Capítulo 13- Gritando la verdad.
Kazajistán era uno de esos países que Alexandra jamás creyó visitar, pero claro, las pocas veces que Alexandra o Alexis se habían dedicado a pensar en sus vidas e imaginarlas, nada nunca salía como creían. Estaban en Almatý pues allí los había llevado Dmitri, Alexandra no había sabido nada del plan hasta el momento, Hideki le prohibió indagar en el tema por miedo a que sucediera algo similar a su crisis convulsiva de la última vez.
Aun así, nada pudo detenerla de idear junto con Dmitri el plan para deshacerse de las fuerzas oficiales que les seguían en Inglaterra, pero el haberse tenido que montar en un avión sin saber a dónde iba sino hasta que llegó, no le había hecho mucha gracia.
Se encontraban en una de las residencias de Dmitri en ese país, estaba legalmente registrada a nombre de una sobrina de Caius y por ello nadie conocía que pertenecía al líder de la mafia rusa. Desde que llegaron lo único que habían atinado a hacer fue bañarse y dormir, tanto ella como Hideki estaban agotados y tenían motivos de sobra para no poder mantenerse en pie mucho más.
En esos momentos ya se encontraban descansados y pese al jet lag, podían sobrellevar la situación. Con la mente despejada, Alexandra había hecho un conteo mental de pros y contras sobre absolutamente todo lo que estaba pasando, no le gustaba como se veía la situación, pero era posible que tuvieran una oportunidad si actuaban rápido, por eso había decidido ponerse en acción tan pronto se despertó.
Alexandra estaba comiendo un pastel de frutas con glaseado de mantequilla mientras se vestía con unos jeans lisos azul oscuro, un jersey crema de punto con cuello de tortuga y unas botas negras imitación a piel. Estaba totalmente en contra del maltrato y abuso animal, ni hablar del uso de sus pieles reales.
Recordó que durante su entrenamiento adolescente había escuchado a alguien quejarse diciendo que ella no temblaba al matar a una persona, pero no podía herir a ningún animal. No es que esto fuera enteramente cierto, pero sí tenían razón, prefería poner una bala en la cabeza de cualquier ser humano antes que consentir darle un golpe a un animal indefenso. Era su resolución de vida y no era recomendable intentar discutir sobre eso con ella.
Cuando se sintió totalmente estable de su azúcar, salió de la habitación y caminó por la gigantesca casa, todo estaba adornado como una casa hogareña, pero antigua y eso le daba escalofríos. Adoraba las cosas de antaño, pero tenía ciertas reservas con ellas que sabía que estaban en su mente, aunque eso no las hiciera menos reales.
Escuchó a lo lejos las voces de personas hablando tranquilamente y se acercó sin hacer ruido, reconoció una voz cariñosa que ella amaba antes de entrar en el comedor y apreciar a todos los presentes. Ignoró cordialmente a los desconocidos de forma visible y se acercó a Hideki y a su madre.
— No puedo creer que Feing Long te mandará con Dmitri— reprochó Alexandra luego de darle un corto abrazo a su madre, demostrando lo preocupada que llegó a estar.
— Hija, no seas así— la regañó con cariño Akina— lo hizo muy bien la verdad y no me molestó ayudarlos.
— ¿Ayudarlos?— indagó Alexandra sin comprender, pero haciéndose una idea de lo que su madre quería decir.
— Sí, es que ninguno de estos machotes tiene conocimientos de…— explicaba Akina cuando Hideki la interrumpió abruptamente.
— Alexandra, espero que te sientas mejor— ella miró a su compañero y por unos segundos el mundo desapareció mientras apreciaba los detalles nerviosos en Hideki. La comprensión la invadió con fuerza mientras la furia se hacía cargo.
— Hideki, Dmitri, afuera— ordenó sin contenerse mientras salía de la habitación dirigiéndose al jardín, dejando que una rabia ciega se apoderase de ella.
El jardín era un espacio abierto y permitía posicionarse donde todos te vieran, pero igualmente uno los viera a todos. No se te podían acercar sin que lo supieras y la distancia impedía que escuchasen lo que decían así alzaras la voz. Hideki y Dmitri la siguieron sin protestar, ambos sabían que lo difícil venía ahora.
— No puedo creer que mi madre fuera a la misión— les acusó con enojo apenas los tuvo enfrente de ella.
