Cálida oscuridad.
Era la quinta copa de vino que se tomaba en la noche. Desde que su mejor amigo le dio plantón, poco le importaba continuar con los expedientes y las reuniones que tendría el día siguiente. ¿Tan difícil era estar en compañía? ¿Desde cuando su mejor amigo tenía más planes?
Hoseok se quedó observando con la mirada perdida todas las carpetas y papeles que se amontonaban solos en la pequeña mesa del salón. Ni siquiera le gustaba el vino, era agrio y seco pero indirectamente le recordaba a cierta persona de la cual no había tenido noticias desde la tarde. Acabando con la botella, cerró los expedientes y se apoyó en el respaldo del sofá. Tenía calor, estaba mareado y enojado. En lo que llevaba de amistad con Changkyun, nunca le había fallado. Es más, era el primero que siempre disponía de tiempo para verse con el peli-negro porque aunque pasarán el día juntos encerrados en el bufete, eran pocas las veces en las que tenían tiempo libre para ser amigos y no sólo compañeros de trabajo.
— Seguro que está con ese chico. - Dijo pasándose la mano por el cabello. El alcohol empezaba a subir a la cabeza y el valor se volvía más insoportable. Cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás y se desabrochó los primeros botones de la camisa.
Creía empezar a alucinar por el vino cuando escuchó la puerta ser aporreada. No hizo caso. Pero los golpes continuaron. Terminó levantándose para recibir a quien sea que fuera el que lo molestaba. Con las manos torpes y la vista cansada, abrió la puerta.
— Sabía que el alcohol era malo para mi...- se apoyó en la puerta viendo al chico que lo visitaba. — ¿Qué haces aquí?
— Si me dejas pasar, te lo digo.
Hoseok repasó de arriba a abajo con la mirada al chico que esperaba impaciente ser bien recibido. Parecía que había salido con prisa de su casa, vestido con una sudadera y unos jeans que se ajustaban a sus contorneados muslos. Abriendo la puerta, dejó que el chico alto pasara.
— Ahora dime.
— Wonho, ¿por qué actúas con tanta hostilidad? - acortó la distancia - Simplemente sentí que debía venir. ¿Qué hay de malo en eso?
El mayor negó con la cabeza y terminó con esa distancia que los separaba. Posó sus manos en la pequeña cintura del menor y besó su mandíbula.
— Quería verte también pero ha sido un mal día. Lo siento.
Hyungwon sonrió y tomando al mayor de las manos, caminaron juntos hasta el sofá. Se asombró al ver la botella de vino vacía y montañas se papeles sobre la mesa. Hoseok se sentó y tiró del alto para sentarlo a horcajadas sobre él. Paseó las manos por sus muslos, después por su culo y por último su cintura, dejando pequeños apretones sobre su piel canela.
— Siempre que tengas un mal día, no dudes en llamarme... - acarició su mandíbula con el dedo antes de acercarse y besarlo en los labios. - Te echo de menos...
— ¿Cuánto? - le provocó con la mirada.
— Más de lo que podrías imaginar. Quiero verte todo el tiempo - le agarró de los hombros y plantó un beso en sus labios. - Quiero estar a tu lado - otro efímero beso. - Quiero que me toques, que me beses hasta quedar sin oxígeno... - bajó los besos hasta su cuello. - ¿Y tú? Dime que también me extrañas.
— Lo hago. - Siguió con la mirada al peli-largo que se zafaba de su abrazo para bajar por sus piernas hasta quedar de rodillas frente a él.
Hyungwon sonrió con una mirada llena de amor a la vez que utilizaba sus traviesas manos para deshacerse del cinturón que apretaba la cintura del mayor, bajó la bragueta del pantalón de traje que aún traía puesto y rozó la extensión que palpitaba bajo la tela. Hoseok echó la cabeza hacia atrás, dejándose hacer por el alto postrado a sus pies, sintiendo el alcohol subirle a la cabeza y controlar sus emociones más primarias.
— ¿Es buena idea? - preguntó seguido de un grave gemido cuando el menor liberó su miembro y lo acarició con la mano.
— No estoy haciendo nada malo o, ¿si? - alzó las cejas provocativo. - Si no quieres mirar, está bien...
