Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El diablo⁷

Holy shit!

No hablaba inglés, pero en momentos como éstos me creía bilingüe. El miedo podía hacerte pasar malos momentos, créanme.

Estaba clara que mi cerebro estaba dándome órdenes — Corre, perra, corre — pero mi cuerpo no acataba ninguna.

Como el tonto frente a mí se hiciera el inocente y no me recordara, le iba a estampar una piedra mucho más grande, pero en su carota, por presumido y maleducado.

Me estaba ahogando en la rabia de tan solo pensarlo. Idiota.

El pelinegro se cruzó de brazos adoptando una pose más despreocupada y sonrió en mi dirección.

— ¿Desde cuándo vas por la vida con esas fachas? — se burló observando mi "outfit".

Ni me importó mucho que se riera de mí, ya estaba acostumbrada a las burlas. En mi familia si no sabías reírte de ti mismo, no sobrevivías. Así que no implicaban nada para mí sus palabras, eso me lo pasaba por el arco del triunfo.

— ¡Qué interesante! Déjame anotarlo en mi cuaderno de cosas que me valen una mierda — alcé una ceja copiándole la pose de brazos cruzados.

Su rostro se desfiguró en una mueca penetrándome con esa mirada oscura que aveces, no lo voy a negar, me daba miedo.

— ¿Por qué hablas tan mal? — inquirió dando un paso en mi dirección.

— ¡Ay, disculpa mis putos modales! — le incordié riendo inocentemente.

Tras un suspiro agotado se dió la vuelta y tiró de su cabello. No sabía si preguntarle si le sucedía algo o escabullirme sin que se diera cuenta, pero teniendo en cuenta que mañana le volvería a ver en el gimnasio, no era muy buena idea lo de escaparme, al final de la jornada tendría que encararle de igual forma. Estaba jodida de todas las maneras posibles. Tendría que ponerme a trabajar para pagar ese parabrisas y tenía que grabarme en la cabeza no patear nada más en la calle si no quería otra catástrofe de éste tipo.

— Oye...

— ¿Qué haces tan tarde y sola en la calle, HyeMin? — me interrumpió.

Fruncí el ceño, nunca me había llamado por mi nombre completo. Algo pasaba y no me estaba enterando de nada.

Vale, ¿desde cuándo me preocupaba por éste?

No reparé el momento exacto en el que me agarró de un brazo y prácticamente me arrastró sacándome de la oscuridad del callejón apestoso. Suspiré, mi nariz sintiéndose aliviada de no olfatear más el aire tóxico de ese ambiente.

Nos detuvimos una vez estuvimos frente a su auto. Entrecerré los ojos fijándome en la pequeña ranura que la piedra había hecho en el cristal del parabrisas. No era para tanto, pero como el tonto era un exagerado, podía jurar que  no saldría ilesa de ésta situación.

Soltándome el brazo se giró y me encaró, una sonrisa macabra adornando sus labios.

¡Carajo, ahí viene el diablo!

— Te perdonaré que hayas dañado mi coche con una condición — soltó, muy feliz para mi cordura.

Fue mi turno de acribillarlo con mi mirada amenazadora. Nada bueno iba a salir de acá, de eso estaba muy segura.

— Debes ser mi sirvienta hasta que termines el entrenamiento.

¡El diablo!

Solté una carcajada.

Rezaba para que entendiera que cuando una mujer reía en medio de una discusión era porque su parte psicópata se había activado. ¡Corre, esperancito, corre!

Era como en esos momentos cuando un adolescente de trece años te decía "no sabes todo lo que he vivido" y te daban ganas de decirle "mira aborto de la naturaleza sal de enfrente de mí antes de que no responda".

— Sí, cuando nieve en el infierno — me mofé.

— Hye...

— ¿Hermano necesitas una mano con el coche?

Un chico vociferó del otro lado de la calle haciéndonos mirar en su dirección.

Una camioneta negra estaba parqueda y tres pares de ojos estaban fijos en nosotros esperando alguna respuesta de nuestra parte.

¡Mierda, mierda, mierda!

¿Ese era Mingyu?

No tenía miopía, veía perfectamente y ese sin dudas era Mingyu.

— ¡Lo tengo bajo control, gracias! — gritó mi entrenador en su dirección.

— ¡Llévate a tu chica a la cama y quítale ese horrible pijama, maldición!

Horrible tu trasero, estúpido.

Las risas se escucharon lejanas una vez la camioneta arrancó y el pelinegro volvió a mirarme dispuesto a seguir con su estúpido trato.

Le paré dejándolo con la palabra en la boca y no dudé en montarme en su auto.

— Oye que lo que dijeron esos chicos no sucederá — me detuvo cuando iba a cerrar la puerta del copiloto — No te voy a llevar a mi cama — puse los ojos en blanco, tenía que hacerlo callar para seguir al otro idiota matón golpeador de hermanos mayores.

— Necesito que sigas esa camioneta — pedí con nerviosismo ésta vez, no quería hacer partícipe a nadie más sobre mi venganza, pero no tenía de otra.

— ¿Por qué?

— Si lo haces, seré tu sirvienta como querías.

— Vale.

¡No podía ser más idiota!

¿Su novia no se cansaba de él?

— ¡Claro que no! — chilló en mi dirección arrugando la frente.

¿Había dicho eso en voz alta? La idiota era yo al parecer.

— Responsabilidad afectiva. Conexión humorística. Buen sexo — enumeró — De algo así nadie se cansa.

Rodé los ojos hastiada de él y de todas las barbaridades que decía. Si tuviera la posibilidad de conocerlo de nuevo, me alejaría de él desde el primer día.

¡Vaya nochecita la mía!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro