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CAPITULO 4: Un Terrible Incidente

14 de Enero

Gibraltar, España / Hora - 5:35 pm

En la base de SCaRS, Tras la revelación impactante del ilustrador, el equipo se sumió en un silencio reflexivo, cada miembro procesando la información presentada y su implicación en la misión. Sin embargo, pronto surgieron las primeras preguntas, reflejando la urgencia y la necesidad de comprender la situación en su totalidad.

—¿Cómo es posible que estas cápsulas hayan permanecido intactas durante miles de años sin ser descubiertas hasta ahora? —inquirió Anna, su mente trabajando en las posibles explicaciones detrás de este enigma arqueológico.

Benjamin consideró la pregunta antes de responder con cuidado.

—Es posible que estas cápsulas hayan sido deliberadamente ocultadas o protegidas por aquellos que las crearon —especuló—. O tal vez fueron enterradas por accidente durante algún evento catastrófico del pasado, permaneciendo ocultas hasta que fueran redescubiertas por la mano del destino.

—Entonces, nuestro siguiente paso sería recopilar más información sobre las cápsulas y los avistamientos de los monstruos, ¿correcto? —preguntó Andrew, buscando claridad sobre la dirección que debían tomar.

—Correcto, Pero lo más intrigante es que estas cápsulas parecen estar vinculadas a la reciente aparición de monstruos en diferentes partes del mundo —continuó Benjamin, su tono adquiriendo un matiz de preocupación—. Nuestros datos muestran que los patrones de energía emanados por estas cápsulas coinciden con los fenómenos observados durante los avistamientos de las bestias.

Sin embargo, fue la agente Saiyo quien planteó la pregunta que había estado resonando en la mente de muchos desde el principio.

—Entiendo la importancia de comprender estas cápsulas y los poderes que encierran, pero ¿no podríamos utilizar estas mismas energías para crear armas o tecnologías que nos permitan defendernos de las bestias? —cuestionó, su tono firme y directo, reflejando su mentalidad pragmática y orientada hacia la acción.

El ilustrador Benjamin consideró la pregunta durante un momento, su expresión seria mientras reflexionaba sobre las implicaciones éticas y morales de tal posibilidad.

—Es una pregunta válida, agente Saiyo. Sin embargo, debemos tener cuidado al manipular poderes que no comprendemos completamente. Utilizar estas energías en armas podría desencadenar consecuencias imprevistas y potencialmente catastróficas —advirtió, su tono grave y mesurado—. Nuestro enfoque debe ser primero comprender y controlar estas fuerzas, antes de considerar cualquier aplicación militar.

El equipo asintió en silencio, asimilando la sabiduría de las palabras del ilustrador. Aunque la tentación de utilizar las cápsulas como un recurso bélico era comprensible, también comprendían la necesidad de proceder con cautela y responsabilidad en el manejo de fuerzas tan poderosas y desconocidas.

Justo cuando el equipo estaba inmerso en su discusión sobre las cápsulas y las bestias, una alarma estridente resonó en la sala, interrumpiendo bruscamente su conversación. El agente Ismael se apresuró a revisar los monitores, su expresión cambiando a una de grave preocupación.

—¡Rápido, todos a las pantallas! —exclamó Ismael, señalando un monitor que mostraba imágenes en tiempo real de lo que parecía ser una bestia eléctrica causando estragos en las calles de Cádiz, España.

El equipo se reunió en torno al monitor, observando con horror cómo la bestia, con su cuerpo cubierto de relámpagos y su furia desatada, destruía edificios y sembraba el caos a su paso.

—¡Es una de las bestias de las cápsulas! —exclamó Saiyo, su voz temblorosa ante la magnitud de la amenaza que representaba la criatura.

—¡Por Dios! —exclamó Andrew, su voz temblorosa mientras contemplaba la escena con horror—. ¿Qué es eso?

—Es una bestia eléctrica —respondió Ismael, su tono grave y sombrío—. Y parece que está causando estragos en la ciudad.

El capitán Johan intervino, su voz firme y decidida a pesar del caos que se desarrollaba en la pantalla.

—¡Prepárense para la acción! —ordenó, su mirada fija en la pantalla con determinación—. ¡Tenemos una emergencia en nuestras manos, y debemos detener a esa bestia antes de que cause más daño!

