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Un grito resonó por el lugar, acompañado de un chillido.

—¡Papá cómo se te ocurre! —una lluvia de quejas caen sobre el hombre mencionado, quién mira a su hija con aburrimiento— ¡Vas a acabar con mi brillante reputación! O sea, ¿qué van a decir de mí las vecinas supermodelo? —el hombre observa a su hija, Nayeon, listo para responderle, hasta que...

—¿Que eres una floja mantenida? —Jennie, su otra hija, de inmediato le roba la palabra.

—¡Tú eres la floja mantenida!

—¡A mí me mantiene mi mujer, no mi papá! —Nayeon chilla de nuevo, casi tirándose al piso, ofendida no solo por ser llamada mantenida, sino, por lo que su papá quiere que haga.

—Hija, no es malo que trabajes en un mercado, te ayudará a ser más independiente.

—¡Pero yo no necesito trabajar! Si al final voy a trabajar en tu empresa, ¿qué necesidad tengo de trabajar ahí?

—Tu tía Irene dijo que necesitaba una muchacha para su puesto de pozole, y me pareció una magnífica oportunidad para que supieras de la experiencia de trabajar —Nayeon niega, asqueada con la idea de vender antojitos mexicanos a un montón de gente que no está a la altura de su estatus—. Además, yo trabajé ahí cuando era joven y-

—Si papá, yo conozco esa historia. Trabajaste ahí desde los 10 años y blah blah blah, ¡pero eras pobre! ¡ahora eres millonario y yo también lo soy! No voy a trabajar en ese mugroso mercado ni aunque la mismísima IU esté ahí vendiendo jugos o yo qué sé —un suspiro cansado abandona el cuerpo de su padre.

—Im Nayeon, vas a trabajar en ese "mugroso mercado" o dejas de ser la embajadora de Tommy Jeans, ¿me entendiste bien o te quito las tarjetas de crédito también?

Otro chillido más y tiene a su hija encima de él.

—¡Te lo suplico! ¡Lo que quieras menos Tommy Jeans!

—Genial, es un trato. Empiezas mañana o adiós a todo lo que te dije.

Con un bufido, no le queda más que aceptar.

—¡Nayeonnie!

—¡Tía Irene! ¡La voy a matar! ¿¡Cómo se le ocurre darle estas ideas tan... Tan tontas a mi papá!?

—Ay mija, cálmate no es para tanto, te aseguro que es bien divertido estar aquí —ignorando las malas caras de la menor, la lleva arrastrando hacia una mujer al fondo del puesto—. Mira mija, te presento a doña María, ella te va a enseñar todo lo que debas aprender. María, ella es mi sobrina Nayeon y bueno, ya sabes qué hacer.

—Un gusto, señora María.

—El gusto es mío, mija. Vente para acá que te voy a decir cómo cortes cebolla.

—Ok...

Malditas cebollas, se habían convertido en su enemigo número uno. ¿A alguien realmente le gusta la cebolla? ¡Es horrible picarlas! Tus ojos lloran, tiran un líquido raro que las hace resbalosas, y para acabarla de mamar, el maldito cuchillo pierde filo con cada corte. Además, su sabor es asqueroso y te dejan un espantoso olor en la boca.

—Odio las cebollas —Nayeon murmura al aire, cortando las cebollas ahora, con odio.

—¿Te hicieron algo las cebollas, güerita? ¿O por qué tan enojada?

La paciencia colmada de Nayeon, hace que deje bruscamente el cuchillo en la mesa, lista para responder con todo el enojo que lleva encima, porque, ¿qué le importaba a esa persona si estaba enojada o no? ¡Otra cosa que odiaba de ese mercado! La gente es demasiado metida y ella no tiene ánimos para sonreírle a nadie.

Dispuesta a arruinar su bonito semblante, gira su rostro con furia.

La cual, desaparece al momento que se da cuenta de quién habla con ella.

Una chica, que supone ella es más o menos de su edad, portando solo una camiseta sin mangas, dejando a relucir sus maravillosos músculos. Los cuales hacen contraste con la linda y adorable sonrisa que se pinta en su rostro pecoso.

Nayeon se fuerza a aguantar un suspiro y ríe nerviosa, como una colegiala enamorada (porque así se siente ahora mismo).

—Son un poco difíciles de cortar solamente —responde tímida, con una sonrisa inevitable escapando de sus lindos labios.

Siente su corazón latir con fuerza cuando una suave carcajada sale de la chica.

—Quizás sería menos complicado si las dejas remojando en agua unos minutos, es un truco que la señora María me comentó hace tiempo —propone con sus lindos ojitos de perrito brillantes—. O si le quitas una capa, ya sabes, tienen varias.

—Si, debería.. —una sonrisa boba.

—Bueno, supongo que te veo luego, güerita. Si necesitas ayuda con tus cebollas, estoy en el puesto de verdura del fondo, se llama Verdulería el pepinon —le sonríe una vez más antes de recoger su plato de pozole y retirarse a su puesto.

Nayeon no la pierde de vista a medida que avanza entre los puestos. Y mordiéndose el labio se dedica a twittear.

Hey!

Pues ahí está mi pendejada esa que hice para distraerme un rato. Ya luego veo qué actualizo, pero de mientras ríanse un rato (no me dió risa ni a mí)

CHAO BYE!!!

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