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Capítulo 21- Una careta y un recuerdo.

Habían llegado al hotel donde se quedarían, por una señal rastreada a través de uno de los programas que Hideki había diseñado exclusivamente para usar ellos, habían detectado que Nathaniel se encontraba allí, por eso se habían dirigido a esa zona. No preguntaron por él en recepción pues sería inútil, simplemente reservaron una habitación y esperaron, a las siete en punto de la noche entró un mensaje de Hideki a través de uno de sus números con un dato muy simple.

356 A

Alexandra y Feing Long se cambiaron de ropas a unas más apropiadas para las actividades que estarían haciendo, lo que para ambos significaba ropa oscura y cómoda, con gabardinas negras para invierno por encima. Feing Long había optado por un suéter de punto, verde oscuro, era su color de la suerte según él. Alexandra siempre se reía de Long por creer que había un color específico que te ayudaría a ganar, pero igual él no dejaba de hacerlo.

Por su parte, ella prefirió usar un suéter rojo vino, se veían elegantes de forma que no llamaran la atención por andar en hoteles caros o entrar al edificio de Viktor, pero a la vez estaban cómodos como para esconder sus armas. Ambos cargaban con pistolas semiautomáticas con sus respectivos cargadores escondidas entre sus ropajes.

Cuando estuvieron listos salieron de la habitación, dejando todo pago para que enviasen sus pertenencias a la dirección de uno de los contactos de Dmitri en la zona si ellos no regresaban en dos días, una petición extraña, pero con dinero todo se podía. Sin decir más, tomaron el ascensor hacia el piso correspondiente y se encaminaron a la habitación de Nathaniel. Alexandra dio tres toques en la puerta, no escuchó movimiento alguno dentro.

— Nathaniel, somos nosotros— se anunció en voz alta, claro que sabía que el de lentes no le abriría a la primera, pero este estaba parado detrás de la puerta, ella no necesitaba escucharlo para saberlo.

— Pasen— dijo Nathaniel, luego de abrir la puerta solo lo suficiente para que Alexandra y Feing Long entrasen— ¿Llegaron bien?

— Sí, dejamos todo encargado y ya estamos listos, aunque todavía faltan algunas horas. ¿Hemos sabido algo de Francia?— respondió Feing Long, Alexandra estaba muy ensimismada observando la pantalla del ordenador de Nathaniel, donde este había trazado miles de alternativas a sus planes y a la vez llevaba conteo de las noticias de Francia.

— Por ahora todo está en calma, pero supongo que es porque la transmisión no irá en vivo sino hasta que las cosas se pongan serias— respondió Nathaniel mientras ambos hombres se acercaban a donde Alexandra— pudiste haberme dicho que era Amelie— le reprochó a la japonesa.

— No podía, tenía que mantenerte tan fiel a Viktor como fuera posible, no necesitabas tener más cosas por las que mentirle— respondió ella sin arrepentirse.

— Para alguien que no debe de sentir nada, ciertamente te preocupas mucho por él— comentó Nathaniel, no tenía intenciones de hacerla sentir mal, pero quería devolverle el que ella le hubiese jugado de esa manera.

— Es porque ella no se da cuenta de sus propios sentimientos— añadió Feing Long, haciendo que Alexandra se ofuscara más.

— Dejen las tonterías— gruñó ella para hacerlos callar, ambos hombres sonrieron.

— ¿Te sientes mal?— preguntó Feing Long, era como la séptima vez en el día que veía a Alexandra fruncir el ceño y sobarse con la mano izquierda la parte baja del abdomen.

— Tengo un dolor incómodo, no puedo creer que justo ahora me vengan a aparecer dolores menstruales— respondió ella sin vergüenza.

Feing Long y ella llevaban juntos el tiempo suficiente como para que ese tipo de comentarios fueran normales, además a ninguno de los dos les era impedimento la menstruación cuando habían querido dar rienda suelta a sus deseos fogosos, por ende era normal. Por parte de Nathaniel, era un hombre profesional que, Alexandra estaba segura, no se acomplejaría por algo tan natural.

— Es que las mujeres tenéis un problema serio con vuestro ciclo, llega siempre en los momentos más inoportunos— comentó Feing Long mientras le alcanzaba un vaso con agua al tiempo y le echaba cuatro rodajas de limón que había en los vasos para bebidas.

