Capítulo veintisiete.
Dos capítulos.Espero les gusten.
Las legiones estaban de un lado.Las vastas huestes con sus respectivos Comandantes,esperaban la orden de ataque.
Los Arcángeles,como era la costumbre estaban al frente.Rafael,Baraquiel,Abadon,Gabriel,Uriel,Miguel y el mercenario Arcangel Hariel.
Del otro lado solo estaban el Centinela y el ex Caído, los cuales parecían inmersos en un trance cerrado cuando éstos descendieron a esa zona de Mercurio.
Las dos mitades del elemento estaban unidas formando esa luz azul tan potente que casi lastimaba la vista.
Repetían algo con voz profunda,una muy distinta a la que le escucharon antes,era una voz amplificada que parecía retumbarles en cada palabra,como un eco en sus mismas almas.
El índigo sobrenatural se extendío en un rayo directo y veloz sobre el cielo,uno que emanaba tal poder,que con su intensidad les hizo comprender que estaban en graves problemas.
Este duró unos minutos,y luego lo siguió un gigantesco estallido en el cielo, en el aire,en todo lo creado,y aún más dentro de cada uno de ellos.
Lo sintieron,mientras se observaban con el temor de siquiera pronunciarlo,sintieron que se resquebrajaba en su interior su misma esencia.¿Podría ser cierto?...No,no podía serlo...no podía.
El letargo unido cesó.El azul del elemento bañaba las figuras de Luzbell y de Ciclio.
Abrieron sus ojos y el cosmos mismo brillaba en su pupilas...Ya no eran ellos,eran algo superior,demasiado para el ejército Celestial que le hacía frente en ese instante.
-Cesen toda estrategia y entreguense,y a lo que robaron-bramo Miguel,líder entre sus hermanos.
Ciclio sonrió,y dio unos pasos en la superficie dorada.
-¿Entregarnos a quien?-le preguntó provocativamente.
-A el Padre,Dios y creador de todas las cosas que existen-respondió el arcángel con completa seguridad.
Ciclio sonrió más ampliamente aún,y miro a Luzbell a su lado por un segundo antes de continuar.
-Lo sabes Miguel...pero temes reconocerlo-respondio este.
Miguel trago saliva,lo sabia...pero no podía ser cierto...¿Cómo podría?.
-¿Que temo reconocer?...¿De que hablas?-le pregunto,deseando que negara lo que presentía con temor,que fuera otra su enigmática causa.
-Él ya no está...Lo exterminamos...Ya no existe...Ya no es mas...Fue el más poderoso por siglos y siglos,pero su fin llego,y llego por nuestra mano-le contestó el Centinela con una altivez que parecía brotar de una certeza completa.
Miguel cerró los ojos por un momento y una lágrima segundos después les transmitÍa la verdad que no querían ver,la que los aterrorizaba más allá de cualquier amenaza.
-No es posible...-solo murmuró,aunque sabía que si...que lo era.
Luzbell camino esta vez adelantándose a Ciclio mientras observaba a el ejército contrario.
-Ni yo mismo lo creo aún...Pero el peso de su presencia que me perseguía desde siempre...ya no está...Soy libre en verdad...y ustedes hermanos míos...También lo son-les dijo llevando su mirada celeste de uno al otro.
-¿Libres?-intervino Uriel,al que las lágrimas de profundo dolor ya le empapaban las mejillas-¿Como puedes decir algo así...¿Como pudo tu traición hacia el que te creo, llegar a este extremo?...El Padre te amo Luzbell,te dio oportunidades que no merecias¿Cómo pudiste?¿Cómo te atreviste?...-.
Luzbell sonrio, aunque un tanto amargamente.
-Si,Él me creo,me amo,y es verdad,me dio muchas oportunidades en su infinita misericordia...Pero Él también me hizo lo que soy...Sabía que rompía mi corazón, y aun asi continuo inflexible en su decisión...Yo que le serví con devoción,que lo adore con absoluta entrega...Me partió en dos...Me hizo ser la burla y el terror de sus amados hombres de barro...¿Por amar?...¿Por atreverme a sentir más allá de sus expectativas?...¡Tú qué maldita cosa sabes Uriel!-grito llorando tanto como el mencionado-No me conoces...Ninguno lo hizo nunca..Escucharon solo su versión...No merecía mi contemplación...fui tan insensible como él lo fue una vez conmigo-.
