Capítulo catorce.
Arriba, Chia y Aleysi.
Hariel y Miguel incursionaron en una zona menos poblada de Urano,buscando hallar a el Conocedor.Sobrevolaron unos kilómetros la extensa llanura de hielo hasta que se encontraron con unas altísimas montañas nevadas.
-¿Qué hacemos, subimos allá?-le pregunto el Arcángel de cabello rojizo a Hariel-Parece ser un buen lugar para esconderse-.
El aludido levantó su mirada hacia esas cumbres blancas y noto que en la cima,detrás de una neblina blancuzca podía vislumbrarse algo parecido a una fortaleza.
-Si,me parece bien,ascendamos-le respondio,recibiendo un ligero asentimiento de la cabeza del otro ángel en respuesta.
Se elevaron extendiendo sus alas negras y grises a todo su diámetro,la distancia era algo alta,esto les llevaría unos minutos.
-¿Así que...estas con Pilly-kabiel?...Me dijeron que el padre los unió en matrimonio-le dijo Miguel a su compañero mientras subían.
-SI...Es mi esposa...Y Miguel,ahora solo quiere que le llamen Pilly-le respondio este.
-Oh, así que solo Pilly. No me sorprende que terminaran juntos, en los Cielos no se separaban nunca pero... Creí que seguías con la humana, esa a la que llamaban la llave. Por lo que escuché te la llevaste a las regiones celestes. Lo que si me permites opinar me parece una locura total-comentó el de ojos verdes.
Hariel rió en voz baja antes de darle a su amigo una respuesta.
-Si,lo fue. Estaba algo obsesionado con ella, no lo se, creí amarla pero fue solo un espejismo. Lo que sentimos no tenía la profundidad, ni el compromiso que tiene el amor verdadero. Ahora lo sé, lo aprendí al amar a Pilly.
Miguel tambien sonrió,y luego procedió a hacer otra pregunta.
-¿Cuántos años fueron?... Con la humana.
Hariel lo pensó un momento, y luego le contesto con algo de duda.
-Unos... cuatrocientos años. Pero no funcionó, las mujeres humanas son complicadas, Miguel.
-Las mujeres en general lo son-comentó Miguel y se rio. Su amigo lo acompaño-Cielos, te extrañe mucho. Nunca debiste irte con él.
-Lo se. Es solo que ser libre era mi mayor anhelo. Independencia, decisión propia. Sonó demasiado tentador-dijo Hariel, terminando en un suspiro.
-Si, Luzbell es bueno en eso, en tentar...-decía el otro arcángel cuando la sorpresa acalló su oración.
En la cima donde habían llegado ya, distinguieron un monumental palacio recubierto de dos clases de piedras preciosas que lo dividían en forma casi exacta.Un lado estaba hecho de ópalo, en un tono dorado suave,el otro en onix, en un matiz de negro muy profundo y brillante.
-Es impresionante-murmuró Hariel al posar los pies y quedar a solo metros de la imponente estructura.
-Si lo es, pero no te extraña el silencio. Es demasiado, no hay sonido alguno. Esta zona no parece abandonada pero no se escucha absolutamente nada-comentó Miguel un tanto desconcertado.
Y así era.nEl mutismo era completo, definitivo y total. Demasiada calma, una que a los dos ángeles les pareció engañosa.
Caminaron unos pasos con la intención de llegar a la entrada y tocar la puerta en busca de la deseada información que necesitaban,pero antes de llegar, desde la densa niebla dos figuras femeninas comenzaron a emerger.
En segundos se hicieron completamente visibles a sus ojos. Eran mujeres o eso parecían,y levitaban en el aire mientras los miraban con una obvia curiosidad.
Eran increiblemente hermosas. Las dos tenian la piel blanca, aunque el matiz de una era un tanto mas oscuro que el de la otra. La de largo cabello rubio y mirada serena en sus ojos celestes vestía un minimo atuendo en tono blanco sostenido con cuerdas doradas y una tiara de oro en su frente. La otra tenía el cabello igual de largo pero en este caso en un tono negro azulado y la mirada de sus ojos verdes era sensual. Vestia un atuendo aún menor que la que la acompañaba, uno casi inexistente, de color negro circundado por cadenas de plata.
-Hola-comenzo Miguel, un tanto impresionado por tan exquisita visión-Somos arcángeles de los Cielos y vinimos en busca de ciertos datos que nos son muy necesarios-.
Ellas en el aire los miraron ladeando con gracia sus cabezas, pero sin emitir palabra alguna.
-Señoritas. No queremos importunarlas pero podrían decirnos si hay alguien en el castillo con quien pudiéramos hablar, es realmente muy importante-.
Las palabras de Hariel plasmaron en el rostro de la joven rubia una sonrisa, una muy cautivante sonrisa.
De improviso, las dos al mismo tiempo comenzaron a hacer un ademán suave con sus manos y a mover sus caderas en forma ondulante; una seductora danza.
Hariel y Miguel se miraron con desconcierto ante aquella escena.
-Soy Chia, divinidad de la luz-escucharon al unísono en sus cabezas,y segundos después-Soy Aleysi, deidad de las sombras.
-¿Escuchaste eso también?-Le preguntó Miguel a Hariel.
-Si, sonó en mi cabeza, ¿Fueron ellas no es verdad?Algo no me agrada de esto .Creo que sera mejor descender y buscar en otro lado-.
Al terminar de decir Miguel esto, las voces en sus mentes se volvieron a escuchar,pero esta vez con un tono de voluptuosa súplica.
-No se vayan. No nos dejen. Los esperábamos hace tanto. Acérquense, no nos teman. Por favor... Se los rogamos... Aguardamos milenios por su presencia-.
-Definitivamente debemos irnos-dijo Hariel con determinación al notar que esas voces comenzaban a hacer un evidente efecto en su cuerpo.
Miguel asintió mostrando en su rostro la misma turbación que el otro ángel.
Los dos se voltearon quitando la vista de aquellas hipnotizantes féminas pero al hacerlo notaron que estas reaparecieron delante de ellos de nuevo.
-No te alejes de mi, Ángel de Dios. Solo deseo que seas feliz...-oyeron de nuevo,y en sincronía a la voz, a la joven de cabello negro que se acercaba a Miguel.
-No me abandones, Ángel de Dios. Moriré sin ti. Solo deseo tu bien...-oyeron después,y en este caso fue la rubia la que se acercó a Hariel.
-Elevate ya-le ordenó Hariel a Miguel en un tono alto.
Los dos abrieron sus alas para alzar vuelo pero al intentar hacerlo se percibieron paralizados.
El Arcángel de ojos rojos intentó hacer una exclamación pero de su boca no salió nada. Confundido y algo alarmado solo atinó a mirar a la que creyó causante de su mutismo.
La que se llamó Aleysi se acercó mas a él hasta quedar a solo centímetros y volvió a hablar pero esta vez en tono audible.
-Gracias por tu voz Angel, la necesitaba. Agradezco tu obsequio, aunque se que tienes mucho mas para darme. Y lo tomaré todo-le susurro y luego le habló a la morena-Son muy bellos, Chia ¿Nos los quedamos?
La otra la miró con una pícara sonrisa y luego volvió a MIguel su mirada esmeralda.
-Realmente necesitas preguntar-le contesto-Nos vamos a divertir mucho.
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