— Gracias— Alexandra tomó el contenido del vaso y se sentó—¿Amelie?— preguntó mirando a Nathaniel.

— Acorde a las cámaras de seguridad, sigue en el edificio, no sospecha nada raro por el momento, pero hace unos minutos recibió una llamada que la puso nerviosa, estrelló una botella contra el suelo y luego se empezó a pasear por la sala— respondió Nathaniel, mostrando las imágenes en directo de la sala de Viktor, donde se veía a la mujer enterrar sus dedos en su rubio cabello y tirar como desesperada.

— El plan es que tú entres primero— informó Alexandra— luego Feing Long y yo entramos y nos hacemos cargo. No quiero que tengas nada que ver con lo que ocurra luego de que la tengamos, no debes tener problemas con Vitkor.

— Entiendo— aceptó Nathaniel, era cierto que no le convenía tener más que ver en ese asunto.

— Cuando todo pase, Hideki te enviará la ubicación de Kolya. Nosotros tenemos que recuperar a mi madre y creo que Viktor tiene que decidir qué pasará con su hijo, así que irás a buscarlo tú— continuó dando instrucciones mientras se servía un vaso de vino, no debería de beber antes de una misión importante, pero eso la ayudaba a concentrarse, y sacó de entre sus ropas la pastilla para mantener a Alexis controlada.

— Si así lo quieres, lo entiendo— admitió Nathaniel, no estaba enteramente de acuerdo, pero tampoco tenía mejores planes— de todas formas deberíam…

— ¡MIERDA!— la exclamación de Feing Long atrajo la atención de ambos, interrumpiendo lo que Nathaniel iba a decir.

Observaron a la pantalla del ordenador, que era la dirección de la mirada de un atónito y enojado Feing Long, entendieron rápidamente el por qué. Alexandra dejó caer la copa de vino y se acercó a la pantalla a observar, unos hombres habían irrumpido en el apartamento y estaban secuestrando a Amelie, que intentaba luchar pataleteando y gritando, pero obviamente no conseguía nada. Colocaron un pañuelo en su rostro y ella poco a poco se fue perdiendo la conciencia.

Alexandra dio un fuerte golpe contra la mesa, la frustración y rabia corriendo por su cuerpo mientras su cabeza latía, Alexis estaba presionando y ella no tenía cabeza ni para buscar la pastilla que había dejado caer o sacar otra. Uno de los hombres que había entrado era diferente, estaba trajeado y usaba una careta extraña, dejó un sobre sobre la mesita central de la sala y luego se giró justo para donde estaba la cámara, sabía que los estaban viendo.

Alexandra se quedó paralizada al ver la imagen, el hombre llevó sus dedos índice y medio a los labios de plástico de la careta y luego los elevó como su estuviera saludándolos, pero lo que la había dejado petrificada no era eso, sino la careta de conejo que el hombre llevaba. Feing Long a su lado estaba igual de atónito.

Nathaniel no comprendía nada, de repente su sistema se vino abajo, alguien había logrado hackear su ordenador. Intentó detener el virus, empezó a mover sus dedos haciéndolos casi volar, el sonido de las teclas siendo presionadas de forma continua era lo único que llenaba el silencio de la habitación, pero no pudo hacer nada, el sistema ya no era suyo.

— No, no, deténganse…NOOOOOOOO.

Nathaniel se quedó atónito ante el fragmento de video que se reprodujo en la pantalla entera de su ordenador, Feing Long fue quien reaccionó ante aquel grito desgarrador proveniente de la imagen y cerró el portátil, aventándolo con fuerza contra el suelo, haciendo que se rompiera en varios pedazos.

Observó a Alexandra preocupado, ella solo sabía mantener la expresión asustada y ausente, llevando sus manos a sus sienes y presionando en un vago intento de contener a Alexis, de repente era cómo si su otra yo quisiera chocar contra los recuerdos, contra la realidad. El dolor aumentaba a la par que su dolor abdominal y sus piernas fallaron, Feing Long la atrapó antes de que cayese al suelo y simplemente la abrazó, no sabía qué más hacer.

Nathaniel observaba la escena consternado, él jamás pensó que algo así había pasado, finalmente entendía qué era lo que habían usado contra Feing Long y Alexandra, pero Vitrano no podía ser quién hiciera eso. Hackearlo y mostrarle eso, siendo él quien envió a Feing Long y Alexandra a deshacerse de Amelie, no tenía lógica.

Fue entonces que se percató de dos detalles, la persona que secuestró a Amelie y hackeó su sistema sabía que ellos estaban allí, sabían que irían a por Amelie y también conocía el pasado de Alexandra, lo usó en su contra. Solo podía ser quien estuviese detrás de todo aquella locura, era el traidor, lo único que Nathaniel no entendía era el motivo de la careta de conejo.

Alexandra seguía aferrada a Feing Long, intentando mantener en control su cabeza, como mismo vino el dolor punzante que le martillaba el cráneo, así se detuvo, fue como si Alexis se hubiese vuelto a desaparecer, pero en esta ocasión Alexandra lo agradecía.

Se incorporó ligeramente y Feing Long la ayudó a levantarse en su totalidad, sentándola en un sillón cercano y trayéndole la botella de vino, que Alexandra aceptó en segundos, empinándose directamente de esta y bebiendo como si de agua se tratase. Luego del largo trago, dejó la botella a un lado y encendió un cigarro, volvía a tener el control.

— Así que ya lo sabes— comentó con una nota de tristeza, ella hubiese querido borrar todo aquello, pero no le fue posible.

— No diré nada al respecto— fue lo único que dijo Nathaniel, no sabía siquiera qué había visto, no tenía que meterse allí y hacer más difícil todo para Alexandra— pero sí me pregunto por qué la careta de conejo— tampoco es que él pudiese ignorar ese detalle, pero no podía exigir una respuesta si no querían dársela.

— Lo que viste en esos segundos de video ocurrió cuando yo tenía nueve años, el hombre que lo orquestó se presentó delante de mí con una careta de conejo que no removió de su rostro jamás— explicó Alexandra sin levantar la mirada del suelo— Al menos no que yo recuerde— añadió.

— La utilizó para desquiciarte, su objetivo era desequilibrarte y que cometas errores— aseguró Nathaniel, pero él sabía que Feing Long y Alexandra ya eran conscientes de eso.

— Tenemos que ir al apartamento— anunció Feing Long.

— ¿Te volviste loco? Eso es justo lo que él quiere— reprochó Nathaniel.

— Lo sé, no soy idiota— repuso Feing— pero no sabemos si el sobre en la mesa es un engaño o algo importante, en estas circunstancias correr ese riesgo podía significar incluso el fracaso del plan de Francia. Tenemos que asegurar las cosas por aquí tanto como podamos.

— Iremos— afirmó Alexandra, poniéndose de pie y mirando a ambos hombres a los ojos, ese frío de acero que mostraba su mirada estaba de vuelta.

— Movilizaré a los hombres, no podemos hacer esto solos— informó Nathaniel mientras se ponía su abrigo por encima y sacaba de un maletín un teléfono desechable todavía en su caja— Vamos.

Los tres salieron del hotel, Nathaniel montó en su auto y Feing Long y Alexis fueron en otro, mientras se dirigían al edificio de Vitkor, Nathaniel hizo las llamadas para mover más hombres con ellos, necesitarían refuerzos de las cosas ponerse graves. Sabía que Ángel estaba con Viktor en Francia, pues era quien sustituía sus actividades en su ausencia, por lo que sería más fácil evitar que Viktor supiera lo que estaba sucediendo, a fin de cuentas, una orden suya era casi una orden de Löwe mismo y si él decía que nadie avisara a su jefe, nadie lo haría.

Para cuando llegaron al edificio ya habían varios grupos de hombres de Löwe esperando por ellos, Nathaniel se bajó del auto y les hizo una seña para que permanecieran en el de ellos mientras él hablaba con sus hombres, luego de unos minutos de dar instrucciones, un grupo de diez hombres trajeados de negro entraron al edificio y Nathaniel avisó para que Feing Long y Alexandra se unieran a él.

Salieron del auto y esperaron al lado de Nathaniel hasta que uno de los hombres regresó informando que todo estaba limpio. Se adentraron en el edificio y subieron hasta el apartamento. Dentro todo estaba tal cual se había visto por las cámaras, aunque lo más probable era que ahora mismo esa persona los estuviese viendo a ellos.

— Todo está seguro, señor— informó uno de los guardias— tapamos todas las cámaras, revisamos por si hubiesen micrófonos u otras cámaras distintas a las nuestras, no hay nada.

— Está bien, esperen fuera— ordenó Nathaniel y todos los hombres salieron, cerrando la puerta y dejándolos a ellos tres delante de la mesa con el sobre blanco encima. Alexandra intentó acercarse para tomarlo, pero Feing Long la atrapó por la muñeca y la detuvo.

— No se te ocurra— le gruñó por lo bajo— ¿Quién sabe que idiotez dirá esa cosa? No voy a permitir que seas tú la primera en leer algo dejado por un hombre que conoce tu trauma y se paró delante de aquella cámara lanzándote un beso con esa careta. No estás en condiciones de esto.

— Suéltame— ordenó Alexandra. Ella misma era consciente de eso, pero si se permitía tal debilidad ya no podría ser la misma, tenía que probarse que podía.

— Alexandra— Feing Long apretó aún más su agarre en la muñeca de Alexandra y tiró de ella hacia él hasta que sus rostros estuvieron a escasos centímetros de distancia— no está mal no estar bien, déjame ayudarte.

— Hazlo— cedió Alexandra mientras su mente se debatía entre sus deseos y frustraciones y su realidad. No podía negar que ella no estaba preparada para leer lo que allí dijera.

Feing Long se acercó a la mesa y tomó el sobre, Alexandra se sentó en el sofá, demasiado estrés le tenía la cabeza al borde de explotar y además el dolor bajo vientre no se iba, ella solía sufrir de aquellos cólicos espantosos cuando menstruaba si estaba bajo mucho estrés, definitivamente se avecinaban días terribles si sobrevivía a lo que fuera que estuviera pasando.

Nathaniel se acercó a ella y se quedó de pie a su lado, no quería acercarse de más, sabía que cualquiera que no fuera Feing Long podía despertar más aun el trauma, pero igual quería mostrarle su apoyo, a fin de cuentas a esas alturas ambos eran amigos. Observaron a Feing Long abrir el sobre y leer atentamente la carta en sus manos, sus puños se cerraron estrujando el papel y su rostro adquirió una expresión iracunda.

— ¿Qué dice?—  preguntó Alexandra, se sentía la borde de un colapso de la intriga.

— Es para ti exclusivamente— gruñó Feing Long y le dio la carta a Alexandra.

Hola pequeña ratita,

¿Me recuerdas? Yo a ti sí. No pensé que fueras a ser un inconveniente tan grande, pero obvio te subestimé, nuevamente.

Me gustaría poder arreglar nuestros desacuerdos, quizás incluso terminar lo que empezamos hace 15 años. Veo que has hecho amigos, ven con ellos a mi residencia aquí, os recibiré con gusto.

Ansío verte, pequeña ratita.

Alexandra inspiró profundo, intentando por todos los medios que Alexis no llegase a leer lo que ella, no podía permitirse otra convulsión como la anterior, tenía que resistir. Estuvo unos minutos meditando hasta que se sintió más en control de su cuerpo.

Releyó la nota una vez más, al fondo como posdata venía la dirección a donde tendrían que ir, pero era ese mote cariñoso tan traumático lo que la había puesto al borde de volver a tener una crisis, era así como la llamaba aquel hombre con máscara de conejo. Estuvo ensimismada en su pensamiento por otros largos minutos, hasta que logró reconstruir a medias esa frialdad que la caracterizaba, solo entonces enfrentó a los hombres que la acompañaban.

— Será mejor que nos pongamos en marcha, tenemos una cita esperándonos— aseguró, su semblante firme ante la pesadilla que se avecinaba.

*********
Uff, de a poco he podido ir actualizando todo😅🤣al fin.

¿Qué les parece el capítulo? Ya creo que todos vamos teniendo mejor noción sobre qué ha pasado, aunque espero que estén tan emocionados como yo. Ya nos acercamos al final, pequepinkypitufibolas.

En fin, ya saben como es esto, SIGUIENTE🔜.

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