Capítulo 45
– Bueno, el argumento no es muy convincente.
– ¿Y su mirada?
– La mirada sí.
Mario Beneddetti
Una respiración más, un paso más, un metro más, un kilómetro más. Fin.
Alyn recorría las calles de aquella zona residencial en la que sus abuelos decidieron instalarse años atrás. La chica había aumentado sus sesiones de correr, llegando a salir hasta cuatro mañanas a la semana y dejar atrás solo los domingos. Si antes le proporcionaba una calma mental, ahora, con más sesiones, llegaba a deshacer alguno de sus pensamientos más enredados. Fue una de las actividades que le ayudaron a cambiar en ese escueto tiempo.
Aquella mañana dejó a Steve durmiendo en la que, anteriormente, era su habitación y salió a correr por más de una hora antes de decidir volver a casa. Pese al frío y a las calles heladas, por las que se podrían transitar (aunque a un ritmo más ralentizado) gracias a la sal que le habían aplicado, había conseguido una buena marca y un sudor que demostraba su esfuerzo.
Entró en su casa jadeando y el calor de la chimenea la abrazó. Suspiró satisfecha. Junto a esa sensación también la recibió un chico rubio en bóxer bajando por las escaleras. Alyn no podía negar que su mejor amigo estaba en muy buena forma y que aquello se veía reflejado a la perfección en su cuerpo. Ese que observó unos segundos.
– Una foto te dura más, cariño – murmuró Steve con voz ronca, demostrando que se acababa de despertar.
– Para qué tener una copia a papel teniendo el original delante – le siguió la broma, guiñándole el ojo. Entonces se descalzó.
– Buenos días, cariño – la saludó, ahora de buenas formas, al tiempo que se acercaba a ella y dejaba un suave beso en su frente. Tras ello se fue a sentar al sofá.
– Buenos días – repitió siguiéndole, aunque no sentándose con él –. ¿Vas a desayunar antes de irte?
Después de pasar año nuevo, los mellizos y Peter, abandonaron la casa de Alyn por la tarde, tras comer. En cambio, Steve había acordado con la chica quedarse hasta el día siguiente, sin especificar hora de partida.
– Había pensado en quedarme hasta después de comer. Si es que te parece bien.
– Sabes que mi casa es tu casa – comentó. Intercambiaron una mirada cómplice, intentando retener una sonrisa divertida –. Nunca mejor dicho.
– Genial – vociferó al tiempo que se ponía en pie y daba una palmada –. ¿Has desayunado antes de irte a dar saltitos? – preguntó, causando una leve risa en Alyn. Esta negó con la cabeza –. Entonces... ¿Tostadas o tortitas? – añadió caminando hacia la cocina al tiempo que estiraba sus músculos.
– Tostadas.
– Marchando unas...
El timbre lo cortó. Ambos se quedaron quietos en su lugar; Steve en el umbral y Alyn en medio del salón. Esta última giró la cabeza hacia la puerta principal antes de fruncir el ceño.
– ¿Esperas a alguien? – cuestionó el rubio.
– No – negó –. Supongo que será algún vecino – completó mientras se encogía de hombros.
Se adelantó a alcanzar la entrada y sin miramientos previos abrió la puerta. La persona que se encontraba tras ella los dejó completamente congelados, hasta el punto de que sus respiraciones se cortaron.
– Hola – saludó la chica con una sonrisa, antes de observar por encima del hombro de Alyn y toparse con la mirada del rubio. Su sonrisa se esfumó.
La castaña la miró, aún sorprendida, para, un segundo después, pasar la vista al chico a sus espaldas. Notó como este tenía la mandíbula contraída y su pecho subía y bajaba con irregularidad. Decidió intervenir y se puso delante de ella, impidiendo el contacto visual.
– Kai – la llamó, haciendo que esta le prestara atención –. ¿Qué haces aquí? Si es por Steve...
– No – negó, interrumpiéndola –. Quiero hablar contigo – pidió y al ver que se quedaba en silencio añadió –: Por favor.
– Está bien – aceptó.