— No fue idea mía, a mí Feing Long solo me dijo que tenía que recibirla con el paquete— se defendió Dmitri, no servía de nada atribuirse culpas que no le correspondían, al final Alexandra descubriría todo y sería peor.
— Hideki— bramó Alexandra y Dmitri podía jurar que si las miradas mataran Hideki estaría letalmente fulminado en esos momentos.
— No podíamos decirte, estabas en una condición delicada— se excusó Hideki— tomamos una decisión. Yo le pedí a Feing Long que buscase el paquete y él sugirió que Akina-san era la más apropiada, pues había hecho cosas similares cuando era la Ane-san.
— Debían de consultármelo— espetó Alexandra iracunda.
— Estabas convulsionando e inconsciente. ¿Cómo íbamos a consultarte nada?— Hideki ya se hallaba alzando la voz, visiblemente alterado y Alexandra no estaba en mejor condición.
— Les pedí que la protegieran y la movieran, no que la tirarán a la boca del cocodrilo— les acusó ella nuevamente, obviando la pregunta acusatoria de Hideki.
— Hicimos lo que consideramos mejor, alguien tenía que ayudarnos a sacar el paquete— explicó Hideki una vez más, ignorando a Dmitri que intentaba mediar entre él y Alexandra para que se calmaran.
— ESO NO ERA LO MEJOR. DEBÍAN DE ALEJARLA DEL PELIGRO, NO LLEVARLA HASTA ÉL— Alexandra ya prácticamente gritaba y un color rojizo cubría su rostro y cuello producto de la rabia contenida— Y DEJA DE DECIRLE PAQUETE, ¿POR QUÉ NO LO DICES COMO ES?
— PORQUE NO ESTOY SEGURO DE QUE ALEXIS ESTÉ EN CONDICIONES DE ACEPTAR LA REALIDAD— gritó en protesta Hideki, solo había querido protegerla.
Sabía que Alexandra se enojaría al enterarse de que Akina-san había ido a la misión, pero ella fue quien los ayudó a infiltrarse pues, producto de su edad y modales, sabía engatusar a las personas como nadie.
— DILO— ordenó Alexandra, cansada de la situación. Era demasiadas cosas encima de ella, su madre, la policía, cuidar a Viktor, Alexis desaparecida. Quería que algo la hiciera reaccionar, lo que fuera, pero que algo ayudara a alivianar esa carga pesada en su espalda.
— NO— negó Hideki, que ya lloraba sin contenerse producto de la presión que sentía en esas circunstancias. Dmitri había decidido dejar de interferir entre ellos al ver que no le harían caso, pero observaba todo a unos pasos de distancia muy preocupado.
— DILO— ordenó nuevamente— ¿TAN DÉBIL ME CREES QUE NO PIENSAS QUE PUEDO CON ELLO? SOY ALEXANDRA ROSENTHAL Y NO ME DEJO DERROTAR, ASÍ QUE DEJA DE SER UN IMBÉCIL. DIME, DIME ¿QUÉ ES LO QUE CREES QUE NO PUEDO SOBRELLEVAR?— más silencio— DILO.
— VIKTOR LÖWE TIENE UN HIJO— gritó Hideki finalmente y todo quedó en silencio.
oOo
Viktor había movilizado a todos sus hombres en la búsqueda de Nikolay, no podía todavía entender qué había pasado para que pudieran secuestrar de esa forma a su hijo. Desde que lo había sabido se había visto sumido en una bruma de la cual poco a poco le costaba más escapar.
Nathaniel era quien lo mantenía en pie ahora que había regresado, se encargaba de mantener a raya al FBI y a la vez de investigar todo sobre lo que ocurrió con el pequeño, sin embargo, incluso para alguien tan poderoso y hábil como su mano derecha, seguía siendo difícil hallar rastro de su hijo.
Desde que Alexandra se había ido, Viktor solo se encargaba de sus negocios y de buscar a su hijo, poco le importaba a él lo que hiciera la policía por cogerlo, lo único que quería era tomar el cuello de la persona que le había secuestrado al pequeño y torcérselo sin compasión. No obstante, eso no pasaría y era hora de pensar con cabeza fría.
Luego de pasar más de cuatro horas en un centro de tiro privado, descargando los cargadores de cada arma de fuego que encontró, se notaba a sí mismo más centrado.
— ¿Qué tienes para mí?— le preguntó a Nathaniel, iban en el coche destino al aeropuerto. Él había insistido en un jet privado, pero esa mujer no razonaba ni a punta de pistola y Viktor no tenía paciencia para lidiar con ella.
— Los que entraron no le hicieron daño a nuestros hombres ni a nadie presente. No rompieron ni robaron, sabían lo que estaban buscando, sabían lo que querían llevarse y cómo hacerlo— informó Nathaniel, que había dedicado a un equipo de analítica de primera para que investigara todo.
— ¿A qué te refieres con “cómo hacerlo”?— indagó Viktor, curioso por la elección de palabras de Nathaniel.
— El señorito Nikolay tiene cuatro años, señor, un niño de esa edad no se da fácil con cualquier persona, menos aún si este luce aterrador, alto, fuerte, vestido de negro, con armas y el pequeño no tiene a nadie conocido alrededor— empezó a explicarse Nathaniel— Los hombres puede que hicieran el trabajo de dormir con dardos tranquilizantes a nuestro equipo desde puntos ciegos de las cámaras, que mantuvieron a los francotiradores ocultos, y luego hackearon la red para bloquear las cámaras y alarmas de seguridad, pero el niño no lloró ni gritó y eso es inaudito. Alguien que visiblemente transmitía confianza tuvo que ser quien lo recogiera.
— ¿Quizás lo durmieron también?— propuso dubitativo, Viktor rabiaba cada que imaginaba a alguien haciéndole daño a su niño.
— Lo dudo, Nikolay despertaría desorientado y rodeado de extraños, sería demasiada carga. Lo más seguro es que hicieron al niño confiar en alguien amigable que no se veía como una amenaza y le transmitiera seguridad para irse voluntariamente y sentirse protegido entre tantos hombres fuertes y desconocidos, en un lugar totalmente ajeno a su conocimiento— opinó Nathaniel. Había analizado a detalle cada parte del secuestro, estaba seguro de lo que decía.
— No me han intentado localizar, no hay amenazas. Woo Bin se enteró de inmediato cuando su familia fue atacada ¿Qué demonios están pensando?— Viktor llevó sus manos a masajear sus sienes, esa era la parte que no entendía, por qué nadie aparecía. Nathaniel también había dedicado muchos pensamientos a ello y tenía dos hipótesis, no sabía cuál le gustaba menos.
— Quizás buscan desesperarlo, mientras más tiempo pase más, usted perderá el control y así, cuando aparezcan las probabilidades de que usted accedería a cualquier cosa estarían muy aumentadas— el de espejuelos decidió compartir la primera de sus hipótesis y reservar la otra para sí mismo. No alteraría a su señor a no ser necesario, podía ser que simplemente se estuviese equivocando.
Viktor no contestó, se limitó a observar por la ventana hasta que el auto se detuvo. Nathaniel se bajó del auto y fue a abrir la cajuela para colocar dentro el equipaje de quien sería la invitada de Viktor durante el tiempo que tomase recuperar a Nikolay. Él tenía reservas sobre qué tan bueno podía ser para Viktor tenerla allí, pero no podía opinar al respecto, no era su labor.
Le abrió la puerta del auto en un gesto caballeroso entrenado por los años y se sentó al volante, levantando la ventanilla que dividía el auto y dándoles privacidad a sus ocupantes de los asientos traseros.
— Hola, Vitya— saludó la mujer rubia de verdes ojos cual esmeraldas en un tono afable que a Viktor no le gustaba nada.
— Amelie— contestó Viktor y una mirada fría cual acero se enfrentó a los ojos verdosos.
oOo
Feing Long escuchaba a Dmitri darle las quejas sobre lo ocurrido con Alexandra, claro que él sabía que eso pasaría. Conocía a la mujer como se conocía a sí mismo y ya había previsto esa reacción, pero no se arrepentía, era la solución más lógica y ella también lo vería cuando lo que fuera que la estuviera molestando fuera resuelto.
Él sabía que algo estaba mal con ella desde la convulsión y desconocía qué podía ser. Había dedicado horas a llamarla, pero Alexandra no le contestaba y eso era el claro indicio de que algo estaba bien jodido. Sin embargo, marcado por la experiencia de años, Feing Long había decidido darle su espacio si no tenía noticias de ella en las próximas 24 horas, ya ella lo buscaría voluntariamente.
— Vamos, vamos, contesta— lo estaba intentando una vez más y nuevamente tenía el mismo resultado— joder, Alexandra— comentó con tristeza, colgando la llamada y dejando su celular de lado.
— Señor— Li Ren había entrado en la estancia y le miraba desde la puerta con su semblante serio usual, pero a la vez preocupado.
— ¿Qué sucede?— preguntó Feing Long notando que algo tenía inquieto a su mano derecha.
— Michaelis Vitrano está aquí para hablar con usted— informó Li Ren.
— ¿Qué dices?— Long ciertamente no esperaba semejante visita, ni la había previsto tampoco.
— Pasó por todas las revisiones de seguridad, está limpio— aseguró Li Ren— pero no sé si usted quiera recibirlo.
— La verdad que diría que no— confesó Feing, presionando en sus sienes con sus dedos— pero déjalo pasar, negarle la entrada no es una opción.
— Sí, señor— Li Ren hizo una reverencia y se marchó, segundos después Michaelis Vitrano entraba al estudio de Feing Long.
— Feing Long— saludó Vitrano cerrando la puerta.
— ¿Qué te trae por aquí, Michaelis?— preguntó Long con su típica sonrisa jovial— No esperaba que después de que nos retirásemos de mi yate privado hace unas semanas alguno de ustedes apareciese por aquí nuevamente. Sobre todo sin avisar— la última frase sonó más a una acusación, pero Vitrano decidió pasarlo por alto.
— Tengo un problema y sé que si hay algo en lo que se especializa la mafia china, es en resolver problemas que nadie más puede— explicó Vitrano a Feing mientras tomaba asiento frente suyo de forma relajada. Feing no sabía a qué venía semejante confianza ni petición extraña, pero no se quejaría, prefería acercarse tanto como pudiese para saber qué intenciones reales traía el italiano.
— Explícame de qué se trata y quizás yo pueda hacer algo— contestó sin mostrarse contrariado, parecía una plática amistosa incluso.
— Hay alguien que está interfiriendo en mis planes, lo que te voy a contar es delicado y si voy a ser sincero necesito estar seguro de que no dirás nada a los demás— Vitrano seguía mirando a Feing Long serenamente, pero este pudo percibir el peligro en sus ojos.
Sentía que si le permitía continuar hablando se adentraría en un agujero negro del que no iba a poder salir, pero era su única oportunidad de poder saber algo más. Si algo salía mal, siempre tendría su carta secreta.
— Adelante, soy todo oídos— afirmó Feing mirando seriamente a Michaelis.
— Pero primero…— Michaelis sacó del bolsillo interior de su gabardina azul un dispositivo USB y lo depositó en la mesa— échale un vistazo a esto.
Feing Long no protestó, encendió su portátil de uso privado, una especial que estaba totalmente vacía y usaba para leer las informaciones que venían en pendrives y dispositivos de este tipo para que nadie pudiese introducir virus en su ordenador y alterar sus informaciones de negocios o peor aún, robarlas.
El pendrive tenía únicamente una carpeta titulada “A.R”, Long entró y vio que había un archivo de video. Le dio una última mirada significativa a Vitrano, que lo observaba atento y jocoso, antes de reproducir el archivo y que los gritos desconsolados sonaran por los altavoces de la computadora mientras un video dantesco se mostraba.
Feing cerró de un golpe la laptop mientras intentaba procesar los cinco segundos de video que había visto, pues no pudo aguantar más que eso. Las imágenes parecían estar grabadas a fuego en sus párpados, intentaba borrarlas de su mente, verlo ciertamente era muy diferente a escuchar el relato.
— Creo que ahora podemos hablar— comentó Vitrano y finalmente Feing entendió que no tenía salida, lo tenía en sus manos bailando como un trompo y ya no había vuelta a atrás.
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Epa amigos pequepinkypitufos, llegó la actualización de Mentes tormentosas y creo yo que acaba de soltar varias bombas juntas, como ya saben, todo detalle aquí es importante, no pierdan nota de nada.
Los otros capítulos los subiré más tarde, en estos momentos me veo algo ocupada. Besitos💖💖💖
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