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CAPITULO 14: Segunda Ola

23 de Marzo / 09: 42 am

Llanos de Juncal, España

El sol comenzaba a elevarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados sobre el llano de Juncal, en España. El hombre de 55 años, con aspecto de profesor de ciencias, caminaba con paso decidido por el terreno irregular, con su mochila al hombro y un mapa en la mano.

Se llamaba Hiruma y había pasado años estudiando antiguos textos y leyendas locales que hablaban de un manantial mágico escondido en la zona. Según las historias, este manantial poseía propiedades curativas y místicas, capaces de otorgar sabiduría y poderes especiales a quien bebiera de sus aguas.

Martín había dedicado su vida a la ciencia, pero siempre había sentido una profunda fascinación por lo desconocido y lo mágico. Ahora, en su edad madura, había decidido embarcarse en esta aventura en busca del manantial.

Después de horas de búsqueda, finalmente encontró lo que había estado buscando: un pequeño manantial rodeado de vegetación exuberante y rocas antiguas. El agua fluía cristalina y brillante, reflejando los primeros rayos del sol de la mañana.

Con cuidado, Martín se arrodilló junto al manantial y llenó una pequeña botella con el agua. Observó maravillado cómo los rayos del sol parecían bailar sobre la superficie del líquido, creando destellos de luz.

Decidió tomar un sorbo del agua, sintiendo su frescura y pureza llenar su cuerpo. Cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación de paz y tranquilidad que lo invadió.

Al abrir los ojos, Martín notó que las pulseras de colores que llevaba en su brazo derecho comenzaban a brillar con una luz suave y cálida. Miró asombrado cómo los colores se intensificaban, formando un arcoíris brillante que parecía rodearlo.

Entonces, una voz resonó en su mente, clara y poderosa, hablándole en un lenguaje antiguo y sabio. Martín comprendió que había encontrado lo que buscaba: el manantial mágico le había otorgado conocimiento y poderes especiales, transformando su vida para siempre.

A medida que el profesor sumergía su brazo con las pulseras en el manantial, una energía misteriosa y poderosa parecía emanar del agua. Las pulseras comenzaron a brillar con una intensidad deslumbrante, como si estuvieran cargándose con una fuerza sobrenatural.

El agua del manantial adquirió un brillo especial, reflejando los destellos de luz que irradiaban de las pulseras. Una sensación de calidez y renovación envolvía al profesor, mientras su mente se llenaba de pensamientos claros y visiones vívidas.

El profesor se sintió transportado a un estado de pura conexión con la naturaleza y el universo. Todo a su alrededor parecía cobrar vida de una manera nueva y vibrante. Las plantas ondulaban suavemente al ritmo de una melodía invisible, y el aire estaba impregnado de una energía eléctrica y revitalizante.

Las pulseras brillaban con una luz cada vez más intensa, como si estuvieran liberando todo su potencial acumulado a lo largo de los años. El profesor podía sentir la fuerza de la magia fluyendo a través de él, llenándolo de una sensación de poder y propósito.

De repente, una voz resonó en su mente, suave y reconfortante. Era como si el propio manantial estuviera hablándole, compartiendo sus secretos más profundos y antiguos. El profesor escuchó con atención, absorbiendo cada palabra con reverencia y asombro.

Finalmente, cuando el resplandor de las pulseras alcanzó su punto máximo, el agua del manantial se calmó y la luz se desvaneció lentamente. El profesor retiró su brazo del agua, sintiéndose renovado y transformado por la experiencia.

Ahora, con su brazo adornado con las pulseras brillantes, el profesor estaba listo para enfrentar cualquier desafío que el destino pudiera depararle. Con una sonrisa en el rostro y un corazón lleno de gratitud, se levantó del manantial y emprendió su camino de regreso a casa, llevando consigo el poder y la sabiduría del manantial mágico. Esto desato unos fenómenos inusuales de arco iris invertidos en varias partes del país.

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25 de Marzo / 11: 22 am

Gibraltar, España

En la base de SCaRS, el calor del verano había comenzado a elevarse, envolviendo el ambiente en una sensación sofocante. Los miembros del equipo se encontraban en la sala de reuniones, revisando informes y preparándose para las próximas misiones.

La Oficial Saiyo, con una sonrisa en el rostro, entró en la sala llevando una bolsa llena de helados para el equipo. Su presencia fue recibida con alegría y alivio por parte de todos, quienes ansiaban un respiro del calor sofocante.

—¡Hola equipo! —saludó Saiyo, mostrando la bolsa de helados—. ¿Listos para refrescarse un poco?

—¡Por supuesto, Saiyo! Justo a tiempo. El calor aquí está insoportable —comento El Capitán Johan y asintió con agradecimiento mientras se levantaba de su asiento.

Andrew, el Teniente, se acercó a Saiyo con una sonrisa de anticipación.

—¡Helados! ¡Qué gran idea! Gracias, Saiyo.

Anna, la experta en armamento, levantó la mirada de su informe con una expresión de alivio.

—No sabes cuánto lo necesitaba. Este calor está afectando mi concentración.

Ismael, el analista de datos, asintió con entusiasmo.

—Definitivamente, es un buen momento para un poco de refrigerio. Gracias, Saiyo.

Saiyo comenzó a distribuir los helados entre el equipo, asegurándose de que todos recibieran su favorito. Mientras disfrutaban de los helados, la sala se llenó de una atmósfera más relajada y alegre, proporcionando un merecido respiro en medio de sus responsabilidades.

El Capitán Johan levantó su helado en un gesto de brindis.

—Aprovechemos este momento para recargar energías y mantenernos enfocados en nuestras tareas. ¡Salud, equipo!

El equipo sonrió y levantó sus helados en respuesta, disfrutando de este pequeño momento de camaradería en medio de sus deberes como protectores de la paz y la seguridad.

Saiyo observó al Teniente Andrew, quien estaba concentrado en la lectura de un libro sobre bestias escrito por el Profesor Hiruma. Intrigada, se acercó a él con curiosidad.

—¿Qué estás leyendo, Andrew? —preguntó Saiyo con interés, inclinándose ligeramente para ver el título del libro.

Andrew levantó la vista del libro y le ofreció una sonrisa amistosa a Saiyo.

—"Ojo de la bestia". Es un libro sobre bestias escrito por el Profesor Hiruma Genta, es de Japón. Estoy tratando de profundizar en nuestro conocimiento sobre estas criaturas para estar mejor preparado en nuestras misiones.

—Eso es impresionante, Andrew. Es importante entender a nuestros enemigos para poder enfrentarlos con éxito —comento Saiyo sorprendida.

Andrew asintió, mostrando su acuerdo con las palabras de Saiyo.

—Exactamente. Creo que cuanto más sepamos sobre las bestias, más eficaces seremos en nuestras operaciones.

—El Profesor Hiruma es un experto en bestias. Sus investigaciones han sido fundamentales para entender su comportamiento y debilidades —comento Anna, quien estaba sentada cerca, se unió a la conversación con interés.

Ismael, quien estaba revisando algunos datos en su computadora, también se unió al grupo con curiosidad.

—He oído que el destacado Profesor Hiruma ha descubierto muchas cosas nuevas sobre las bestias. Sus libros son una excelente fuente de información. El manual de contraminadas de las bestias de la F.D.G, se eta basada en el borrador escritor por Hiruma.

Saiyo asintió con aprobación, compartiendo la opinión de sus compañeros.

—Sí, definitivamente deberíamos aprovechar al máximo los recursos disponibles para estar mejor preparados en nuestras misiones. ¿Qué has aprendido hasta ahora, Andrew?

Andrew cerró el libro y reflexionó por un momento antes de responder.

—Bueno, he estado aprendiendo sobre las diferentes especies de bestias, sus hábitats y comportamientos. También estoy estudiando sus patrones de ataque y posibles estrategias para neutralizarlas con eficacia.

El equipo asintió, impresionado por el enfoque y la dedicación de Andrew en su aprendizaje. Con un nuevo sentido de determinación, continuaron su trabajo, conscientes de la importancia de estar bien preparados para cualquier desafío que enfrentaran en el futuro.

—¿Lo conoces en persona? —pregunto Saiyo con interés.

Andrew miró a Anna y Saiyo con una mezcla de nostalgia y sorpresa en sus ojos.

—Sí, el profesor Hurano fue mi profesor en la academia. Fue un mentor increíble, siempre me alentaba a superarme a mí mismo y a ser el mejor soldado que pudiera ser.

Anna y Saiyo intercambiaron una mirada sorprendida, evidentemente impresionadas por esta revelación.

—¡Vaya, eso es increíble! —exclamó Anna—. Nunca hubiera imaginado que el profesor Hurano fuera tu mentor. Siempre pensé que tenías un talento natural para la lucha.

Andrew sonrió, agradecido por los elogios de Anna.

—Gracias, Anna. Pero debo mucho de mi éxito al profesor Hurano. Él me enseñó mucho más que solo habilidades de combate. Me enseñó valores como el trabajo en equipo, la disciplina y la determinación.

Saiyo asintió, impresionada por la conexión entre Andrew y el profesor Hurano.

—Es evidente que tienes un gran respeto por él. Debe ser un honor para ti haber sido entrenado por alguien tan respetado.

