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33

Advertencia: En este capítulo habrá referencia a temas delicados tales como drogas, acoso y abuso sexual. Ninguna descripción gráfica ni explícita, no se preocupen. La autora no es lo suficientemente fría o fuerte para ello.

Soobin estaba triste. Triste, decepcionado y roto de todas las peores maneras posibles.

Había confiado, lo había dejado entrar, le había abierto y entregado sin dudar su corazón. ¿Y cómo le había pagado él? Burlándose. Y realmente, usándolo como si fuera una puta herramienta sin sentimientos.

Pero tú te dejaste.

Nada fue real.

Ningún abrazo, ninguna risa, nada.

Las lágrimas seguían cayendo mientras se dirigía a casa, con la rabia mezclándose con el profundo dolor que no le permitía respirar bien.

Se ahogaba con sus lágrimas, ¿y qué?

Después de todo era algo a lo que estaba acostumbrado desde niño. Llorar y llorar por jamás ser lo que los demás esperaban, llorar por ser constantemente comparado con su ejemplo a seguir, llorar porque no era más que una decepción para todo el mundo.

Y cuando creía que por fin las cosas habían cambiado, resultó ser mentira también.

Estaba tan malditamente harto. Harto de vivir y harto de su tan perfecto y especial hermano, ese que todos preferían sin importar lo que Soobin hiciera. Estaba tan jodidamente harto que la rabia cegó su noción cuando por fin llegó a casa.

Tenía planeado subir y llorar hasta morir, pero cuando abrió la puerta, Taehyung estaba en la sala, por salir.

Ojalá no hubiera estado ahí justo en ese momento.

El mayor vio a su hermano en el estado deplorable en el que se encontraba, y a pesar de su discusión del día anterior, siempre dejaría de lado su orgullo por el bienestar de Soobin, siempre.

——¿Qué te ocurrió? ——preguntó frunciendo el ceño alarmado ——. ¿Binnie?

Soobin de verdad no quiera ver su perfecta cara, esa que todos preferían, esa de la que Yeonjun se había enamorado.

Su rabia aumentó. Y eventualmente, Soobin explotó, porque por primera vez en vida, alcanzó su límite, tomándolo del cuello de la camisa, haciéndole daño.

——¡TÚ! ¡TÚ ME PASAS! ¡TÚ Y TU PERFECTA CARA, VIDA FELIZ Y SUERTE! ¡ESTOY HARTO DE TI! ¡TAN MALDITAMENTR HARTO, TAEHYUNG! ¡¿POR QUÉ TIENES QUE SER TAN PERFECTO? ¡¿POR QUÉ TIENEN QUE AMARTE TODOS A TI? ¡TIENES TODO, TODO LO QUE QUIERO! ¡TE ODIO! ¡¡¡TE JODIDAMENTE ODIO!!!

Lágrimas llenaron los ojos muy abiertos del mayor. Lágrimas de dolor e impotencia. ¿Desde cuándo?

——¡¿FELIZ?!——gritó de vuelta. Él también estaba tan cansado. Tenía que sacarlo, por favor ——. ¿Crees que soy feliz? ——Empujó a Soobin en defensa haciendo que este retrocediera, soltándolo ——. ¡Todos se me acercan porque quieren algo de mí. O sexo, o dinero o conexiones! ¡No tengo amigos reales además de Kook! ¡¿Acaso piensas que me siento pleno por estar rodeado de gente tan mierda e interesada?! ¡No, Soobin! ¿Qué envidias tanto de mí? Dímelo. ¡¡Quiero saber que tanto quieres!! E-Estoy solo, nuestros padres me ven como una máquina para poder jactarse de este estúpido apellido, estoy estudiando algo que nunca quise y me está consumiendo la vida. ¿Eso quieres? ¡¿Así quieres vivir?! ——Soobin miraba a su hermano con los ojos bien abiertos, incapaz de decir nada. Taehyung también había empezado a llorar ——. Y-Yo... Ya no puedo más, Soobin. No soy feliz, no.... Pero no sé cómo detenerme. No puedo detenerme. No quiero decepcionarte a ti ni a mis padres, a nadie. No...

