III
—Cuando cumplí diecinueve años, esa misma noche fue la primera vez que su imagen apareció en mis sueños.
—¿Qué no habías dicho que la conociste en el trabajo?
—Exacto. Es por eso que cuando renocí su rostro me dejó pasmado. Todo ese tiempo había pensado que la mujer de mis sueños era una simple ilusión, parte de mi imaginación y que no existía.
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