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8

--¿Al Studio? --Enarcó una ceja Tae.

--Sí.

--¿Por qué de repente? --Ok, Soobin se estaba comportando sumamente extraño últimamente.

--Bueno, es que antes no tenía con quien ir, pero ahora que Yeonjun lo propuso, me he animado.

--Me tenías a mí --dijo serio.

--Tu entiendes, hyung. Eres el dueño, estás demasiado ocupado con la universidad y no quería molestarte.

--¿Cuántas veces te he dicho que tú jamás me molestas, mocoso? ¿Hmm? --Le pellizcó la panza provocándole una risita --Claro, le diré a Jungkook --dijo y después se alejó rumbo a la cocina.

--¿Tendremos que pagar? --preguntó inocente.

Tae soltó una risita aireada.

--No seas tonto, eres mi hermano. Claro que no, y Yeonjun tampoco.

--Gracias, hyung --Tae sonrió de labios cerrados y entonces Soobin recordó lo que recibió por parte del cartero en la mañana --. Oh hyung, verdad. Tienes correo.

Eso le bastó al mayor para acercarse a la mesita en la entrada y ver las numerosas cartas dirigidas hacia él, todas de la universidad. Las leería después.

Sonrió ladino antes de agradecerle a su hermano.

Ese día tenía muchas ganas de ver películas con alguien. Ya saben, de esas maratones con mucha comida porquería y un buen drama para llorar aferrado a un bote gigante de helado.

Beomgyu no podía por estar ayudando a su madre en unos asuntos, y Tae incluso se había saltado el almuerzo por estar todo el día encerrado en su habitación estudiando, así que fue descartado.

Y... A eso se reducía su lista de contactos para llamar.

Vaya... Necesitaba hacer amigos pronto o moriría solo.

Se sintió patético por un momento, pero al final, la soledad fue a algo a lo que se acostumbró desde chico y ya no le molestaba en lo absoluto, solo a veces, cuando lo pensaba demasiado como momentos como esos.

Sería una maratón de Harry Potter entonces. Él y Harry en una buena cita.

Fue hacia la alacena de la casa percatándose de que todas sus reservas habían sido tomadas probablemente por Tae y Kook. Demonios.

Eran las 8:00 pm. Probablemente todos los supermercados estarían cerrados a esa hora, pero él en verdad tenía hambre y tenía muchas ganas de envenenar su cuerpo con comida chatarra esa noche.

Saldría, caminaría un poco y si veía que los supermercados más cercanos estaban cerrados, volvería a casa a comer fruta.

Salió de casa aferrado a su casaca negra sintética; la noche era fría, el viento golpeaba su pálido rostro dándole espasmos por el cuerpo. Hace mucho que no caminaba de noche, amaba la sensación de tranquilidad, por lo que se recordó a sí mismo hacerlo más seguido, solo que la próxima vez con sus audífonos negros puestos y una prenda más cálida.

Unas chicas pasaron por su costado. ¿Era su imaginación o le sonrieron coquetamente? No, no podía ser. Nadie coqueteaba con él. Tenía que ser su imaginación.

Entró aliviado al supermercado más cercano que felizmente estaba abierto y casi estaba cerrando, fue directamente a asaltar los pasillos con más calorías; papitas, helados, galletas, chocolatines. Alguien moriría de diabetes.

No había casi nadie en el lugar, sólo un par de clientes más y tres cajeros disponibles.

Se acercó al que estaba más cerca a él y depositó toda su compra, que era generosa.

--Wow, una fiesta de niños supongo.

Soobin levantó la mirada algo sorprendido porque reconoció esa voz al instante.

--¿Yeosang? --Cuando lo llamaron levantó su mirada de la compra al cliente.

--Soobin... --dijo gratamente sorprendido --Qué coincidencia --Ensanchó su sonrisa.

--¿También trabajas aquí? --preguntó curioso observando el uniforme rojo acompañado de una gorrita adorable del mismo color. Yeosang sonrió ladino con timidez.

--En todo lo que puedo de hecho --respondió pasando el scan en los productos --¿Y todo esto? ¿Es para una fiesta? --preguntó divertido.

--No me gustan, creo que te lo dije esa noche. Íbamos a ser yo, el helado y las 7 películas de Harry Potter.

--¿También eres Potter Head?

--La tercera es mi favorita.

--¿Qué dices? La quinta no tiene comparación --Su sonrisa era perfecta, en serio.

--De las mejores también --admitió sonriente.

--La mejor de hecho, y son 57 con 90 centavos --Soobin le extendió una blackcard que dejó impactado al mayor --. Y pensar que te invité el coctel ese día... --Luego algo hizo click en la cabeza de Yeosang. Se había olvidado de quién era hermano. No sabía por qué, pero a pesar del parecido físico, no podía dejar de desligarlos desde que habló con él en la fiesta.

Se calló ese pensamiento.

--¿Hasta qué hora trabajas? --interrumpió sus pensamientos.

--Eres mi último cliente de hecho --sonrió.

--¿Quieres que te espere?

--¿Esperarme? --preguntó confundido.

La idea de hacer amigos le vino a la cabeza. Era genial tener a Gyu, pero creyó que tener a alguien más sería también asombroso, y sabía que Yeosang podría ser un amigo apto; desde el día uno le agradó muchísimo.

--Si ya sabes, por dejarte ese día de la fiesta --musitó apenado.

Yeosang sonrió por el recuerdo.

--¿Tu amigo está bien?

--No, de la cabeza sigue igual.

Ambos rieron por el mal chiste y Yeosang asintió.

--Bien, gracias. Dame cinco minutos a que me cambie y te alcanzo.

Soobin asintió y esperó a que volviera.

Hasta ese momento no había visto a Yeosang con ropa casual, sin uniformes, ni mandiles. Innegablemente lucía fantástico y era atractivo para cualquier persona que lo mirara.

--Listo --dijo al llegar. Se dio cuenta de que estaba siendo escrutado con la mirada hasta que habló para romper el silencio contrario --¿Por que me miras así? --dijo en una risita.

Soobin reaccionó, sintiéndose avergonzado.

--Oh, lo siento. Solo que te ves diferente sin el uniforme.

--¿Eso es algo bueno? --preguntó con diversión.

--Lo es... --Asintió sonriente --¿Vamos?

--¿A dónde? --rió colocando las manos en los bolsillos de su chaqueta oscura.

--No lo sé, ¿importa? --Soobin empezó a emprender camino.

--Ni un poco, vamos --Copió su acción.

Empezaron a caminar por las oscuras y poco iluminadas calles de la zona.

--¿Vives cerca? --preguntó el más bajo.

--Sí, a unas cuadras. ¿Tú?

--La verdad, bastante lejos.

--Es un poco tarde como para ir a algún sitio, ¿verdad?

--Los bares están abiertos...

Después de mirarse unos segundos, sonrieron juntos y negaron con la cabeza. Ahí no era.

--Las bolsas están algo pesadas --En realidad no, pero era una buena excusa --¿Me acompañas a dejarlas a casa?

Yeosang le sonrió.

--Sútil, me gusta. ¿Pero qué gano yo de ser tu botones?

--¿Ver la quinta película y comida basura gratis? --preguntó con ternura desbordante.

--Qué tentador, señor Kim. Acepto --dijo divertido.

Después de caminar un poco más, llegaron a la casa de los Kim.

--Y esa casa explica la blackcard --Admiró la bonita casa moderna que tenía en frente.

--Oh vamos, no es para tanto.

Tal vez para él no, pero para chicos como Yeosang, lo era. Vivir en un lugar así solo podía ser un sueño lejano.

--Vamos, entra --Hizo un gesto con la cabeza.

Lo siguiente que se supo fue que ambos se instalaron en la sala, pusieron las películas, colocaron las reservas en tazones, y empezaron a comer gustosamente todo mientras miraban atentamente la película.

Para cualquiera sería raro, hasta incluso peligroso invitar a un extraño a la casa así sin más, pero Soobin no sentía ni incomodidad, ni sospecha, por el contrario, se sentía extrañamente cálido. Jamás había sentido algo así con ningún extraño, (aunque tan extraño ya no era).

