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- Única Parte -

La opresión en el pecho era demasiado fuerte. No quería, de verdad que no quería preocupar a nadie. Pero a esas terribles y extremas alturas le era tan difícil disimular su pesar, que sus allegados notaron aquella depresión que le aquejaba.

Se sentía mal. No le gustaba que los demás le dieran palabras de aliento, pues no era capaz de valorarlas como era debido. Se sentía culpable de no ser capaz de sentirse mejor por tantas muestras de amistad y de apoyo incondicional, pero aquél dolor era mucho más fuerte que él mismo.

Pero, ¿cómo se suponía que reaccionara? Ingenium había caído. Su héroe, su modelo a seguir finalmente había sido obligado por el asesino de héroes a retirarse, pues sus piernas tan leales habían sido la prueba permanente de aquel desafortunado incidente en el que la justicia pareció no poder contra el mal. Pero, independientemente de todo eso, Tensei era su hermano mayor. Le dolía, le torturaba pensar en que jamás sería capaz de pararse junto a él, como adultos y héroes admirables, era terrible. Le habían arrebatado el sueño que había estado cultivando desde hacía años.

No salía del hospital. Día tras día, al concluir con la escuela iba al hospital para ver a su hermano, para velar por su bienestar. Tensei le había dicho tantas veces que no se preocupara y mejor disfrutara de su juventud, pero su hermano menor sólo quería asegurarse de que nada más iba a ocurrirle si estaba a su lado.

Se había vuelto mucho más callado con sus sentimientos, sus pensamientos, sus opiniones y todo lo que involucrara sinceridad de su parte. Todos lo habían notado, y la verdad, muchas veces, desde lo más profundo de su ser, imploraba silenciosamente que no le forzaran, pues no tenía nada bueno que decir.

Ese día estaba lloviendo, hacía tanto frío. Aquella mañana sentía la temperatura calarle hasta los huesos, de manera que, aunque fuera por una sola vez, se permitió faltar a la escuela. Ocultó su cuerpo debajo de las mantas, frotó sus helados pies entre sí, y antes de que se diera cuenta ya había caído presa del sueño.

[ ... ]

Tres golpes consecutivos le despertaron. Una pausa, y luego tres golpes más.

—¿Tenya? —llamó su mamá desde el exterior de su habitación—. Cariño, ¿estás bien? Llevas encerrado todo el día.

—Estoy bien. —Rodó sobre el colchón y se cobijó hasta la cabeza, creando una especie de capa que lo protegía de todo el frío mundo exterior. La modorra aún era muy fuerte, haciendo que no abriera siquiera sus ojos para poder hablar.

—Cielo, hay unas personas que quieren verte. Son amigos tuyos, de la escuela.

Tenya entonces sintió un pequeño brote de irritación. Sabía que sus amigos no tenían mala intención, todo lo contrario. Pero empezaba a preguntarse si no podían olvidarse de él por un día. Le dio a su madre el comunicado de que pronto bajaría a hablarles. Se vistió, con una simple pijama y unas pantuflas y bajó, encontrándose con Izuku, Ochako y Tsuyu, su novia. Su madre los había hecho esperar en la sala, con algo de café y galletas. Los tres hicieron las preguntas a las que les había preparado respuesta.

"Lamento no haber ido, estoy bien."
"Tenía un poco de fiebre pero me siento mejor."
"Gracias por preocuparse, y lamento que hayan venido hasta aquí."
"Nos vemos mañana en la escuela."

Y eso bastó para hacer que Izuku y Ochako se fueran. Sin embargo, Tsuyu seguía ahí, muda, con sus finos y delgados labios que lucían un poco incoloros por la temperatura. Con sus brillantes y grandes ojos verdosos, decorados con sus largas pestañas. Iida no fue capaz de sostener su mirada, únicamente plantó sus propios ojos en las pálidas manos de su novia, las mismas que sostenían esa tibia taza de café algo temblorosas. Iida recordó que su novia era muy sensible a las temperaturas bajas. Con lentitud, se puso de pie, se sentó a su lado, y colocó alrededor de sus hombros su propia sudadera, en un gesto de amabilidad que silenciosamente le pedía que no se enojara con él.

—¿Qué está pasando? —preguntó Tsuyu mirando al sillón frente a ella, el mismo donde el chico estuvo sentado, como aún estuviera ahí y no a su lado—. Tus mensajes son cortos cuando respondes, porque dejaste de hacerlo. Tus labios son silenciosos, como si temieras que al abrirlos liberaras algo crucial. Tus ojos escapan de los míos, como si quisieras evitar que se entrevea lo que realmente escondes.

Y se sentía culpable. Culpable de hacerla sentir así, culpable por preocuparla y culpable de ser tan incapaz de terminar con todo ese pesar. En ese momento quiso ser mejor para ella, quiso ser alguien más, alguien que la mereciera, que no la hiciera sufrir con su egoísta depresión que lo atacaba sin reparar en las personas a las que le importaba. Quería decir algo, pero por el mero hecho de que guardar silencio parecía imperdonable. Sin embargo, no tenía nada que decirle. No quería dar explicaciones complejas y correr el riesgo de que en un descuido la lastimara por algo que escapara de sus labios. Pues Iida se sentía mal, estaba luchando a contra corriente para no cometer alguna locura y allí estaba Tsuyu, parada en la orilla de la deriva, ofreciéndole su mano para poder salir de ese tormento. Pero Iida no quería correr el riesgo de llevársela consigo a través de ese frenesí imparable de negatividad y dolor.

La abrazó, refugiando su rostro en su pecho sin decir nada, buscando cubrir sus ojos para que no mirara por todo lo que estaba pasando en ese momento. Sintió su cuerpo temblar entre sus brazos y su propia respiración se vio afectada por un espasmo que recorrió su pecho.

—¿Qué pasa? —volvió a preguntar ella sin mover ni un músculo para corresponder al abrazo. Buscó su rostro con su mirada pero su novio la besó. Es porque al besar a alguien a quien amas siempre cierras los ojos, e Iida necesitaba esconderse de ella un poco más.

Pobre de Tsuyu, pensar en que tenía un novio que se aprovechaba de aquellas muestras de afecto para desesperadamente esconder la basura de persona que podía llegar a ser. Se aprovechaba de los sentimientos de ella, mismos que la hacían reaccionar de esa manera con el simple roce de sus labios.

—Iida... —dijo en un suspiro cuando al separarse el varón volvió a ocultar su cabeza en su pecho. Débilmente posó su mano en la camisa de su novio, en un agarre flojo mientras sentía las gentiles caricias de una mano en su cabello—. Prométeme que no harás una locura.

Pero cada vez el silencio era más hiriente. Oh, tantas cosas estaban pasando dentro de él. Cosas que lo hacían ir en retroceso. Lentamente estaba volviendo a ser la persona que fue en el pasado, y odiaba fervientemente a esa persona. ¿Pero cómo resistirse? ¿Cómo luchar cuando las cadenas del pasado alcanzan tus tobillos y te arrastran hacia el lugar del que desesperadamente quisiste escapar?

—¿Iida?

—Lo prometo.

«Felicidades, Iida Tenya, has vuelto a ser un mentiroso —le reprochó su subconsciente dándole un golpe en su corazón.»

Por primera vez en cinco años había vuelto a decir una mentira. De todo el mundo, hubiera preferido no mentirle a alguien tan importante para él.

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N/A

Voy a aclarar que la razón por la que Iida se dice a sí mismo mentiroso, es porque ya está considerando ir a Hosu para buscar a Stain. En ese momento él cree que a ese tipo de locuras se refería Tsuyu, y por eso siente que le miente al hacer esa promesa.

N/A 02

Es un One-shot demasiado corto, que la verdad no me termina de gustar pero de alguna manera ya dije lo que tenía que decir. Siento que he perdido el toque #")

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