Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8. La 'Ndragheta

Dormí por unas horas hasta que unos golpes en la puerta me habían despertado.

Con dificultad me puse de pie y abrí. Allí afuera estaba Bianca con su inexpresivo rostro de siempre.
Todo el sueño que sentía se esfumó de repente.

—Mi familia quiere interrogarte —informó con seriedad.

—Está bien, deja me pongo algo de ropa —contesté conteniendo el nerviosismo. Me había quitado los pantalones y los zapatos.

Me vestí y salí con ella hacia el despacho de Salazar. No me molesté en peinarme porque sabía que eso no restaría mi apariencia horrible.
Cuando llegamos estaban unos hombres custodiando la puerta y cuando entré, un señor ya grande de edad nos sonrió. Portaba un traje que lo hacía ver elegante, se veía recién afeitado y su cabello rojizo estaba adornado por varias canas. Aún así se veía impecable.

Él y Salazar tomaban de un vaso lo que parecía ser whiski o vodka.

—Sky siéntate. Mi amigo Carlo te quiere hacer unas preguntas. Luego de eso puedes irte a descansar —habló Salazar y me senté.

Carlo me miró ceñudo. —¿Pero qué le ha pasado a esta bella ragazza?

—Tuvimos un inconveniente...

—Me golpearon —le corté de mala gana, no quería estar en ese lugar, con ellos.

—Pero vaya que se han desquitado contigo a lo bruto —dijo antes de esbozar una media sonrisa—. Bueno, no hemos venido a criticar tu apariencia. Estamos aqui para hacerte algunas preguntas sobre el caso de Gregorio.

Tragué saliva y sentí que mis palmas comenzaban a sudar. Pero a pesar de todo y que mi corazón martilleaba como loco, intenté permanecer quieta y con expresión tranquila.

—Veamos, ¿tú antes de llegar a la academia habías escuchado algo de nosotros?

Me mojé los labios y sacudí la cabeza. —Jamás había escuchado ni de la escuela —confesé.

—¿Y cómo llegaste aquí entonces?

—Porque... Salazar me trajo. Yo... causé varias muertes —admití a regañadientes.

—Ah, así que tú naturaleza es la de una asesina —comentó y por dentro me enfadé, ese tono que había usado, claramente era uno que me echaba la culpa, que me hacía ver sospechosa.

—Tal vez lo sea, pero la mayoría de los alumnos de aquí también lo son. Después de todo es un lugar para criminales ¿no? —me defendí—. Nunca crucé palabra con Gregorio y eso lo puede confirmar con sus amigos o Bianca, hasta con Paula.

De reojo miré a Bianca, que se mantenía inexpresiva en su asiento. Rogaba porque no mostrará los dibujos, sino me verían más con sospecha. Pero sorprendentemente ni se movió.

—Sí, ya me han dicho que nunca vieron que tuviesen algún contacto —murmuró—. Entonces no me explico porque tenía tu nombre grabado.

—El día que lo mataron, yo estaba con unos amigos en la azotea —aseguré con una firmeza que hasta yo me sorprendí. Supongo que ya estaba molesta de que pensaran que había sido yo, sin ninguna prueba contundente. Además acababa de ser apaleada, eso te da valor o pierdes un poco el miedo—. El que haya tenido mi nombre no significa nada. Bien pudieron poner el suyo o el de Salazar con tal de incriminar a otro.

Carlo me miró con seriedad, como meditando mis palabras en su cabeza.

—Es raro aún así. Desde mi perspectiva, nunca hubo problemas de esta magnitud hasta que tú llegaste —habló tocándose la barbilla y enfurecí.

—No tienen pruebas que lo avalen, solo un nombre —espeté—. Y sí, me usaron a mí porque resultaría sospechosa, soy nueva ¿no? Una desconocida, ¿quién creería en mí? —añadí en tono amargo.

—Guarda la calma, que estamos tratando de localizar al verdadero homicida —dijo y noté algo de ironía en su voz. Algo imperceptible pero que yo no pasé por alto.

Yo negué y me levanté. Y entonces algo hizo clic en mi mente.

Todo lo que le había dicho no había ayudado para nada, me seguían culpando con discreción. Ellos de verdad creían que yo lo había matado y lo que yo dijera no serviría, ya estaba sentenciada. Supongo que solo no se querían ver tan descarados de llegar y matarme a sangre fría.

—Sky —me llamó Salazar cuando avancé a la puerta.

—No —solté furiosa—, ¿Qué acaso no lo ves? Ellos vinieron a matarme, no a hacer preguntas innecesarias. Y yo no pienso seguir este jueguito —repliqué antes de irme.

Estaba muy molesta, demasiado y no sé por qué pero mis pies caminaron hacia una puerta en específico.

Ryuu me miró ceñudo cuando me abrió. Traía puesto el uniforme y sobre su cama habían varios libros desperdigados.

—¿Qué quieres? —preguntó en seguida me vio.

Yo no respondí y entré sin su permiso. En otras ocasiones no lo hubiese hecho, pero dentro de mí corría un poco de valentía que me hacía actuar como idiota.

Ryuu suspiró hondo antes de cerrar y me miró alzando una ceja.

—¿Eres tú? —cuestioné yendo al grano pero me miró confuso.

—¿Eh?

Yo saqué la nota de mi "admirador", que audazmente había guardado en el bolsillo de mi pantalón antes de irme con Bianca. Se lo tendí.

Ryuu lo leyó con el las cejas fruncidas antes de mirarme a mí.

—¿Estás tratando de decirme que yo, el futuro líder de los Yakuza estoy perdiendo el tiempo mandándote recados estúpidos? —inquirió burlón y bufé.

—Bien, ya entendí —le corté arrebatándole la hoja para guardarla otra vez.

Ryuu se pasó una mano por su cabello negro despeinándolo más y se sentó sobre su cama.

—¿Desde cuándo tienes un admirador tú? —inquirió fingiendo desinterés.

Me encogí de hombros, mi rostro comenzaba a palpitar de dolor. El efecto de las pastillas ya había pasado y necesitaba tomarme otras.
—Desde que llegué —respondí unos minutos después—, no sé quién sea pero parece ser un acosador.

—Es un acosador y al parecer tiene una pequeña obsesión contigo —concordó con una pequeña sonrisa que me hizo gemir de impaciencia.

—No tengo tiempo ni ánimos de lidiar con alguien loco obsesionado conmigo. Suficiente tengo con esos mafiosos italianos —repliqué sintiendo grandes niveles de estrés en mi cuerpecito flaco.

—Ah sí, ¿como te fue con la 'Ndragheta? —quiso saber con interés genuino.

—Mal. Ellos vinieron a matarme no a hacer veredictos —contesté de mal humor.

—Me lo temí, ellos son de las mafias más poderosas... Supongo que no les importa si eres culpable o no, solo quieren a alguien que responda por el homicidio —susurró y tragué saliva. Era verdad.

Yo en lugar de estarme preocupando por quién era el susodicho acosador debería estar preparándome para mí inminente muerte.
Había escapado de Patrick para venir a que me mataran igualmente, aunque bueno, esperaba que lo hicieran rápido ya que el primero me quería torturar antes.

Tomé el picaporte y abrí.

—Yo... supongo que será la última vez que te vea —hablé sin mirarlo a los ojos—. Gracias por rescatarme. Adiós Ryuu Nomura.

Lágrimas amenazaron con salir y me preparé para huir de allí. Que ni debería de haber ido en primer lugar.

Pero él me detuvo agarrando mi brazo.

—Eres muy dramática —se quejó y le lancé un golpe en su pecho.

—Y tu un idiota sin sentimientos —escupí ya en llanto. ¿Se burlaba de mí? ¿Que no veía la gravedad de mi situación? ¿Cómo podía tomárselo a la ligera? Más cuando ya me había despedido y hasta le había agradecido.

Ryuu solo puso los ojos en blanco y tomó con delicadeza mi rostro en sus manos para que lo mirara directo.

—Escúchame bien loca. No vas a morir —aseguró para luego soltarme y alejarse—. Al menos no hoy —añadió.

—¿Cómo puedes saberlo?

Él suspiró y se frotó los ojos, —Solo lo sé. Ahora límpiate esas lágrimas, que con tu rostro magullado te ves más fea —respondió y me indigné.

—Eres cruel... maldito japonés —mascullé y me sonrió burlón.

—Heriste mis sentimientos —dijo sarcástico y cruzando los brazos.

—Me sabe a mierda lo que digas —protesté entre dientes y él solo atinó a reírse.

—Mejor vete Sky. Te veré después. —Me corrió.

Apretando los labios me fui. Solo porque la cara ya me escocía y necesitaba tomar mis medicamentos con urgencia.
Cuando llegué no pude evitar cerrar mi puerta de un portazo.

Aspiré profundo para tranquilizar mi enojo contra todo y todos. Entonces repasé las palabras del pelinegro: No vas a morir, al menos no hoy...

¿Cómo podía estar tan seguro? Dudaba mucho que saliera y abogara por mí. Siendo realistas no éramos ni amigos. ¿Entonces porqué lo decía?
No debería hacer promesas a la ligera.
Porque entonces los tontos como yo sé ilusionaban como yo ahorita.

Alejé ese pensamiento y solo entonces pensé en que si iba a morir, no me quería ir sin antes haber visto el cielo una última vez.
Así que salí del edificio y me fui al patio de atrás. Ya estaba oscureciendo, agradecí que no hubiese nadie allí, como Luis y su pandilla.

Me senté en una banca y admiré la luna. ¿Porqué no podía ser libre como ella?
Y entonces con ese primer pensamiento, todo el peso de mis emociones cayeron sobre mí de golpe.

Claro que derramé llanto como si no hubiera un mañana y pensé, ¿cómo es que había llegado a ese punto?
Estaba completamente sola, sin familia, o sea me habían abandonado, ni ellos me querían; luego me volví una delincuente y después una vil asesina.

No me justificaba, sería imperdonable hacerlo. Yo era el ejemplo de una persona doble moral, porque no quería morir pero yo había quitado varias vidas.

¿En que me había convertido? ¡Yo ni siquiera pedí nacer!

—Es bueno desahogarse de vez en cuando.

Me volteé asustada, Nikolai me ofreció una pequeña sonrisa ladeada. Su uniforme estaba desprolijo como su cabello rubio. Su camisa no estaba fajada y los primeros botones estaban desabotonados.

Con rapidez y elegancia, sacó de su bolsillo un cigarrillo y lo prendió antes de sentarse a mi lado.

—¿Me... das? —pregunté nerviosa. Bueno si iba a morir, al carajo que fumar no me iba a matar más rápido. Nikolai sonrió y me lo pasó.

Yo le di una fuerte calada, sentí que el humo acarició mi garganta y lo dejé salir por la nariz.
Sorpresivamente eso me relajó un poco de la crisis que estaba sufriendo hace unos minutos.

Se lo quise devolver pero Nikolai negó antes de prender otro.

—¿Por qué tan cabizbaja? —quiso saber con interés.

Suspiré con lentitud y expulsé algo de humo que había fumado antes de contestar, —Voy a morir.

—Todos los seres humanos moriremos algún día.

Eso me hizo reír con desgana y amargura. Lo miré fijo, miré su tranquilidad y el como sus músculos y cuerpo estaban tan... relajados mientras fumaba y miraba al cielo, como si las preocupaciones para él no existieran.

—Claro, pero hay distintas formas y la mía es una total injusticia —rebatí entre dientes y Nikolai por fin dirigió sus ojos azules hacia mí.

—La 'Ndragheta todavía no da ningún veredicto.

—No necesitan hacerlo, ya lo sé.