Miró por encima de su hombro, de nuevo, para asegurarse de que Steve ya había desaparecido y se hizo a un lado para dejarla pasar. Una vez instalada en el sofá del salón, le preguntó por la bebida y Kai aceptó un café.
Alyn entró sola a la cocina, encontrándose a su mejor amigo con ambas manos apretadas en la encimera. Se acercó con cautela y posó con suavidad una mano en su espalda.
– ¿Qué quería? – le preguntó el chico.
– Quiere hablar conmigo.
– ¿La has dejado entrar? – cuestionó girándose hacia ella. Esta asintió.
Algo en la expresión de Steve cambió y su mirada se dirigió a la puerta que separaba a la pelinegra de ellos. Parecía que el rubio entendía de qué iba la cosa y no estaba del todo de acuerdo. Aquello confundió a Alyn.
– Sabes perfectamente que te va a hablar de Ethan, ¿verdad?
– Lo sé.
– Entonces, ¿por qué...?
– Sé lo que hago, Steve – lo cortó, antes de posar una mano en su pecho –. Soy consciente de que me va a hablar de Ethan, pero también sé que no habrá nada que justifique sus actos y que, por ello, nada cambiará –. Suspiró –. Si la he dejado entrar es porque ha hecho un trayecto de hora y media. Se merece que la escuche al menos.
Al chico no le terminó de convencer, pero era la vida de Alyn y parecía que había madurado, más de lo que ya era, en menos de dos semanas. Confiaba en ella.
– Estaré en el jardín – le informó.
– Está helando, Steve – le recordó mirándolo de arriba abajo –. Y tú estás semidesnudo.
– Cierto – coincidió tras mirarse –. Mejor espero aquí.
Un par de minutos después, Alyn volvió al salón con dos tazas de café con leche y un poco de azúcar. Cada una estaba sentada en una punta del sofá, como si quisieran guardar una distancia prudencial, por más que los problemas no las afectaran directamente.
– ¿Cómo has sabido dónde encontrarme? – preguntó la mayor al darse cuenta de ese detalle –. No hay muchas personas que sepan dónde estoy.
– Peter – confesó Kai.
"¿Peter me había traicionado?", pensó la castaña; "No, él no haría algo así sin un motivo".
– Peter llegó de su celebración de año nuevo bastante tarde y, una vez en su casa, vio que tenía una llamada perdida de Ethan – explicó, como si hubiese leído la mente de la otra chica –. Cuando le intentó devolver la llamada, este no respondió, así que al día siguiente, es decir hoy, me ha llamado a mí. Le expliqué lo ocurrido y le dije que tú deberías saberlo, pero no sabía dónde estabas. Entonces me lo dijo y nada más colgar me he venido hacia aquí.
Alyn procesó la explicación de Kai y concluyó que Peter no la había traicionado, sino que vio que era necesario decírselo. Aunque la chica hubiese preferido que no fuera así, ya que entonces Ethan podría intentar llegar hacia ella. Y no es que no quisiera verlo, los sentimientos aún estaban ahí. Lo que no quería era pisotear sus ideales y su avance por él.
– ¿Lo que le explicaste y que aseguraste que yo debería saber, es por lo que has venido? –. Kai asintió –. ¿Es el motivo de Ethan?
– Es algo más importante –. Tragó saliva, nerviosa o... ¿apenada? –. Pero debo explicártelo para que lo puedas entender.
La castaña la observó, analizando si sería buena idea escucharla o no. Sabía que en algún momento debería conocer esa explicación y si no se veía con la fuerza necesaria como para enfrentarse a Ethan, tal vez fuera mejor en boca de Kai.
– Está bien – afirmó antes de beber un trago largo de su café –. Explícamelo.
La pelo azabache imitó la acción de su ex-compañera de habitación y bebió un trago largo de su taza antes de dejarla en su respectivo platito sobre la mesita auxiliar. Después se acomodó en el sofá, inspiró con fuerza y se mentalizó.
– Creo que Ethan ya te explicó un poco de sus orígenes, como que él nació en Alaska y que después se mudaron aquí.
– Sí, entre unas pequeñas cosas más – asintió.
