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Capítulo 25- Esperando.

—¿CÓMO MIERDA HABÉIS DEJADO QUE ESO PASE? —el grito gutural de Dmitri se escuchó por todo el ala del hospital.

Luego de la balacera, la ambulancia los había recogido y llevado urgentemente hacia el hospital más cercano. Las siguientes horas habían sido críticas con Viktor en cirugía, nadie sabía decirle nada a Dmitri sobre la condición de Viktor y este se encontraba en un estado de shock. En su mente se repetía la última conversación que había tenido con Löwe, la sangre manchando sus ropas y el impulso de protegerlo incluso a expensas de su vida.

Él solo había salido con una herida en el antebrazo que ahora tenía inmovilizado, pero Viktor todavía se debatía entre la vida y la muerte. Dmitri había sido atendido y llevaba horas en aquella habitación privada que Michaelis había cedido como retribución por sus propios errores, ajeno a lo que ocurría lejos de allí e intentando no pensar en que Song Woo Bin había sido el traidor todo ese tiempo, pero cuando la noticia de que este había escapado llegó hasta Vitrano, supo que no era algo que pudiese mantener oculto del ruso.

—Alexandra estaba muy delicada, Nathaniel se enfocó en sacarla de allí y mantenerla con vida, sus hombres estaban limpiando el lugar y la policía había llegado. Pudieron sacar el cuerpo de Feing Long antes de que los policías intervinieran, pero cuando intentaron llegar a Song Woo Bin este ya no estaba —explicó Vitrano, la información se la habían dado sus espías infiltrados en la policía estadounidense, aunque él estaba seguro que Nathaniel debía de haber llamado a Hideki para contarle.

—Eso no justifica que hayan cometido un error tan estúpido —rebatió Dmitri, una ira implacable lo llenaba por dentro, apenas si podía razonar y los analgésicos para el dolor no eran tan efectivos como él pensaba.

—A nosotros también nos afecta su huida, Casadeus —espetó Vitrano, empezando a perder la paciencia.

—Tú no hables al respecto —gruñó Dmitri —Tú formabas parte de toda esta locura. ¿Cómo pudiste ser tan imbécil?

—Era un negocio redondo, tú también hubieses accedido y lo sabes. No te hagas el inocente ahora solo porque finalmente abriste los ojos y escuchaste la verdad —Dmitri se quedó lívido ante las palabras de Michaelis, era cierto, él mismo hubiese aceptado un trato como aquel si eso significaba que destruiría a Viktor, no tenía nada que reclamarle a Vitrano.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó Dmitri derrotado, dejándose caer sobre un sillón con el cansancio marcado en su cuerpo.

—Estaremos libres de todo cuando presentemos declaración, tú serás indemnizado por las locuras de aquel agente, viajaremos para atender la condición de Alexandra y también hay que enterrar a Feing Long, luego dedicaremos todo nuestro esfuerzo en encontrar a Song Woo Bin, pero por el momento nuestra prioridad es quedarnos aquí y esperar por una respuesta sobre la condición de Viktor, es lo único que podemos hacer —explicó el italiano.

Dmitri tenía que admitir que Vitrano era un maestro de conservar el control aun en situaciones altamente estresantes, en otra vida quizás Dmitri le hubiese reconocido esto, pero en esa que llevaban no pasaría. Vitrano se acomodó en otro de los sillones y ambos hombres se quedaron en total silencio, sintiendo el peso aplastante de las horas pasar sobre ellos sin noticia alguna. Un mensaje de Hideki diciendo que tomaba el vuelo hacia Estados Unidos les llegó a ambos, pero esto era algo que esperaban, pues Nathaniel y Alexandra estaban allá.

Aunque no lo pareciera, Dmitri estaba también altamente afectado por Alexandra y Feing Long. En las pantallas que los dirigibles cargaron no se llegó a ver nada tétrico para la población, pero Vitrano le había relatado lo que él y  Hideki vieron en las pantallas de las cámaras hackeadas.

Dmitri comprendía que algo había pasado años atrás con Alexandra o quién ella fuera en esa época, pero desconocía qué había sido, sin embargo no necesitaba ser un experto para comprender que Song Woo Bin había estado involucrado en aquel evento. La reacción que Alexandra sufrió, según el relato de Vitrano, era más que suficiente para entenderlo.

Desde entonces no habían vuelto a tener noticias de ella y eso lo tenía igualmente desesperado. No pudo notar cuánto tiempo había pasado, pero dos toques en la puerta y la posterior entrada del doctor que había estado operando a Viktor sacaron a Dmitri de su ensimismamiento mental.

—Buenas tardes —saludó el doctor, Vitrano permaneció sentado y sereno, inexpresivo incluso, pero Dmitri enseguida se puso de pie y su rostro dejaba entrever la preocupación absoluta que tenía. Necesitaba quitarse algo de carga de encima de forma urgente.

—¿Cómo está Viktor? —preguntó apresuradamente, cualquier rastro de educación había desaparecido ante la necesidad de saber sobre la condición de Viktor.

—El paciente se encuentra actualmente grave, pudimos extraer la bala, pero esta perforó un riñón y la cirugía se extendió. Está inconsciente por el momento y las siguientes veinticuatro horas son fundamentales para saber si logrará superarlo. Lamento no poder darles mejores noticias —explicó el doctor de forma segura, la pasividad en sus palabras no traía calma a Dmitri, recordaba que con ese mismo tono hablaban los médicos que habían atendido durante años a su padre, pero la enfermedad de este solo siguió empeorando.

—¿Cuándo podríamos verlo? —preguntó Vitrano, que había observado a Dmitri quedarse congelado en el lugar y con la mirada perdida. Su pregunta atrajo nuevamente la atención del ruso a la situación, pero aún se mostraba como en un trance consigo mismo.

—Por el momento no son recomendables las visitas, si todo va bien a lo largo de la noche, podrán verle mañana —aseguró el médico.

—Entendemos —respondió Vitrano, dándole el mensaje al médico de que se retirara. Este asintió con la cabeza y se excusó enseguida.

El silencio cubrió la habitación nuevamente, Dmitri se mantenía de pie con la mirada perdida en alguna parte de su mente, mientras Michaelis le daba su espacio para que procesara lo que sucedía. Años atrás él había escuchado la terrible tragedia de la familia Casadeus, donde el hermano mayor atacó al padre y luego fue baleado por Viktor.

Sabía también que Dmitri nunca había aceptado esa versión de los hechos, pero que en ese momento estaba debatiéndose con sus recuerdos. La culpa de no haber creído en Viktor, y las memorias de haber perdido a su padre de forma similar, estaban mellando su consciencia totalmente y no había nadie allí que pudiese ayudarlo.

Michaelis rascó su cabeza, un gesto que hacía ante el estrés de tomar una decisión desagradable para sí mismo, usualmente por considerarla innecesaria. Así era como se sentía, como un niño que estaba a punto de meter las narices en los asuntos de los mayores, algo irónico siendo que él era el más viejo de los líderes actuales del bajo mundo.

Sacó su celular y escribió un mensaje, el cual dio confirmación de haber sido recibido de inmediato, la respuesta llegó pocos segundos después y él simplemente decidió que tenía que hacer algo sobre Dmitri. Se puso de pie y caminó hacia la figura rubia estática en el medio de la habitación, se paró delante de él, Dmitri mantenía la mirada fija en el suelo. El pensamiento de que Dmitri era de la misma estatura de su hijo mayor pasó por su cabeza, eso le daba cierta ternura.

—Esto también pasará— fue lo que dijo mientras sus brazos envolvían el cuerpo de Dmitri, apretándolo en un abrazo. Sintió la tensión en los hombros del rubio y como poco a poco esta se fue disipando conforme los minutos pasaban —Esto también pasará —repitió cuando sintió la fuerza irse de Dmitri y como este le devolvía el abrazo con el brazo sano, la firmeza con la que se aferró a su abrigo mientras los temblores empezaban —Esto también pasará —dijo una última vez, cuando lágrimas calientes empezaron a mojar su hombro.

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Hideki se había retirado de Francia tan pronto como tuvo todo organizado con la Interpol y demás agencias, sabía que Viktor estaba en buenas manos y Francis había ido a buscar a su familia, ahora que Song Woo Bin había escapado todos estaban en peligro, así que mientras más cerca más control tenías sobre lo que pasaba.

No tenía de que preocuparse en Europa y sabía que Alexandra estaba en delicadas condiciones, no podía quedarse lejos mucho más. Las horas pasaban lentas en aquel avión y la desesperación volvía a hacerse con el control, en algún momento pensó tomar algo para dormir, pero el temor de que lo estuvieran vigilando evitaba que usase ningún fármaco. La espera fue agónica y cuando finalmente el avión aterrizó, Hideki estaba al borde de una crisis de ansiedad.

Salió tan rápido como pudo del aeropuerto, incluso había viajado sin equipaje para hacer todo más rápido, buscaba con su mirada el objetivo, un taxi para desplazarse rápidamente hacia el hospital donde Alexandra estuviese, pero no esperaba encontrar a Nathaniel apoyado contra el capó de su auto, vestido totalmente de negro con un suéter de cuello de tortuga y un abrigo largo por encima azul prusia, combinado con unos pantalones oscuros.

Se veía tan relajado como nunca antes Hideki lo había visto y sabía que esto no podía significar nada bueno. Nathaniel alzó la vista al sentirse observado, sus ojos encontrándose con los de Hideki, quiso sonreírle o haberle estado esperando para algo bueno, por supuesto esa no era la situación y en definitiva no le sonrió.

—Hola —saludó Hideki al acercarse donde Nathaniel, estaba extremadamente tímido y nervioso para la relación que ellos habían sostenido hasta ese momento.

—Hola —respondió el saludo Nathaniel, incorporándose y abriéndole la puerta del copiloto a Hideki —entra por favor.

—Gracias —Hideki entró y esperó a que Nathaniel se sentara en el asiento del piloto. El mayor arrancó el auto y marchó rumbo al hospital —¿Qué tal está ella?

—Tuvo una operación de emergencia, sufrió un embarazo ectópico —informó Nathaniel mirando el tráfico.

Hideki se fijó en que había cambiado sus espejuelos, eran el mismo modelo, pero en un color más oscuro. Algo estúpido de notar en esos instantes, pero su cerebro parecía estar enfocándose en las cosas más banales posibles para evitar afrontar el terror que lo inundaba de que Alexandra estuviese más allá de salvación, o meditar que Feing Long estaba verdaderamente muerto.

—El doctor dice que salió bien de la operación, debería de haber despertado ya, pero no lo ha hecho —continuó Nathaniel.

—¿Alguien da alguna explicación sobre por qué no despierta? —inquirió Hideki, quien detallaba a Nathaniel en búsqueda de heridas. Apreció sus nudillos heridos con postillas, su labio partido, un moretón en la parte más externa de la mandíbula, pero con tanta ropa no podía ver más nada.

—Dicen que puede deberse al estrés —contestó Nathaniel, ignorando la mirada penetrante de Hideki sobre él —Los doctores la revisaron y físicamente no tiene nada mal, la única explicación que ellos encuentran es que los sucesos vividos sometieron su mente a mucho estrés y ahora está como tomándose unas vacaciones, pero tú y yo sabemos que eso no es todo.

—¿A qué te refieres? —preguntó Hideki, parte de él podía comprender lo que Nathaniel explicaba, pero a la vez no llegaba a procesarlo todo.

Nathaniel no dijo nada, permaneció en silencio mientras manejaba y Hideki no insistió más en la pregunta. Ambos se sumieron en sus pensamientos, procesando todo lo vivido en los últimos días, sintiendo el cansancio en alguna parte de sus mentes y en sus cuerpos, pero era como si este no llegase a mostrarse totalmente, quedándose guardado mientras sus cuerpos daban el máximo para seguir funcionando. Hideki no fue consciente que habían llegado al hospital sino hasta que sintió como Nathaniel abría su puerta para que saliera.

Caminaron dentro del hospital, Hideki siguiendo a Nathaniel por todos los pasillos e ignorando al personal del centro, finalmente Nathaniel se detuvo delante de una habitación y le miró, le pedía permiso para entrar a una habitación que él mismo estaba pagando solo porque era Alexandra quien se encontraba dentro, y Hideki no pudo evitar sonreír levemente por lo tierno que se le hacía que el mayor fuese así.

Asintió con la cabeza y Nathaniel abrió la puerta, dentro Alexandra se hallaba acostada en una cama, conectada a una máquina que hacía un pitido marcando sus latidos, que le aseguraba que ella estaba viva. Hideki se acercó a ella, sentándose en el sillón que estaba al lado de la cama y tomando entre sus temblorosas manos la mano pequeña de Alexandra.

—Sé lo que vivió Alexandra —soltó Nathaniel de repente, Hideki no lo observó, pero si prestó absoluta atención a lo que este decía —No me sé todos los detalles y no quiero saberlos, pero las circunstancias en las que se encuentra en estos momentos creo que es por ello —explicó rápidamente, antes de que Hideki saltase a conclusiones precipitadas —Ellas dos se vieron expuestas a los recuerdos y a un enfrentamiento con el perpetuador de aquel evento. Si tuviese que adivinar, diría que no es el estrés, sino que Alexis y Alexandra están saldando cuentas pendientes.

—¿Le dijiste a alguien sobre su condición? —preguntó Hideki luego de unos segundos en los cuales pensó en lo que Nathaniel decía y llegó a la conclusión que estaba en lo correcto, era la única explicación racional.

—No —aseguró Nathaniel con voz firme. Hideki volvió a hacer silencio, pero algo en él gritaba a viva voz por ayuda y Nathaniel no pudo ignorarlo, se acercó a Hideki lentamente, haciéndole saber que estaba allí, hasta llegar a su lado. No lo tocó, no hizo nada más que quedarse allí quieto, pero eso fue suficiente para Hideki.

—¿Qué crees que pase ahora? —preguntó, era una situación totalmente nueva y Hideki estaba abrumado por los recuerdos del pasado, donde ella con nueve años había estado cinco días inconsciente cuando fue rescatada, cinco días que él estuvo a su lado sin moverse como penitencia por no haberla protegido. Solo un niño tendría la ingenuidad e inocencia suficiente para creer que con voluntad solamente basta para proteger a alguien, nadie está totalmente seguro nunca.

—No lo sé —admitió Nathaniel, nada era seguro ya.

Nadie tenía una idea sobre qué podría pasarle a Alexis o Alexandra, sobre si despertarían las dos, una sola, la antigua ella o una nueva desconocida por todos. Mientras el futuro se hacía cada vez más incierto y lleno de dudas, el enemigo aprovechaba sus distracciones para huir lejos, hasta el momento en que pudiese regresar.

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Vaya, estos capítulos cada vez toman rutas más torcidas 😅 pero recordemos que es por el bien del tercer libro😌😊.

Entonces, si les gustó el capítulo, pues ya saben. SIGUIENTE🔜🔜🔜.

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