Capítulo 10- Consciente.
Le dolía la cabeza, eran pulsaciones constantes que le impedían razonar. Llevó su mano a su frente y apretó con su dedo medio y pulgar sus sienes, masajeando en un ineficaz intento de aliviarse. Recordaba vagamente lo que había pasado antes de desmayarse, la conversación con Alexis, imágenes borrosas de cuando tenía nueve años. Un suspiro cansino salió de sus labios.
— Alexandra— esa voz, percibía a Viktor hablándole, podía sentir el tacto de sus manos en sus brazos, apretando como asegurándose de que ella estaba viva y bien, pero el dolor eran tan grande que no tenía la capacidad de responderle.
Sintió el frío, la claridad de la habitación, la suavidad de la cama, la textura de la tela de la bata de hospital que traía puesta. Ya no apreciaba las manos de Viktor en ella, tampoco lo escuchaba, pero sí notaba que había alguien más en la habitación, quizás le estaban hablando, ella no lo sabía. El dolor era tan punzante que opacaba cualquier otro acontecimiento.
No supo cuántos minutos pasaron hasta que empezó a menguar el sentido martillo que reventaba su cabeza de forma constante y la bruma en la que estaba sumida. Fue entonces que notó que estaba en una habitación de hospital, que Hideki y Viktor estaban en una esquina de la habitación mirándola y que un médico la observaba fijamente y con paciencia. Parecía estar esperando su respuesta a una pregunta que ella no escuchó.
— Buenas tardes, soy el Doctor Hudson— la saludó el señor canoso que aparentaba unos cincuenta años y tenía una mancha rojiza marcando la parte izquierda de su barbilla que llamaba mucho la atención— ¿Sabe dónde se encuentra?
— En un hospital, supongo— respondió Alexandra con voz rasposa.
— Me dice su nombre entero, por favor— le pidió educadamente el Dr. Hudson.
Alexandra miró a Hideki con una interrogante en los ojos. ¿Qué debía de decir para que nadie sospechara? Ella no era idiota, sabía que el médico debía de conocer sobre su trastorno y las pastillas que había tomado. Hideki la miró fijo y duro, dirigió su mirada a Viktor y este le asintió casi imperceptiblemente con la mirada. Devolvió la vista al médico que, recién ella notaba, tenía ojos cafés con manchas verdosas claras.
— Alexis Rosen…no, Löwe— respondió de forma lenta, una ligera confusión fingida era necesaria para hacer al doctor creer su actuación. Ya ella se encontraba bien, podía sentirlo.
— Sí— asintió el doctor de forma amable— señora Löwe ¿siente algún malestar?
— Sentía un fuerte dolor de cabeza, como una migraña, pero ya se ha calmado— explicó pausadamente, sin mirar al médico.
— Ha despertado hace veinte minutos, se podía percibir su malestar. Le pusimos un analgésico para que se calmara el malestar y hemos esperado su mejoría desde entonces— la voz del Dr. Hudson la hacía sentir irritada. Era demasiado amable y pasivo y Alexandra detestaba lidiar con hombres así.
— Entiendo— fue lo que ella dijo.
— Le haré un examen físico y una serie de preguntas rutinarias, ¿Está de acuerdo?— se notaba que, por más relajado que quisiera mostrarse, el tener a Viktor Löwe en la habitación, atento a cada movimiento que hacía, era algo que tensaba a cualquiera.
— Claro.
Luego de más de media hora de exámenes y preguntas, el médico finalmente confirmó que Alexandra se encontraba bien y en la capacidad de irse del hospital. Hideki le entregó ropa que Viktor había ordenado traer para ella y ambos hombres la dejaron sola para que se cambiara.
Salieron en absoluto silencio del hospital y fueron en el auto de Viktor con Ángel manejando, el hombre había asumido algunas de las funciones de Nathaniel. Alexandra tenía vagos recuerdos de él a través de Alexis, sabía que era quien recibió el disparo el día que Vitrano intercedió en el intercambio de Alexis por la cadena hotelera que Dmitri quería recuperar.
El silencio tenso dentro del auto se sentía casi asfixiante y se vio prolongado durante el trayecto hasta el apartamento de Viktor. Una vez la puerta estuvo cerrada y los tres se quedaron solos, Alexandra no sabía qué esperar de la situación. Viktor le daba la espalda mientras que Hideki miraba al suelo, temeroso de enfrentarse a ella.
