito tu ayuda para sacarla de aquí, antes de que sea demasiado tarde.

Hubo un silencio en medio de todo el caos del exterior, que se parecía mucho más al caos que representaba y personificaba su interior. Las palabras dichas por su contrincante sonaban lógicas y cercanas al deseo que tenía, pero el programa incrustado en su cerebro por HYDRA y sus memorias destruidas no le dejaban razonar con claridad. El Soldado del Invierno ganaba la lucha, dejando a Bucky enterrado en las profundidades del olvido, desesperanzado y sin razón de volver, porque no se sentía capaz de lograrlo sin ella.

Bucky Barnes estaba cansado, débil y destruido.

Al ver que Rogers tenía intenciones de acercarse a la castaña rojiza, le hizo reaccionar. Se abalanzó una vez más sobre el hombre, buscando una pelea que nunca llegó.

—¡Trato de salvarla! —se explicó —. Cuando te recuperes, cuando recuerdes quién eres y todo esto que viviste... te arrepentirás mucho si dejas que Alexandra muera aquí. Te ha salvado y los dos tenemos una deuda muy grande con ella.

Pero el Soldado hizo oídos sordos a aquello y tumbó con fuerza a Steve al suelo. Se posicionó sobre él para seguir atacándolo.

—¡Tú eres mi misión! —gritó golpeándolo una y otra vez —. ¡Todo esto es tu culpa!

—Termina entonces —susurró el rubio rendido y Bucky detuvo sus asaltos abruptamente. Una nueva expresión de reconocimiento horrorizado se hizo presente en su rostro —. Porque yo siempre estaré contigo hasta el final de la línea.

Quizás esas fueron las palabras exactas que el Soldado debió escuchar, porque no volvió a lastimarlo y sólo se quedó pasmado observando al hombre bajo su cuerpo. Algo había despertado fuertemente en su interior que le impidió seguir lanzando golpe tras golpe. Tenía los ojos abiertos con millones de emociones surcando su mirada, atormentando sus acciones y decisiones.

En ese momento, el Helicarrier comenzó a temblar con mucha más violencia y el vidrio que hacía de suelo para ellos se terminó de quebrar por completo. El corazón de Bucky se saltó un latido al ver que los cuerpos del Capitán y la mujer cayeron al agua, mientras que él se aferró con su brazo de metal a la nave que descendía también.



►                    Con un gemido de dolor, Alexandra Pierce empezó a retomar la consciencia.

Sintió su cuerpo ser sostenido una vez más en los brazos de alguien, antes de que unas manos comenzaran a hacer presión en su abdomen. Abrió los ojos y un quejido salió de sus labios temblorosos. Pequeñas gotas caían sobre su rostro, por lo que tuvo que parpadear varias veces hasta que pudo centrar su mirada sobre la persona que la estaba cuidando.

Sus orbes chocaron con unos brillantes irises azules, cargados de culpa, arrepentimiento y preocupación. Era una mirada humana.

Bucky estaba arrodillado a su lado, inclinándose hacia ella, evitando que siguiera sangrando gracias a la bala que seguía incrustada en su abdomen, acompañando la herida recién tratada de días anteriores. El castaño oscuro también estaba completamente mojado y las gotas que caían sobre la cara de la fémina provenían del cabello del hombre.

La agente Pierce dejó escapar un suspiro tembloroso y miró como pudo a su alrededor. Estaban a orillas del río Potomac y a unos cuantos metros, los cuarteles generales de SHIELD en ruinas junto a las maquinarias, también destruidas, en las aguas. Pudo divisar a Steve inconsciente sobre la arena. James los había rescatado a los dos.

—P-perdón... perdón —murmuró el hombre, comenzando a impacientarse al ver a la castaña rojiza cada vez más débil.

Alexandra volvió su vista hacia él y, con todo su cuerpo protestando adolorido, llevó su mano buena hacia el rostro del hombre para acariciar su mejilla rasposa.

—No te preocupes, todo estará bien.

O al menos eso era lo que ella esperaba. Sentía que ahora sí podía irse, sabiendo que el imperio terrorista que dirigía su padre quedó finalmente al descubierto.

—No, no está bien. Yo hice esto.

En ese momento se escucharon los sonidos de ambulancias y sirenas acercándose al lugar. La mujer no tenía que ser la más inteligente para saber de sobra que eran para Steve, después de todo, él era el verdadero héroe.

—Escúchame: tienes que irte de aquí. —Empezó a asentir al ver que Bucky negó con la cabeza reptidas veces —. Tienes que salir y ocultarte ya mismo.

Él no se movió de su sitio y siguió en su posición.

—No te voy a dejar, no me iré sin ti.

—¡Bucky! No puedes quedarte conmigo, te arrestarán o quizás te maten. —Un sollozo se escapó de su boca —. Ya no puedo protegerte, soy una criminal para el gobierno y las sobras de HYDRA me querrán muerta. ¡Debes correr lejos de mí y nunca volver!

Si ella no estuviera tan herida y exhausta, lo acompañaría en un latido, con los ojos cerrados y sin dudarlo. Esa siempre había sido la idea que ella había tenido en su cabeza hasta el día en la bóveda, cuando volvieron a manipular de James y tener devuelta al Soldado. Pero ya no era posible y tenía que dejarlo ir. Lo único que la calmaba era que Rogers no descansaría hasta encontrarlo y ayudarlo, lo cual era suficiente para ella. Tenía que ser suficiente para ella.

Alexandra tendría que aprender a soltar, a pesar de no sentirse del todo cómoda con ello.

—No te voy a dejar —repitió roncamente —. No quiero hacer eso, tú... yo...

Eso la hizo sonreír con lástima.

—Te entiendo, pero te tienes que ir.

Tal vez había sido el miedo de expresar en palabras, tal vez fue el miedo de saber lo que existía en medio de ellos dos y que la impulsaría a hacerle caso y levantarse para irse de ahí con él. No obstante, al final del día, ella sabía que no valía la pena volverlo a poner en peligro por su egoísmo. Además, las palabras sólo eran decoración de lo que flotaba en ambas almas y ellos dos eran conscientes de ello sin duda alguna.

Reunió fuerzas y lo agarró del cuello del chaleco de su traje, lo usó para alzarse un poco y acercar su rostro al de él para así poder besarlo.

Por un momento el hombre no reaccionó y se dedicó a quedarse estático, ejerciendo la presión sobre la herida que él mismo había causado. Sin embargo, no pasaron muchos segundos cuando creyó sentir su corazón derretirse y acelerarse al mismo tiempo en su pecho, en aquella simple acción que su subconsciente llevaba anhelando muchas semanas.

El Soldado del Invierno habría reaccionado de manera distinta, pero alguien más, Bucky Barnes, sabía que era lo correcto.

Los labios de ambos se acariciaron con insistencia. Se rozaron y presionaron, haciendo que un maravilloso calor se apoderara de sus cuerpos y sus almas. No obstante, asimismo como empezó, pronto acabó.

Alexandra se separó y se alejó de él, volviendo a dejarse caer sobre la tierra húmeda.

—Cuide sus heridas, Soldado, y no vuelva por mí. ¡Es una orden! —exclamó sintiendo las lágrimas rebosar de sus ojos tristes.

El tono de voz que ella usó lo confundió y no supo qué hacer en un principio, pero al observar la forma en que la mirada de la mujer se endureció, su cuerpo actuó solo. Se levantó y retrocedió, incapaz de despegar sus orbes de la agente, pues sentía que todo lo que necesitaba se le quedaba atrás.

Después le dio la espalda y escapó.

La castaña rojiza suspiró y comenzó a llorar nuevamente, mientras sus ojos no se despegaron de la figura de Bucky, que cada vez se hizo más lejana y borrosa. Cuando no lo pudo ver más desde su posición, dejó caer su cabeza otra vez y cerró los ojos, permitiendo que aquel remolino de emociones y sentimientos enredados en su interior se asentara poco a poco.

Se sentía en paz. Confiaba en que él estaría bien, lo que significaba que ella también lo estaría.

Lo que siempre había querido era salvarlo, no por lástima, sino porque debía hacerlo y porque...



Steve se despertó y lo primero que escuchó fue una suave canción. Seguidamente abrió los ojos y observó como pudo el espacio en el que se encontraba, dándose cuenta de que estaba en una camilla en el hospital. La luz que se filtraba a la habitación era suave, gracias a las cortinas tapando la ventana, por lo que no resultó molesto para sus recién despiertos ojos azulinos. Volteó un poco la cabeza hacia su derecha y vio a Sam Wilson sentado a un lado, leyendo algo que no reconoció.

