Capítulo 13. El presente es cruel
~Pasado~
Después de que Raiden se ocupara de ambos cuerpos, yo tuve que poner total concentración a la guerra que se venía y lastimosamente también tuve que poner empeño con los deberes escolares para no levantar sospechas de que no me estaba esforzando.
Todo iba aparentemente normal y sin complicaciones, hasta que a Nikolai se le dió la brillante idea de besarme.
La verdad es que de haber sido en otros momentos y de nunca haber conocido a los Nomura tal vez, solo tal vez, hubiese considerado a Nikolai como un chico con el que pudiera estar. Era atractivo, listo, aunque tenía problemas de adicción, en el fondo tenía buen futuro en la mafia, pero la realidad era otra, y es que yo era una mentirosa, por esa misma razón no podía concederme el llamarlo ni siquiera amigo.
También por eso no le pude corresponder a su gesto porque simplemente no se sentía bien, puede que fuese una loca hormonal, pero no tanto.
Y entonces todo se fue a la mierda. Ryuu estaba ahí, de pie, observándonos con el ceño fruncido, se veía algo molesto y para ser específica, su mirada iba solamente para su amigo.
Iba vestido de negro —como solo él sabía— y sobre su hombro llevaba su maleta colgada, al parecer se había cortado un poco el cabello. Acaba de llegar.
Y nos había visto...
Tal parece que Raiden lo había conseguido, su hermano había regresado, por más que me había esmerado en mantenerlo fuera de todo esto. Quizá le había tomado algo de afecto.
—No avisaste que volverías —dijo el rubio y Ryuu soltó una risa amarga.
—¿Debo darle explicaciones a alguien? —espetó y luego me miró con sus profundos ojos negros, estaba celoso, se le notaba demasiado.
—¿Qué haces aquí? —quise saber.
—Vine para protegerte... —Miró a su amigo con frialdad—. Pero veo que no lo necesitas —protestó, dió media vuelta y se fue.
Y yo me indigné, por eso salí tras él.
Nikolai se quedó en su lugar sin atreverse a ir por nosotros.
Lo alcancé cuando ya había salido del edificio y se dirigía al estacionamiento. Estaba su moto otra vez allí.
—¡Tienes razón! ¡No te necesito! —le grité y se detuvo girándose a mí—. Me mentiste Ryuu, tu y yo no somos nada y después de todo, ¿te atreves a enojarte por un beso que me dió Nikolai? No tienes cara —reclamé y me sonrió sin gracia. Su arete en la oreja se balanceaba de una lado a otro mientras se acercaba a mí.
—Actúas muy infantil, primero con mi hermano y ahora con mi amigo. ¿A quien de los tres estás esperando? —dijo ya estando frente a mí y le di una bofetada como la última vez que lo ví. Aunque en mi mente solo le pude pedir perdón, porque por muy cruel que se escuchara, ya había tenido cosas con su hermano, algo que Ryuu no podría saber por el momento y esperaba que nunca.
—Lárgate de aquí —amenacé sacando su teléfono y se lo lancé a los pies. Por favor, vete, regresa Japón y no vuelvas—. No quiero nada de ti y no quiero verte. Ya te lo había dicho antes.
—Di lo que quieras Sky, pero he regresado a terminar la academia —se excusó sin ápice de cordialidad.
—Entonces más vale que no te metas conmigo —advertí—. Y te haré la misma amenaza que le di a tu estúpido hermano. No te metas en mi camino o sino te vas a arrepentir Ryuu —culminé dando media vuelta para volver.
Y vaya que se va a arrepentir si sigue detrás de ti. Olvídalo ya Alison, mándalo a la mierda y no cruces palabras de nuevo con él.
Pero por más que quería no podía. Sentía que debía estar cerca suyo.
~Presente~
—Hay un problema que quizá ponga las cosas a nuestro favor con Ryuu —murmuró Raiden mientras yo guardaba las cosas con las que había estado entrenando en el pequeño gimnasio del refugio.
Yo suspiré, cansada: —¿Ahora qué?
—Nikolai, está en enfermería grave. Tuvo otra crisis, pero esta vez peor —informó y lo observé atónita.
Habían manteniendo a Nikolai cautivo como a todos los demás, pero sabía que lo de él había sido más difícil al no estar consumiendo drogas como antes lo hacía. Últimamente sabía que se estaba volviendo loco y que gritaba a menudo por algo de droga, algo que obviamente no le concederían. Me sentía mal por él pero tenía que ignorar el sentimiento, no podía hacer mucho para ayudarlo más que el servicio médico que le estaban brindando.
—¿Y como puede eso ayudarnos con Ryuu? —quise saber después.
—Le ofreceré su libertad y la de Nikolai ya que Aaron este al poder del consejo-
—Aaron no te dejará hacerlo —le interrumpí.
—No tiene porqué saberlo, lo que buscamos es mantener a Ryuu controlado y de nuestro lado. Además también podrá visitar al ruso, creeme, aceptará —aseguró y me crucé de brazos.
—¿Y cuando se lo dirás?