—Absolutamente. El profesor Hurano es una leyenda en la academia, y siempre estaré agradecido por todo lo que me enseñó. El es excéntrico, pero nos gusta pescar, así que nos llevamos extrañamente bien —confirmo el teniente Andrew.

El equipo se quedó en silencio por un momento, reflexionando sobre las palabras de Andrew. Luego, con renovada determinación, volvieron a sus tareas, conscientes de que estaban siguiendo los pasos de un gran hombre y decididos a honrar su legado con su propio trabajo duro y dedicación.

Después, El holograma del ilustrador se materializó en el centro de la sala de control, captando la atención de todo el equipo de SCaRS.

—¡Equipo! —exclamó el ilustrador con urgencia—. Necesito su atención. Las temperaturas están aumentando rápidamente en la región. Esto podría tener consecuencias devastadoras para nuestra misión.

—¿Qué tipo de consecuencias, Ilustrador? —preguntó el capitán, con un tono serio y preocupado.

El holograma asintió, proyectando datos e imágenes a medida que hablaba.

—El aumento repentino de la temperatura puede desencadenar incendios forestales, deslizamientos de tierra y sequías en la zona. Además, el calor extremo también puede afectar negativamente a nuestros sistemas de comunicación y a la salud de nuestro equipo.

Los miembros del equipo intercambiaron miradas preocupadas entre sí, conscientes de la gravedad de la situación.

—¿Qué medidas debemos tomar, Ilustrador? —preguntó Saiyo, con determinación en su voz.

El holograma hizo una pausa antes de responder, evaluando cuidadosamente la situación.

—Primero, asegúrense de mantenerse hidratados en todo momento y utilicen protector solar para protegerse de los rayos UV. Además, es importante mantener un monitoreo constante de las condiciones climáticas y estar preparados para evacuar la zona si es necesario.

El capitán Johan asintió, asimilando la información.

—Entendido, Ilustrador. Vamos a implementar estas medidas de inmediato. Mantengan una comunicación constante y estén alerta ante cualquier cambio en la situación.

El holograma del ilustrador brilló intensamente en la sala de control, atrayendo la atención de todo el equipo de SCaRS. A medida que se estabilizaba, proyectaba imágenes de arcoíris invertidos sobre el cielo, creando un espectáculo desconcertante.

—Equipo, necesito su atención de nuevo —anunció el ilustrador con solemnidad—. Hemos detectado múltiples arcoíris invertidos en el cielo. Esto es un fenómeno extremadamente inusual y podría indicar la presencia de una anomalía atmosférica de naturaleza desconocida.

—¿Qué significa esto, Ilustrador? —preguntó Anna, con un dejo de preocupación en su voz.

El holograma parpadeó mientras procesaba la información antes de responder.

—Los arcoíris invertidos aparecieron hace dos dias. Este fenómeno óptico causado por la refracción de la luz solar en gotas de agua suspendidas en la atmósfera. Sin embargo, la aparición de múltiples arcoíris invertidos en un corto período de tiempo es altamente inusual y no tiene precedentes en nuestros registros quizá también esta la aurora invasora.

—Que raro. ¿Estuvo ahí 48 horas? —quiso saber el capitán.

—¿Podría ser obra de una bestia? —preguntó Andrew, con la voz llena de preocupación.

El ilustrador asintió, reconociendo la posibilidad.

—Es una posibilidad, teniente. Las bestias tienen la capacidad de manipular fenómenos naturales para sus propios fines. Debemos estar preparados para cualquier eventualidad y mantenernos alerta ante cualquier cambio en la situación.

El capitán Johan asintió con determinación, instando a su equipo a mantener la calma y estar listos para responder ante cualquier amenaza.

—Mantengan una vigilancia constante y estén preparados para movilizarse si es necesario. No podemos permitir que esta situación escape de nuestro control.

El equipo se preparó para enfrentar el desafío que se avecinaba, consciente de que debían estar unidos y listos para proteger a la población ante cualquier amenaza que se presentara.

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Algeciras, España / Hora - 2:34 pm

El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados mientras las olas rompían suavemente en la costa de Algeciras. El profesor Hiruma se encontraba sentado en la orilla, con su caña de pescar en mano, disfrutando de la serenidad del océano.

De repente, el sonido de pasos se hizo presente detrás de él, y al girar la cabeza, vio al teniente Andrew acercarse con su propia caña de pescar.

—¡Andrew! ¿Qué te trae por aquí? —saludó el profesor con una sonrisa, haciendo espacio para que el joven se sentara a su lado.

—Solo necesitaba un poco de tranquilidad después de todo lo que ha estado sucediendo últimamente —respondió Andrew, dejando su caña de pescar junto a la del profesor—. Pensé que pescar sería una buena forma de relajarme.

