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Capítulo 46

Last Christmas I gave you my heart
But a very next day you gave it away
This year, to save me from tears
I'll give it to someone special.
Wham! – Last Christmas

Con cautela fue hacia la cocina, al fin y al cabo, esa no era su casa y su relación con Alyn tampoco estaba en su punto más álgido, por lo que era normal que se sintiera algo cohibida. La anfitriona había ido a atender una llamada así que la dejó sola con libre disposición para tomar lo que quisiera, además de un pequeño aliciente. Le dijo que Steve estaba en la cocina.

Kai no relacionó la idea de que al ser el mejor amigo de la chica estaría allí, pero le encontró sentido y, obviamente, no iba a decir nada al respecto, por mucho que se muriera de ganas de hablar con él.

"¿Debería hacerlo?", se preguntó. "No. Él no quiere, debes respetar su espacio", se autorrespondió al momento. Tomó aire entonces y, sin apenas controlarlo, un impulso nació de ella para levantarse. Iba a hacerlo, iría a la cocina para tomar algo y... ¿encontrarse con él? Sí, porque no quería convencerse de que había ido a buscarlo a propósito.

– Venga, Kai. Has hecho un grafitti, esto no es nada para ti – murmuró antes de impulsarse hacia la cocina.

Notaba temblor en todo el cuerpo y un nudo que empezaba a entrelazarse en la boca del estómago, lo mismo que sintió la última vez que se vieron. Pero no iba a permitir que eso le parara. No iba a ser una cobarde, así que se dio media vuelta para andar decididamente cuando se topó con algo que le hizo desbancarse. Pero por alguna razón no cayó al suelo.

No quería mirar, no quería descubrir de qué o quién se trataba, no quería... pero cuando lo vio allí, frente a ella y agarrándola por la espalda, supo lo mucho que le quería.

Se quedó sin respiración.

Steve iba de camino a su habitación para ponerse algo de ropa, ya que aun estando la calefacción encendida, tampoco quería tentar a la suerte. Además, había dejado de escuchar voces en el salón, así que supuso que ya no estarían allí y que en el mejor de los casos Kai ya se habría ido. Pero no contó con chocarse con ella a medio camino, ni tampoco en tenerla tan cerca después de tanto tiempo, ni en verla como a una obra de arte que podía admirar durante horas sin decir una palabra. Si hubiera estado menos molesto y menos enamorado, no hubiera vacilado en besarla de la forma más pasional, pero una pequeña parte de él seguía convencida de que debía mantenerse firme ante la situación por mucho que le doliera.

Poco a poco fue incorporándola sin que ninguno dijera nada, tan solo guiándose con las miradas era suficiente. Luego se apartaron unos pocos centímetros, que de nada sirvieron para apagar las ansias que les invadían.

Ella no apartaba la mirada ni un solo segundo, ya no solo el shock de tenerlo tan cerca después de un mes sin apenas contacto, su atención también se debía a la precaria situación en la que se encontraba el rubio. Pues Kai se ruborizó de golpe al caer en la cuenta de que solo llevaba puestos los calzoncillos.

– ¡Lo siento! – exclamó mientras daba media vuelta para no incomodarle con la mirada.

– No, no, tranquila – se apresuró él, apartándose bruscamente –. Justo iba a... – dijo gesticulando hacia la habitación.

– Claro, claro. Tomate tu tiempo – aclaró agachando la cabeza incómoda.

Seguía ruborizada y con las mejillas encendidas. Verlo de repente había sido como un cubo de agua fría sin previo aviso, solo que este cubo encendía unos sentimientos que ni el más helado fiordo iba a calmar.

Por alguna extraña razón, Steve fue más rápido de lo normal en vestirse. Quería volver de nuevo al salón, pero a la vez su parte racional le decía que no lo hiciera, que no sucumbiera al deseo por mucho que este predominara en aquel momento.

Se miró entonces en el espejo del baño para lavarse la cara e intentar recolocarse un poco el cabello rubio alborotado.

– Joder. Venga, contrólate. No es tan difícil, es solo una chica – gruñó ante su reflejo –. ¿Verdad?

Pero él sabía que no era solo eso.

Ella no estaba ya en el salón cuando bajó, no había oído la puerta, pero temió porque se hubiera marchado asustada o por alguna otra razón. Pronto descartó la idea, ya que vio su abrigo tirado en el brazo del sofá, así que supuso que estaría en el baño o en la cocina, puesto que había visto a Alyn todavía al teléfono.

Trotó hacia su segunda opción donde, efectivamente, la vio cogiendo algo de la nevera.

A Kai le pareció divertido ver que todavía seguían allí las botellas que debieron usar durante fin de año, pero no se entretuvo mucho en elegir algo para picar, se decantó por un yogur de limón. Acto seguido cerró la puerta de la nevera y lo vio de nuevo. La misma sorpresa la llevó a lanzar el yogur por los aires de forma involuntaria hasta caer al suelo y reventar el plástico.

– Ay, no... – murmuró la chica al ver el desastre que se había formado en el suelo. Rápidamente, se agachó para limpiarlo.

Steve tardó unos segundos en reaccionar hasta que fue a por un trapo húmedo.

– Deja, ya lo hago yo – dijo el rubio al mismo tiempo que se ponía a la misma altura que ella.

Él actuaba de forma seria porque no sabía hacerlo de otra forma, algo en su interior le suplicaba que la abrazara, que dejara correr todo lo ocurrido. Kai volvió a sentir de nuevo como sus mejillas se encendían y toda la sangre hervía como si fuera a estallar. Era una mezcla extraña entre calor y frío.

– Feliz año – murmuró ella mientras recogía el embalaje.

– Igualmente.

"Demasiado seco", pensó él. Debía parecer algo menos borde.

– ¿Te lo pasaste bien? – preguntó ella aun siendo lo más estúpido que había dicho en mucho tiempo.

– ¿En año nuevo?

– Ah, sí. Y en navidad – aclaró.

– Estuvo bien.

Kai asintió entendiendo que era mejor que callara. Las cosas no parecían estar en mejora después de todo.

– ¿Las tuyas han ido bien? – preguntó entonces él.

– Oh, sí. Han estado genial. Vinieron mis abuelos de Hawaii y... – calló al caer en la cuenta de que era muy probable de que no le importara lo más mínimo y que solo había preguntado por educación.

Él sonrió. De hecho, sí que le importaba todo lo que le dijera, si fuera por él se pasaría horas escuchándola, igual que cuando ella se molestaba en prestarle atención en sus peores momentos.

Entonces se sintió una persona de mierda por no saber expresar ese interés.

– Ya está limpio – se limitó a decir. Kai asintió.

– Gracias.

Se levantaron al mismo tiempo y a la misma distancia. Ella quería seguir allí, quería tocarlo y él debía salir de allí.

– Bueno, tengo que irme – era mentira, él no tenía pensado irse hasta pasado un rato, pero debía excusarse de algún modo.

– Claro, sí. De hecho, yo tampoco tardaré.

– Bien. Un placer, pues –. Se alejó hacia la puerta de la cocina para irse.

– Steve –. Él se giró alarmado –. Lo siento... por lo del yogur... – murmuró.

– ¿Por lo del yogur? – preguntó con sarcasmo.

No era intención de Steve que se malinterpretara, al contrario, no estaba de humor para poner doble sentido a sus palabras.

– Sí, Steve, por lo del yogur – afirmó con sorna y algo de enfado que usó como impulso para lanzar el residuo a la basura. Realmente, esa fue parte de la excusa que necesitaba para dejar de desearlo.

– Bien – murmuró sin darle más importancia.

Él se marchó a su habitación evitando volver la vista, no podía permitirse volver de nuevo a tener contacto con ella.

—————
Buenaaaas!!!

Siento el pedazo de retraso, he tenido un pésimo finde; un 98% desastroso, con eso lo digo todo. Pero bueno, aquí lo tenéis😅

Un capítulo cortito, con el encuentro de estos dos seres que son cabezotas a más no poder. Aunque, ¿cuál no? Pero que hasta por un yogurt estén así... tela.

Nos vemos mañana, prometo colgar el capítulo😉

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