— Tú habitación será la tercera de la segunda planta— habló Viktor rompiendo el silencio— Hideki puede quedarse en la de invitados que está aquí en la primera planta, pasando el corredor de la izquierda.
No dijo más nada ni esperó respuesta alguna, se retiró a paso seguro hacia su estudio y el sonido sordo de la puerta cerrándose sin rudeza fue lo último que se escuchó.
Alexandra dejó salir un suspiro antes de dirigirse a la habitación que Viktor le había indicado, sus cosas habían sido trasladadas a esta en cierta medida, pues la mayoría se quedaban en la Viktor por si la policía decidía revisar la casa. Se adentró en el baño para que el agua caliente la ayudase a relajarse y pudiera pensar qué haría a partir de ese momento.
Pasó más de treinta minutos bajo el agua caliente, dejando que el vapor cubriese toda la habitación. Finalmente, el cansancio pudo con ella y salió envuelta en una bata de baño negra, para detenerse con la figura de Hideki sentado en la esquina de la cama, con sus antebrazos apoyados en sus muslos y la cabeza gacha.
— No lo hagas— su pronunciación calmada y parsimoniosa, en lugar de relajar a Hideki, lo hizo tensarse más— no es tu culpa.
— Lo es. Debí de tener más cuidado— el tono de reproche y autocompasión en su voz era desgarrador.
Alexandra caminó dejando un rastro de húmedas pisadas hasta posicionarse delante de Hideki. Este se quedó mirando fijamente los pies descalzos de Alexandra y las manchas circulares en la alfombra de las gotas que caían de su cabello mojado.
Abrió ligeramente las piernas, dejando que ella se acercara el paso que los separaba y envolviera su cuerpo con sus brazos, abrazando su cabeza, apoyándolo contra su vientre mientras sus delicadas y letales manos pasaban en forma cariñosa, dando una caricia en el cabello del japonés.
Permanecieron en esa posición durante muchos minutos que ninguno de los dos pareció notar. Alexandra dejaba que Hideki descargara su dolor en un llanto silencioso que ella percibía por los temblores descontrolados de su cuerpo.
— Hice…— Hideki habló con la voz rota por primera vez en todo el tiempo que llevaba recibiendo el abrazo de Alexandra— tomé una decisión.
— Estoy segura de que será la correcta.
Alexandra sabía que él no se arriesgaría a contarle lo que había decidido luego de lo que pasó con ella. Aunque la información obtenida ya su mente la había procesado y no la afectaba. Alexis había desaparecido en la oscuridad por el momento y no despertaría, pero Alexandra sabía que si forzaba a Hideki a hablar del tema sería demasiado para él, pues todavía se estaba culpando por su crisis.
No volvieron a hablar y los minutos continuaron pasando, hasta que finalmente Hideki se calmó lo suficiente como para especificar que necesitaba estar solo. Alexandra no le dijo nada ni lo detuvo de irse, reconocía la necesidad del silencio y la soledad que el dolor causaba.
El sueño la golpeaba con fuerza cuando finalmente el estrés dejó su cuerpo y ella se permitió caer en la cama, rindiéndose ante la necesidad de cerrar los ojos y dormir. Despertó cuando la noche ya había hecho acto de presencia por todo el cielo y su cuerpo daba claras señales de necesitar comida o sufriría una hipoglucemia.
Intentó ponerse de pie para ir en busca de comida, pero los mareos ya comenzaban a atacarla cuando divisó el plato con onigris situado en la mesita de noche. Eran de una tienda, obviamente, pero eso no significaba que a ella le gustasen menos o que no agradeciera el gesto. Los alcanzó y comió hasta saciarse, dejando el plato totalmente vacío y los siete onigris en su estómago.
— ¿Cuánto más piensas mirarme?— desde que los primeros onigris habían evitado la crisis hipoglucémica, se había percatado de la presencia de Viktor en una esquina oscura de la habitación, pero había preferido no decir nada.
— ¿Qué sucedió?— la pregunta tenía un rastro de tristeza y dolor. Alexandra no era imbécil, sabía que Viktor se preocupaba por ella, por ambas.
— Descubrí tu secreto— esa declaración creó un nivel mayor de tensión en la habitación— van a intentar herirte por allí.
— Lo sé— esas palabras dejaban en claro que ya algo había pasado.
— Cuando teníamos nueve años algo pasó, el trauma fue tan grande que durante meses no hablamos, no nos movíamos. Nuestra madre nos tenía que alimentar y bañar y era como si la conciencia hubiese dejado nuestro cuerpo. Sabíamos lo que pasaba, pero no lo procesábamos, tenemos pocos recuerdos de esa época.
Viktor permanecía en silencio. Por primera vez desde que había conocido a Alexis y posteriormente a Alexandra, sentía que tenía que tener todos sus sentidos alertas a lo que le estaba contando. Sinceridad, tanta como se permitía darle, por fin podía acercarse un poco al misterio que eran esas dos mujeres dentro de una sola mente.
— Durante esos meses fuimos creándonos. Ni ella ni yo recordamos quién éramos antes de eso, cómo nos comportábamos o qué hacíamos. Es como si todo lo vivido previo a aquellos meses hubiese sido otra vida, otra persona. Alexis recogió lo bueno, las emociones puras, los buenos recuerdos y borró casi todo lo que nos había hecho daño de su memoria.
Viktor podía decir que notaba aquello, las diferencias entre Alexis y Alexandra eran demasiado obvias y tenía sentido sí meditaba los recuerdos que cada una tenía.
— Yo, por mi parte, hice lo contrario, en mi están todos los recuerdos malos, todas las cosas que pasaron y todo lo que nos llevó a la situación actual. Cuando Hideki me contó lo que había descubierto de ti, esos recuerdos malos se filtraron a Alexis y ambas personalidades convergimos en desarmonía. De allí la convulsión y todo lo demás.
El silencio volvió a instaurarse y Viktor sabía que ella no diría nada más. Por una noche había relatado demasiado de ella misma, prefirió permitirle cerrarse de nuevo. Se puso de pie y se acercó a ella con parsimonia.
Alexandra lo miró a los ojos mientras él se acercaba hasta que se detuvo delante de ella, entonces reparó en la camisa negra con los primeros tres botones abiertos y sus pies descalzos, recordaba que antes Alexis ya lo había visto así y supuso que era la forma en que él se acomodaba para lidiar con situaciones que le incomodaban.
No sabía por qué, pero sabía que lo necesitaba, por eso no se rehusó cuando Viktor fue inclinándose sobre ella, haciéndola acostarse y posicionándose encima de su cuerpo, quedando ella acorralada en la cama.
— Déjame a mí, por esta vez— era una súplica y Alexandra lo aceptaría, se aferraría a lo que fuera que la ayudase a quitar esa sensación pesada de su estómago.
Se sentía deprimida y alterada a la vez y necesitaba algo que la ayudase, las pastillas no serían suficientes. Lo necesitaba a él y eso la hacía sentir débil, pero no le importaba, no por esa noche. Viktor se acercó a su rostro, apoyándose en sus brazos para no dejar que su peso aplastara el cuerpo de Alexandra.
Sus alientos se mezclaban y Viktor se quedaba pidiendo permiso, necesitaba confirmar que esto era lo que ella quería y pensó que ella lo rechazaría, hasta que sintió las manos de Alexandra aferrarse a sus caderas, haciendo que parte de su cuerpo cediera su peso en el de ella. La suavidad de sus labios era adictiva para Viktor cuando la besó lentamente.
Ese momento se extendió con delicadeza hasta que a Alexandra le llegó a doler la cabeza. No era Alexis, no era ese martillo retumbante que la reventaba por dentro, era una sensación ligeramente mareante y nauseosa que le reclamaba por más. Como si Viktor le hubiese leído el pensamiento, apuró el beso a uno más fogoso y lleno de lujuria.
Finalmente dejó caer su peso en el cuerpo de ella, haciéndola gemir contra su boca mientras sus manos se deslizaron por sus costados hasta sus muslos. En un acto reflejo y deseado, Alexandra abrió sus piernas, dejando la bata de baño abrirse y envolviendo las caderas de Viktor. Sus lenguas más bien parecían disputar el control y fajarse mientras las manos de Viktor terminaban de abrir la bata, dejándola totalmente expuesta.
