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Capítulo veintinueve.

Hola bellas(y algún bello por ahi) Se que la muerte del Padre les pegó duro...Pero este hecho casi increíble,a su tiempo será explicado...A esperar.Besos.




Su incomparable presencia recorria los pasillos que brillaban tanto como él mismo.Su belleza en ese nuevo tiempo parecia haberse acrecentado aún más,haciendolo verse casi irreal,un inalcanzable objeto de adoración.Pero algo opacaba su resplandor,algo que le pesaba dentro y que no podia ocultar su perfecto exterior.Él mismo no sabia como llamarle,pero sabia cuando comenzó...Fue ese día en que lo destruyo,y aunque habia renegado de su naturaleza proveniente de Él,ni aún ese desapego pudo lograr que su ausencia hiciera mella en lo mas profundo de su ser.

Al llegar a una de las habitaciones de reclusión angelical se detuvo, y con un movimiento de su mano abrió la pesada puerta.

Tres pares de ojos se posaron en él,pero él buscaba solo uno,una sola mirada escarlata,que se fijaba desde la esquina en su persona con una expresión de dureza.

-¿Que demonios quieres aquí?-le preguntó Hariel con una voz apretada y tensa.

-Así recibes a tu dios Hariel...Solo vine a conversar algo muy importante contigo-le respondio el antes Caido,mientras ingresaba en la habitación acercándose a él.

-No hay nada que quiera hablar contigo Luzbell...Es mejor que vuelvas por donde viniste-masculló el arcángel mirándolo a los ojos.

-Oh vamos...Ya deja esa actitud...Vengo a ofrecerte todo lo que tu corazón desea...Ahora esta en mi poder dartelo-le respondio el de cabellos blancos con una atrayente sonrisa.

Hariel se puso de pie en su imponente altura, y cerró la distancia que lo separaba de Luzbell para responderle.

-Todo lo que yo deseo está a un par de habitaciones de aquí...Lo demás no me importa-.

El otro sonrió aún más ampliamente, creyendo tener la balanza a su favor luego de escucharle y así le contestó.

-Lo se...Tu pequeño milagro...Un hijo nacido de dos ángeles celestiales...Puedo hacerlo posible Hariel...Puedo hacer que estés con ellos como tu deseas...Aceptanos como tu dios...Prometenos tu fidelidad y estarás con ellos para siempre...Te daré el lugar que te quitaron...Seras de nuevo el jefe del ejército...Tu comandará a mis huestes...Solo entreganos tu lealtad...solo eso.

-¿Mi lealtad?...¿Mi fidelidad?...Los arrebataste de mi lado...No pude ver a mi hijo crecer en el vientre de su madre,sentir sus primeros movimientos,ni verlo venir a este mundo...Me robaste todo eso...¿Y aun asi quieres que te sirva,que te proclame mi Dios?.-le increpó el de ojos rojos.

-No puedo devolverte eso...Podría si quisiera, pero el retroceder el tiempo y resucitar muertos no es lo mío...Pero puedo darte una eternidad con ellos...Puedo volver inmortal a tu niño...es humano¿Lo sabes no es verdad?-le informo y por la expresión de Hariel supo que no lo sabía-Ah, parece que no...Pues lo es...Vivira menos de un siglo como todos los de su especie...Puedo hacerlo eterno como tú y Pilly...Serán felices para siempre...Solo sirveme-.

-¿Porque yo?...Estan Gabriel,Abadon...Rafael...¿Porque me quieres a mi?-le pregunto el de alas negras con el ceño fruncido.

-Porque todos te seguirán...Siempre lo han hecho...Eres fuerte y lo saben...¿Acaso no recuerdas cuánto deseábamos esto esos milenios en las regiones celestes?...¿No recuerdas acaso nuestros planes...Nuestro diseño de un gobierno perfecto?...Ahora es posible...Podemos hacerlo juntos...Yo no seré un Dios oculto y distante...Te oiré y estaré a tu lado para apoyarte-le dijo con cierta vehemencia el de alas escamosas.

-No soy el que era cuando estábamos en exilio...Tampoco el que fui en un comienzo...Pensaré en tu propuesta...Solo a eso me comprometo-fue la respuesta de su rehén.

