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Capítulo 4


Mañana, el día en que la rutina regresara, el día en que el estrés regrese, el fin del verano y el comienzo de clases, las estúpidas clases. ¿Para que estudiar? yo solo quiero ser una asesina profesional, ¿por qué amargarme la vida de este modo?.

Termine de cenar mi delicioso sándwich y deje el plato en el fregadero, si ya lo se soy una estupenda chef. Subí a mi habitación y me senté en el escritorio prendí mi computadora y entre en mi facebook.
Al entrar a mi cuenta me percato que tengo un mensaje de mi amiga, Madison.

Madison: Hola! ¿Preparada para mañana?.

Bote un largo suspiro y revise si ella estaba conectada, si lo estaba, le respondí.

Yo: casi ¿y tu?.

Espere su respuesta mientras bajaba y veía todas las estúpidas publicaciones, escuche un sonido y fije mi mirada en el chat.

Madison: si, ya tengo nuevos lápices, cuadernos y un lindo estuche color rosa.

Puse los ojos en blanco y la deje en visto, en verdad no tenía ganas de hablar con ella, mejor dicho no quiero hablan con nadie. Apague la computadora y me tire en la cama cerré los ojos y trate de dormir. Daba vueltas sin parar, no podía dormir, me levante y revise la hora, eran las 12:47am, me dirigí al baño y me lave la cara, me revise en el espejo y luego me seque el rostro con la toalla, regrese a la cama y trate de dormir de nuevo, esta vez lo logre.


Vi la puerta abrirse de golpe y a mi padre entrar mientras se tambaleaba de un lado a otro, ya era común verlo así pero ¿por qué entraría a mi habitación?

Hola cariño ¿como estás? Dijo arrastrando las palabras por el efecto del alcohol ¿Estas feliz porque tu cumpleaños es mañana?Se acercó aún más a mi, yo me senté en la cama y fruncí el ceño.

¿Que quieres? Crucé los brazos.

—Quiero darte un regalo Yo estaba confundida no entendía que sucedía hasta que vi que él se estaba bajando el cierre del pantalón, mis ojos se abrieron por el miedo y el corrió hasta mi tomándome de los hombros y tumbandome hacia atrás, yo empecé a gritar pero recordé que estaba sola en casa, no tenia caso hacerlo. Él me subió la camisa y empezó a tocar mi barriga con sus frías manos, yo no podía quitármelo de encima, era muy pequeña. Lo patee en su miembro y el cayó al suelo por el dolor, tome la lámpara de mi mesita de noche y la estrelle en su cabeza dejándolo inconsciente.

Baje rápido a la cocina y tome el cuchillo más grande y brillante, subí de nuevo a mi habitación y después de eso hubo sangre... mucha sangre.


Desperté con el horrible sonido de la alarma eran las 6:00am, la apague de inmediato y pase mi mano por mi frente y nuca, estaba sudando por el horrible sueño que tuve, claro que eso no era sólo un sueño, eso en realidad había ocurrido. Me levanté rápido y me fui a dar una ducha fría. Me vestí mis vaqueros negros y una camisa gris, me coloque mis zapatos negros y mi chaqueta negra, definitivamente amo el negro.

Tome mi mochila y coloque todo lo necesario, y también una pequeña navaja por si acaso. Tome mi celular, mis llaves y baje a la cocina abrí la nevera tome el cartón de leche y me serví un vaso, me lo bebí rápido y salí de la casa deprisa hasta la parada de bus. Espere unos cinco minutos y un bus lleno de estudiantes llegó, me monte y todos se me quedaron viendo, los ignore y seguí caminando hasta el final de este. Me senté cerca de la ventanilla y sentí el bus arrancar, el instituto quedaba un poco cerca sólo era bajar la colina y a dos cuadras llegabas.

Al llegar bajé y pude ver a miles de estudiantes rondar por todos lados, todos estaban hablando con sus amigos, otros estaban riendo y muchos gritando y abrazándose. Puse los ojos en blanco y camine hasta la entrada, justo al abrir la puerta sentí alguien tomar mi hombro, rápidamente tome su muñeca y me gire doblandole el brazo a esa persona, escuche un chillido de dolor y enseguida solté su brazo, era Madison.

—No me vuelvas a asustar —Hablé con tono frío.

—Si, lo siento —Se sobó la muñeca y luego río —¿Cómo estás? —Me sonrió.

—Bien, creo —Dije indiferente, crucé los brazos.

—¡Estoy emocionada por comenzar de nuevo las clases! —Empezó a dar pequeños saltos, yo hice una mueca y me di la vuelta para entrar. Al estar adentro se oían muchas risas y gritos, sentí a Madison acercarse a mi.

—¿A donde vamos?

—No lo se —Seguí caminando hasta el otro lado en donde había una puerta que daba a un enorme patio, tenia una cancha de baloncesto y una área verde con árboles y bancos. Me acerqué a un banco y me senté, Madison hizo lo mismo y se sentó con una gran sonrisa.

—¿Por que sonríes tanto? —Estaba un poco incomoda, ella colocó un mechón de su cabello rubio detrás de su oreja y se acercó a mi.

—Estoy esperando a James —Se le veía muy feliz.

—¿James Lewis? ¿Por qué lo estas esperando? —Fruncí el ceño.

—¿No lo sabes? —Yo negué con la cabeza—¡Somos pareja! —Tenía una sonrisa de oreja a oreja, yo no pude evitarlo y reí.

—¿Qué pasa? ¿Por qué te ríes? —Su sonrisa se borró. No le iba a decir que me parecía ridículo y estúpido porque se sentiría mal así que mentí.

—No es nada —Voltee a ver a las personas que pasaban. Me acomode en el banco pero después de tal acto Madison salió corriendo hacia la entrada, la seguí con la mirada y la vi en los brazos del chico que estábamos hablábamos, James Lewis. Él es uno de los jugadores de baloncesto del instituto, se podría decir que es uno de esos mujeriegos y extrovertidos jugadores que solo les interesa su físico, son tan idiotas estos tipos de chicos.

Ella se quedó hablando con él mientras reía y le daba besos, que asco. Minutos después el timbre sonó y agradecí que ya no vería esa horrible escena.

Entramos y había más gente ya que los que estaban afuera entraron, todos estaban enfrente de una cartelera con todos los horarios, me acerque y trate de pasar al frente pero mucha gente me lo impedía así que esperé unos minutos hasta que las personas se fueran. Cuando la gente disminuyó pase al frente y revise el horario de mi año, tenía matemáticas a primera hora, odio las matemáticas. Madison vino detrás mio y se colocó a mi lado

—¿Que clase tienes ahora? —Miranba su horario.

—Mate, ¿y tu?

—Química—Hizo una mueca—¿Y después?

—Literatura

—¡Yo también! —Se emocionó—Nos vemos en la siguiente clase —Me guiño un ojo y se fue. Me dirigí a mi salón y entre, me senté casi de última y esperé a que el profesor llegara.

Después de dos aburridas horas sonó el timbre del receso y todos los estudiantes salieron de los salones. Coloque mi bolso en mi hombro y salí del salón, al salir me encontré con esos ojos azules, los ojos de aquel chico de la cafetería. ¿Él es del instituto? Nunca lo había visto, enseguida aparte mi mirada y seguí caminando hacia el patio, salí y vi a Madison tomada de la mano con ese James, suspire y me dirigí a la cafetería, estaba llena de gente. Camine con mi bandeja la cual solo tenia una botella de agua y una manzana, me senté en una mesa alejada de la multitud y tomé la manzana, le di un mordisco y seguí viendo a la gente.

Ese chico, ese chico estaba sentado en una mesa un poco alejada con uno de sus amigos, ¿Que acaso se teletransporta a donde sea que yo vaya?.

Varias veces se quedaba mirándome y ya no lo aguantaba ¿Qué quiere de mi? Necesito que me deje de ver, ¿Que tal si le quito los ojos con mi navaja? No, mejor no, necesito calmarme. Respire profundo y solo pensaba en que el timbre volviera a sonar. Pasaron varios minutos y al fin sonó el timbre, recogí mis cosas deprisa y me fui a mi salón. Entre y Madison ya estaba ahí, me senté a su lado, ya podía respirar.

Después de dos clases más ya era hora de irme a mi casa, el timbre sonó y salí del salón y me dirigí hasta la salida, me encontré con Madison recostada en los casilleros me acerque y pude ver su mirada perdida.

—Hola —Ella sacudió la cabeza y me miró contenta.

—Aquí estas, te estaba esperando —Me tomó del brazo y empezamos a caminar hasta la salida.

—¿Por qué me esperabas? —Fruncí el ceño.

—Quería llevarte a tu casa —Me miró a los ojos y me dedicó una sonrisa.

—Está bien, es mejor que ir en un autobús lleno de gente —Apresuramos el paso, llegamos al estacionamiento y Madi saco las llaves del auto, nos acercamos a un volkswagen azul oscuro y abrí la puerta del copiloto, me senté y ella entro por el otro lado. Encendió el auto y el aire acondicionado se encendió, inhale el frío aire y sentí el auto arrancar.

En menos de cinco minutos llegamos a mi casa y ella me dejo en la entrada.

—¡Hasta mañana! —Se despidió y me bajé del auto, cerré la puerta de este y camine hasta la entrada de la casa, ella arrancó el auto y desapareció en unos segundos, me voltee y entré a la casa. Subí a mi habitación y me tire en la cama, comparado con los demás este fue un buen comienzo de clases.

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