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Capítulo 5. Un veredicto asegurado

Después de que regresara a mi dormitorio sabía que tenía que dejar pasar un rato para que el enojo de Raiden disminuyera.
Quería pedirle dos cosas y obviamente me mandaría a la mierda cuando le dijera, por eso decidí que pasaran unas horas.

No obstante, ese día Bianca me buscó porque la 'Ndragheta quería hablar conmigo, o más bien sentenciarme de una buena vez porque dudaba mucho que me dejaran libre de cargos. Aunque estaba segura de que Elías intervendría y me salvaría.

Y tal como esperé, después de esa audiencia, Carlo Provenzano no pensaba dejarme con vida, estaba seguro de que yo había matado a Gregorio.

Después de eso decidí llamar a Raiden por teléfono, rogaba porque ya se le hubiera pasado la molestia de hace unas horas, no lo culpaba si aún no era así.

—¿Qué te dijeron? —Fue lo primero que dijo en cuanto descolgó.

Suspiré antes de responder: —Quieren mi cabeza eso es seguro.

—Bien.

—Ah... Raiden, quisiera que me ayudaras con unos asuntos... —comenté con sumo cuidado. Él no contestó en seguida, sino que adiviné que meditaba si ayudarme o no.

—¿Cuáles?

—Quiero un informe de los chicos con los que me junto. Hay algo en el de lentes que me parece raro y los otros dos, no sé, solo quiero saber que no me mataran en cualquier momento —expliqué.

—De acuerdo, ¿algo más?

—Sí, tengo un acosador que me deja recados, quiero que preguntes a los aliados que están aquí ocultos que investiguen quien es, no quiero una sorpresa que luego arruine el plan.

—Acosador... —repitió pensativo—. Está bien, en cuanto tenga algo de información te la haré saber. Mientras sigue con el plan, Elías no tarda en meter las narices en este asunto.

—Al final de día me declararán inocente, lo sabes.

—Solo no hagas nada estúpido como lo de ayer. Adiós. —Y colgó.

Pero qué frío es...

~Presente~

Estaba en mi habitación, me había robado una botella de vodka y la bebía como sino hubiera un mañana, a veces quería regresar el tiempo, seguir siendo una niña sola en las calles sin que nadie biscara mi cabeza y sin que nadie estuviera en coma por mi culpa.

Lo cierto era, que había jodido muchas cosas y ahora no sabía cómo arreglarlas, o que al menos no estuvieran tan mal.

Alguien tocó a mi puerta pero no respondí ni me molesté en ir a abrirla.

—¡Váyanse! —grité estrellando la botella vacía contra la puerta haciendo que se rompiera en mil pedazos.

Después oí un montón de llaves y después la cerradura cedió.

—Aaron quería hablar contigo, ¿qué haces? —dijo Raiden mientras entraba, cerraba detrás y evadía los vidrios rotos del suelo.

Saqué una nueva botella y la abrí mientras sonreía, —Beber ¿no ves?

—Estás hecha un asco —comentó con seriedad.

—Soy un asco, no hace falta que me lo recuerdes... —Acerqué la boquilla para tomar pero de repente él me la arrebató—. ¡Ey! —me quejé poniéndome de pie, o al menos eso intenté porque trastabillé y me tuve que sostener de la cama.

—Ya bebiste demasiado. Recuéstate, le diré a Aaron que estás indispuesta —dijo cerrando la botella y tuve que sentarme para ordenar mis pensamientos.

—¿Por qué? —solté molesta—. Conseguí todo y aún así siento que no tengo nada, siento que todo es mierda y...

—Esto es por Ryuu ¿no? —No podía ver su expresión, más bien tenía tanto alcohol en mi sistema que no podía concentrarme bien. Lo que sí hice fue reírme porque no me entendía, no entendía nada.

—Deja los celos por una vez —repliqué parándome y apuntándolo con un dedo. Se encontraba mortalmente serio.

—Yo no tengo celos, solo mírate, no eres ni la mitad de bonita que las demás con las que he estado.

Me reí y me acerqué hasta que mi pecho tocó el suyo y tuve que susurrar: —Y aún así, mueres por acostarte conmigo otra vez, por besarme... —Rocé mis labios con los suyos pero me empujó con firmeza.

—Yo no follo chicas ebrias y menos si están en un estado de autocompasión y depresión —dictaminó arremagándose las mangas de su pulcra camisa blanca.

—Eres un idiota. Dame la botella Raiden —exigí pero ni se movió, entonces me abalancé sobre él mientras gritaba furiosa—. ¡Dame la puta botella!

—¿¡Pero qué sucede aquí!? —Y Aaron hizo aparición.

—Está muy borracha —contestó el japonés.

—¿Qué crees que estás haciendo? —El hombre caminó hacia mí con expresión asqueada y enloquecida.

—¿Estás ciego o que...? —comencé a burlarme pero una bofetada que me mandó al suelo, me silenció.

—Estos no son momentos para que te ahogues en alcohol. Debes estar concentrada, más porque ya eres la líder del consejo —escupió colérico—. No te quiero volver a ver en este estado tan... lastimero. Dime que entiendes.

No contesté porque estaba ocupada sobándome la mejilla golpeada, error; Aaron me tomó del cabello y lo jaló hacia atrás con brusquedad, yo gemí adolorida.

—Dime que entiendes —repitió envenenándome con la mirada.

Un nudo se formó en mi garganta así que solo asentí, me soltó.

Aaron se acomodó el traje y miró a Raiden, —Manda a que limpien este desastre, luego te esperaré en mi oficina.

Cuando se fue, Raiden se acercó y me tendió una mano para que la tomara y así poder ponerme de pie. Pero la empujé lejos de mí vista y me levanté sola antes de caminar a la puerta.

—¿A dónde vas? —quiso saber él pero lo ignoré y salí, no supe a dónde me dirigía hasta que mis propios pies llegaron a la enfermería. Al parecer no había nadie y entré directa a la camilla en dónde estaba Ryuu.

Lo miré conectado a los aparatos de oxígeno, inmóvil y con varias cicatrices en los brazos y pecho.

Y entonces lloré porque sabía que despertaría y cuando lo hiciera, solo recibiría su odio.

—Ryuu lamento que estés así por mi culpa, pero si algo te ruego, es que no despiertes... —pedí, sintiendo lágrimas bajar hasta mi mentón. Entonces contra todo pronóstico, su mano se movió, ahogué un grito de sorpresa y me acerqué a verlo con más detalle, su respiración estaba como inquieta, me fijé en el orificio de su oreja, le habían quitado el arete que siempre llevaba. Sorbí por la nariz para calmarme y toqué sus labios resecos—. ¿Ryuu?

Entonces sus pestañas y párpados se movieron, como luchando para abrirse. Al final, después de varios intentos, lo logró.

Mi corazón se detuvo, sentí que el tiempo a mi alrededor se detuvo y todo mi ser estalló cuando sus ojos negros, profundos se posaron sobre mí.

—¿Sky? —Escuchar su voz de nuevo causó estragos en mi interior y negué alejándome de él. Hasta sentí que el alcohol en mi cuerpo disminuyó bastante, como si me hubieran tirado un balde agua helada encima.

Y como fiel cobarde, salí huyendo de ese lugar.

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Solo me queda decir que... 👁️👄👁️

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