El profesor Hiruma asintió comprensivamente, mientras lanzaba su anzuelo al agua con habilidad.

—La pesca es una excelente manera de alejarse del bullicio del mundo y encontrar paz en la naturaleza —comentó, con la mirada fija en el océano—. Además, siempre es bueno pasar un tiempo al aire libre y conectarse con nuestro entorno.

Andrew observó la caña de pescar con atención, recordando las veces que su padre lo llevaba a pescar cuando era niño.

—Mi padre solía llevarme a pescar cuando era pequeño —confesó Andrew con nostalgia—. Siempre decía que era una buena manera de aprender paciencia y perseverancia.

El profesor Hiruma asintió con una sonrisa, compartiendo el sentimiento.

—Tu padre tenía razón. La pesca no solo se trata de atrapar peces, sino también de aprender lecciones importantes sobre la vida —respondió con calma—. Cada lanzamiento es una oportunidad para aprender, adaptarse y crecer.

Los dos continuaron pescando en silencio, disfrutando de la tranquilidad del momento y la compañía del otro. Mientras el sol se sumergía lentamente en el horizonte, Andrew se sintió agradecido por este breve respiro de la agitación del mundo exterior, sabiendo que siempre encontraría refugio en la amistad y la sabiduría del profesor Hiruma.

—No hemos pescado así desde que te uniste a la F.D.G. —comento el profesor y ajustó su sombrero de pescador, mirando con nostalgia la tranquila superficie del lago.

—Han pasado 5 años —dijo Andrew, con una pizca de melancolía en su voz, recordando los días pasados en la Flota de Defensa de la Galaxia.

—Has estado ascendiendo. —El profesor Hurano observó a su joven acompañante con una sonrisa sabia, reconociendo el brillo de determinación en sus ojos.

—Parece que ya lo noto. —Andrew asintió, consciente de su propio crecimiento profesional.

—A menos que el calor me este afectando —comentó el profesor riéndose, buscando aliviar la tensión con un toque de humor ante el sol abrasador que los rodeaba.

—Espero que no sea eso. —Andrew devolvió la risa, agradeciendo la ligereza del momento en medio de la conversación.

—Toma, Andrew, es carne. —El profesor extendió una bolsa con provisiones hacia su compañero de pesca.

—Estaba seguro de que era carne de bestia. —Andrew tomó la bolsa con curiosidad, examinando su contenido con un gesto escéptico.

—Incluso yo no comería una bestia. —El profesor soltó una carcajada, disfrutando del juego de palabras. —Entonces... ¿qué te trae por aquí? No es para pescar con un viejo senil, ¿verdad?

—No diga eso. En realidad... aparecieron arcoíris y auroras extrañas por todos lados. —Andrew señaló hacia el horizonte, donde los colores vibrantes del arcoíris se extendían en el cielo.

—¿Arcoíris? —preguntó el profesor Hurano, arqueando una ceja con interés.

—Profesor, ¿no investigó una bestia que tenía algo que ver con estas anomalías? —Andrew recordó las historias que había escuchado sobre las investigaciones del profesor en criaturas misteriosas.

—Por lo que veo, viniste por otra conferencia, pero te contaré... Se remonta a cuando era solo un niño en los años 70. —El profesor Hurano se ajustó los lentes, preparándose para narrar una historia antigua pero relevante.

—Hubo una sequía como la que estamos viviendo ahora. Los aldeanos de Algeciras, estaban realizando un ritual donde pedían lluvia. Fue entonces cuando apareció un arcoíris investido en el cielo. Ellos decían: 

"Lord Nijilang... es el señor del cielo. Trae lluvia a las tierras resecas". —El profesor Hurano hablaba con reverencia, como si estuviera rememorando un evento sagrado.

—En eso, sus plegarias fueron escuchadas. Pero... si tienen mal dentro de su corazón en un instante, la lluvia se convierte en tormenta. Existe junto a nosotros. A veces, trae la bendición de la lluvia y otras, se vuelve iracundo y se lleva todo. Así es Nijilang. —El profesor pronunció el nombre con un respeto mezclado con temor.

—¿Eso es... una bestia? —preguntó Andrew, con una mezcla de incredulidad y fascinación en su voz.

—Si tuviera que llamarlo de alguna manera, sería la naturaleza misma. Algo que debe ser temido y respetado o... un dios. Tiene muchos nombres. Antes había muchos de su especie en el mundo. Aunque ya nadie cree en ellos. De verdad... es el colmo de la arrogancia. Se aproxima la segunda ola. —El profesor terminó su relato con una advertencia sombría, mientras observaba el arcoíris con una mirada que sugería conocimiento más allá de la comprensión común.

Próximo Capitulo: (CAPITULO 6: "El Arcoíris")

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