-Bien...espero que decidas correctamente...Sería terrible verte perecer,verte extinguirte por completo...Enviar a tu hijo a la tierra como un pobre huérfano-le advirtió Luzbell y el aludido se tenso-Si Hariel, aún si decides no apoyarme, él no morirá con ustedes...En estos meses he observado a los hombres de barro y he comprendido al fin porque al Padre le placían tanto...La forma en la que adoran a sus deidades,como mueren por sus creencias...Lo entiendo ahora,y tengo un plan para ellos...Ya no quiero destruirlos,quiero que todo ese potencial de veneración sea dedicado a mi...Pero no a la fuerza,como antes...Quiero que me amen como lo amaban a Él...Piénsalo ¿si?...Odiaría perderte-.

Luzbell salía cuando una voz femenina,y muy conocida para él lo detuvo.

-Yo ya decidi...Quiero servirte y adorarte...Volver a estar a tu lado como lo hice un día-.

El nuevo dios se giró y fijó sus ojos en Lumiel,que puesta en pie lo miraba con expresión decidida.

-Creí que te habías arrepentido de traicionar a el Padre,y que ahora estabas en un proceso de restauración-le respondio él.

-Solo estoy arrepentida de haberme arrepentido...Me conoces mi Señor...Yo siempre estaré del lado que crea vencedor-le contestó ella con una sonrisa ladina que le recordó a él su apariencia antigua.

-Ven entonces...¿Para que esperar si estas segura?-a su respuesta la antes Caída se acercó a él y haciendo una pequeña reverencia lo tomó de la mano y después salieron,dejando a los dos en el cuarto estupefactos y a uno en particular pensando en la revelación que le trajeron las palabras de éste.



Luzbell le indico a uno de sus enorme guardias que llevarán a Lumiel a el Salón principal,y continuo para hacer otra visita,pero está, conforme avanzaba a el cuarto indicado,le hacía respirar agitado,mientras su corazón galopaba fieramente.

Al llegar abrio como antes,cerrando tras de el.

-Oh...Nos honras con tu presencia-le dijo sarcásticamente Gabriel al verlo entrar.

-No es a ti a quien vengo a ver Gabriel...Así que cierra la boca-le ordenó enmudeciendolo y paralizandolo a la misma vez que a Abadon, mientras duraba su visita.Luego caminó hasta él,y llegando a la cama donde descansaba se dejó caer de rodillas-.

-Deberías sentirte orgulloso Miguel, tienes a el mismísimo dios postrado a tus pies-fue lo primero que le dijo,y el aludido lo miro y negó con la cabeza.

-¿Qué buscas aquí Luzbell?-fue su escueta respuesta.

El de ojos celestes lo observó con detenimiento y llevo una de sus manos a su mejilla antes de responderle.

-A ti...Como siempre-.

-Ahhh-suspiro el de cabello rojo-Luzbell...No tengo fuerzas en mi ni siquiera para odiarte,al destruirlo a él,nos destruiste a todos...¿Que quieres conmigo?-.

El aludido acercó sus labios a los ajenos y le hablo a un respiro de su boca.

-Quiero amarte y que me ames...Ahora podemos...¿No lo ves?...No hay a quien le debas tu lealtad...Él se fue...Ámame Miguel...entre todas las criaturas del Universo entero eres a la única a quien mi corazón anhela-.

-Quisiera sabes...Sumergirme en este mutuo sentimiento y olvidarme de mis lealtades y mis creencias...de los que aún se apoyan en mi...Pero me conoces bien...Sabes que no puedo...Me odiaría luego...Como me odie esa única vez que te tuve-le contestó el arcángel mientras era abrazado por el cálido aliento del que amaba aún a su pesar.

-¿Porque?...¿Porque aún te niegas ?¿Porque aún nos haces esto?...¿No ves que tengo todo y no tengo nada?...Que solo tenia mi venganza y tu amor...Una fue consumada...y sólo me queda el amor...Uno que no ha podido menguar el tiempo, ni las circunstancias...Por favor Miguel...Ámame-le pidió Luzbell con los ojos cristalinos por las lágrimas que retenía.

Miguel lo miro tan vulnerable...le recordó a su primeros tiempos cuando este ser tan perfecto,era tan suave y frágil,sin pensarlo siquiera acortó el espacio entre sus labios y lo beso delicadamente.

Fue un beso distinto a esos que se dieron en el Edén,esos que desbordaban lujuria y deseo.Este era dulce y triste a la vez,como ese amor que compartían y sabían no podría nunca ser libre.

-Te amo...Pero no puedo-le dijo al soltarlo Miguel,y el otro tragando sus lágrimas asintió.

Luzbell solo salio con el gesto altivo que escondía sus muchos otros sentimientos,y ya afuera del cuarto dejó que las lágrimas brotaran, no de sus ojos,sino de más adentro, de su misma alma herida y atribulada,de su mismo corazón enamorado y deshecho.

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