Cap.6 Fuera de mi casa.
Tallé uno de mis ojos con aburrimiento, observando lo ajetreado que estaba el restaurante, veía a mis compañeros de trabajo entrar y salir por aquella puerta que llevaba a ka cocina, mientras que yo estaba en mi pequeño descanso observando con desinterés mi celular.
—¡Hey ____!— un golpe en mi espalda me hizo hacer un poco hacia adelante. Respiré intentando calmarme, girando lentamente mi rostro para encontrarme con uno de mis compañeros.
—Dylan.— saludé sin dirigirle la mirada.
—Oh vamos amigo, no seas tan serio, ¡estamos en confianza!— varias miradas fueron dirigidas hacia nosotros ante el grito de aquel chico hiperactivo.
Mi mirada viajó hacia a la de él, mirándolo fijamente intimidándolo en poco tiempo, el rubio desvío su mirada a otro lado, tensando sus hombros mientras yo pasaba por su lado sin dejar de mirarlo.
—Tiraste tu libreta.— avisé volviendo a mirar al frente, alejándome de él dispuesto a seguir con mi trabajo.
—¡____ andando, la comida no se sirve sola!— ante el grito del cocinero rodé los ojos, poniendo todos los pedidos en mi bandeja y leyendo la orden.
—Mesa trece...— murmuré para mí, guardando el papel en mi mantel para seguidamente salir de la cocina y dirigirme a aquella mesa.
Esquivé con agilidad cada una de las mesas y los demás meseros, sin quitar mi expresión, estaba cansado y en cuanto llegara a casa tendría que hacer de comer. Al estar en aquella mesa mencioné cada pedido mientras dejaba los platos en la mesa sin dignarme a mirar a cualquiera de los los clientes, eso hasta que tocaron mi mechón de cabello, el que siempre caía por mi rostro.
—Castañito~, vaya sorpresa....— apreté mis ojos con fuerza mientras contaba hasta cien en mi mente, no está funcionando.
—Joy...— murmuré en forma de reproche, la rubia me miró con una sonrisa apenada.
—L-Lo siento... No pensé que te molestaría— habló la rubia con un pequeño sonrojo adornando sus mejillas.
—No importa... ¿Desean pedir algo más? — pregunté ignorando al azabache el cual hacia sus horribles intentos de coqueteos.
—No, es todo y perdón por molestarte ____...— se disculpó Freddy.
Asentí con calma, dándome media vuelta para seguir con mi trabajo.
—¡No tardes mucho castañito!~
Apreté mis dientes con molestia mientras mis nudillos se hacían blancos debido a la fuerza con lo que los estaba apretando.
—Que te jodan maldito...— Murmuré con molestia.
Me dirigí a otra mesa, donde apenas se habían sentado, pedí la orden donde una chica de cabello pintado color rosa me sonreía con coquetería, no le tomé importancia, anotando las ordenes sin cambiar mi semblante, al terminar de anotar el pedido me alejé, intenta do ignorar la mirada insistente de aquella chica, pues era tan insistente que te llegaba a incomodar.
— Mesa siete, lee por ti mismo.— coloqué el pedido frente a la cara de aquel obeso señor, el cual rápidamente achicó sus ojos leyendo con atención, para seguidamente seguir con lo suyo. Coloqué aquel pedido en un lugar donde lo observe y salí a anotar el siguiente pedido.
°°°
Abrí mis ojos con pereza, observando a mi alrededor notando que estaba en la sala de mi casa, levanté una ceja con confusión, se supone que yo estaba en mi habitación. Observé a mi alrededor y al mirar hacia mis pies pateé con fuerza a la sombra que estaba parada cerca de mí.
—¡Me sacaste todo el aire!— escuché una voz que me hizo rodar mis ojos por completo.
Me levanté del sillón, apagando la televisión y encendiendo la luz de la sala para seguidamente mirar con el ceño fruncido a aquel azabache, el cual tomaba con fuerza su estómago mirándome desde abajo, provocando que mi ceño se frunciera aún más.
—Sabes, normalmente a tus ayudantes los recibes con un abrazo y un "gracias"— habló el azabache, causando confusión por mi parte.
—¿De qué hablas?— pregunté entrando a la cocina.
— Hablo de que yo te traje a tu casa, tal vez te quedes sin trabajo, ya sabes, la chica que se te lanzó encima y tú por alguna razón golpeaste su rostro.
Una mueca de molestia se formó en mi rostro, lo hice nuevamente.
—Como sea, ya puedes largarte.— hablé encendiendo la estufa, dispuesto a preparar espagueti.
Mi cuerpo se tensó, sintiendo como alguien rodeaba mi cintura con sus brazos, mientras que una respiración se presentó en mi oreja. Con mi inexpresividad golpeé la costilla de Fred alejando su cuerpo del mío.
—No me toques. — hablé mirándolo fríamente.
—Vaya, realmente me recorrieron escalofríos.— confesó con burla.
Seguí cocinando, ignorando su presencia mientras éste intentaba llamar mi atención. Al terminar de hacer la comida sonreí con satisfacción, escuchando como un suave toque se presentaba en la puerta, con pasos acelerados llegué a ésta abriéndola provocando que un cuerpo chocara con mi pecho.
—Mei...— Murmuré mirando a una camioneta, con vidrios polarizados.
Sin desviar la mirada de aquel auto adentré a Mei a la casa, con lentitud cerré la puerta y finalmente me di media vuelta ayudando a la castaña en mis brazos a no caer al suelo.
—____... Lo siento, mami llegó tarde~...— balbuceó entre tropezones.
La ayudé a avanzar para sentarla en el sillón, quité sus tacones con cuidado observando sus pies ya un poco lastimados mientras soltaba un suspiro al oler alcohol en el ambiente, al igual que a colonia de hombre.
El silbido de cierta persona causo una sensación de asco en mí.
—Vaya, vaya, pero mira que hermosura tenemos aquí.— los pasos del azabache acercándose causaron que apretara los puños, conteniendo mi furia. Debía mantener la compostura con Mei.— Hola muñequita, mi nombre es Fred, ¿y el tuyo?
Mei le sonrió con cansancio mientras que sus ojos verdes se dirigían hacia a mí.
—Tu amigo es lindo ____~...
—No es mi amigo. — aclaré ayudándola a levantarse.— andando, tienes que comer y después te vas a ir a dormir.
Pasé su brazo sobre mi hombro para ayudarla a llevarla a comer en la mesa, sus pequeños pies caminaron hacia aquel lugar descansando al llegar a la silla, con calma tomé un plato y comencé a servirle el espagueti, después de esto le coloqué su plato enfrente, seguidamente le serví agua en un vaso.
Mei miró a el azabache con una sonrisa cansada después volteó a verme con una ceja alzada, su cabeza apuntó ligeramente hacia él mientras que sus ojos verdes miraban directamente a los mios. Rodé los ojos al entender a lo que se refería, dirigí mi mirada a aquel azabache el cual babeaba mirando el plato de mi madre.
—Tch...— Con una clara molestia abordando mi rostro me levanté de mi asiento, acercándome a el espagueti para comenzar a servirlo en un plato y después dejarlo frente a el azabache, el cual rápidamente sonrió como niño pequeño y comenzar a devorarlo.
Rodé los ojos con fastidio para después sentarme enfrente de Mei ignorando a el azabache.
—Ne ____~... Estás más serio que de costumbre — el silencio fue interrumpido por la voz de Mei, la cual me miraba con una ligera sonrisa y sus ojos verdes entrecerrados.— Lo siento... Necesitamos el dinero~.
— Mei, te he dicho que yo trabajo. Tú puedes quedarte en casa y dejar de hacer... Eso.
—Ne~, yo soy la mamá aquí... — se quejó con un ligero puchero.
La interrupción de Fred escupiendo la comida manchando toda la mesa me hizo mirarlo mal, para nuevamente dirigirle la mirada a Mei.
—Bien, pero no quiero escuchar quejas de por qué volví a meterme en problemas.— avisé con pereza, miré a Fred el cual estaba bebiendo del vaso de agua mientras golpeaba su pecho.
—¿Mamá?... ¿C-Cuantos años tiene?— preguntó Fred en dirección a mi madre.
—Acabo de cumplir los treinta, cariño.— informó Mei metiendo el tenedor a su boca.
—¿Y "eso" como trabajo?— preguntó el azabache curioso.
Lo miré fijamente obteniendo que su mirada chocara con la mía, sin titubear y recargándome en la mesa lo reté con la mirada.
—Que te importa, metiche.
—Wow, ese insulto fue demasiado fuerte para ti.— exclamó aquel mirándome con burla.
—_____, no insultes a tus amigos.— regañó Mei con voz perezosa, pero con un poco de alegría.— Cobro dos mil la hora, pequeño.— guiñó un ojo mientras un bostezo abandonaba su boca.
Con molestia y ante la atónita mirada de Fred tomé a Mei entre mis brazos, tomándola como un costal de papas me alejé de la cocina y seguidamente subí las escaleras para meterla en su cama, la dejé en ropa interior para que estuviera cómoda y finalmente salí de la habitación después de haberla acobijado.
Solté un suspiro reflejando mi cansancio al ver a Fred aún en la cocina de la casa. Rápidamente y sin dudar me encamine hacia él colocándome en la silla frente a él. Por como se removía en el asiento y desviaba no levantaba su mirada se podría decir que se sentía incómodo, aún más con mi insistente mirada.
—Sabes, he de admitir que tu mirada si es un poco intimidante castañito~— intentó disipar el silencio.
Al observar su plato vacío me levanté de el lugar en el que estaba sentado para tomar su plato y llevarlo al lavadero sin emitir algún sonido, al acabar me di media vuelta y me acerqué a él, tomé su mano sin decir nada obligándolo a levantarse para dirigirme a la puerta principal de la casa. Noté como el azabache al notar lo que iba a hacer intentó poner resistencia, más de ninguna forma se pudo deshacer de mi agarre.
Jale su muñeca con fuerza haciendo que saliera de mi casa para después dedicarle una mirada amenazante.
-No te quiero ver aquí de nuevo, ¿entiendes? o me aseguraré de borrarte esa estúpida sonrisa de tu rostro.
Cerré la puerta en toda su cara para finalmente soltar un suspiro de cansancio. Lavé los trastes que estaban en la mesa y subí a mi habitación.
Ese tipo me estresa.
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