—A tu izquierda —dijo en un murmullo ronco.

El moreno alzó la vista apenas lo escuchó y reconoció la frase y sonrió un poco, agradecido de ver a su amigo despierto. Las noticias de cómo lo habían encontrado resultaron preocupantes en un principio, pero el suero en el sistema del Capitán empezaba a hacer efecto sobre sus heridas y energía.

—Hey, tómalo con calma —aconsejó Sam levantándose de su puesto al ver que el rubio trató de incorporarse en la cama.

—¿Bucky...? —preguntó a medias sin hacerle caso al pelinegro, quien suspiró y bajó la mirada.

—Debió haberlos sacado a ti y a Alexandra del río, pero desapareció.

El corazón de Steve pegó un salto en el segundo en que todo lo sucedido regresó a su cabeza de sopetón.

—¡Alexandra! Ella... —Abrió los ojos más de lo necesario —. ¿Ella está...? —Se encontró incapaz terminar la frase.

Sam hizo una mueca y comprendió la preocupación de su nuevo amigo. Recordaba a la perfección lo reacio que había estado Steve al momento en el que la agente llegó a ayudarles, pero ahora estaba convencido de que algo más había pasado en su ausencia. De igual forma, justo como Nick Fury había expresado: el mundo nunca podría terminar de pagarle tremenda deuda a Alexandra Pierce.

—Está a unas cuantas puertas —le anunció —. Tuvo la suerte de no recibir tantos disparos como tú, más su brazo roto. Incluso así, tú estuviste considerablemente peor.

—HYDRA —recordó —. La estarán buscando, usarán cualquier forma de llegar a ella —analizó queriendo levantarse, pero fue detenido.

—Ya estamos en eso. Romanoff y Hill se han encargado de cuidar su habitación.

No era ningún secreto que la vida de la castaña rojiza peligraba después de haberse lanzado a traicionar, no solo a su propio padre, sino a toda una organización que había sido fundada más de setenta años atrás.

—¿Ha dicho algo sobre Bucky? —curioseó esperanzado, aunque agachó la mirada, no siendo capaz de ver la expresión de Wilson.

—No... —suspiró con suavidad, pues sabía que era un tema muy delicado para Steve —. Han pasado muchos oficiales y detectives a interrogarla. Hasta el presidente querrá hacerlo en este punto.

El rubio bufó, dándole toda la razón. No quería pensar por lo que estaría pasando la mujer, quien claramente era la que poseía toda la información crítica que les ayudaría de sobremanera.

—¿Qué tanto ha dicho?

—Todo —soltó de inmediato —. Dio las coordenadas de un bunker bajo su nombre donde se encontró información recolectada sobre HYDRA por ella que ni siquiera Natasha sacó a la red.

—Y ni una palabra de Bucky...

—Ni una —corroboró Sam —. Al parecer tuvo un arranque de enojo por lo que dijo un federal sobre tu amigo, porque tuvieron que esposarla.

Steve alzó la mirada horrorizado.

—¡¿Esposarla?!

El moreno asintió, corrió el asiento para mirar hacia Steve y se sentó.

—Las personas están asustadas. El gobierno no sabe en quién confiar. El nombre de Alexandra Pierce y su rostro está por todo el internet al lado de HYDRA —informó desganado —. Incluso Romanoff estuvo en la corte... por un momento creí que la encerrarían.






Editado.

Bueeeeeno... esto se siente raro jajajajajaja
Creyendo que todo había quedado gud y nos damos cuenta que Alex está en serios problemas con el gobierno y el mundo entero en general :(
Lo que hizo Natasha al sacar toda la información a la red, junto con la evidencia que Alexandra cedió, quiere decir que todos sus crímenes han quedado al descubierto también, así que prepárense para los diferentes tipos de confesiones que se vendrán.

Lamento un poco que haya vuelto a quedar tan largo esto, no lo esperaba xdd

Muchas gracias por todo el nuevo apoyo, significa el mundo para mí. No olviden dejar sus hermosos votos y comentarios.

¡Feliz lectura!


a-andromeda

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