– Pero lo que no te dijo es que Ikiaq, la chica con la que... bueno, no hace falta que lo diga – terminó diciendo, ya que vio la expresión contraída de Alyn –. Se conocían desde que nacieron, sus familias eran y están muy unidas. Se criaron juntos los años que él estuvo ahí y, después, cuando viajaban de vacaciones, se pasaban todo el tiempo pegados –. Apartó la mirada de la castaña, sin poder pronunciar la siguiente parte de la historia mirándola –. Entonces los sentimientos cambiaron en ambos y... bueno, un verano comenzaron a salir. Han estado juntos durante cinco años.
– Dirás: "están juntos desde..." – le corrigió, sintiendo un sabor amargo en su boca. Aún le costaba imaginarse al chico con otra mientras estaba con ella.
– No – negó, causando que Alyn frunciera el ceño y la mirara con atención. Sin embargo, siguió con la historia –: Ethan quería romper con ella desde hace más de un año, concretamente un año y cinco meses, pero... –, suspiró profundo –, no pudo.
– ¿No pudo o no quiso?
– No pudo – aseguró –. Es difícil contar esto cuando te ha tocado algo parecido de cerca –. Kai cerró los ojos y ante ella se formó la imagen de su hermana. Alyn, en un auto-reflejo, posó su mano en la de ella –. Cuando Ethan llegó a Alaska, sabiendo que sus sentimientos ya no eran iguales, a Ikiaq... –, abrió los ojos y miró a la castaña –, le detectaron cáncer.
Esa confesión fue como una jarra de agua fría directa a la cabeza de Alyn. Su cuerpo se congeló por unos segundos y sintió como un nudo se le formaba en la garganta y en el estómago.
– No podía romper con ella, no con esa noticia tan reciente – continuó la pelinegra –. No quería disgustarla más de lo que ya estaba. Fue un duro golpe para todos y en esos momentos lo necesitaba más que nunca.
– Lo entiendo.
– Los primeros meses fueron pasando y algunos tratamientos funcionaban –. Kai intentó evitar el recuerdo de su hermana y centrarse –. Ethan podía haber roto con ella en esos momentos, pero entonces fue cuando comenzó a auto-culparse. Asegurando cosas como que si había pasado aquello era porque si dejaba de querer a alguien que había asegurado amar, lo castigarían.
– No es su culpa – afirmó Alyn con impotencia –. Esta mierda escoge aleatoriamente.
– Lo sé, créeme que lo sé –. A la pequeña se le escapó una lágrima y la castaña le susurró un "lo siento" mientras acariciaba su mano –. La cuestión es que Ethan pensó, y así llegó a obligarse indirectamente, que no volvería a querer a nadie de esa forma nunca más –. Suspiró al tiempo que clavaba intensamente la mirada en la ojiazul –. Y entonces te conoció a ti –. Alyn tragó saliva –. Fue una bofetada en la cara para él y todo pensamiento de que no podría y no debía querer otra vez, se esfumó. Sin embargo, no se atrevió a romper con Ikiaq –. Alyn apretó la mandíbula y separó la mano de la de ella –. Si lo hacía quería que fuera en persona, cosa que hasta navidad no sería y aunque llegara no estaba seguro de si sería capaz. Ikiaq es como una hermana pequeña para él, por más que ella lo vea de otra manera. Nunca ha querido que ella sufra.
– Prefirió esperar a que yo descubriera el pastel.
– No – negó apresuradamente –. Suena ruin, pero él esperaba que nunca lo descubrieras. No creía que su hermana sería capaz de hacerle algo así.
– Eso no justifica nada, Kai – se quejó –. Al contrario, esperaba jugar a dos bandas para el resto de su vida.
– Él sabía perfectamente que en algún momento iba a terminar con Ikiaq, si la vida no se la arrebataba antes –. Kai respiró entrecortadamente –. Sé que esto no justifica nada porque debería habértelo dicho desde un principio. Pero, ambas sabemos lo que habría ocurrido, te hubieses alejado y él no quería perder lo que tenía y sentía contigo. No te quería perder.
– ¡No! – negó en un grito, poniéndose de pie –. ¿De verdad me creéis tan mala persona? Claro que no hubiese dejado que llegáramos hasta donde llegamos, pero no me hubiese alejado. No habría huido –. Respiró hondo, calmándose. Volvió a sentarse y miró a Kai más tranquila –. Hubiese hablado con él e intentado que entendiera que nada de lo que le ocurrió a Ikiaq era culpa suya y que no era lo mejor para nadie estar con ella por pena, lástima o por evitarle dolor. Lo habría ayudado a comprender.
– Lo siento – susurró –. Y sé que si Ethan estuviera aquí, también te pediría perdón por haberte juzgado antes de tiempo –. Se encogió de hombros antes de añadir –: Pero le pudo el miedo, el miedo a perderte y a hacerle daño a ella, y perderla también.
Alyn dejó salir todo el aire de sus pulmones antes de caer sobre el respaldo del sofá. Inclinó la cabeza hacia atrás y se quedó mirando el techo. Su cerebro era un hervidero debido a toda la información que acababa de recibir. Analizaba, pensaba, le daba vueltas y volvía a analizar todo lo dicho. Hasta que al final llegó a una conclusión.
– Lo entiendo – murmuró aún desde su posición, pero vio de reojo como Kai la miró –, y lo perdono.
– ¿En serio?
– Pero no olvido – puntualizó irguiéndose y mirando a su ex-compañera con seriedad –, ni justifico lo que hizo. No creo volver a confiar en él, mucho menos volver al punto donde estábamos.
– Comprendo – comentó, tras hacer una mueca. Al menos había logrado que Alyn la escuchara y entendiera lo sucedido.
– Espera – volvió a hablar, sacando de sus pensamientos a Kai –, antes has dicho que había una situación por la que Peter te había dado mi dirección, esa por la que me has contado toda esta historia y motivo. ¿Qué es eso que, según tú, debería saber?
– Ethan te necesita –. Alyn frunció el ceño –. Porque... –, un nudo en la garganta, junto a unos ojos cristalizados, hicieron que su voz saliera como un hilo –, Ikiaq ha muerto.
– ¿Qué? – susurró, afectada. "Muerto", repitió en su mente una y otra vez.
– Ikiaq volvió a Alaska antes de las fiestas y hace unos días, después de navidad, tuvo una recaída. Una grave – le explicó también afectada –. Ethan voló hacia allí sin dudar. Y ayer... –, una lágrima resbaló por su mejilla imaginándose el dolor de su amigo –, poco después de que dieran las doce del día uno, Ikiaq... murió –. A Alyn se le cerró el estómago –. Horas después, cuando ya era de día, Ethan me llamó y también a Peter, de ahí la llamada perdida –. La miró con esperanza –. Esperaba que al menos lo llamaras, eso lo ayudaría. Por favor.
La castaña dejó que su mirada se perdiera en el fuego de la chimenea, chispeando de fondo, llenando el silencio que se había formado. Entonces su cabeza empezó a funcionar a mil por horas, todo se reproducía a la velocidad de la luz.
Ethan apareciendo en su vida. Cambiándola.
Joderla y arreglarlo. Besos adictivos.
Adrenalina, aventuras, orgasmos. Libertad.
Dobles vidas y dolor. Mentiras.
Su apoyo en el peor momento, la pérdida de su abuela. Él presente.
– ¿Alyn? – la llamó, Kai, al ver que no reaccionaba. La nombrada fijó los ojos en los orbes grises de la chica y logró pronunciar con firmeza aquellas tres palabras:
– Ethan me necesita.
—————
Buenaaaas!!
Pues la verdad ha sido revelada, el motivo de que Newen le hubiera ocultado a su novia, Ikiaq, a Alyn. Un motivo muy doloroso🥺 Que ha acabado con una muerte trágica y significativa para el chico💔
¿Qué opináis sobre la historia de nuestro artista? ¿Justifica su comportamiento? ¿O al menos puede llegarse a entender por qué lo hizo? Os leooooo☺️
Hasta el vierneeeeeees😉
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