Nikolai me dió una sonrisa de boca cerrada y desvió su mirada.
Entonces pude notar que sus nudillos estaban rojos, casi sangrantes.

—¿A quien golpeaste? —interrogué sin tapujos.

Él se encogió de hombros y se miró la mano enrojecida. —Nadie, la pared no cuenta.

Entonces por dentro me intrigué, solo un poco. Todos en ese lugar tenían historias, demonios, locura. Si me ponía a descifrar a cada uno, probablemente nunca acabaría.
Debatí en mi mente sobre si preguntarle o no, pero no fue necesario ya que su voz detuvo mis pensamientos.

—¿Sabes qué significan estos tatuajes? —me cuestionó alzando la mano, en dónde tenía cuatro calaveras en los nudillos, una en cada uno. Yo negué—. Es uno para cada persona que he asesinado...

Yo no supe que responder a eso, su rostro se mantuvo inexpresivo y ausente como si estuviera recordándolo. —Era una familia... con dos niños. Mi padre me obligó a hacerlo cuando tenía catorce años.

Me mantuve muda y observadora a cada movimiento de su cara o cuerpo.

—Debió, debió ser difícil —comenté en voz baja luego de unos minutos.

Nikolai parpadeó varias veces como volviendo al presente y me sonrió mostrando todos sus dientes perfectamente derechos, entonces pude notar un pequeño hoyuelo en su mejilla izquierda.

—Lo peor es que en el fondo lo disfruté —dijo soltando una pequeña risa y por dentro me estremecí de miedo—, disfruté asesinarlos... hacerlos sufrir, sus gritos...

Okey, estaba a lado de un loco, en una escuela donde todos lo estaban. ¿Porqué debería sorprenderme?
Aún así, oír hablar a alguien así, me causaba escalofríos.

—Eso me convierte en un mounstro, ¿no? —Mientras hablaba siguió fumando.

Me removí incómoda en mi lugar, Nikolai me miró de reojo, es obvio que esperaba una respuesta de mi parte. —Sí. La gente normal no hace eso —dije al fin.

—El ser humano es egoísta por naturaleza. Quizá no matan pero igual atacan de otras maneras —murmuró serio—. No me justifico, pero ponte a pensar. Si los pusieran en una habitación y luego les dijeran que para salir vivos tienen que matar a todos, ¿crees que no lo harían?

—Yo creo que... —pausé—, aún hay personas con su moral intacta, que preferirían morir antes de cometer algo tan atroz.

—Yo no le tengo fe a nadie Sky. El mundo está corrompido —discrepó y se puso de pie—. Todos tenemos demonios por dentro.

—¿Entonces no te sientes culpable por matar? —inquirí cuando estaba a punto de irse.

—¿Y tú? —soltó alzando una ceja

Cada maldito minuto del día, pensé pero no lo dije.

Nikolai tiró el cigarrillo al suelo y lo pisó antes de marcharse.

Yo me dediqué a mirar la luna otro rato más antes de levantarme para irme a mi habitación.

Cuando llegué resoplé abatida.
¿Cómo me matarían? ¿Dolerá morir? ¿Existirá el cielo de verdad?

Bueno si existía es obvio que yo no podría ir.
Yo era más para el infierno, por mis pecados y la vida que  llevaba.

Pero ¿y si no existía nada de eso? ¿y si solo moríamos y nos convertíamos en polvo?
Entonces no debería preocuparme asesinar ni cometer delitos.
Aunque era la educación que había recibido y que no podría borrar de mi mente nunca.

Y si existía Dios, ¿de verdad me castigaría por haber matado a alguien cruel? ¿Alguien que violaba, asesinaba y robaba?

Si lo hacía me parecería injusto.

Luego de tantas cavilaciones me di cuenta y reparé que por primera vez, no me estaba sintiendo culpable por matar a Patrick.
A él no.

Me sentía culpable aún por el orfanato, eso no me lo perdonaría jamás.

Entonces supe que si moría, estaría de acuerdo con Dios cuando me mandara al infierno.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro