Capítulo 7. Intentando resolver problemas
~Pasado~
Alex y María me habían explicado más o menos su relación.
Y después la habían terminado mientras se gritaban.
Si una relación entre un hombre y una mujer me parecía difícil, ahora no quería imaginarme como sería entre dos chicas.
Alex pareció bastante cabizbaja y todavía intenté animarla un poco, eso hasta a mí me sorprendió por qué de haber sido otra persona me habría valido mierda.
Después pasaron varios días, —en los que mantenía a Raiden al tanto por cualquier cosa para que le dijera también a Aaron— hasta había decidido hacer algunas tareas atrasadas y eso que no era necesario.
Hasta que una noche —después de charlar con Nikolai afuera—, Tomas como mi acosador me dejó una nota advirtiéndome sobre mis amigas. No tenía amigas pero pensé en Alex y María y fui a buscarlas.
No tardé en dar con ellas, al parecer Luis se había enterado de su aventura y podría apostar a qué Akame se lo había dicho todo. ¿Por qué? No sabía.
—María ven aquí —ordenó furioso pero ella no se movió—. Hazlo o te mataré junto con ella.
Las tenía acorraladas en la azotea y supe que su locura daba para matarlas si yo no intervenía. Juro que de no ser porque había leído el expediente de Alessandra y simpaticé un poco con ella, las hubiera dejado ahí que se las arreglaran solas.
—Déjala en paz —replicó Alex pero Luis se rió.
—Cállate, solo eres una zorra golfa y por eso te asesinaré —avisó dando pasos hacia ellas—. La que sí me da asco eres tú María, ¿por qué con ella? ¿Eres idiota?
Yo tomé una botella de cerveza que estaba vacía del suelo y me fui acercando con lentitud y en silencio. Mi corazón palpitaba con rapidez y sentía la adrenalina corriendo por mi cuerpo. Quería matar a ese hijo de puta, era un imbécil.
Pues hazlo.
Luis alzó su brazo.
—Esto me duele más a mí que a ti. Pero ya no puedo estar en una relación con alguien que es infiel y peor si es con una asquerosa marimacha —escupió y jugueteó con la navaja en su mano—. Hagamos una apuesta, ¿Cuánto a qué les doy en el ojo desde aquí?
Yo ya estaba detrás de él y con fuerza golpeé su cabeza haciendo que cayera de rodillas quejándose de dolor. —¿Cuánto a que te doy a ti? —susurré soltando la boca de la botella ya rota y caminé hacia ellas.
—¡Sky cuidado! —gritó María y me agaché al tiempo que Luis se paraba e intentaba agarrarme.
Le di una patada en la pierna y cayó de nuevo soltando la navaja.
Alex fue y la levantó con rapidez. Se acercó y lo apuntó.
Luis se rió en el suelo.
—No tienes el valor para matarme, maldita marimacha inútil... —Sus palabras fueron calladas por la navaja atravesando su cuello.
Abrí los ojos como platos cuando un chorro de sangre brotó de su boca como un gorgoteo, después de unos segundos en los que intentó agarrar aire, cayó muerto con los ojos vacíos.
Bueno bueno bueno, bien hecho Alessandra, estoy orgullosa de ti.
El grito de María no se hizo esperar y corrió a su cuerpo arrodillándose a su lado para examinarlo con manos temblorosas.
De ti no.
Alex observaba a Luis inexpresiva y dejó la navaja caer de su mano ensangrentada.
—Lo mataste Alessandra —lloró María.
—¡Él iba a matarnos a nosotras! —gritó con furia indignación.
—¡No podemos matar a nadie dentro de la escuela! ¡Son las reglas! —expresó levantándose y la tomó del brazo.
Me puse de pie con lentitud, —Bueno nadie lo ha visto —murmuré ocultando una sonrisa siniestra y ambas me miraron de pronto—. Y todos, casi todos, están fuera esta noche... Podríamos esconderlo
—No hay donde esconderlo —dijo Alex.
—Podríamos meterlo en la pequeña bodega de limpieza que está en el patio de abajo —opinó María—. ¿Pero cómo lo bajamos?
Sacudí la cabeza para pensar metódicamente y miré el borde del suelo. —Hay que lanzarlo.
Las tres nos miramos sin tener que meditarlo mucho y ellas dos tomaron sus piernas y yo sus brazos.
Caminamos con esfuerzo y a trompicones, pero cuando llegamos al borde del edificio y vimos hacia abajo las vi dudar.
Yo casi les bufé irritada, así que con ayuda de mi pie y metiendo fuerza, lo empujé.
No escuché cuando cayó, no quise asomarme.
—Vamos, antes de que alguien lo vea —advertí y me dirigí a la salida.
Creí que mi plan mental funcionaría, hasta que Jack decidió delatarnos con Salazar y se llevaron a Alex y a María.
Vaya idiota soplón despechado y celoso.
Sino hubiera tenido otras prioridades como el de encontrar una forma de llegar a Elías pronto, yo misma lo hubiese matado.
~Presente~
Estaba en mi habitación, acababa de ducharme y buscaba un atuendo para salir a conversar con Aaron. Teníamos una reunión sobre un asunto del consejo que había surgido con la droga rusa y sus disputas ya que teníamos a Semión y a Nikolai encerrados, por lo que los rusos creían que estaban muertos.
Habían pasado dos días en los que Ryuu permanecía encerrado y gritaba a menudo mi nombre, yo lo sabía porqué me lo habían dicho pero me había negado a bajar y a hablar con él. ¿Para qué? No tenía caso.
Pero entonces me detuve y observé mi antigüo teléfono —que milagrosamente seguía funcionando—, lo abrí y busqué rápidamente entre mis contactos antes de llamarlas.
—¿Sky? —la voz de Alex llegó del otro lado y sin planearlo sonreí—. ¿Estás ahí? ¿Sí eres tú?
—Soy yo...
—¡Pero mierda Sky! —Se detuvo para gritar a alguien:—¡Es Sky!
—Ah... Alex solo llamo para saber si están bien —comenté.
—¿Si estamos bien? ¿Estás loca? Hemos oído del ataque al consejo, más bien ¿tú estás bien, dónde estás? —preguntó casi con desesperación.
—Estoy bien... Estoy en un refugio ocultándome —mentí a medias y eso pareció calmarla.
—Yo creí que habías muerto... —murmuró y adiviné su voz quebrada a punto del llanto, también adiviné que no estaban enteradas de las noticias recientes conmigo en el poder del consejo, mejor—. ¿Qué hay de los demás? ¿Ryuu, Nikolai, Jack?
Solo entonces recordé que no sabía que Jack ya había muerto, se había suicidado porque se sentía culpable.
—Murieron —dije seria y aposté a qué derramaba algunas lágrimas.
—Por dios, Jack...
—Él te traicionó, ¿recuerdas? —reclamé frunciendo el ceño.
—Lo sé pero fue mi amigo mucho tiempo Sky, es difícil procesarlo.
—Entiendo —dije mordiendo mi labio con ademán preocupado—. Escucha, me alegra saber que tu y María están bien pero debo colgar, solo quería cerciorarme de que seguían por allí...
—Estamos bien, de verdad y todo gracias a ti. —Entonces se detuvo—. No sé lo que esté pasando en estos momentos, pero si algún día quieres hablar y desahogarte e incluso venir con nosotras, siempre serás bienvenida Sky.
—Sí, gracias Alex. Adiós. —Colgué intentando calmar a mi pecho que se sentía algo triste pero aliviado porque estuvieran todavía vivas.
Raiden se asomó sin tocar antes y me observó irritado, —El jet nos espera, debemos irnos.
Asentí, dejé el celular en mi mesita y salí detrás de él.
Estábamos Aaron, Raiden y yo frente a los más altos rangos de la mafia roja —después de Semión y Nikolai claro—.
—Solo diré una cosa, no confiamos en ustedes, menos en ti. —Me miró—. Pero la policía nos confiscó mucho cargamento de mercancía y con la muerte de Semión todo se complicó por aquí.
—¿Qué necesitan exactamente?
—Un nuevo acuerdo con el jefe de la policía o sino, queremos ayuda para matarlos y recuperar lo que es nuestro —respondió.
—Y este jefe de policía... —comenzó a decir Raiden.
—Alexei Volkov —corrigió el hombre.
—Este Alexei, ¿en dónde podemos encontrarlo?
—Lo traeremos cuanto antes.
—Háganlo, queremos hablar con él —hablé de pronto y me senté en una silla de metal que tenían allí. Todos me observaron extrañados y les alcé una ceja—. ¿Lo harán o solo me hicieron perder el tiempo? —Eso al parecer bastó para que se pusieran en marcha y mis dos acompañantes se sentaron junto a mí.
—¿Le concederás a la policía rusa sus peticiones? —preguntó el japonés.
—No lo sé, primero hay que ver qué es lo que quieren —respondí.
Esperamos un buen rato hasta que pasos acercándose se escucharon. Nos pusimos de pie cuando los mismos hombres llegaron en compañía de un hombre alto, corpulento y blanco, muy blanco, portaba un uniforme y adiviné que era Alexei.