Ciclio se acercó a el de cabellos blancos y lo abrazo reconfortándolo.
-Por miles y miles de años fui cautivo-comenzó el Centinela-El me apresó en la constelación de Virgo, para cuidar de su preciado elemento...Me creo para no vivir,pero con los deseos,anhelos y sentimientos de cualquier ser vivo..Estuve estático, deseando morir al verlos vivir dia tras dia,mientras yo solo era un custodio eterno sin siquiera la misericordia de un corto reemplazo-.
-Cada centinela allí sufría por obedecerle...Pero claro, era su voluntad, y esta era indiscutible.Lo que sentíamos no tenía importancia...Hoy nos acusan y nos señalan...Pero ninguno de ustedes trata de comprendernos...nosotros como uno,somos ahora su Dios,pero no seremos como Él fue...Tendran su oportunidad de elegir,una alternativa que nunca tuvimos,pero que aún así,estamos dispuestos a darles-.
Al decir esto,Ciclio levantó sus manos,y Luzbell a su lado lo acompañó en el gesto.
En ese momento en las alturas empezaron a formarse miles de eslabones de un material parecido al acero de un color negro opaco,gruesos y pesados.
Miguel dio la orden y el ejército liderado por ellos,avanzó con las espadas desenvainadas y el arrojo herido que les daba su reciente pérdida
Marcharon veloz y violentamente hacia los dos seres en la estructura áurea.
Pero antes de llegar a ellos,los eslabones descendieron,y como guiados por una dirección invisible, apresaron a sus blancos de pies y de manos.Estas no eran simples cadenas,y lo supieron al instante,pues estas succionaron todo su poder y fuerza hasta la última gota, dejándoles sólo la cantidad suficiente para preservar su vida.
Y ahí estaba la gran milicia,doblegada y rendida tan fácilmente que resultaba casi risible.Arrodillados, cual devotos siervos a los pies de sus amos,no pudiendo siquiera levantar sus cabezas para confrontarlos.
Una vez más Ciclio y Luzbell hicieron uso de su poderío, y poniendo hacia arriba las palmas de sus manos,hicieron que de la lava que fluía en el centro de Mercurio, empezarán a emerger formas humanoides de colosal estatura.
De cinco metros cada uno,estos seres se alzaron sin alas pero aun así levitando.Eran la magma viva,rojos y ardientes,con ojos negros como la ceniza.
-Echenlos a las habitaciones-les ordenó a sus nuevas creaciones el centinela, y estos asintieron.
Los tomaron con brusquedad de a un par cada uno.Con demasiada brusquedad, tanta que los lastimaban al alzarlos...Entre dos tomaron a Hariel,que era el que aunque en vano,más se resistía.
Al ver venir a uno por Pilly,Uriel quien estaba a su lado,echó sobre ella su cuerpo y la rodeo con sus brazos al haber sido minutos antes enterado de su estado,y así los alzó el titánico y salvaje ser, con él llevándola en un protector abrazo.
Cada Arcángel,y ángel fue trasladado sin mayor esfuerzo a una de las habitaciones de ese refulgente palacio en los aires.
Como bien habían pronosticado los ahora Dioses,no habría allí una guerra, solo una confrontación y un encierro.
Minutos después Pilly,Uriel y un herido Baraquiel eran echados en uno de lo cuartos.Miguel,Gabriel,y Abadon en otro, Rafael en el contiguo con dos ángeles a su comando,y Hariel,Lumiel y Melezel junto a ellos,y por último Ana y Finn en un cuarto más alejado.Los demás fueron repartidos de a tres sin relación alguna en la ubicación, en las distintas habitaciones de oro.
Poco después de ser encerrados allí, la voz de Ciclio se escuchó en la mente de cada rehén alado.
-Les daré un año para decidir...Se rinden a nuestra potestad y nos sirven obedientemente,o se niegan,como es su derecho, y dejan de existir para siempre..Ustedes deciden...El tiempo a comenzado a correr-.
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