Raiden sonrió a medias, —Ya lo hice —anunció y sentí que mi corazón se detuvo por un milisegundo.
—¿Y él...?
—Sí, aceptó —contestó y sentí mi pecho estrujarse.
Volví mis manos puños hasta que mis uñas se marcaron en mi piel.
—¿Cuando lo liberarán? —inquirí fingiendo estar tranquila aunque por dentro moría de los nervios.
—Bueno dado que ya le dije a Aaron, supongo que en cualquier momento lo veas por los pasillos, aunque tendrá un hombre detrás de él para vigilarlo de comienzo en lo que se gana algo de confianza de Aaron —declaró y solté el aire retenido.
Me encogí de hombros, —Entonces creo que deberé evitarlo. Me amenazó y me dijo que me mataría por lo que le hice, incluso me ahorcó —dije entre dientes pero el japonés negó.
—Una condición fue que no te hiciera daño mientras estuviera aquí.
Eso no me calmaba ni me hacía sentir mejor.
—De acuerdo, gracias por avisarme —murmuré tomando mi mochila. Raiden asintió para luego irse.
Ryuu libre, estaba jodida.
Aunque si de algo estaba segura, es que él tenía un plan, sabía que trataría escaparse o matarnos a todos. No se estaba uniendo a nosostros, eso es lo que nos hacía creer y debía estar vigilado las 24 horas del día.
Después de haberme duchado y cambiado, estaba en el comedor esperando a que me sirvieran en el plato mientras hacía fila.
Mi pie inconscientemente daba golpecitos nerviosos en el suelo. ¿Ya lo habrán soltado? ¿Tardarían mucho?
Estaba pensando en eso cuando el silencio se hizo presente en el lugar y un aire tenso inundó mis pulmones, levanté la vista y lo ví.
Seguido de —como Raiden me había dicho— un hombre que lo mantenía vigilado.
Al parecer se había cortado un poco el cabello y ahora portaba ropa completamente negra, hasta su arete había vuelto a su oreja como algo característico de él.
Nuestros ojos se cruzaron y apreté el plato en mis manos hasta que el rompió el contacto visual y se sentó en la mesa de la esquina más alejada. Le pusieron un plato de comida frente a él y empezó a comer despreocupadamente ignorando la mirada de todos, aunque sabía que solo aparentaba, por dentro seguramente estaba molesto, furioso.
Yo tragué saliva con dificultad, puse el plato a un lado de mí y salí de allí. El aire era sofocante, no lo soportaba.
—Ya lo viste ¿no es así? —Raiden, quien se había cruzado conmigo, hizo que frenara. No contesté, pero me tomó del brazo y me arrastró de regreso al comedor.
—¿Qué haces? —Me alejé en cuanto llegamos y sentí ahora los ojos en nosotros. Lo peor es que tenía la certeza de que Ryuu nos prestaba atención aunque fingiera que no.
Raiden se acercó a mí para susurrarme: —Estás actuando como una débil inmadura Alison. Eres una asesina entrenada para hacer misiones importantes y mortales, la actual cabeza del consejo ¿Y te amedrenta un chico de tu edad? Pon los pies en la tierra y enfócate en la misión, no querrás verte vulnerable y que Aaron se entere.
Sus palabras me habían calado, y también funcionado, así que alcé la barbilla fui por otro plato y dejé que me sirvieran para después tomar lugar al otro extremo de Ryuu.
Comencé a comer sin perderlo de vista, mientras que él ajeno a todos terminaba su plato y se levantaba para retirarse, pero contra todo pronóstico comenzó a caminar a dónde estaba yo.
El hombre que lo custodiaba se puso en guardia con el arma en la mano pero lo siguió de cerca atento a cualquier movimiento que hiciera en contra mío.
Entonces mientras yo me atragantaba con los guisantes, Ryuu llegó, al mismo tiempo que Raiden quien al parecer también nos había estado mirando.
Ryuu nos observó a ambos y yo carraspeé para tomar un papel de seguridad fingida.
—Me alegra ver qué has tomado una buena decisión y te has unido a nosotros —comenté. Él me miró sin expresión alguna, entonces sonrió. Pero no una sonrisa amable o enamorada como las que alguna vez me dirigió, era una sonrisa peligrosa, cínica.
—Claro, porque tú solo quieres poder y ganar siempre. —Entonces miró a su hermano—. Creo que ustedes son tal para cual.
Raiden no respondió, pero resopló, —No seas inmaduro Ryuu, compórtate.
—Claro, como ordenes hermano. —Iba a irse, pero al parecer recordó algo porque se detuvo y volvió a sonreír—. Puedes quedártela, después de todo ya me la cogí.
Mierda...
Raiden lo tomó de la camisa pero en seguida lo soltó para después sonreírle también, —Vete a tu habitación, tú no tienes permitido salir por la noche. En cuanto haya alguna misión en la que te necesitemos, serás llamado. Mientras tanto mantente al margen.
Ryuu no dijo nada más y se fue sin volver a mirarme ni una sola vez.
Entonces cuando pensé que lo peor había pasado, la expresión furiosa de Raiden me dijo lo contrario.
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