Alexandra había tirado de la camisa de Viktor, sacándola de sus pantalones, y sin tener paciencia, se desprendieron sus labios para que Viktor se la quitase por la cabeza, tirándola hacia un lado. Viktor gruñó al sentir los senos de Alexandra, con los pezones duros de la excitación, presionarse contra su pecho.
Fue bajando dejando besos húmedos y ligeras mordidas por su cuello y entre sus senos. Sus manos tiraron de los pezones mientras su lengua descendía, degustando la piel del abdomen de Alexandra. No se detuvo hasta llegar a su intimidad, degustó de morder la piel de sus muslos más cercana a sus labios mayores, antes de finalmente atacar con violencia y dedicación, en una succión determinada, el clítoris de Alexandra.
Ella sintió el placer recorrerla y su espalda se arqueó mientras un gemido prolongado se escapaba de sus labios. La lengua de Viktor torturaba su clítoris, sus labios succionaban por momentos y Alexandra no sabía cómo mantener sus movimientos descontrolados. Enredó sus piernas alrededor de la cabeza de Viktor mientras sus manos se cerraban en puño contra la sábana y ella gemía alto, sin deseos ningunos de contenerse.
La presión en su bajo vientre aumentaba y sentía la sensación como de corriente recorriendo su cuerpo. Los temblores de sus músculos contrayéndose y sus caderas que se empujaban hacia la boca de Viktor mientras este seguía chupándola con hambre.
Duró menos de cinco minutos cuando finalmente Alexandra se retorció contra el colchón con un orgasmo brutal que la hacía desconectar su mente y sus preocupaciones de todo lo demás que la rodeaba. Viktor se incorporó relamiendo sus labios, dándole a Alexandra una visión erótica abrasante.
Él se desabrochó sus pantalones y los bajó junto con su bóxer, sus manos envolvieron los tobillos de Alexandra y tiró de su cuerpo hasta posicionarla en el borde de la cama, con ese gesto ella aprovechó para sacar sus brazos de las mangas de la bata de baño y se dejó hacer lo que Viktor quisiera. Viktor posicionó los pies de Alexandra en sus hombros, haciéndola alzar las caderas, sus fuertes manos aferrándose a ellas para mantenerla en la posición correcta.
Se miraron fijamente en una guerra de miradas donde todos sus secretos quedaban ocultos y lo siguiente que Alexandra registró fue la embestida brutal y desgarradora que Viktor le dio, penetrándola totalmente. Sus manos viajaron a los antebrazos de Viktor, clavando sus uñas en la piel mientras él sostenía un ritmo de arremetidas violentas, constantes y bestiales que hacían a Alexandra gemir en gritos mientras él gruñía.
El sonido de las pieles chocando y el vaivén de la cama ante las brutales embestidas se acompasaba totalmente a los gemidos, jadeos y gritos que salían de ellos. No duraron mucho, pero vivieron intensamente cada segundo hasta que Alexandra sintió el orgasmo presentarse nuevamente, las paredes de su vagina se contrajeron entorno al miembro de Viktor cuando el clímax la sobrepasó y con ello lo llevó a él a llenarla totalmente con el espeso líquido caliente.
Viktor se dejó caer hacia delante y tuvo la suficiente fuerza y cordura como para salir de dentro de ella y acostarse a su lado. Estaban sudados, cansados, extasiados y satisfechos. Por esa noche, Alexandra se permitió caer en la inconsciencia luego de acomodarse en el pecho de Viktor.
No era consciente de si sus sentimientos eran de ella o de Alexis, pero lo disfrutaba por el instante de desenfreno y descontrol que se permitiría. Viktor aspiró el olor de su cabello, meditando cómo las cosas se habían salido de control en tan poco tiempo. Venían tiempos oscuros para todos ellos.
***********
Entonces, Hola pequepinkypitufos, Feliz fin de año, este es el primero de los capítulos que subiré hoy en honor a esas personas que, como yo, no saben qué hacer o donde meterse en las reuniones familiares de fin de año.
Espero que les haya gustado y ya saben, siguiente capítulo
➡️➡️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro