Capítulo 20- Un final para el placer.
Francis no era un hombre muy paciente, Dmitri desafortunadamente sabía eso por experiencia propia, por eso le parecía tan escalofriante encontrarlo allí, en total calma, cuando en menos de 48 horas tenían una misión suicida que llevar a cabo. Se encontraban sentados tranquilamente en el estudio, bebiendo whisky caro e ignorando toda la situación real.
— No te entiendo— comentó finalmente, el ocio y la espera lo estaban matando, sobre todo desde que Ekaterina se había ido— pensé que estarías gritando y agitando tus mangas de encajes por todas partes en movimientos nerviosos.
— Yo también lo pensé— respondió Francis con una mirada triste y sonriendo por lo irónico de todo— Mi familia es lo más importante para mí, mi mujer y mis hijos están a salvo gracias a ti, incluso si todo sale mal, ellos estarán bien. Tu muerte o la mía no afectarán su situación, Mary es quien más lo sufrirá, pues los niños están muy pequeños, no me recordarán eventualmente. Estoy en paz sabiendo que estarán bien.
— ¿Alguna vez pensaste que era mejor apartarla de tu vida?— Dmitri sabía que Francis y Mary tenían una historia larga, se habían dejado en varias ocasiones, él incluso tenía un hijo con otra mujer que al final había sido criado por Mary, sin embargo, de alguna manera siempre habían encontrado el camino hacia el otro. Se preguntaba si quizás eso fue lo que él debió de hacer con Katya.
— Sí, muchas veces— Francis rio sinceramente— la dejé en múltiples ocasiones y ella a mí también. Sabíamos que era mejor no estar juntos, que no era seguro, pero ella fue demasiado insistente en que era su decisión y yo tenía que respetarla, para mí fue imposible decirle que no. Habíamos intentado estar separados tantas veces, al final no podíamos olvidarnos, sufríamos los dos y era una tortura, así que simplemente me rendí ante lo obvio.
— ¿Te arrepientes de llevar este tipo de vida?— la voz de Dmitri se había tornado sombría, recuerdos de su padre golpeando en su memoria.
— No— afirmó Francis sin titubear, Dmitri lo observó, su mirada azul mostraba una determinación y firmezas que él reconocía haber visto en Viktor y en Alexandra— Me gusta mi estilo de vida, pude haber escogido algo diferente, pero realmente disfruto lo que hago pese a todo. No cambiaría mi vida ni mis elecciones, estoy orgulloso de ellas, por más retorcido que eso suene.
Dmitri sonrió tranquilo. Sí, él tampoco se arrepentía.
oOo
Nathaniel estaba leyendo nuevamente el mismo párrafo, se repetía que tenía que ser mentira, que era imposible que alguien como él hubiese pasado por alto algo tan importante y a la vez tan lógico. Por más que intentó autoconvencerse, la verdad era innegable y sería mucho más negligente de su parte ignorarla solo por no admitir que había cometido un error de principiante, que le había permitido a Viktor cometer uno.
Alexandra no lo había localizado todavía, no podía solo llamarla por haber encontrado que Amelie era la traidora, había algo más que Alexandra necesitaba y no se lo había dicho, posiblemente fuese algo que ella quisiese que él dedujera. Nathaniel se sentía abrumado, la culpa estaba latente en su mente, aunque sabía que era inútil y atrasaba las acciones, no podía contenerla. Su celular sonó precisamente en ese instante.
Todo listo, será pasado mañana.
Nathaniel no contestó, Viktor sabría lo que había leído, a fin de cuentas ellos nunca se contestaban a no ser que hubiese extrema necesidad. Si Viktor enviaba ese mensaje, significaba que estaban en Francia, que la Interpol estaba lista y que todo se llevaría a cabo en menos de dos días. Probablemente Amelie estaría en ese tiempo en la casa de Viktor, a sus anchas, creyéndose reina del mundo.
— ¡Mierda!— exclamó Nathaniel.
Finalmente se había dado cuenta de qué era lo que Alexandra quería hacer, qué era lo que necesitaba. Tomó su celular nuevamente y marcó a la casa de Viktor, esperaba que Amelie contestara, pero eso nunca pasó. Colgó la llamada y buscó en sus archivos seguros el número personal de Amelie, no creería lo que ella le diría, pero podría comprarle a Alexandra una oportunidad única. Marcó nuevamente y la llamada dio tono, unos timbres después la voz conocida de la rubia le contestó.
— Dígame— sonaba con algo de miedo, como si estuviera esperando al diablo en el otro lado de la línea con la noticia de que moriría.
— Señora Bourgeoisse— saludó Nathaniel— disculpe molestarla, llamé a la casa, pero nadie contestó.
— Sí, perdona Nathaniel— Amelie se escuchaba visiblemente más relajada de que fuera Nathaniel quien la llamase— Viktor y el chico asiático se fueron ayer en la noche y yo salí hoy porque necesitaba despejar, sentía que me volvería loca allá dentro sin saber nada.
— Entiendo, señora— afirmó Nathaniel— llamaba para avisarle que regresaré pasado mañana, por favor ese día no salga de la casa, yo llegaré temprano y seré quien se encargue personalmente de su seguridad. Son órdenes del señor Löwe— la línea se quedó en silencio unos segundos, rápidamente Amelie reaccionó y pudo tomar control sobre sí misma.
— Oh, gracias Nathaniel. Ese día no saldré y te estaré esperando— dijo en el mismo tono dulce que usaba siempre, algo empalagoso para el gusto de Nathaniel, ahora sabía el por qué.
— Tenga buen día, señora Bourguoisse— despidió Nathaniel, colgando la llamada.
Había comprado un tiempo invaluable, ahora tendría que tomar rápidamente el vuelo más pronto de regreso, si Alexandra planeaba hacer lo que él pensaba, necesitaría toda la ayuda posible, Viktor estaba bien asegurado por su parte, ella era la que tenía el problema más grande entre manos.
Si Amelie escapaba, no solo no podrían dar con quien estuviese detrás de todo aquello, porque Nathaniel ya había deducido que no lo había podido hacer Amelie sola, sino que además Feing Long y ella se verían en el punto de mira de quien los amenazaba. Recogió todas sus cosas, limpió cada rastro de su estadía en el hotel y se fue rápidamente hacia el aeropuerto. No había tiempo que perder.
oOo
Hideki colgaba su llamada telefónica, sus hombres habían contactado para avisarle que Nathaniel dejaba el hotel y se encontraba en el aeropuerto. Él ya había sospechado que ese sería su proceder, considerando que había recibido la señal de la llamada de Nathaniel hacia Amelie hacía minutos atrás. Significaba que todo marchaba como Alexandra lo había planeado, excepto el que nadie había retirado sus cuentas de los negocios. Si al final, antes del día fijado nadie se retiraba, esto significaría que la persona involucrada sería uno de aquellos que sabían del plan, pero esto los devolvía casi a la línea de partida.
— ¿Todavía nada?— preguntó Dmitri, entrando en la oficina que le fue dada a Hideki para que estuviese cómodo mientras hacía su trabajo.
— No, si lo sabe y no lo retira es porque está entre nosotros— comentó Hideki, ya habían pensado en qué harían de darse esa situación, pero no por ello era menos complicada.
— O no le importa— comentó Viktor desde la puerta, el clima se volvió tenso, entre él y Dmitri las cosa seguían sin aclararse del todo y esto causaba cortes en su trato.
— ¿A qué te refieres?— preguntó Hideki, atento al comentario del peli negro.
— Si ha llegado tan lejos es porque no le importa perder un poco, estuve meditando al respecto. No es como si a nosotros no nos hubieran enseñado que a veces para ganar hay que perder, sabemos deshacernos de parte de nuestros intereses y bienes si esto nos genera mayor ganancia. Muchos de nuestros negocios son de esta forma y no por ello los dejamos— explicó Viktor, a medida que hablaba sus acompañantes se fueron dando cuenta de la verdad de sus palabras. Las cosas se salían de control.
— Eso lo cambia todo— expresó Dmitri— si no le interesa, no lo moverá y eso trae por consecuencia que no podamos saber quién es. Volvemos al punto de partida. ¿Podríamos siguiera demostrar el trato entre la policía y el traidor sin tenerle en la mira?
Hideki permaneció en silencio meditando la situación, era un cambio brusco y complicaba las cosas. No, no podían demostrar nada si no tenían al traidor, y no podían darse el lujo de no enseñar el trato de la policía, pues eso los ponía a ellos en el ojo malo de la prensa. La campaña mediática era indiscutiblemente necesaria, si no tenían cómo asegurarla, las cosas se complicaban.
Un nuevo plan se trazó en la mente de Hideki, era demasiado arriesgado incluso para él, que solía ser muy temerario, pero era su única salida. Se volteó hacia la computadora y empezó a teclear como loco, sus dedos volaban sobre el teclado y sus ojos no paraban de moverse de un punto a otro de la pantalla bajo la atenta mirada de Dmitri y Viktor, que decidieron permanecer callados y expectantes.
— Escuchen atentamente, el plan ha cambiado un poco y no tenemos tiempo para sentimentalismos ni furias— sentenció Hideki apenas hubo terminado de atar los cabos por ordenador— nuestra misión sigue exactamente igual que hasta el momento, mantendremos la calma y la llevaremos a cabo, solo que ahora estamos relacionados con la misión que Alexandra tiene que hacer por su cuenta. Viktor, necesito tus contactos.
— Pensé que Alexandra estaba en China con Feing Long— comentó Dmitri, algo confundido.
— No, está en un avión con destino a Seattle— confesó Hideki, que leía un correo que acaba de entrarle, confirmando sus peticiones a sus contactos en Estados Unidos.
— ¿Qué está haciendo ella de regreso?— preguntó Viktor, cada segundo estaba menos sereno con la situación.
— Cazando a la pieza clave del puzzle— contestó Hideki, con una sonrisa ladina al ver la expresión confundida de ambos hombres. Ciertamente sería una larga noche.
oOo
Feing Long observaba a Alexandra medio dormitar en el asiento al lado suyo. Habían tomado un jet privado de Vitrano, quien había preferido dirigir su atención hacia lo que ocurriría en Francia, sabiendo que ellos se encargarían de destruir a Amelie. De cierta forma Feing Long lo agradecía, Alexandra estaba tensa por cada instante que pasaba cerca del italiano y esto solo afectaba al objetivo de la misión. El plan era sencillo, irían al apartamento de Viktor, entrarían y acorralarían a Amelie. No tenía por qué complicarse nada, pero ambos sabían que algo siempre se complicaba.
— No le des tantas vueltas— comentó Alexandra con voz somnolienta.
— No puedo evitarlo— confesó Feing Long, tomando la mano de Alexandra y entrelazando sus dedos, era una costumbre que tenían desde que se había hecho cercanos.
— Mataremos a esa perra, todo estará bien y volveremos a casa— aseguró Alexandra, apretando la mano de Feing Long, ambos se miraron y el mayor sonrió.
— Entiendo.
Alexandra lo sabía, Feing estaba todavía lejos de calmarse, se seguía culpando por esto, por ser débil, cuando verdaderamente no era culpa de nadie. Soltó la mano de Feing Long y se sacó la bufanda que traía en el cuello, bajo la atenta mirada del chino, Alexandra les hizo una señal a las aeromozas y estas desaparecieron de la estancia.
Había usado una falda entallada de tela elástica con pantimedias debajo, pero nada que ella no supiera manejar. Subió de forma coqueta su falda hasta dejarla por encima de sus muslos, con la mirada marcada de lujuria se sentó a horcajadas encima de Feing y enrolló la bufanda alrededor del cuello de él.
— Es un plan simple, Long— empezó a decir con una voz ronca en tono bajo— entramos— apretó un poco la bufanda y Feing llevó sus manos a los muslos cubiertos por la tela de las pantimedias— cogemos a esa perra— Alexandra movió sus caderas en círculos, sintiendo como el miembro de Feing Long se endurecía contra ella— la matamos— susurró encima de los labios de Long, sintiendo como sus manos ya se habían ido deslizando hasta debajo de su falda— y volvemos a casa— los dedos de Feing Long se engancharon con fuerza en la tela de la pantimedia y tiraron, el sonido de la tela desgarrándose y la sensación de frío que golpeó a Alexandra le dio a entender que Feing Long había roto su ropa interior también.
Se besaron con fuerza, como si estuvieran devorándose uno al otro, Alexandra abrió la cremallera del pantalón de Feing Long y sacó el duro miembro palpitante de dentro, lo restregó unos segundos contra su entrada húmeda que se contraía de excitación. Miró a los ojos de Long, ciertamente esa excitación en él se veía maravillosa, sus ojos brillantes, sus mejillas rosadas, sus labios entreabiertos que estaban al punto de gemir su nombre, ese poder y sumisión avivaba la llama en Alexandra.
De un movimiento firme, Alexandra se dejó caer sobre el miembro de Feing, llenándose por completo. Ambos gimieron ante aquel gesto, Feing enterró sus dedos en las nalgas de Alexandra y esta tomó los dos extremos de la bufanda y apretó, pudo observar el efecto en Long, quien jadeó de forma inmediata.
Sin detenerse más, Alexandra empezó un movimiento circular mientras rebotaba haciendo fuerza con sus piernas, subiendo y bajando por toda la longitud de Feing, haciéndolos a ambos gemir de placer. Feing embestía cuando Alexandra descendía para llenarse a sí misma y ella apretada cada que él hacía eso, para luego soltar un poco la bufanda en cada subida.
Los movimientos eran erráticos y casi desesperados, necesitaban uno del otro de forma desmedida. Alexandra apretó más la bufanda alrededor el cuello de Feing Long, este se excitó ante ello y embistió con más fuerza mientras sus dedos dejaban marcas en su agarre a las nalgas de Alexandra, que se volverían hematomas posteriormente, pero él sabía que a ella eso le gustaba.
Sus piernas empezaron a temblar, su interior apretaba con fuerza en cada contracción y la familiar sensación de calor, podía sentir como Feing Long también estaba casi al punto de correrse. Acrecentó sus movimientos casi desesperados, acercándose y mordiendo el hombro de Feing, quien gruñó ante el dolor tan ansiado y ella apretó el agarre de la bufanda.
Feing no pudo contenerse y afianzó sus manos sobre ella para embestirla con más fuerza desde abajo, los temblores aumentaron, ya no podían controlar los gemidos que rozaban el límite de convertirse en gritos. Feing Long fue el primero en correrse, cuando el calor de aquel líquido llenó todo el interior de Alexandra, fue como si acabasen de electrocutarla, sintió una descarga provenir de su entrepierna y el orgasmo arrasó con ella de forma absoluta.
Permanecieron en aquella posición, sin moverse ni hacer el intento por arreglarse en lo absoluto, durante muchos minutos. Recuperando sus fuerzas, pero más que todo, sintiéndose el uno al otro. Había una conexión rara entre ellos, por eso es que Feing Long entendía que eso que acaba de pasar no era más que un intento de Alexandra por mantenerlo centrado. Alexandra levantó la cabeza del hombro de Feing y lo miró a los ojos, la expresión del mayor se veía más relajada. Ella sonrió ligeramente.
— Estás mejor— afirmó sin dudar.
— Está fue la última vez— ratificó Feing Long como respuesta, él tampoco necesitaba preguntar para saberlo.
La voz de una de las aeromozas llegó hasta ellos a través del altavoz, llegarían en menos de una hora a su destino, luego de eso la realidad sería tan fuerte que era posible que no tuviesen ni segundo para pensar en nada más que en aquel plan y en lo que estaría ocurriendo en Francia.
Alexandra se tomó un segundo más observando a Feing Long. Sí, era la última vez, esa etapa de ellos dos estaba vencida, por más que disfrutaran, se sentía tan natural estar juntos que era como si se acostaran con ellos mismos, parecía raro de entender para otros, pero ellos dos lo sabían. Ese era el verdadero fin de su historia como amantes, la clausura que años antes no habían podido tener.
Alexandra se bajó de las piernas de Feing Long y acomodó su falda, le dio una sonrisa ligera que fue devuelta por el mayor y se dirigió al baño, tendría que asearse y vestirse nuevamente. Cuando llegaran su mundo se pondría patas para arriba, pero todavía ella no sabía cuánto.
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Para los que me han leído antes, ya saben lo que estos capítulos de transición significan, SE AVECINA LA BOMBA.
Me acabo de dar cuenta, en todos mis libros actualizados, y los que faltan por ir actualizando, estoy en ese momento de capítulos de transición que uso para anunciar bombas nucleares. 😃que felicidad.
En fin, aquí tienen la actualización, besitos pequepinkypitufibolas. 💕🙌🏻💗
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