No puedo dejar de complacerlos porque tengo miedo de sentirme inútil. Aunque eso me destroce la vida.

Soobin no quiso seguir escuchando más. Se giró y volvió a salir de casa como si compartir aire fuera tóxico, cerrando la puerta de un portazo que sacudió la casa.

El pecho de Taehyung subía y bajaba.

Por fin lo he dicho.

Con un dolor opresivo en el pecho, pero en parte aliviado, se dejó caer en el sillón del recibidor, y con las manos temblorosas, llamó a Jungkook.

——Lo he dicho, Jungkook ——dijo con voz trémula una vez este contestó ——. Ya no puedo.

Soobin dejó de llorar conforme corría por las oscuras calles de Seúl. La noche era fría y el viento congelaba su húmedo rostro.

Olvidar, necesitaba bloquearlo todo y olvidar. Olvidar cada palabra dicha por Beomgyu, por Yeonjun, por Taehyung...

Desesperado por buscar un escape de la realidad, recordó la pulsera dorada que su hermano le dio aquella vez que fueron a la fiesta. Pulsera que guardó en el fondo de la billetera que estaba en su bolsillo trasero.

Lo demás, como dicen, era cuento griego.

En esa casa siempre había fiestas, y gracias a la pulsera especial, no le fue díficil entrar.

Había humo, hedor a sustancias ilícitas y muchas luces que atacaban indirectamente a su retina.

Obviamente no conocía a nadie, pero eso no importaba, no lo necesitaba.

Apenas llegó se hizo espacio entre la gente que ocupaba la barra. Por fortuna halló un asiento vacío que ocupó rápidamente. Detrás de la barra había un chico castaño vestido de negro dándole la espalda, limpiando unos vasos con una toalla verde de mano. No pudo evitar pensar en Yeosang, pues había conocido a su hyung de la misma forma, solo que él no estaba ahí. Soobin estaba solo esta vez.

Se le apretó el pecho y de repente no quiso estarlo más.

¿Y si lo llamaba? La verdad tampoco tenía ganas de hablar con Beomgyu, quería a Yeosang.

Estuvo a punto hacerlo hasta que recordó lo que había pasado antes.

¿Y si él está enamorado de mí? No lo sé con seguridad, pero es posible.

Y no había forma que él fuera como Yeonjun; no jugaría con sus sentimientos, no lo confundiría, no podría lastimarlo.

Jamás se permitiría ser como ese chico de sonrisa bonita al que no le tembló la mano para romper su corazón.

Tonto.

——Sirveme lo más fuerte que tengas ——pidió al castaño, su voz salió más aguda de lo que esperaba, pero no iba a llorar. Soobin se negaba a regalarle una sola lágrima más.

Yeosang hubiera reído negando y le hubiera dado una piña colada virgen, como la primera vez... Pero de nuevo, no era él.

El chico castaño tan solo sirvió una mezcla de varias botellas de las cuales Soobin desconocía la marca. Ni se fijó en lo que estaba diciendo.

Soobin se perdió un momento en su concentración por no sentir nada. Recién se dio cuenta que estaba perdido en la realidad cuando dicho castaño le cobró la misma bebida numerosas veces, intentado llamar su atención hasta el punto de los gritos.

Soobin se sobresaltó y sacó un billete de 10 000 wones de su billetera, se los extendió al chico, quién se vio sorprendido por la cantidad.

——Amigo... Esto es demasiado, no tengo vuelto.

——No me importa ——respondió de malas ganas ——. Sírveme tantos de estos como alcancen.

——Pero ni siquiera así-

——Lo demás es propina, solo sírveme.

Con una nueva sonrisa en el rostro, el chico asintió sintiéndose bendecido porque le tocaran niños de papi de clientes, luego sirviendo tantos vasos de alcohol como alcanzaran en la mesa. La escena se llevó las miradas de quienes estaban cerca.

Soobin miraba todos los vasos con expectación, también miedo, era notable.

——Aguanta la respiración al tragar ——aconsejó el joven bartender mientras chequeaba que el billete fuera legítimo.

Un recuerdo hizo a Soobin elevar con amargura la comisura del labio.

Deja Vu.

——Lo sé ——musitó recordando esa fiesta, donde Yeonjun le dijo con una sonrisa tierna que hiciera lo mismo para que no le afectase tanto.

Su falsa preocupación.

Soobin tomó el primer vaso de un solo trago.

Asqueroso, quemaba como el infierno, pero el consejo había funcionado. Podría haber sido peor.

Soobin tomó de nuevo.

Cuando tomaste mi mano por primera vez.

Y de nuevo.

Cuando nos acostamos juntos en tu cama.

Y de nuevo.

Cuando lloraste aferrado a mi pecho.

Y una vez más.

Cuando me dijiste que cambiarías.

Otro más.

Cuando me dijiste "te quiero".

Ya no sentía su garganta.

Cuando me hiciste sentir especial...

¿Fue acaso todo una mentira?

Los vasos en su delante fueron quedando vacíos. El alcohol le llegó más rápido de lo que debería y ahora tan solo escuchaba a su alrededor como la gente lo alentaba y apoyaba a embriagarse.

——¡Otro!

——¡Fondo! ¡Fondo! ——gritaban desconocidos.

Soobin hizo caso, porque claro, él esperaba olvidar, y bueno, el veneno que estaba entrando en su cuerpo era una gran distracción.

Pasó un buen tiempo hasta que terminó con todos los vasos. Su visión no era confiable después de tal ingesta, así que no sabía si había contado quince vasitos de shot o estaba loco. Daba igual.

Torpemente se paró siendo despedido por el público entre aplausos. Claro, todo un héroe por intoxicar su cuerpo por pura presión social, aunque en su caso no fue presión social, era un escape.

Ahora todo parecía ser risible. La gente se veía chistosa, la música no apestaba tanto y le apeteció bailar sus lágrimas fuera. Lástima que su sentido del equilibrio no quisiera colaborar.

Siendo novato en la exagerada ingesta de alcohol, sentía a su cuerpo empezar a adormecerse más un leve dolor de cabeza. Sabía que terminaría estrellado contra el suelo si es que no hacía algo, así que se dirigió torpemente hacia las primeras mesas que vio. Había gente igual de terrible en los sillones, por lo que su estado de ebriedad no llamaba demasiado la atención.

No sabía que eran los sillones VIP, pero igual lo dejaron pasar apenas vieron la pulsera en su brazo.

Todas estaban llenas, pero Soobin estaba lo suficientemente ebrio como para que le valiera dos carajos, por lo que solo sentó al costado de una universitaria que estaba hablando con otros hombres. Cuando Soobin se sentó y se recostó en la mesa escondiendo su cabeza en sus brazos, los universitarios tan solo pasaron a reír, ignorándolo por completo.

Fueron varios minutos, de hecho fue casi media hora en la que Soobin no se movió. Los universitarios se fueron dejándolo solo y Soobin pudo notar eso porque lamentablemente para él, seguía despierto. La cabeza estaba explotándole y dándole vueltas, lo que no le permitía dormir.

Bueno, esa era la explicación de por qué sintió que estaba tomando ácido.

La parte positiva era que no estaba pensando en Yeonjun o bueno, casi.

Pasaron otros diez minutos así y Soobin empezó a sentirse un poco mejor, más estable. Levantó la cabeza de la mesa y por fin no sintió que moría. De hecho, hasta le gustaba la sensación de adormecimiento, era paliativo, de alguna forma.