—Un placer conocer a la nueva cabeza del consejo —saludó con una sonrisa amable mirando a Aaron. Pero alguien carraspeó y me señalaron, Alexei me inspeccionó antes de soltar una carcajada sonora—. ¿Ella? Solo es una niña.
—Tengo diecinueve —aclaré pero no dejó de reír, fastidiada me puse de pie y miré a Raiden y Aaron—. Vámonos.
—¿La ofendí? —se burló y quise golpearlo, pero me tragué el enojo y sonreí.
—Por si no lo sabe soy una mujer muy ocupada, no tengo tiempo para escucharlo mientras fanfarronea, si no le importa hacer negocios con nosotros pues temo que mejor nos vamos —solté y Alexei ya había dejado de reírse y solo mantenía sus labios curveados.
—¿Sabes acaso los negocios que tenía con tu padre?
—Ilumíneme.
Alexei asintió mientras se acariciaba el mentón, —El consejo desde hace años atrás nos ha dado una cuota para que la policía mantenga sus actos ilegales ocultos, no obstante a eso, cuando la mafia roja hace transporte de mercancía nosostros los respaldamos, siempre nos han dado el veinte por ciento.
—El consejo le seguirá dando la cuota por eso no hay problema, en cuanto al dinero de mercancía les ofrecemos el diez por ciento —hablé y Alexei comenzó a reír otra vez, pero yo me mantuve imperturbable.
—Queremos el cuarenta —afirmó y entonces la que se tuvo que reír fui yo.
—Podemos hacer esto por las buenas o por las malas Alexei, la mafia roja está aliada a las mafias más poderosas del mundo y ustedes solo son la policía de Rusia... ¿Creen que no podríamos hacer una guerra y matarlos a todos ustedes?
—Ya hubo una guerra contra Italia y varios de ustedes murieron, por eso estás tú aquí ahora y no Elías, así que si quieres un baño de sangre pues que así sea.
Yo me mordí la lengua y medité todo con mayor lentitud. No podíamos darnos el lujo de una disputa contra la policía rusa, al menos no por el momento, el consejo estaba débil y los más fuertes seguían encerrados y Aaron no parecía querer soltarlos.
—El veinticinco por ciento —dije después de unos minutos.
—Cuarenta —repitió y negué.
—Veintiocho y si no acepta, pues me temo que deberán irse preparando para una masacre —amenacé pero Alexei no daba su brazo a torcer.
—Pues adelante, háganlo no me interesa en lo absoluto cerrar tratos con una puta bastar... —Todavía estaba hablando cuando yo rápidamente saqué mi arma y le disparé directo en la frente.
Todos se quedaron en silencio y sentí la mirada fulminante de Aaron y la sorprendida de Raiden, sin contar las molestas de los rusos.
Cómo Alexei no iba solo, sus compañeros ya habían sacado sus pistolas para apuntarme y ya todos se apuntaban unos a otros.
—No creo que Alexei fuese el único al mando, ¿quién es el segundo? —pregunté y otro hombre en traje de policía, un poco más bajo y de tez más morena me observó con las cejas fruncidas—. Creo que eres tú, ¿no?
—Eso que hiciste es traición...
—No, lo que estaba haciendo Volkov era traición porque rompió un trato que ya estaba establecido, quiso pedir más y salió muerto.
—Sky... —la advertencia de Aaron llegó a mis oídos pero lo ignoré.
—Quiero pensar que eres más inteligente y aceptarás el veinticinco por ciento que les estoy ofreciendo —culminé y después de unos minutos bajó su arma mirando a sus compañeros para que hicieran lo mismo.
—Está bien —aceptó y sentí que mi alma volvió a mi cuerpo. Por un momento temí que se hiciera una masacre aquí mismo.
—Excelente, los detalles acuérdalos con ellos para que devuelvan la mercancía confiscada lo más pronto posible. —Mire a la mafia—. Si hay algún problema no duden en hacérmelo saber.
Asentí en despedida a todos y caminé con rapidez a la salida con los otros detrás de mí, tomé una gran bocanada de aire y sentí que los latidos de mi pecho se iban calmando.
—Eso que hiciste allá fue una total estupidez —me espetó Aaron—. ¿Crees que después no tomarán represalias por haber matado a Alexei?
—No podíamos ceder ante sus caprichos, eso me quitaría la poca autoridad que tengo —me defendí y Raiden decidió meterse por fin.
—Yo pienso que no salió tan mal, además Alexei no será un problema ya —comentó y Aaron me dió una última mirada venenosa.
—Vámonos.
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