El fuerte viento golpeaba los árboles y estos se movían a su ritmo, las nubes grises tapaban al sol y amenazaban con llover, dirigí mi mirada al ataúd el cual tenía por dentro el cuerpo de mi hermana, escuché los sollozos de mis padres y otros familiares que habían venido de otros estados para el entierro. Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón negro y bajé la mirada, traté de ya no llorar más, ya las lágrimas ardían.

Pequeñas gotas de lluvia empezaron a caer y ya estaban metiendo el ataúd en el gran hoyo, una pequeña lagrima se escapó y recorrió mi mejilla hasta caen en la tierra húmeda, una vez el ataúd en el fondo todos pasaron y tiraron una flor en el hoyo, tomé mi rosa con fuerza y la tiré.

Habían asistido varias personas, aproximadamente como veinte, de mis familiares estaban mis tíos de parte de mi madre y mi tía Elena de parte de mi padre. Ella era muy unida con Sarah, vive en Nueva York y en cada verano ella nos visitaba, siempre andaba con Sarah, iban de compras o simplemente salían a comer un helado para hablar. Y se notaba el dolor en la mirada de mi tía.

También asistieron dos primas que son las hijas de mi tío Jonathan, uno de los hermanos de mi padre, y varias personas cercanas a nosotros como el doctor Gonzales, la mejor amiga de Sarah, y también Carter. Habían más personas, pero no las conocía, supongo que eran amigos de mis padres.

Caminamos hasta nuestro auto y las personas empezaron a despedirse de nosotros.

—Lo lamento, Cameron —subí la mirada y me encontré con un Carter triste, yo solo me limite a sonreír de lado.

Pasaron más personas dándonos el sentido pésame, yo no hacía nada más que asentir ¿que se suponía que debía hacer? Esto es muy doloroso para nosotros y no podía hacer nada que no sea llorar por su perdida.

—Oh, Cameron —escuche la voz se mi tía Elena por detrás, me voltee y ella tenía los ojos un poco rojos y la mirada triste—Lo siento tanto —se lanzó a abrazarme, correspondí el abrazo y me aferre a ella, no quería soltarme necesitaba un abrazo así. Escuche sus sollozos y no pude contener mis lágrimas, algunas salieron y trate de pararlas—Si necesitas algo solo llámame, siempre estaré para ti —dijo se parándose de mí, me limpie las lágrimas y me despedí de ella.

Después de que casi todos se fueron nos montamos en el auto, me abroche el cinturón y miraba fijamente por la ventana, las gotas de lluvia empezaron a caer con más fuerza y estas chocaban con el vidrio bruscamente.

Te vengaré, Sarah.

Esto no se quedará así.

Lo prometo.

Voy a hacer lo posible para encontrar a la asesina, al menos ayudar a la policía, pero no me quedaré con los brazos cruzados escuchando que más personas morían.

Apreté mis puños y respiré profundo, el dolor se hacía más fuerte. Sigo sin creer que ella ya no está. Pienso en todas las veces que nunca le dije un te quiero y ahora es tarde para hacerlo y todos esos momentos que no pude compartir con ella.

—Te quiero, y lo siento tanto —dije en un pequeño susurro, una lágrima salió y de un movimiento la limpié con mi mano.

Llegamos a casa y pareciera que ninguno estuviera en ella ya que había un silencio absoluto. La tristeza se sentía en cada rincón y podría jurar que cada habitación de la casa estaba más oscura y deprimente. La presencia de un cuarto miembro de la familia hacía falta.

Después de unas cuantas horas la policía vino a nuestra casa para inspeccionar la zona de los sucesos. Había cuatro hombres uniformados viendo cada rincón de la cochera, uno de ellos llevaba una especie de polvo que esparcía en algunas zonas con una pequeña brocha para ver si encontraba alguna huella.

—¿Encontraron algo? —pregunte con los brazos cruzados rogando que hubiera algún rastro de la asesina.

—Nada —dijo uno de ellos que estaba agachado, se levantó y me miró con una mueca—Al parecer la pista que dejó la asesina la última vez fue un pequeño descuido que no iba a dejar pasar de nuevo —pasó su mano por su rostro botando aire.

—Podría ayudarlos —di un paso al frente.

—No tranquilo, nosotros podemos.

—Pero en serio quiero ayudar —dije un poco agitado—Esto no puede quedarse así, debe haber algo más —levanté un poco la voz—Debemos encontrar a la asesina —las ganas de llorar me invadieron.

—Oye —el policía coloco su mano en mi hombro—Tranquilo, la encontraremos—sonrió de lado. Asentí.

Mis padres llegaron para ver cómo iban los policías y yo me fui a mi habitación, me encerré y me tire en la cama, estaba frustrado necesitaba saber quién era la asesina y que la encerraran en la cárcel de por vida.

La muerte de mi hermana no será en vano, la asesina pagará por lo que hizo, no se saldrá con la suya.

Coloque mis manos debajo de mi cabeza y empecé a pensar en quien podría ser, sus víctimas han sido muchas pero las más recientes fueron tres: el chico del callejón, el chico de la fiesta y mi hermana.

Ninguno tiene relación con el otro, al parecer fueron elegido al azar para la diversión de la asesina, definitivamente está enferma.

Pero el chico de la fiesta nos da una gran pista, yo no fui gracias a Dios, aunque Carter me suplico ir. La fiesta fue hecha por el equipo de baloncesto del instituto, es decir que todos los que estaban ahí eran del instituto. Entonces... ¿la asesina asiste al mismo instituto que el yo? ¿Ha caminado por los mismos pasillos que yo? Con tan sólo pensar eso me repugna, ¿cómo no me di cuenta antes?.

Puede que hasta he estado en el mismo salón de clases con la misma asesina que mató a muchas personas incluyendo a mi hermana mayor.

Me levanté de golpe y en seguida mi cabeza dio vueltas, mis pies tambaleaban de un lado a otro, me apoye en la pared y respire profundo, sentí las gotas de sudor rodar por mi frente.

Camine de prisa al baño y abrí el grifo, me mire en el espejo y varias lágrimas salieron de mis ojos, golpee el lavamanos y apreté los dientes de rabia. Me lave el rostro con agua fría y luego me lo seque, respire profundo conteniendo mis ganas de lanzar al suelo todo lo que tenga en frente mío.

Me senté en la cama y me quede mirando a la nada ¿que se supone que haga ahora? ¿esperar a que suceda otro asesinato y ver si deja alguna pista? Tiene que haber algo que pueda hacer.

Me dormir pensando en todo lo que mi vida se ha convertido en tan sólo dos días, y se ha convertido en un infierno que me consume poco a poco.

Desperté a las diez de la mañana, la luz del sol entraba por la ventana con gran intensidad, me tape el rostro con las sábanas y trate de dormir de nuevo, pero sonaron unos gritos de la planta de abajo.

Me levanté de prisa y abrí la puerta, baje rápido sin saber que estaba ocurriendo y los gritos provenían de la cocina, me acerque a la entrada de esta, pero me detuve a unos metros al saber de quién era la voz.

—¡¿Dónde estabas?! —la voz de mi mamá sonó alto, me acerque un poco y me asome para ver que ocurría.

—Estaba en... —mi padre hablaba con dificultad, estaba ebrio. Nunca lo había visto así, él no era de tomar alcohol y mucho menos embriagarse.

—¡En un bar! —mi madre alzó los brazos al cielo—¡Tomando cerveza hasta el amanecer! —estaba enojada y la comprendía, pero todos estamos pasando por algo muy difícil y mi padre lo estaba pasando fatal.

—Lo siento —dijo mi padre arrepentido, algunas lágrimas se le escaparon.

—Cariño te entiendo, a mí también me duele, pero esta no es la manera de solucionarlo —lo abrazó y acaricio su espalda—Todo estará bien.

Me escondí detrás de la pared y suspiré, no será fácil superar esto. La muerte de un familiar es muy fuerte y el dolor que todos estamos sintiendo ahora es inexplicable.

Solo espero encontrar a la asesina y ver como la encierran detrás de unas rejas por toda su vida, ver como paga por cada vida que se llevó sin piedad.

Todos cobraremos venganza.

***

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A.C