——¡Omg, Soobin! ——El nombrado pensó que ya estaba soñando cuando escuchó una voz femenina llamarlo, pero resultaba que no estaba tan ido como para no escucharlo y reaccionar. Fue pobremente consciente de una silueta femenina sentarse a su costado, ella tomó sus hombros. Cada maldita sensación era tan distante...  ——. Adelántense chicos, ya voy ——dijo ella. Los amigos de la rubia se fueron para darles privacidad ——. Soobin, ¿cómo has estado? ——preguntó demasiado alegre ella, muy amigable. Tanto así que era un poco evidente que ella tampoco estaba en completa sobriedad ——No te veo desde aquella fiesta. ¿Recuerdas? Soy Kiara, amiga de Taehyung. Por cierto, ¿qué es de tu hermano? Está desaparecido.

Soobin entrecerró los ojos y se tomó sus segundos hasta que su cerebro pudiera enfocar el rostro de la muchacha. Oh, por supuesto, la bonita rubia de aquel día, la recordaba vagamente.

——Sí, yo no quiero hablar de eso. Quiero olvidarlo todo ——rió apenas. Seguía doiendo maldita sea, quería llorar. Lágrimas se acumularon en sus ojos marrones y vidriosos.

——¿Quieres realmente olvidarlo todo y volar? ——susurró entre risillas ella, también muy ebria ——. Toma  ——Por debajo de la mesa le extendió un porro.

Soobin recibió el objeto confundido, creyendo que era un cigarrillo. Igual él jamás había hecho tal cosa.

——¿Qué es?

——Shhh... ——Kiara puso su índice sobre los labios contrarios, riendo ——Fúmatelo y te prometo que todos tus problemas se van a ir. Así mira. ——Ella sacó otro igual de su bolsillo, más un encendedor y lo prendió, llevándoselo después a los labios y fumando bajo la atenta mirada de Soobin, soltó el aire en el rostro del menor y él miró intentando concentrarse aún por el alcohol ——. Así ——le susurró con una sonrisa enorme.

Él también quería sentirse así. Él también quería olvidarse de su mierda.

——Déjame el encendedor ——le pidió convencido. Ella rió orgullosa y se levantó dejándole un beso en la mejilla. Dejó el encendedor en la mesa.

——Puedes buscarme por más, bombón, estaré cerca. ——Alejándose le guiñó ——. Dale saludos a tu hermano de mi parte, dile que lo extraño.

Obviando el último mensaje que le dio antes de desaparecer, Soobin recordó los movimientos de ella al llevarse el cigarrillo a los labios.

Olvidar todo.

Casi desesperado lo prendió y se lo llevó a los labios de la misma forma. Cuando inhaló, se ahogó terriblemente, toció una y otra vez hasta que la asquerosa sensación de ahogo se fue. Lo intentó una vez más, intentando retenerlo. Para su sorpresa, la segunda vez fue menos caótica, solo debía retenerlo y aspirar de a pocos. Entonces con esa nueva lección de experiencia, lo hizo de nuevo. Y al igual que con el alcohol que todavía seguía destruyendo sus neuronas, aspiró de nuevo, y de nuevo, y muchas veces más hasta que por fin dejó de sentirse tan horrible.

Aún no se acostumbraba a la extraña sensación abrumante, sin embargo, tampoco sentía nada diferente. Por lo que tuvieron que pasar una cuantos minutos más acompañado de varias caladas para que empezara a surgir el efecto de la droga

Soobin no sabía lo que era, menos hubiera sabido que la mezcla de tanto alcohol con la hierba destruiría su cuerpo de tales formas.

Pero la sensación... Dios santo.

Poco a poco sus extremidades fueron adormeciéndose, su cabeza se sintió más pesada, no obstante su cuerpo más liviano. De repente se sentía fresco a pesar del calor del establecimiento que volvía a su piel muy sudorosa. La visión se le nubló por momentos, lo que lo hizo reír un poco.

Era como si no fuera dueño de su cuerpo, porque cuando intentó levantarse no pudo, cuando intentó levantar su brazo, tampoco pudo. Y esa sensación de repentina pesadez le provocó más risas. Removió su cuerpo contra los asientos acolchados y sintió como si una ráfaga eléctrica atravesara sus nervios. Era como si todos sus sentidos estuvieran adormecidos, tal como su cuerpo.