Hoseok inmediatamente lo miró. Tenía una postura tan sumisa y tan rebelde a la vez, que no pudo evitar pensar que Hyungwon no había cambiado en absoluto. Seguía siendo arrogante y hacia lo que a él le parecía bien, siempre con ese carisma tan provocativo y adorable. Hoseok seguía locamente enamorado de él, nunca había podido pasar página y claro está, después de resolver el problema que les concernía a ambos, ¿porque no disfrutar del ahora y superar el pasado? Tenía a Hyungwon entre sus piernas apunto de hacerle una mamada porque quería hacerle sentir bien.
— Wonho, te dejo que marques el ritmo...- se mordió el labio inferior y acercó su rostro al pene ya erecto del mayor, largando un suspiro sobre el glande provocándole un escalofrío que le erizó la piel.
Hoseok subió su mano hasta la cabeza de Hyungwon y peinó su cabello, ondulando algunos mechones con sus dedos que caían con gracia sobre su frente. Afirmando con la cabeza, Hoseok le dio permiso para empezar a utilizar su boca. Sintió a los segundos después, la cavidad caliente y húmeda del pequeño rodear su extensión. No recordaba cuán intenso era el placer que llegaba a sentir cuando le hacían una felación. Arqueó la espalda cuando el menor lamió las venas sobresalientes del tronco, sus labios gruesos volviéndose color cereza y la saliva recorriendo las comisuras de sus labios.
— ¿Dónde...has aprendido a hacer eso? - buscó su mirada, indomable y por el contrario, tan inocente.
Sacándose el miembro del mayor del boca acompañado de un húmedo chasquido, Hyungwon se lamió los labios y sonrió. Sus ojitos avellana brillando con luz propia y sus mejillas sonrosadas.
— En realidad, esto sólo me atrevo a hacerlo contigo.
— Espero que siga siendo así, Hyungwon.
El alto sintió su corazón palpitar como un caballo a galope, rápido, fuerte. Sin continuar la conversión, prosiguió con la felación. Se encargó de lamer como si se tratará de la más sabrosa paleta de helado del mundo la extensión del pene, masajeando con su mano libre los testículos y succionando el glande. Mojando sus labios del pre semen y yendo sus oídos de los deliciosos gemidos graves de Hoseok. Quería más, mucho más. Quitarle todas las penas, hacerle sentir bien, único y especial. Quería entregarle todo lo que tenía, placer, compañía y amor. Hyungwon ahuecó sus mejillas y relajo los músculos de su garganta para alcanzar todo el pene. Su pequeña nariz rozó la pelvis de Hoseok. Solo podía respirar por ella, se estaba ahogando pero le gustaba.
— Ey, idiota... - cogiendo algunas de las hebras negras, tiró del cabello del menor, retirando su polla de la húmeda y caliente boca que tanto le estaba fascinado. - No seas tan goloso. - sonrió.
Hyungwon, muerto de la vergüenza y bastante caliente por las reacciones tan salvajes e íntimas del mayor, volvió a hacer lo mismo, llenándose con el pene de Hoseok, mirándolo a los ojos y acariciando sus muslos vestidos por el traje. La burbuja en la que se encontraban estalló cuando el teléfono de Hoseok comenzó a sonar. El pequeño se separó de él limpiándose los labios y mirándolo fastidiado. Se suponía que nadie esperaba a Hoseok en la noche. Hyungwon sabia que su mejor amigo la estaba pasando con Jooheon.
Sacando el teléfono del bolsillo trasero, atendió la llamada. Para su sorpresa, era nada más y nada menos una de las personas de la que menos quería saber en este momento.
— Buenas noches, Doctora Wheein.
En cuanto Hyungwon escuchó el nombre de la profesional, su enojo aumentó. Su respiración comenzó a acelerar y sus dedos comenzaron a hormiguear por la inminente ansiedad. Hoseok lo observó, y excitado por su actitud celosa y de niño caprichoso, tomó al pequeño del cabello e hizo que siguiera con la felación.
— Hoseok, ¿te molesto en este momento?
— No, no hace un momento terminé de trabajar.
Hoseok intentó con todas sus fuerzas no parecer desesperado y soltar jadeos y gemidos. Pero Hyungwon era demasiado bueno y sus celos se convertían en lametones y secciones en la cabeza de su pene.
— Mhmm, ¿de verdad que te pillo libre?
— A-ha sí - levantó la cadera arremetiendo contra la garganta del pequeño. - ¿Qué necesita?
— No es nada profesional. Verás... - escuchó una risa tímida - La semana que viene es mi cumpleaños y me encantaría tenerte en mi fiesta.
— Suena genial.
Hyungwon se alejó de él y quitándose los pantalones y ropa interior, se sentó sobre el mayor, comenzó a mover sus caderas sobre la polla necesitada del mayor y con las manos temblorosas, le arrebató el móvil, puso el manos libres y lo dejó encima del sofá. Cerca de ellos para que la mujer escuchara bien. Hoseok agarró al alto de la cintura y sin previo aviso, lo penetró. Un gemido desde el fondo de su corazón escapó de sus labios y fue entonces cuando la mano grande y fuerte del mayor, le tapó la boca.
— ¿Estás con alguien?
— N-no, Doctora. Sigue hablando, por favor.
Porque de cierta manera le excitaba que el pequeño respondiera por parte de sus celos y enojo. Hyungwon apoyaba sus manos en el pecho del mayor y comenzó a brincar sobre la polla que entraba y salía de su estrecha entrada. La mano que lo callaba, no dejaba que sus exclamaciones ocuparan espacio en la sala.
— Solo era eso, quiero que vengas a mi cumpleaños porque aparte de mi paciente eres como un amigo.
— ¿Amigo? - preguntó confuso. Esperando una respuesta, besó a Hyungwon. Besó sus hombros, su cuello, su mandíbula, sus labios. No se había venido en la boca del menor pero podía saborear su esencia aunque sólo fuera de pasada.
— Te enviaré la dirección de mi casa mañana... Si te resulta incómodo puedes llevar a alguien. Aunque, preferiría que estuvieras solo.
— Claro, iré. D-Doctora, tengo que colgar.
— Wonho... - habló con la voz entrecortada el pequeño. Sus saltitos habían bajado de intensidad y podía sentir su polla ser seccionada por el interior del alto.
— ¿Hoseok?
Sin mirar, el pelinegro cortó la llamada. Ambos chicos iban a estallar y lo único que necesitaban era escucharse el uno al otro. Hoseok liberó la boca del peli-largo y atacó sus labios. Notaba que el chico no tenía mucha más energía así que dejando que este lo abrazara y ocultara su rostro en la curvatura de su cuello, le tomó de las caderas y lo ayudó. Se estaba masturbando con el cuerpo del pequeño, oía los leves jadeos contra él y su aliento chocar contra su piel. Alzando las caderas, penetró a Hyungwon con fuerza y estocadas cortas. Sin dejar que procesara lo que estaba haciendo. Ambos culminaron en el orgasmo, Hyungwon manchó la camisa del mayor con su semen y el mayor dejó su espesa y caliente esencia en su interior. Hasta ese momento no se dio cuenta de que era la primera vez que lo hacían sin protección y se hubiera sentido culpable pero el pequeño entre sus brazos no mostraba signos de dolor al haber sido embestido a la fuerza.
— No tienes porqué ponerte celoso de mi terapeuta - acarició su espalda por debajo de la sudadera holgada.
— ¿Olvidas que no me trasmite buena confianza? - dijo adormilado. - Se cree que sois amigos y quiere que estés en su cumpleaños... Que mierda.
— Tengo que ser cordial con ella. - Ladeó la cabeza para besar el puchero que ponía el menor. - ¿Estás bien?
— Llevame a la cama y dame mimitos hasta que me duerma - dejó un beso en los labios suaves del mayor.
Hoseok soltó una risa y cogiendo al alto en brazos, dejando todo por medio en la sala, se metió en la habitación y tumbó a Hyungwon en su cama, desnudándose y apagando las luces. Las sabanas estaban frías en comparación con sus cuerpos, así que cogiendo eso como excusa, se abrazaron y besaron hasta quedar sumidos en el sueño.
Su amada oscuridad, la que antes lo acompañaba en soledad y miedo, ahora ya no era fría, sino que estar acompañado de ese alguien lo hacía sentir cálido y feliz por dentro. Sonreía, estaba en paz. Podía parecer que no lo necesitaba pero se estaría mintiendo a él mismo. Hoseok amaba a Hyungwon. Y a diferencia de como pensaba en el pasado siendo solo un niño, ahora no se permitiría ver más allá de lo que tenía delante.
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