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Capítulo 25


Han pasado dos días desde que encerré a ese idiota en la iglesia, está muerto de hambre el pobre. Reí en voz alta y negué con la cabeza, Cameron no debía meterse en lo que no era de su incumbencia, cabó su propia tumba.

Caminé con tranquilidad en la calle mientras veía el cielo. Era domingo he iba directo a la iglesia para matar de una vez por todas a Cameron. Tarareaba una canción hasta que un sonido me interrumpió, voltee, pero no había nadie, debió ser cosa mía.

Seguí caminando, pero sentí una mano tocar mi hombro, volteé y vi a un hombre de cabello castaño, ojos cafés, era alto, corpulento y aparentaba unos treinta años. Enarque una ceja.

—Disculpa ¿eres Jade Anderson? —dijo el hombre con voz grave, se notaba ansioso, como si quisiera saber mi respuesta de inmediato.

Pensé un momento en si decirle que si lo soy o no, pero no veo que sea malo.

—Si —dije un poco insegura. El hombre sonrió de oreja a ojera.

—No puedo creerlo —Dijo colocando su mano en su frente—Al fin te encontré —no paraba de sonreír.

¿Quién mierda es este hombre? y ¿Por qué me estaba buscando?

—¿Quién eres? —dije confundida mientras cruzaba mis brazos.

—Jade... soy tu hermano biológico —escuchar eso hizo que me quedara atónita.

¡¿Qué?!

¿Todo este tiempo he tenido un hermano biológico?

—Pero —tartamudee.

—Si Jade, soy Nicolas —dijo alegre—Te he buscado por mucho tiempo.

—No entiendo nada... —me interrumpió.

—Se que no parece real, pero tienes que creerme —se acercó un poco—Vamos a un lugar y te lo explico mejor —yo asentí lentamente tratando de procesar todo lo que me dijo ese hombre que dice ser mi hermano biológico.

***

—Okey, habla —dije acomodando mi cabello.

Estábamos en la cafetería de la plaza, tenía que saber todo lo que ese hombre quería decirme.

—Bueno —dijo pensando—Comencemos desde el principio. Tus padres biológicos son Tereza y Sam Brawn —presté atención a cada palabra que decía—Yo siempre fui su único hijo, éramos una familia muy unida y nos queríamos mucho. Yo crecí y a la edad de veintidós años me case con mi bella esposa y ambos nos mudamos a Brasil —tenía una sonrisa en sus labios, iba a seguir pero una mesera llego.

—¿Qué desean pedir? —dijo sonriente.

—Solo dos cafés —dije rápido, la chica asintió y se retiró—Prosigue —Nicolas me miro unos segundos y luego continuo.

—Como decía, yo y mi esposa estábamos muy felices en Brasil hasta que... —su rostro se entristeció un poco—Cinco años después recibimos una llamada de nuestro padre, me dijo que tenía una hermana menor, él nunca me lo había contado sino hasta ese día, pero eso no era lo malo. También me dijo que cuando naciste mamá había muerto en el parto —mis ojos se abrieron, no me lo esperaba.

Llegó la mesera interrumpiéndonos de nuevo, dejo las tazas de café en la mesa y se fue, ambos tomamos un sorbo de este.

—Pero ¿Por qué decidió decírtelo justo cinco años después? —pregunte dejando la taza en la mesa.

—Porque quería que tu vivieras conmigo.

—¿Por qué? —fruncí el ceño.

—Jade, él se había vuelto loco desde la muerte de mamá y dijo que ya no podía cuidarte, así que decidió por su cuenta recibir atención médica —bajó la cabeza.

—¿Entonces por qué nunca fuiste por mí? —dije alzando un poco la voz.

No podía creer lo que estaba diciendo, mi vida era un asco y todo pudo ser diferente si él me hubiera buscado antes.

—Fue un grave error nunca hacerlo —me miro a los ojos arrepentido—Pero me había enojado tanto con él por no haberme dicho todo eso antes que simplemente le dije que se las arreglara solo y colgué esa llamada. Han pasado muchos años para darme cuenta que debí buscarte desde un principio, sé que ahora es tarde. Lo siento, Jade.

Yo lo miraba enojada ¿cómo puede venir de la nada y decirme todo esto?

—¿Sabes cómo es mi vida ahora mismo? ¡un asco! —dije llamando la atención de algunas personas presentes.

—Lo siento tanto, Jade —dijo con tristeza.

—Tu lo dijiste, ya es tarde —dije tomando mi celular para ver la hora.

Las 1:27 pm.

Abrí los ojos y me levanté rápidamente tomando mis cosas, ¡tenía que estar en la iglesia hace dos horas! Ahora mismo debe haber gente en la iglesia.

—¿A dónde vas? —dijo Nicolas confundido.

—Mira, no tengo tiempo para esto, tu decidiste nunca venir por mí, así que déjalo como estaba y vete —tomé mis cosas rápido y salí de la cafetería.

Me valía una mierda todo esto de mi familia biológica, no quería saber nada de mis padres ni de Nicolas.

Ahora debo correr y rogar que no haya nadie en esa estúpida iglesia.

Corrí como si no hubiera un mañana. Mi corazón latía con fuerza y ya empezaba a sudar, esto no debía haber pasado, Nicolas nunca debió aparecer en mi camino.

Una, dos, tres y cuatro cuadras después lleguen a la iglesia, pero al ver lo que tenía en frente hizo que mi corazón se detuviera. Mi mayor pesadilla se había vuelto realidad, no tenía más escapatoria, estaba perdida.

Se encontraban en frente mío cientos de policías apuntándome con sus armas, listos para disparar, se escuchó la voz de un policía salir de un altavoz que provenía de una de las patrullas.

—Levante las manos, está rodeada —Mis ojos estaban moviéndose de un lado a otro en busca del chico que arruino todo, el que desde un principio debí matar, el que hará que me encierren detrás de una celda por el resto de mi vida.

Ahí estaba, parado con los brazos cruzados y una mirada fija en mí. Lo mire con rabia, estaba ardiendo dentro de mí. Noté que detrás de él estaban más personas que supuse que estaban en la iglesia, todos me miraban con odio y desprecio.

Levante las manos lentamente sin despegar mi mirada de Cameron, sin darme cuenta un policía llego por detrás de mí y bajo mis manos para después esposarlas.

Tantos años haciendo todo a la perfección, asesinando como una sombra que nadie podía ver. Hasta que supe de la existencia de Cameron, el arruino todos mis planes.

Preferiría mil veces morir que complacer los ojos de Cameron al verme encerrada en la cárcel.

El policía me arrastro hacia una patrulla, otro de ellos abrió la puerta trasera. Cameron se acercó un poco para ver como me metían en el auto y sin pensarlo dos veces trate de correr hacia él para tomarlo entre mis manos y arrancarle su cabeza, pero el policía me tomo de la cadera y me arrastró hacia atrás.

—¡Joder, te voy a matar! —dije gritando con rabia. El policía me metió en la patrulla y ya había otro adentro en el asiento del conductor, este arranco el auto y sin despegar mi vista de Cameron el auto se alejó poco a poco llevándome hasta el mismísimo infierno.

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