Su cabeza no pudo mantenerse levantada por más tiempo por lo que la apoyó en la esquina de los sillones en los que estaba. Soltó una risa, le causó cosquillas porque la boca la sentía adormecida. Ella tenía razón, era tan genial.

Soobin apenas sintió otro peso en el sillón, pero ni por su vida podía levantarse y abrir los ojos para ver quién era. Su cuerpo estaba petrificado por más que él lo sintiera liviano como una pluma.

Incluso sintiéndose tan distante de su propio cuerpo, sintió una mano acariciarle la espalda y a un cuerpo apegarse al suyo. No era una chica.

——No podía creer que hablaban en serio cuando dijeron que eras tú. Volviste ——susurró aquel hombre. Soobin estaba quedándose dormido, pero él podía reconocer aquella voz, apenas, pero se le hacía conocida. El cuerpo del hombre era mucho más grande, así como su voz más gruesa, era alguien mayor que él. Soobin era mayor de edad, pero realmente no lo aparentaba ——. He soñado mucho con este momento, ¿sabes bebé? ——Otra mano se aferró a su cintura, dejó un beso suave en la mejilla de Soobin que lo hizo suspirar ——. Vamos a divertirnos, mi amor.

Todos estaban en su propio mundo, por supuesto que nadie sospecharía. En esa casa no era el único caso así.

El universitario cargó a Soobin casi dormido y lo llevó a una habitación arriba.


El sol brillaba más fuerte que nunca cuando Soobin despertó. La cabeza le dolía tanto que creía le estallaría.

Batalló interminables minutos para poder estabilizarse, no del todo, pero por lo menos hasta dejar de sentir que se caería a pedazos si se movía.

Apenas abrió los ojos, los molestos rayos de luz intrusos se colaron por la ventana semiabierta, dando directamente a su rostro. Se removió incómodo, quejumbroso y para nada silencioso, la cama crujió bajo su cuerpo, y cuando se movió un poco más bajo las sábanas blancas, entonces notó su desnudez al mismo tiempo que un dolor diferente fue desencadenándose por todo su cuerpo, desde la cabeza hasta la punta del pie. Su cabeza empezó a palpitar también, por lo que con torpeza intentó masajearse con movimientos descoordinados.

Lo primero que vio al enfocar correctamente la imagen fue un techo blanco, un techo descolorido, descascarado y manchado por la humedad.

Un techo que no era el suyo, techo que desconocía; luego cayó en cuenta de que no estaba en su habitación, y peor, no tenía ni una mísera idea de dónde carajos estaba.

Turbado por el descubrimiento reciente, en un movimiento brusco se sentó, pero no debió hacerlo, o por lo menos no así, pues apenas movió su cuerpo de más, su cabeza volvió a dar vueltas al mismo tiempo que un dolor agudo se acentuó en su espalda, especialmente espalda baja, también piernas, como si lo hubieran molido a golpes con varas de metal.

Todavía no tenía la mente clara del todo, pero sí estaba mucho mejor que el día anterior, podía reconocer ciertos patrones y estaba asustado. El dolor fue disminuyendo sin embargo se mantuvo presente.

Fue al voltear a su izquierda que entendió lo que había pasado. En ese momento, Soobin por primera vez quiso de verdad no existir, pero su mente estaba tan aletargada, se sentía tan cansado y atolondrado, que ni siquiera pudo formar lágrimas. No había mucho más que una ansiedad venenosa quemándole las venas.

Los rayos de sol no solo daban a su lado de la cama, sino también al otro lado, lado que estaba ocupado, ocupado por un cuerpo masuclino fornido y grande,: una espalda que Soobin quizá no habría reconocido sino hubiera sido porque el rostro de la persona estaba dando a su dirección, como si estuviera acomodado de esa forma a propósito para que el menor pudiera descubrir todo por su cuenta con más facilidad.

Un jadeo de sorpresa/horror escapó de su boca.

