Epílogo
La puerta se abrió con un estruendo que lo sacó de su ensimismamiento, llevaba más de tres horas continuas de trabajo, eran demasiados planes y negocios que mantener sujetos a la vez y tenía que ser cauteloso si no quería ser descubierto, algo difícil de lograr con su inquieto invitado. Alzó la mirada para observar aquel ojo oscuro que irradiaba furia desmedida y tal vez algo de locura.
—¿QUÉ MIERDA ES ESTO? —preguntó a gritos, tirando una carpeta amarilla encima del escritorio, él simplemente se acomodó en su silla y tomó la carpeta, abriéndola y leyendo cuidadosmanete el contenido de sus documentos.
—¿Qué es lo que no entiendes? —preguntó condescendientemente, dejando la carpeta abierta encima del escritorio.
—No juegues conmigo —protestó iracundo, sintiendo como su rabia aumentaba, pronto una punzada de dolor llegó a través de la cuenca de su ojo.
—Cuidado mi querido amigo, ese parche te queda muy bien, pero su objetivo es que no se vea la ausencia de tu ojo —comentó con simpatía fingida —He de recordarte que no estás totalmente curado y que es riesgoso alterarse así. ¿Qué te parece un poco de té para que te calmes?
—No jodas conmigo —gruñó, más molesto aún.
—Song Woo Bin, hemos sido amigos por años, no haría algo como eso contigo —aseguró, con una pasividad pasmosa que solo irritaba más al coreano.
—Explícame qué mierda es eso de una vez —exigió el hombre, sin deseos de prolongar aún más aquella discusión.
—Exactamente lo que lees. Feing Long se aseguró de dejar todo sujeto legalmente y con sus negociantes para que si él moría, fuese la líder del bajo mundo japonés quien se quedase con todo. Al parecer ahora ella se hace llamar Alexa Rosen, aunque todavía no sé con quién estamos lidiando realmente —explicó, como si lo que dijera no representanse un problema para ellos.
—Entonces estamos jodidos —afirmó Song Woo Bin.
—Por el contrario, estamos un paso delante de ellos —aseguró sonriente, tal parecía que estaba teniendo un muy buen día —nosotros tenemos algo que ellos no saben.
—¿Qué? —preguntó el coreano desesperado de aquel misterio.
—A mí —dijo una voz femenina proveniente de un lateral de aquel estudio, Song Woo Bin no la había visto al entrar hecho una furia, por eso se sobresaltó al escucharla y giró bruscamente en su dirección.
—¿Y tú eres? —preguntó sin comprender.
—La peor pesadilla de cualquiera de ellos.
*****
Y aquí cierra Mentes Tormentosas, espero que estén listos para lo que se avecina. Aquí les dejo la portada de Vidas Enlazadas, pronto estaré subiéndola, hasta entonces, nos leemos, pequepinkypitufibolas.
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