Por su parte, Yeosang se sentía igual. Él tampoco era un chico demasiado sociable o extrovertido, y raramente conectaba tan rápidamente con alguien, pero el menor parecía darle esa confianza y esa naturalidad que tanto le gustaba.

Comentaban y hacían bromas de la película, discutían sobre sus personajes favoritos y sobre teorías de la película. Definitivamente dos grandes fans.

Increíblemente se sintió como un amigo de toda la vida, el cual solo conoció en ¿dos días?.

Cualquiera que lo viera externamente diría que es raro y sospechoso, pero la verdad no era tan turbia, sino puntual y simple.

Sin darse cuenta se pasaron 3 películas enteras y cuando soobin vio el reloj, se sobresaltó al ver que era medianoche.

--¡Dios! ¡Las doce! ¡Debes irte a tu casa!

--¿Ahora soy cenicienta o qué? --bromeó mordiendo una barra de chocolate

--No lo sé. ¿Cenicienta tiene un examen de física mañana?

--¡Mierda! --exclamó poniéndose de pie --¡Hubieras empezado por ahí!

--¿Estudiaste?

--Si el examen es de Harry Potter, entonces sí --Eso le provocó a Soobin una risa.

--¿De qué te ríes? --dijo irónicamente con ganas de reír igual --¡Es todo tu culpa!

--Oh, claro. Como si no te hubieras volado la mitad de todo. ¡Tragón!

--Oye mocoso... --Ya estaba riendo.

--Ya hyung, mejor vete --rió.

Yeosang suspiró antes de ponerse de pie. La verdad no se quería ir, la estaba pasando muy bien.

--Gracias por lo de hoy, Soobin. Fue divertido --Sonrió ladino contagiando la sonrisa

--Mañana te enviaré un mensaje preguntando como te fue en el examen --dijo desde en sillón.

--Bien --dijo con una risita aireada --. Buenas noches Bin, descansa.

--Hasta luego, hyung --musitó para luego ver a Yeosang salir cerrando la puerta con fuerza.

Eso había sido asombroso.

Pensar en ello incluso era emocionante. ¡Tenía un amigo nuevo! Ya quería decírselo a Beomgyu.

Observó todo el regadero de comida en la mesa y sonrió de nuevo al recordar lo vivido esa noche.

«Debería llevarle algo a Tae» pensó.

Su pobre hermano no había probado bocado desde el desayuno y tampoco lo había visto dejar su habitación.

¿Se sentiría bien?

No había ido antes porque Tae le había dicho muchas veces que cuando estudiaba que nadie osara en interrumpirlo, pero... ¿no comer?

Soobin no iba a permitir eso, del mismo modo que Tae tampoco lo haría si fuera su caso.

Aun así fuera comida basura, él se la ofrecería a su hermano.

Colocó en una bolsa papitas y algunos chocolates y subió dispuesto a convidarle lo que tenía.

Tocó la puerta tres veces y nadie abrió. Un poco impaciente, abrió cuidadosamente la puerta, encontrándose a Tae recostado en su escritorio, dormido sobre un libro de lo que parecía ser de anatomía en inglés. Dejó la bolsa en el escritorio.

Respiraba pesadamente, Soobin sonrió enternecido al ver baba arruinando el libro.

Él sabia que su hermano se esforzaba demasiado, pero también sabía que Tae era lo suficientemente inteligente como parar por su salud. En verdad, cada mínimo aspecto de su hermano era admirable y envidiable.

Soobin sonrió ladino antes de sentarse en el borde de la cama a empezar a darle caricias en el cabello; delicadas y cariñosas, él esperaba que fueran tranquilizadoras incluso en sueños.

--No tienes que esforzarte tanto. Está bien, Tae --susurró sabiendo que no lo escucharía por el sueño profundo --. Yo estoy orgulloso de ti...

Soobin se puso de pie, tomando una manta doblada del closet para ponerla en los hombros de su hermano. Dejó un beso en su cabeza antes de salir de la habitación, por alguna razón sintiendo un nudo inexplicable en la garganta.

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