Capítulo 26- Ya no más dos.
Una ella pequeña corría al lado de Sakura, las flores de cerezo caían mientras ambas correteaban por todas partes, persiguiéndose y riendo. Sus risas angelicales, como cualquier risa infantil e inocente, resonaba por el vacío de aquel recuerdo. Alexis estaba parada en medio del camino, observando a su yo pequeña con quien en su momento fue su hermana menor, intentando lidiar con el dolor que sentía por dentro.
—No quiero recordar —afirmó cuando sintió la presencia de Alexandra al lado suyo.
—Sé que no, por eso existo yo —repuso Alexandra, dedicando su atención a las niñas felices que sus memorias mostraban.
—Pero ahora tú también estás rota —recordó Alexis e inconscientemente se llevó las manos a su vientre.
—Eso no me duele —aseguró Alexandra al ver el gesto de Alexis.
—Lo sé, esto me duele a mí, pero Feing Long… —intentó explicar Alexis sin girar a ver a Alexandra, pero se vio interrumpida por esta.
—No te atrevas —su voz salió firme y rota a la vez.
Alexis tenía razón, le dolía, estaba rota de mil formas con la muerte de Feing Long. En su vida siempre creyó que existirían tres constantes, Alexis en su mente, Hideki a su lado y Feing Long en la segura distancia. Sin embargo, en esos momentos se enfrentaba a la realidad, era posible perderlos y esto la estaba aplastando. Siempre supo que estaba enferma y que lo que vivía no era sano ni correcto, pero no quería detenerlo porque ser así les daba mayor estabilidad que enfrentar juntas su vida, ahora ya no tenía opción.
—Alexandra— la llamó Alexis con cuidado, finalmente volteando a verla. Ambas se miraban rotas, vacías, con sus mentes en una tormenta absoluta sobre la decisión que debían tomar —Ya no podemos refugiarnos más la una en la otra. Nuestro pasado es doloroso para mí y nuestro presente es doloroso para ti. Ni tú ni yo por nuestra cuenta podemos sostenernos más.
—Lo sé —concordó Alexandra, ya no podían huir más —No seremos dos nunca más.
—Es así como siempre debió ser —aseguró Alexis.
—No sé qué pueda llegar a pasar, ni siquiera sé si seremos quien fuimos o alguien nuevo y diferente —Alexandra dio voz al miedo que ambas tenían, si desaparecían no tenían ni idea de qué quedaría para su consciencia, nunca habían pensado en ello pues lo que estaban a punto de hacer no había sido una opción, sino hasta ese momento.
—¿Recuerdas cuál era nuestro nombre? —preguntó Alexis, había intentado recordarlo varias veces durante el tiempo que pasaba inactiva y con Alexandra al mando de su cuerpo, pero era como si se hubiera desvanecido en su totalidad de sus memorias.
—No —Alexandra tampoco lo recordaba, incluso en los recuerdos que tenía de Sakura llamándola, el instante en que mencionaba su nombre quedaba en total silencio en su memoria —pero siempre podremos escoger uno nuevo —afirmó, segura de que pasara lo que pasara, seguirían siendo ellas. Nadie podría quitarles lo que habían vivido hasta ese momento.
—Es hora —afirmó Alexis titubeante.
—Es hora —aseguró Alexandra.
Todo el lugar quedó en silencio, las niñas habían desaparecido y las flores de cerezo que caían empezaron a volverse de un color rojo sangre, la oscuridad cubrió todo y un viento amenazante las envolvía, llevando consigo los colores y formas que las rodeaban, desvaneciéndose alrededor de sus cuerpos. Estaban una frente a la otra, como cuando hacía 15 años se habían fragmentado, solo que ya no eran niñas.
Alexis empezó a llorar, su cuerpo temblaba y un sollozo gutural escapaba de su garganta mientras los recuerdos que Alexandra había conservado para sí misma la iban llenando, destrozándola totalmente.
Alexandra la observaba desvanecerse y el dolor aumentaba en sí misma, sentimientos que había ignorado desde que podía recordar, aquella parte débil del humano de la que ella carecía totalmente, o al menos eso suponía. Enfrentándose a la realidad, Alexis ya no estaría allí, Feing Long ya no estaba.
El recuerdo de este muriendo era demasiado fresco en su memoria y pronto se vio sumergida en imágenes de momentos de su vida donde él había estado allí, donde Alexis había sido su apoyo interno. Las lágrimas llegaron demasiado pronto, antes de todos esos eventos Alexandra no había llorado nunca, era doloroso pero liberador.
Se miraron una a la otra, apreciando el desastre interno que traían consigo, dieron un paso más cerca, siempre habían estado allí, esas dos mitades, buena y mala, luz y oscuridad, no estaban hechas para estar separadas y no lo estarían. Sus manos se unieron por primera vez desde que habían surgido en aquel oscuro vacío que era su mente, pese al sufrimiento pudieron sonreírse una a la otra, ya no más dos.
Adiós, Alexis Rosenberg.
Adiós, Alexandra Rosenthal.
El pitido de la máquina fue lo primero que percibió al abrir los ojos, estaba en una habitación de un color rosa pastel con cortinas blancas, olía excesivamente limpia y estaba demasiado organizada, le tomó menos de un minuto entender que estaba en una habitación privada de un hospital.
Sus ojos ardían un poco y el pitido le molestaba, al intentar moverse una punzada proveniente de su bajo vientre la hizo hacer una mueca dolorosa y soltar un quejido. Fue entonces que percibió que no estaba sola, una mano caliente envolvía la suya propia y alguien le preguntaba algo.
—Arekusandaa, no te muevas —Hideki había estado durmiendo en el sillón al lado de su cama desde que había llegado hacía tres días atrás, no se había movido de su lado y Nathaniel le hacía compañía, saliendo a buscar las ropas y demás necesidades ocasionalmente, por eso había percibido de inmediato cuando ella había empezado a despertar —¿Cómo te sientes? ¿Sabes dónde estás?
—Hideki —susurró, su garganta estaba algo rasposa, pero no se sentía tan mal como cabría suponer.
—Llamaré al médico, tranquila —le aseguró Hideki de manera nerviosa, alejándose hasta la puerta para pedirle a una enfermera que le médico viniese urgente. Volvió de inmediato al lado de ella, tomándole la mano y pasando el pulgar por el dorso de esta en busca de tranquilizarse a sí mismo —Estás viva, estás bien —susurró por lo bajo y ella entendió que se lo decía a sí mismo.
—Estoy viva, estoy bien —aseguró, en un intento de consolar algo del dolor plasmado por todo su amigo, estaba más delgado, se veían marcadas orejas, su cabello estaba sucio y alborotado. Era obvio que él no había descansado en lo absoluto preocupado por ella —¿Qué sucedió? —Hideki vaciló unos segundos antes de finalmente contestar.
—Tuviste un colapso producto de un embarazo ectópico, una de tus trompas de Falopio se reventó debido al embrión que crecía dentro y causó una hemorragia interna. Te hicieron una cirugía y llevabas inconsciente tres días, suponemos que por el estrés —explicó Hideki con temor de que esa información le hiciera daño.
—¿Embarazo? —pronunció, haciéndose a la idea de que por un breve período de tiempo algo había estado creciendo en su interior. Quiso sentir algo, experimentar alguna emoción, pero no era así.
—Yo también me sorprendí, se suponía que era casi imposible —comentó Hide, interpretando su expresión —Lo lamento —añadió, inseguro de que esas fueran las palabras adecuadas.
—Yo no —afirmó segura sin meditarlo, era cierto, no lo lamentaba —¿Viktor?
—Está en recuperación, fue herido gravemente, pero está saliendo de todo peligro, aunque pasarán semanas antes de que se recuperé totalmente. Mejor te doy todos los detalles cuando sepamos que tú ya estás bien, por favor —imploró Hideki —No quiero alterarte.
—Está bien —accedió, sosteniéndole la mano y mirándolo con cariño, algo que impresionó a Hideki al instante —Solo dime una última cosa antes de que el doctor llegue —el japonés tragó en seco, sabía qué sería lo que ella preguntaría y era lo que más temía responder —¿Feing Long está muerto?
—Sí —respondió luego de varios segundos de silencio, apreció el dolor y el vacío en ella al segundo en que se tuvo que admitir a sí misma que nada de aquello que recordaba era una pesadilla —Lo siento tanto, Arekusandaa.
—Hide, yo no soy Alexandra —declaró ella con una sonrisa ladina media torcida, y en aquellos ojos Hideki finalmente vio qué era lo que le estaba inquietando tanto en su mirada desde que ella había despertado. En efecto, no era Alexandra, pero tampoco Alexis.
—¿Quién eres tú?
.
.
.
Viktor estaba acostado en la cama de aquella habitación exageradamente ostentosa, aun en su simpleza, ciertamente Michaelis no había escatimado en gastos. Puede que fuera un vano intento de redimir sus malas elecciones, pero Viktor igualmente lo agradecía pues reconocía que debía de ser muy difícil para el italiano hacer algo como aquello, bajar la cabeza era lo que los líderes del bajo mundo hacían peor.
Estaba adolorido y respirar era dificultoso por ello, además cualquier posición en la que se quedase era altamente incómoda para su herida, pero no por ello dejaba de trabajar en ningún momento. Llevaba más de una hora y media revisando toda la información que Hideki y Nathaniel le habían pasado sobre lo sucedido con Song Woo Bin y Amelie, todavía no podía creer que la propia madre de su hijo hubiese sido tan imbécil como para dejarse llevar por sus emociones y terminar enredada con una sanguijuela como Woo Bin.
—Deberías de estar descansando —dijo Dmitri como saludo al entrar a la habitación, sin anunciarse ni pedir permiso, tal cual hacía siempre.
—Y tú no deberías de verte como la mierda —rebatió Viktor con firmeza.
Era cierto, Dmitri estaba en un estado casi deplorable. Viktor no comprendía cómo se había dejado afectar tanto por todo lo que había pasado en esos últimos días, especialmente la muerte de Feing Long, eso había sido un duro golpe para todos ellos.
Aun así, Viktor estaba muy preocupado por el estado del ruso, a ese paso era posible que enfermara gravemente. Incluso si eso no pasaba, el mismo estrés podía llevarlo a una depresión mayor y esto era algo grave, él mismo lo había vivido de forma externa hacía muchos años, cuando su padre había caído tan hondo en el abismo depresivo de su mente que terminó optando por el suicido como escapatoria.
—Esa no es forma de saludar a quien viene a visitarte en son de paz —exclamó Dmitri y por un instante Viktor vio en él al adolescente que alguna vez estuvo bajo su tutela.
—¿Me traes noticias? —preguntó Viktor, ignorando el comentario infantil de Dmitri y sus propios sentimientos nostálgicos.
—Sí —el toque de tristeza en la voz del rubio hizo que Viktor le prestase atención solo a él —El cuerpo de Feing Long ya está en China, fue puesto en congelación hasta que la gatita esté en condiciones de viajar y hacer algo al respecto. Él…la dejó a ella como heredera absoluta y su sucesora, así que es su labor disponer de su cuerpo y pues, básicamente de toda su mafia y poder —informó Dimitri.
Era algo que Viktor ya esperaba, ni siendo un ciego alguien hubiese podido perderse la relación que existía entre Alexandra y Feing Long. Viktor conocía al chino desde hacía muchos años, sabía su forma de pensar y costumbres, no le había tomado mucho tiempo comprender que en los planes de Feing Long, Alexandra siempre había sido la única indicada para sustituirlo.
Había evitado pensar en ella, durante su tiempo en el hospital Dmitri, Michaelis y Nathaniel habían evitado darle noticias de Alexandra, de hecho era la primera vez que la mentaban después del día en que él se despertó y preguntó por ella, por eso quizás era que el pensamiento con la imagen de ella con su mirada perdida y observando a Song Woo Bin lo cazaba en ese instante.
—Quieres saber de ella —la voz de Dmitri lo trajo de regreso a la realidad, fue entonces que pudo captar que este no estaba preguntando, sino afirmando.
—¿Me lo dirás esta vez? —preguntó en tono acusador, luego se reprochó a su mismo mentalmente. ¿Desde cuándo protestaba como si fuera un niño?
—Sí, esta vez sí —aceptó Dmitir, para luego acomodarse en el sillón al lado de la cama de Viktor y empezar el relato sobre todo lo que aconteció luego de que Viktor recibiera el disparo. Fue detalladamente narrando el motivo de ingreso de Alexandra y su operación, credenciales del médico, que Nathaniel había estado al frente de todo y las hipótesis sobre el por qué ella no despertaba.
—Estuvo embarazada —la voz de Viktor salía plana, como si de repente se hubiese aislado totalmente de su propio cuerpo.
Viktor observaba sus manos detenidamente, para Dmitri estaba simplemente eludiendo el asunto mientras su mente lo procesaba, pero en realidad estaba observándolas verdaderamente. Veía las manos grandes, fuertes y con cicatrices de un asesino, un mafioso, un ser que a lo largo de su vida había hecho todo por tal de obtener lo que deseaba y no se arrepentía. Imaginaba unas manos más pequeñas, inocentes y limpias de todo mal encima de las suyas, perdidas en la inmensidad de sus manos en comparación con la pequeña manita de un bebé.
Cuando Kolya había nacido, eso había sido lo primero que Viktor había notado, por eso había alejado a Amelie y Kolya de él, para mantenerlos a salvo y lejos de todo el caos que era su vida, porque pese a todo él no quería cambiarla, le gustaba ser quien era. Jamás creyó que volvería a estar en una situación similar, podía entender que ya no estaba embarazada, que aun si Song Woo Bin no hubiese aparecido ese hijo jamás hubiese existido, pero la posibilidad estuvo allí, y nuevamente aquellos pensamientos de hacía cuatro años atrás lo atacaban. ¿Podía él ser padre siquiera?
—¿Por qué me dices esto ahora? ¿Qué ha cambiado? —preguntó finalmente, luego de unos prolongados diez minutos donde Dmitri respetó su privacidad y le dio el espacio para procesar todo lo que le había dicho.
—Porque minutos antes de que yo entrase a esta habitación, recibí una llamada de Nathaniel dándome permiso para informarte —respondió Dimitri con una sonrisa marcada por la ironía de tener a uno de los hombres de Viktor dándole órdenes a él —y porque me pidió que te dijera también que ella ya ha despertado.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Viktor repentinamente tenso, reconocía ese tono de voz de Dmitri, era algo que no había cambiado nunca con los años, era el tono que usaba cuando las cosas estaban torciéndose.
—Creo que es bueno que estés acostado —comentó intentando quitarle tensión a lo que diría a continuación —No es ella, Viktor, no es ninguna de las dos.
**********
Y con esto cerramos las actualizaciones de esta semana de Mentes tormentosas. Recordemos que estamos llegando al final de este libro, así que si tienen alguna duda, si quieren saber algo o comentar, adelante.
Espero que les haya gustado y nos leemos 😌😊.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro