Capítulo 18- Control, dolor y placer.
El sol entraba por las ventanas cuyas cortinas no habían cerrado la noche anterior, sus rayos impactaban en el cuerpo dormido de Alexandra, que se mostraba inmutable ante el calor lumínico del dorado astro y permanecía dormida. Feing Long, por su parte, se dedicaba a observarla, parecía un ángel yaciendo allí, con su castaño cabello alborotado por toda la almohada, sus facciones relajadas y sin ese rictus serio constante que portaba para todo.
Feing Long tenía que admitirse a sí mismo que ella era en serio su debilidad máxima, ni sus padres ni nadie pudo haber previsto que esa mocosa que llegó un día con 13 años a su clan para aprender de ellos se convertiría en el epicentro de su existencia.
Si Feing Long tuviese que definir cómo veía a Alexandra o lo que sentía por esta, admitía que sería algo bizarro su respuesta. Mayormente la veía como una igual, una mujer fuerte y determinada que estaba a su altura y se había ganado su respeto. También admitiría verla como una hermana menor a la que sentía que debía proteger, ayudar y apoyar. Una amiga con la cual desahogar sus dolores y compartir sus alegrías, una mano de confianza que tomar cuando no sabía a dónde mirar e incluso, una amante.
Durante años su relación se construyó de esa manera y no fue fácil para él dejarla ir a Estados Unidos en su momento, cuando lo hizo, tampoco creyó que algún día volverían a sostener la parte sexual de su relación, pues había determinado que de todos sus vínculos, ese era uno de los más débiles, pero a la vez de los que más lo ataba a ella.
Sin embargo, allí estaba, con ella en una cama, ambos desnudos, con su cuerpo adolorido por todas partes debido a la noche anterior y las marcas rosáceas en su cuello, muñecas, pecho, abdomen, muslos, piernas y tobillos, algunas de esas él sabía que llegarían a tornarse violáceas y precisamente eso lo calmaba.
Pasó sus dedos por sus muñecas, donde la evidencia de las esposas que lo contuvieron la noche anterior quedó marcada debido a la fuerza con la que Feing Long había tirado de estas en medio del éxtasis. Los recuerdos lo embriagaron abstrayéndolo de la realidad.
— Desnúdate— había ordenado Alexandra con su voz firme, esa voz que durante años lo había dominado cuando las puertas se cerraban, dejándolos solo a ellos dos y eso había sido suficiente para despertar el morbo dentro de él.
Con movimientos seguros y sin prisa, Feing Long se desabotonó la camisa y la dejó caer por sus hombros hasta el suelo, abrió la hebilla de su cinto, luego desabotonó el pantalón y bajó la cremallera. Con un movimiento de pies se sacó los zapatos, tirándolos a un lado, y retiró de su cuerpo su pantalón a la par de la ropa interior.
Se incorporó totalmente desnudo, mostrándose ante la penetrante mirada avellana de Alexandra, que no se había perdido ni un segundo del espectáculo. Observó cómo Alexandra pasaba la lengua entre sus labios en un movimiento veloz, que solo hacía cuando estaba en total control de la situación, cuando su lado dominante tomaba el poder absoluto.
Alexandra caminó hasta la mesa y tomó un arnés negro de cuero, se posicionó delante de Feing Long y pasó la parte del arnés que se cerraba como esposas esponjosas en los brazos, caminó a su alrededor para cerrar la pieza que hacía que ambos cierres estuviese conectados por la espalda.
Por el momento lo dejó suelto de tal forma que ambos brazos pudiesen continuar en su posición usual al lado del cuerpo, pero la noche recién empezaba. Continuó colocando la pieza que unía ese centro a un collar de cuero que puso alrededor del cuello de Feing Long y luego pasó a agacharse en frente de él para cerrar las tobilleras.
— De rodillas en el centro de la cama— fue la otra orden que dio y vio como era cumplida por Feing Long sin protestas.
Este se colocó en el centro de la enorme cama, arrodillado y esperando por Alexandra, ella regresó a la mesa y tomó lo que le faltaba por colocar en su cuerpo. Caminó hasta la cama y con sus ojos ya más acostumbrados a la penumbra, que era atravesada por la luz lunar que entraba por la ventana, logró colocar las bridas de cuero en las argollas de metal de las tobilleras y engancharlas en la cabecera de la cama, por experiencias pasadas sabía que esa pieza del cuarto resistiría.
Llevó las muñecas de Feing Long hacia su espalda y le puso unas esposas de metal, cerrando el enganche de otra brida que las unía a la brida de su espalda, la cual finalmente ajustó, haciendo que los brazos de Feing Long terminasen siendo forzados hacia atrás.
Se alejó unos pasos para verlo, su cabello negro suelto caía como una cascada de color azabache y ella amaba eso, el cabello de Feing Long era una de las primeras cosas que recordaba de él y le encantaba. Respiró profundo, centrándose en lo que haría a continuación mientras él se mantenía sereno, esperando por lo que ella determinase hacer. No tenían que preguntarse palabras de seguridad ni tantear el terreno, esto ella lo había aprendido con él, se conocían tan al extremo que sabían perfectamente qué palabras serían, lo que le gustaba al otro y cómo actuaría.
Se acercó a la pared donde estaba el graduador de la luz y lo usó para darle una ligera iluminación amarillenta a la habitación, era una diferencia que los ojos de ambos agradecían llegados a ese punto. Caminó alrededor de la cama unos segundos, apreciando la sumisión de Feing Long y sabedora de lo exacto que tenía que ser su trato, pues de lo que ella hiciera dependía cómo el líder de la mafia china se levantaría al día siguiente.
Finalmente tomó la decisión, regresó a la mesa y tomó la botella de aceite que allí estaba, luego se dirigió hasta Feing, abrió la botella y sin cuidado ninguno lo dejó caer por el cuello de Feing Long. Pronto el espeso y resbaloso líquido ambarino se estuvo deslizando por la espalda y el pecho de este, cayendo en gotas que se sostenían momentáneamente con hilos de aceite hasta sus muslos, corriendo entre sus nalgas y resbalando por sus brazos.
Un jadeo silencioso se escapó de los labios de Feing Long mientras percibía como Alexandra regresaba a la mesa una vez más, sus pasos repicando en la moqueta le daban un sentido de calma que en esos momentos necesitaba. Escuchó como se acercaba a él de nuevo y mantuvo la mirada baja y fija en el diseño del hilo de sus sábanas, no debía mirarla a no ser que ella dijese lo contrario. Distinguió el tacto del cuero contra su piel, de las bridas del flogger negro y el frío de las terminaciones metálicas que tenía en las puntas, su piel se erizó en respuesta. La excitación se abría paso en él y obnubilaba cualquier otro pensamiento.
Alexandra deslizó el flogger por todo su cuerpo, haciéndolo adaptarse a la idea de lo que pasaría, observando cuidadosamente sus reacciones y pudo apreciar como su respiración se descontrolaba, su piel se erizaba, sus manos empezaban a cerrarse en puños y su pene mostraba signos de una erección. Cuando Alexandra llevó las cuerdas del flogger hacia la espalda de Feing Long, este inmediatamente bajó la cabeza de forma tal que su cabello cayó hacia adelante, quedando solo aquellos que se habían pegado por causa del aceite, dejando en descubierto parte de su espalda y ansiando lo que pasaría a continuación.
El primer latigazo vino certero y rápido, Feing Long jadeó con fuerza al sentirlo, su piel ardió y la excitación creció en él, necesitaba más. No tuvo que pedirlo, Alexandra lo sabía y no iba a detenerse, el siguiente latigazo llegó pronto en una zona más baja de su espalda y Feing Long gruñó, retorciendo las muñecas contra las esposas, otro más, está vez en un costado y otro.
Antes de darse cuenta, Alexandra caminaba a su alrededor asestando latigazos en cualquier parte disponible de su cuello hacia abajo y él se retorcía de placer contra las bridas y esposas que lo contenían mientras gemía y su miembro empezaba a doler de lo duro y excitado que estaba, goteando hasta que un fino hilo llegaba desde la punta hasta las sábanas.
Estuvieron así por largo rato, era una tortura para Feing Long, una de placer que lo iba consumiendo mientras solo se dejaba hacer. Esa sensación de picor y calor electrizante que lo recorría completo le había quitado todo raciocinio. Eso era justamente lo que necesitaba, pero quería más, la quería a ella.
Su respiración era pesada, lenta y profunda entremedio de jadeos, escuchó el golpe seco del flogger contra el suelo, ya no habría más latigazos. De reojo pudo ver como las prendas de ropa de Alexandra se acumulaban en el piso, se estaba desvistiendo y Feing Long recordaba que ella no le gustaba que la mirasen luego de los castigos, por lo que mantuvo su mirada baja. Sintió como liberaban sus pies y también la mano amable que tocaba su rostro con delicadeza, haciéndolo mirar hacia arriba.
La mirada avellana de Alexandra transmitía calor, como si estuviese pidiéndole permiso para continuar. Feing Long apoyó su rostro contra la palma de la mano de Alexandra, movió la cabeza como haría un gatito con su ama y la miró a los ojos, Alexandra pudo ver que la mirada de Feing Long había cambiado, estaba más clara y serena, volvía a ser él mismo.
Aceptando que era lo que él quería, Alexandra cerró una correa de cuero en la argolla de metal del collar que Feing Long traía y lo empujó un poco por el torso para que este se incorporase más. Se trepó encima de él a horcajadas y le miró unos segundos más mientras apreciaba cada rasgo de su hermoso rostro enmarcado por el sudor, con el cabello pegado a su sudado cuerpo y las mejillas rojas de la excitación.
Acercó sus labios y lo besó, al inicio fue un beso lento, cauteloso y de reconocimiento por todos los años que llevaban sin besarse, sin tocarse, pero no pasó mucho tiempo antes de que el beso tomase matices más salvajes. Parecían estarse devorando uno al otro mientras gemidos ahogados escapaban de sus gargantas y sus lenguas forzaban movimientos en las lenguas ajenas con habilidad. Alexandra movía sus caderas, restregando su húmedo y palpitante sexo contra el duro miembro de Feing Long y podía percibir como ambos estaban al límite.
Se separó de Feing Long por un momento, dejándose caer hacia atrás contra la cama, abierta de piernas y con él entre ellas, mirándola con total deseo y anhelo, pero sin moverse pues Alexandra no había dado orden alguna todavía.
Esa sumisión, esa confianza, esa obediencia, eso era lo que a Alexandra verdaderamente le gustaba. Eso era lo que deseaba más que nada y por un instante la imagen de Viktor vino a su cabeza, él era un asunto que ella todavía no descifraba, pero lo que sí sabía era que él no podría darle esto, no estaba en su naturaleza, ella lo había intentado y había comprobado la gran diferencia.
— Ven— dio su última orden de la noche mientras tiraba de la correa, atrayendo a Feing Long hacia ella y dejando de lado cualquier pensamiento sobre el león que le quitaba el sueño ocasionalmente.
Feing Long no se hizo esperar y se acercó, sintió la mano de Alexandra tocar su duro miembro y un electrizante placer recorrió su espalda, ella dirigió el pene de Feing Long hacia su entrada y tiró fuerte de la correa, él entendió la orden y se adentró de una profunda estocada. Ambos gimieron ante la sensación de plenitud y estreches, se miraron a los ojos, eso era algo que necesitaban.
Alexandra dio otro tirón a la correa y Feing Long inició una serie de embistes profundos que les hacían gemir sin cautela. Alexandra tiraba de la correa, incitándolo a más mientras gemía y Feing Long cumplía la orden con roncos gruñidos resonando por su garganta, su sudado cabello caía enmarcando su rostro y rozaba el cuerpo de Alexandra, aun cuando él mantenía le torso casi incorporado totalmente.
Las embestidas fueros rápidas, furiosas y profundas y ambos percibieron cuando el otro se iba a correr. Las paredes de Alexandra apretaron con más fuerza a Feing Long, el tirón a la correa le indicó que tenía que acelerar, embistió un par de veces más con fuerza y sintió a Alexandra retorcerse de placer debajo suyo, de esa forma él se dejó arrastrar también, llenándola del caliente líquido por completo.
Alexandra alzó su mano hacia el rostro de Feing Long, acunándolo y tiró de este levemente, haciéndolo descender sobre su cuerpo, aún estando en su interior. Le sonrió con ternura y se le quedó mirando unos segundos.
— Vamos a salir de esto juntos— le susurró sobre los labios, antes de besarlo suavemente.
Un llamado suave en la puerta atrajo la atención de Feing Long, de repente cayó de regreso en la realidad de que el día había llegado y era hora de ponerse en marcha, el tiempo apremiaba para ellos. Observó la hora en el celular, eran las 9:10 de la mañana, por el horario y el que los suaves golpes en la puerta no se repitieron, Feing Long llegó a la conclusión que había sido alguno de los empleados dejando el desayuno como todos los días. Miró a Alexandra reacomodarse ligeramente en la cama, sin intenciones de despertar todavía, y una sonrisa se formó en sus labios.
— Sí, saldremos de esto juntos— susurró mientras pasaba delicadamente sus dedos por el sedoso cabello castaño, apartándolo del rostro durmiente de Alexandra.
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Hoy es noche de sexoooooo
Y voy a devorarte nene mío 🤣🤣🤣🤣
Perdón no pude evitarlo.
En fin, ¿qué les pareció el delicioso con Alexandra mostrando su verdadera característica?
Y ya saben como funciona esto....SIGUIENTE🔜🔜🔜
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