No había que ser magos ni adivinos para entender la retorcida situación. ¿Lo peor de todo? Soobin no podía sentir nada.

Decidido a huir del lugar, desesperado se sacó las sábanas de encima descubriendo su cuerpo desnudo, ignoró por completo el dolor de espalda que sintió al encorvarse para tomar su ropa, que gracias al cielo estaba justo al costado de su lado de la cama, en el suelo. Se vistió tan rápido como pudo con las manos y el cuerpo temblándole como gelatina, algo parecidos a sollozos de agonía se construían en lo más profundo de su garganta, aunque no hubiera ni una sola lágrima de por medio.

No encontró sus medias, tampoco sus zapatos, pero eso valía mierda, solo sabía que tenía que salir de ahí, ya luego él procesaría que él...

No, no podía, no podía.

Intentó correr fuera de la habitación, pero luego notó otro detalle, detalle que casi lo hizo tropezar. El cuerpo desnudo de una rubia yacía en el suelo de la habitación, cubierto apenas por una manta roja mal doblada, Soobin pudo reconocerla como Kiara, chica que conoció alguna vez gracias a su hermano, a menos de un metro de su cuerpo, justo en el pórtico de la habitación, había otro chico desconcido tendido en el suelo, pero este tenía calzoncillos puestos, sobre el pecho de este estaba la casaca de Soobin. Bloqueando todo temporalmente, tomó su casaca y bajó corriendo las escaleras, con el dolor presente y latente diciéndole que no era un maldito sueño.

Habían más personas en la misma situación, regadas por la casa, pero ni siquiera podía detenerse a mirar o siquiera pensar. Tenía que huir.

Tenía que huir de aquel lugar, de lo que había sido, de las mentiras de todos, de él mismo también...

Cerró la puerta lo más fuerte que pudo y aún en estado de shock, caminó lejos de esa estúpida casa, adolorido, aún mareado, con náuseas y queriendo desaparecer. Se abrazó a sí mismo por el frío que sentía, intentado calmar los temblores de su cuerpo, irónicamente era una mañana soleada.

¿Por qué no puedo sentir nada?

——¿Cómo que no? ——inquirió Beomgyu levantándose de la mesa con un mal presentimiento. Sus padres miraron a su hijo preocupado. Los Choi estaban teniendo un pacifico desayuno en familia, como solían hacer cada día, bueno,  por lo menos lo hicieron hasta la llamada que recibió el pelinegro.

——Lo llamé ayer en la noche pasadas las doce cuando no había vuelto a casa, no respondió y decidí no insistir porque... Discutimos ayer, entonces quise darle su espacio. Creí que había ido a quedarse a tu casa ——le hizo saber Taehyung.

——No vino aquí, tampoco me llamó ni atendió mis llamadas. No se conecta desde la tarde. ——Con una mirada tímida y un gesto de cabeza, les dijo a sus padres que se levantaría de la mesa para terminar la llamada. Por lo poco que escucharon sus padres, supieron que era un tema serio, así que no rechistaron. El pelinegro salió de casa sin haber terminado su desayuno.

——Estoy preocuapdo, Beom. No sé dónde más puede estar. Sabes que Soobin no es realmente independiente. Ayer... Ayer tuvimos una discusión fuerte, nunca lo había visto así.

——¿Qué ocurrió ayer? ——Beomgyu caminaba más rápido con cada palabra enunciada por el mayor de los Kim, algo no estaba bien, lo sentía.

——Fue...——exhaló ——. Es bastante personal y complicado, pero no llegó a extremos, descuida.

Luego una oleada de culpa golpeó a Beomgyu, tan duro que sintió como si su pecho se cristalizara y endureciera.

¿Podría todo deberse a lo que le dijo de Yeonjun? Beomgyu bien pudo habérselo callado: Él sí había notado un cambio pequeño en Yeonjun, pero no le dijo nada a Soobin porque aún así el peliazul le parecía una persona horrible y por supuesto que todavía desconfiaba de él. Haber descubierto la verdad no fue nada menos que refrescante para Beomgyu, pues él creyó que al decirle a Soobin, este por fin dejaría su obsesión por el chico y diría adiós. Eso era lo que tenía que pasar.

——¿Intentarse volver a llamarlo?

——No responde, lo tiene apagado. No sé dónde más podría estar, o cómo contactarlo... Ayúdame, por favor.

——Tengo una idea de con quién puede estar. Te llamo en dos minutos, hyung.

Colgó, y tan pronto lo hizo, marcó un nuevo número.

——¿Beomgyu? ——La suave voz de Yeosang se hizo escuchar.

——¿Estás con Soobin? ——La ansiedad le hizo olvidar los modales.

——Hmm, no. Estoy en camino al trabajo.

——¿Ayer lo viste o te dijo algo?

Yeosang no pudo ignorar el tono brusco y preocupado usado por el menor.

——No, ¿está todo bien? ¿Qué pasa con Binnie?

——Desapareció desde ayer. No responde, no sabemos dónde puede estar.

——¿Qué? ¿Estás seguro? ¿En casa?

——Nada, Taehyung no sabe nada.

Hubo un silencio ligeramente largo. Solo se oían las pisadas presurosas de Beomgyu.

——¿Con Yeonjun quizás?

——Imposible.

——¿Por qué?

——¿Dónde es tu trabajo, hyung? Mejor voy allá y pensamos en algo juntos, no sé a donde mierda ir, ya te explico allá.

——El supermercado cerca de la casa de los Kim.

——Estare allá, déjame avisarle a Taehyung.

——¿No es mejor llamar a la policía? Pudo haberle pasado algo-

——La policía de mierda no sirve ——interrumpió molesto ——. Van a decir que es mayor de edad y no han pasado cuarenta y ocho horas. Pero sabemos que él no es así.

——Es verdad... Bien, me llamas al llegar.

——De acuerdo, hyung.

Beomgyu voló hasta el lugar.

Gracias a Dios ese día no habían muchos clientes en el supermarket, más que nada por la hora, casi nadie iba durante las mañanas. Yeosang pudo pedirle a un compañero de trabajo que lo cubriera y que le devolvería el favor después. Cuando Beomgyu llegó, Yeosang abandonó su puesto de trabajo y llevó a ambos al depósito del supermarket para poder hablar con tranquilidad.

——Qué hijo de puta ——escupió con odio latente. Yeosang apretó los puños a sus costados. Él se consideraba un chico calmo y amable, nunca problemático. Bien, eso podría cambiar.

——Ni lo menciones, te prometo que le sacaré su mierda después, ya me cansé, pero ahora necesitamos hallar a Binnie. Sigue con el celular apagado.

——¿Han buscado en otro sitios?

——Taehyung salió con Jungkook a buscarlo, me envió un mensaje hace poco, dijo que no está cerca de la urbanización, tampoco en el Studio, ni en las cafeterías que solemos frecuentar. No está, hyung. Ya buscamos todos sus lugares favoritos...

Lugares favoritos...

Un foco se prendió dentro de la cabeza del trabajador de uniforme rojo. Su mirada desenfocada le dijo a Beomgyu que sabía algo. Yeosang volvió a ver a Beomgyu con una nueva mirada, una de confianza.

——Creo que ya sé dónde puede estar...

Beomgyu casi se cae al bajar del taxi, Yeosang lo sostuvo antes de que este cayera contra el suelo. Los nervios estaban a punta de piel. Si Soobin tampoco estaba en esa casa abandonada, ya no sabrían qué hacer.

Beomgyu intentó entrar por la puerta, pero Yeosang lo detuvo.

——No hay acceso. Por el patio.

Beomgyu asintió y dejó que el mayor guiara.

Al girar por el pequeño pasaje que daba acceso al patio de la casa, pudieron verlo ahí.

Para su alivio, Choi Soobin estaba frente a sus ojos, pero rápidamente las sonrisas de alivio fueron transformándose en muecas.

——¿Soobin?


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