—¿Cómo planeamos llegar a Cádiz? —preguntó andrew, su voz cargada de preocupación y anticipación—. ¿Tenemos algún medio de transporte preparado?

El capitán Johan asintió, reconociendo la importancia de actuar con rapidez y eficacia en una situación tan crítica.

—Tenemos un avión de combate avanzado en el hangar —anunció, su tono firme y resuelto—. Es nuestra mejor opción para llegar a Cádiz lo más rápido posible y enfrentar a esa bestia eléctrica antes de que cause más daño.

—¡Alerta Nivel 3! ¡SCaRS, despegando!

El equipo rápidamente se colocan su chaleco negro de protección en sus trajes azules, también cinturones de armamentos y con sus respectivos cascos.

La puerta de la armería se abre y todos toman su rifle, granadas y algunos pequeños drones que lo guardan en sus cinturones. Andrew es el último en tomarlo y entra a un ascensor neumático hidráulico donde cada miembro tiene el suyo.

—¡SCaRS! ¡En marcha! —ordena el Capitán.

Los 5 elevadores ascienden unos 100 metros hasta llegar hacia las instalaciones donde están ensamblando el avion. Luego, las estructuras se mueven para dar paso a un avión de combate azul plateado. Andrew se muestra sorprendido por la tecnología y la gran organización de la fábrica por mantener en condiciones las naves.

—¿Qué tipo de avión es? —preguntó Saiyo, su curiosidad despertada por la mención de una aeronave avanzada.

—Es un F-22 Raptor, uno de los aviones de combate más avanzados del mundo —respondió el capitán Johan, su voz resonando con orgullo por la formidable máquina que tenían a su disposición—. Tiene capacidades furtivas, velocidad, y esta armado con misiles y un cañón láser Banisher.

Uno a uno, el equipo ascendió por la rampa de acceso al avión, encontrando sus respectivos asientos en el interior de la cabina. El interior del avión estaba equipado con la más avanzada tecnología, con pantallas táctiles y paneles de control que se extendían a lo largo de la cabina.

—¡Es impresionante! —exclamó Andrew, su voz resonando con asombro—. ¡Nunca había visto algo así!

—¡Es hora de ponerlo en acción! —exclamó el capitán Johan, su voz resonando con determinación mientras se dirigía hacia la puerta del hangar—. ¡Prepárense para la misión, equipo!

—¡Todos listos! —anunció Ismael desde la cabina de mando—. ¡Despegamos en 3... 2... 1...!

Una compuerta de la represa se abre, los propulsores de la nave hacen un rugido ensordecedor, los motores del avión cobraron vida, llenando el hangar con el sonido atronador de su poder. Lentamente, el avión comenzó a moverse, deslizándose por la pista de despegue antes de elevarse majestuosamente hacia el cielo, dejando atrás el suelo firme y adentrándose en el vasto horizonte azul.

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Cadiz, España

Por otro lado, la gente corre por sus vidas por las vías. Una bestia de 4 metros eléctrico aparece y libera una gran cantidad de descargas eléctricas a la gente matándolos en el acto. Los policías disparan en contra la bestia, tratando de detenerlo.

Mientras el avión se aproximaba a Cádiz a toda velocidad, la situación en tierra se volvía cada vez más desesperada. La bestia eléctrica continuaba su despiadado ataque, lanzando rayos de energía que destrozaban edificios y sembraban el caos entre la población indefensa.

—Habido fallas de energía alrededor de la zona hace unos momentos. Las lecturas muestran un registro extraño de generadores destruidos —dijo Ismael para luego mostrarlo en la pantalla.

Desde la cabina de mando del avión, el capitán Johan observaba la escena con determinación, su mandíbula tensa y sus ojos fijos en el objetivo.

—Grandes movimientos corticales extraños se han detectado cerca del parque publico. Apresurémonos al lugar para investigarlo. Nos aproximamos al área del ataque. Preparen los sistemas de armamento y estén listos para el combate —ordenó, su voz firme y autoritaria resonando a través de la cabina.

Los pilotos asintieron en silencio, ajustando los controles y preparando las armas del avión para el enfrentamiento que se avecinaba. Mientras tanto, en la cabina de pasajeros, el resto del equipo se preparaba para cumplir su papel en la misión.

Con las órdenes dadas y el equipo en posición, el avión se aproximó rápidamente al epicentro del caos. A medida que se acercaban, la bestia eléctrica continuaba su frenesí destructivo, sembrando el terror entre la gente y dejando un rastro de destrucción a su paso.

—¡Preparar armamento! —ordenó Andrew, su voz resonando con autoridad—. ¡Estamos a punto de entrar en combate!

—¡Ahora! —exclamó el capitán Johan, su voz resonando sobre el estruendo del avión mientras señalaba hacia la bestia—. ¡Abren fuego!

El avión disparó una ráfaga de balas hacia la bestia, pero esta no mostró señales de detener su ataque. La situación se tornaba más peligrosa por momentos.

—¡No ha funcionado! —exclamó Saiyo, su voz llena de preocupación.

El capitán Johan evaluó rápidamente la situación y tomó una decisión difícil pero necesaria.

—¡Fuego real! —ordenó, sabiendo que era la única forma de detener a la bestia y proteger a la población.

El avión disparó sus misiles, impactando directamente en la bestia y causando una explosión que la hizo retroceder momentáneamente. Sin embargo, la bestia parecía no estar gravemente herida y se preparaba para contraatacar.

Luego una luz rodea al monstruo y desaparece hasta convertirse en una capsula. Un extraño encapuchado aparece por detrás de los policías y golpea con fuerza en el cráneo destrozándoles por completo, luego este toma la capsula con su mano y huye.

—¡¿Qué ha pasado?! —exclamó Andrew, su voz llena de incredulidad—. ¡La bestia... se ha transformado en una cápsula!

El capitán Johan frunció el ceño, su mente trabajando a toda velocidad para comprender la situación.

—No lo sé, pero no podemos permitir que esa cápsula caiga en manos equivocadas —declaró, su tono firme y decidido—. ¡Vamos tras ella!

—¡Debemos seguirlo! —exclamó la agente Saiyo, su determinación palpable en sus palabras—. No podemos permitir que se escape con esa cápsula.

El equipo descendió rápidamente del avión cerca a una fabrica, preparándose para la persecución. Luego se adentraron en las calles de Cádiz, siguiendo la pista de la misteriosa figura encapuchada que se había llevado la cápsula.

—¡Ahí está! —exclamó Ismael, señalando al extraño personaje que sostenía la cápsula en sus manos—. ¡Es él!

El equipo siguió al encapuchado, corriendo por las calles estrechas y laberínticas de la ciudad. Finalmente, lograron alcanzarlo en un callejón oscuro, donde el hombre misterioso se detuvo, mirándolos con cautela desde bajo su capucha.

El equipo persiguió al encapuchado por las estrechas callejuelas de la ciudad, su paso rápido y decidido no dejaba lugar a dudas: estaban cerca de descubrir la verdad detrás de las misteriosas cápsulas y la bestia eléctrica. Sin embargo, cuando estaban a punto de alcanzarlo, el encapuchado se detuvo bruscamente y sacó una esfera de plata reluciente.

—¡Cuidado! —exclamó el capitán Johan, su voz llena de advertencia.

Antes de que pudieran reaccionar, la esfera se abrió y de su interior emergió una tropa de robots de dos metros de altura, sus ojos brillando con una luz amenazante. El equipo se preparó para el combate, conscientes de que estaban enfrentando una nueva y peligrosa amenaza.

—¡Esto se está poniendo feo! —gritó Andrew, su voz mezclada con el sonido de las armas siendo preparadas.

Con rapidez y coordinación, el equipo se dispuso a enfrentarse a los robots, cada miembro utilizando sus habilidades y armas especializadas para hacerles frente. Los disparos resonaron en las estrechas calles mientras el equipo luchaba valientemente contra sus metálicos oponentes, esquivando sus ataques y buscando una oportunidad para contraatacar.

—¡Mantengan la formación! —ordenó el capitán Johan, su voz resonando sobre el estruendo de la batalla—. ¡No podemos permitir que nos detengan!

La agente Saiyo desplegando su destreza en combate cuerpo a cuerpo para enfrentarse a los robots con precisión y agilidad. Mientras tanto, los científicos utilizaron sus conocimientos técnicos para identificar puntos débiles en la armadura de los robots y aprovecharlos al máximo.

El enfrentamiento se intensificó con cada momento que pasaba, pero el equipo se mantuvo firme, decidido a no retroceder ante la amenaza que tenían delante. Con cada robot derrotado, se acercaban un paso más hacia el encapuchado y hacia la verdad que tanto ansiaban descubrir.

El combate se prolongaba en las calles estrechas y sombrías, cada paso del equipo enfrentando a los robots metálicos era una lucha contra el tiempo y el peligro. Mientras el capitán Johan dirigía la batalla, sus ojos permanecían fijos en el encapuchado, quien aprovechaba el caos para escapar sigilosamente.

—¡Andrew, sigue al encapuchado! —ordenó el capitán Johan, su voz resonando con urgencia sobre el tumulto de la lucha—. ¡No podemos dejar que se escape con esa cápsula!

Andrew asintió, su mente enfocada en la tarea que tenía por delante. Con agilidad y determinación, se deslizó entre los combates, esquivando los ataques de los robots mientras seguía la pista del misterioso encapuchado.

El encapuchado corría por las callejuelas, su figura escurriéndose entre las sombras mientras se alejaba cada vez más del tumulto de la batalla. Andrew lo siguió de cerca, su corazón latiendo con fuerza mientras se adentraba en el laberinto de calles desconocidas.

—¡No te me escapes! —exclamó Andrew para sí mismo, redoblando su velocidad mientras intentaba cerrar la distancia entre él y el encapuchado.

El sujeto se detiene y observa el techo del túnel, Andrew aparece apuntándole con su arma.

—No trates de escapar. Muévete de nuevo y disparare.

El encapuchado se detuvo y se volvió hacia Andrew, su rostro oculto tras la capucha, pero su postura revelaba una determinación igualmente feroz.

—No sabes en qué te estás metiendo, chico —respondió el encapuchado, su voz cargada de advertencia—. Déjame pasar y no te haré daño.

Andrew se mantuvo firme, negándose a ceder ante las amenazas del encapuchado.

—No puedo permitirlo. Eres el responsable de todo este caos, y necesitamos respuestas —declaró, su voz resonando con convicción.

Sin mediar palabra, el encapuchado sacó un mazo de energía de su cinturón y se abalanzó sobre Andrew, desatando un combate feroz entre los dos. Los movimientos eran rápidos y precisos, cada uno tratando de ganar la ventaja sobre el otro en medio del caos que los rodeaba.

Justo cuando la situación parece grave, una extraña luz espiral aparece y se posa en el brazo derecho de Andrew. La luz se materializa en un brazalete plateado con detalles dorados, con una deslumbrante piedra preciosa azul en el centro, rodeada de estructuras cristalinas celestes. Luego una espada de luz azulado sobre sale del brazalete.

Los dos lucharon con una intensidad desenfrenada, sus movimientos rápidos y precisos mientras chocaban en un duelo de espadas que parecía no tener fin.

La pelea continuó con ferocidad, cada movimiento calculado y preciso. Andrew se esforzó al máximo, utilizando cada vez más su destreza y agilidad para encontrar una oportunidad de vencer a su enigmático oponente.

Sin embargo, a pesar de la habilidad del encapuchado, Andrew logró encontrar una apertura en su defensa y desarmarlo, dejándolo vulnerable y sin opciones.

—¿Quién eres tú? ¡Y qué quieres con esas cápsulas! —gritó Andrew, su voz llena de determinación mientras esquivaba un poderoso golpe del encapuchado.

El encapuchado no respondió, su rostro oculto tras la capucha oscura. En su lugar, intensificó su ataque, desplegando una furia controlada que mostraba su habilidad en combate.

 Andrew dispara con su pistola hacia el sujeto, pero este es inmune. Luego, este dispara un rayo rojo de energía desde su mano derecha, Andrew se cubre con ambos brazos y remata con chispas de luz hacia su enemigo. El humo cubre el lugar, cuando se disipa, Andrew ve a sujeto sonriente.

—¿Que pasa? Mis ataques no lo hacen nada.

Andrew observó con horror mientras el encapuchado manipulaba la daga y la cápsula.

—¡Zapstrike! —declara Azgalor el nombre de la bestia para luego presionar la capsula donde suelta el rugido chirriante del monstruo.

El introduce el objeto dentro de la daga.

MonsLive, Ciber Zapstrike, active —declara una voz demoníaca dentro de la daga.

Al escanear la medalla, el sujeto dispara hacia el techo y libera a la bestia Zapstrike de 4 metros.La bestia, liberada de su confinamiento, rugió con furia mientras y rompe el techo para después atacar a Andrew liberando arcos eléctricos desde su boca.

Mientras tanto, el encapuchado se aprovechó del caos para desaparecer entre las sombras una vez más, su figura desvaneciéndose en la oscuridad del túnel mientras el sonido de sus pasos se alejaba rápidamente.

Andrew se muestra algo aterrado por lo que vio. La bestia sale de la superficie y ataca las calles nuevamente. El joven sabía que necesitaba un poder adicional para enfrentar al temible monstruo. El desliza su mano izquierdo sobre su brazalete derecho.

Una medalla de plata aparece sobre el brazalete, Andrew la sostiene en sus manos. Después inserta la medalla en la ranura del brazalete.

—¡Dimensión load!, ¡Ultimate Mercury: Original!—anuncio una voz dentro del brazalete.

Luego presiona el otro extremo del dispositivo. El brazalete en la muñeca de Andrew comienza a brillar con una intensidad deslumbrante, y una corriente de energía lo envuelve. El teniente siente una oleada de poder atravesarlo mientras su cuerpo comienza a transformarse. Su altura se dispara hasta alcanzar los tres metros, y su físico esta cubierto de una armadura reluciente plateada, Andrew emerge de los escombros como un ser humanoide completamente distinto, llamado Mercury.

El sale del subterráneo para luchar con la bestia. Se pone en pose de pelea. La bestia, sorprendida por la apariencia de Mercury, detuvo su avance momentáneamente, evaluando a su nuevo oponente con cautela.

Sin perder tiempo, Mercury se lanzó al ataque, utilizando su nueva forma para aumentar su fuerza y agilidad, esquivando los ataques de la bestia y contraatacando con ferocidad. Ambos miden fuerzas tratando de derribarse entre ellos. Mercury golpea en el pecho de la bestia, luego intenta dar otros golpes, pero la bestia se cubre con ambos brazos. Luego tira patadas en las costillas para alejar a su enemigo.

El encapuchado mira encima de un edificio observa el espectáculo muy sonriente. Mientras los agentes de SCaRS, observaba la pelea desde la distancia, sus corazones latiendo con fuerza mientras presenciaban la lucha entre el bien y el mal desplegarse ante sus ojos.

La bestia ilumina su cola larga y flexible, lo usa para golpear a Mercury, este ultimo salta a varios metros, vuela y le da una patada en su cráneo de la bestia. Esta criatura se levanta del suelo rápidamente y dispara dardos eléctricos desde sus cuernos y boca.

La bestia usa su cola como látigo para azotar a Mercury, el recibe todo el daño. Trata de cubrirse, pero el monstruo rodea su cola al cuerpo de Mercury, el monstruo libera una descarga eléctrica. Luego remata con dardos que lanza desde sus 2 cuernos. Mercury cae al suelo muy dolorido.

Mientras tanto, el equipo de Andrew observaba la pelea desde la distancia, sintiendo una mezcla de preocupación Conscientes de que necesitaban intervenir para ayudarlo, sacaron sus armas y apuntaron hacia la bestia, preparados para disparar y distraerla lo suficiente como para darle a Andrew la ventaja que necesitaba.

—La bestia es demasiado poderosa, necesitamos encontrar una manera de ayudarlo —agregó Saiyo, su mente trabajando a toda velocidad en busca de una solución.

—¡Disparen! —ordenó el capitán Johan, su voz resonando sobre el estruendo de la batalla.

La bestia, aturdida y herida pero aún furiosa, se volvió hacia el equipo, sus ojos centelleando con furia mientras intentaba localizar la fuente de los disparos.

—¡Cuidado, está viniendo hacia nosotros! —gritó Ismael, su voz llena de pánico mientras intentaban esquivar los ataques de la bestia.

Mercury se levanta y recuerda que su deber es destruir a sus enemigos. El corre rápidamente y salta a una gran altura para realizar una poderosa patada voladora.

Con un movimiento fluido, Mercury desató todo el poder de su brazalete, desencadenando una serie de poderosos ataques contra la bestia. Rayos de energía pura salían disparados de sus manos, envolviendo a la bestia en una tormenta de luz y fuerza imparable.

La bestia rugió con furia, pero el humanoide no retrocedió. Con cada golpe, cada embestida, canalizaba su energía en poderosos contraataques, aprovechando al máximo los poderes de su brazalete para mantener a raya a su enemigo.

La bestia, por su parte, no se quedaba atrás. Desplegaba todo su poder, lanzando rayos de electricidad y embestidas salvajes en un intento desesperado por derrotar a su adversario.

Mercury se lanzó hacia la bestia, esquivando sus embestidas y ataques eléctricos con agilidad sobrehumana. Con un movimiento audaz, se acercó lo suficiente para alcanzar los cuernos de la bestia, que chisporroteaban con energía.

Con un golpe preciso, Mercury desató todo su poder sobre los cuernos de la bestia, enviando ondas de energía pura que los debilitaron y los hicieron trizas. La bestia rugió con dolor y furia, su poder menguando ante el poderoso ataque de su oponente.

La bestia, agotada y herida por los golpes de Mercury, comienza a retroceder, perdiendo su confianza inicial. Mercury aprovecha esta oportunidad y lanza un golpe final con una fuerza abrumadora, haciendo que la bestia se tambalee y finalmente caiga al suelo con un estruendo ensordecedor.

Mercury crea un agujero negro en miniatura formado con sus manos, luego lo transforma en una lanza de energía en forma de doble hélice. Mercury simplemente lanza la arma al enemigo para atravesarlo y empalarlo de energía, luego el cuerpo de la bestia explota en mis pedazos.

La explosión resultante sacude la calle con una fuerza avasalladora, levantando escombros y polvo en su estela. La victoria es palpable en el aire mientras los escombros caen, dejando un silencio que anuncia el fin de la feroz batalla.

Finalmente, la batalla ha llegado a su fin. El humanoide, exhausto y con el corazón palpitando en su pecho, observa con los escombros de las calle. La victoria, aunque lograda, parece aún difícil de creer. Con un gesto resuelto, se eleva hacia el cielo, su figura se desvanece entre las nubes, dejando un eco de su poder en el aire.

El equipo observaba con asombro y admiración desde la distancia, sus corazones llenos de gratitud y admiración por la valentía y habilidad del humanoide.

—¡Lo logró! —exclamó Saiyo, su voz llena de emoción—. ¡Derrotó a la bestia!

El capitán Johan asintió con satisfacción, su mirada fija en la escena del triunfo.

—Es un héroe —dijo con orgullo—. Y ahora, debemos encontrar a Andrew y asegurarnos de que esté bien.

Entre los escombros, Andrew estaba sentado, su mente aún llena de pensamientos sobre lo que acababa de ocurrir. Fue entonces cuando sus ojos se posaron en la cápsula que había sido liberada de la bestia durante la batalla.

—¿Qué es esto? —murmuró Andrew para sí mismo, su curiosidad despertada mientras se acercaba a la cápsula entre los escombros.

Con cuidado, recogió la cápsula de plata y la examinó con atención. La superficie brillaba con una misteriosa luz, y Andrew podía sentir una energía inquietante emanando de su interior.

—Esto es... —comenzó a decir, su voz llena de asombro cuando de repente fue interrumpido por el sonido de sus compañeros llamándolo desde la distancia.

Andrew guardó la cápsula en su bolsillo, su mente llena de preguntas y especulaciones sobre su misterioso contenido. Sabía que había mucho más por descubrir sobre estas cápsulas y las criaturas que las habitaban, y estaba decidido a encontrar respuestas.

Próximo Capitulo: (CAPITULO 5: "Ataque Nocturno")

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