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39.- Reparaciones:


Ahogando. Se estaba ahogando, no podía respirar. Su cabeza daba vueltas y las imágenes lo iban a volver loco ¿Qué clase de infierno era ese?

―Tranquilo, respira―susurró una voz conocida.

― ¿Estoy muerto?― preguntó.

Amanda rio.

―No, pero casi lo logras.

Noah decidió abrir los ojos para saber donde se encontraba, pero la luz de la habitación lo hizo gruñir por el dolor, la cabeza le palpitaba de una forma horrible.

―Tienes una contusión―explicó Amanda mientras colocaba algo sobre las manos de Noah.

― ¿Qué pasó?― Él se dio cuenta de que lo que puso entre sus manos era un vaso con agua.

Se incorporó lentamente, dejando que su cuerpo se adaptara al movimiento y sus ojos a la luz.

―Martín dijo que te pondrás bien, descuida.

Noah simplemente asintió y recargó la espalda contra la cabecera de la cama. Parpadeó un par de veces para que sus ojos se acostumbraran a las luces, le dolía la cabeza, sí, pero era soportable, no podía comparar el dolor a cuando le extirparon el chip de los nervios de la mano.

―No fue eso lo que pregunté―e pasó la lengua por los labios y bebió el agua lentamente.

Amanda resopló.

―Ike está bien. Murieron dos ministros, uno está desaparecido y otro herido.

― ¿Y tú?

Ella soltó una carcajada sarcástica. Y luego miró la preocupación en su rostro y se esforzó por dejar de reír.

―Estoy bien, supongo. Me encontraba aquí, ayudando a los curanderos, cuando todo sucedió.

― ¿Y qué estás haciendo aquí ahora?

―Le apunté a mi superior con un arma en la cabeza... voy a ser castigada por ello, pero gracias a eso, Velika pudo sacarlos de ese lugar del atentado.

―Lo lamento, pero puedes quedarte aquí, en la ciudadela.

― ¿Con las cosas como están? Sí, claro, parece buena idea dar refugio a una evolucionada.

―Está bien―dijo y bajó las piernas de la cama para ponerse de pie―. Pero no me des uno de tus sermones.

Amanda sonrió.

―Ya no habrá más sermones, lo prometo.

― ¿Qué? ¿Por qué?

La seis recargó la cabeza contra el respaldo de la silla.

―Estoy cansada, Noah. Estoy harta de ver a las personas que quiero morir ¿Sabes algo? A la mayoría de los evolucionados sus padres los entregaron, pero a mí no, ellos quisieron protegerme, y los mataron. Después fueron todas esas niñas del campamento, y luego cuando de nuevo tenía esperanza, se llevaron a Dany... y a todas esas personas de los túneles... Cuando nos informaron de ese atentado, supe que estaba asustada, no por Ike, él me tenía sin cuidado, a pesar del papel que desempeña... yo temí por ti, supe que quería quitar la arrogante sonrisa de tu cara, o seguir fastidiándote con sermones sobre el buen comportamiento... pero más que todo, quería que estuvieras bien―. Amanda respiró profundo y tragó saliva, para luego volver a mirarlo―. No quiero ver morir a nadie mas ¿Comprendes?

―Lo entiendo―murmuró con un ligero asentimiento. Él estuvo a punto de decir algo más, cuando la puerta de su habitación se abrió.

André llevaba cargando varias cosas en una bandeja, comida y un par de analgésicos. Amanda se apresuró a ayudarlo.

―Señor―saludó el mayordomo.

―Sigo vivo, André―sonrió y empezó a comer lo que el viejo había traído para él.

―Lo sé―asintió el hombre―. El señor Rosendelf me dejó instrucciones precisas para cuando usted despertara.

―Él aún no se encuentra bien―espetó Amanda.

―Déjalo, esto es típico de Ike―murmuró Noah con la boca medio llena.

―El señor Rosendelf quiere que usted se reúna con los ministros y consejeros en el salón y que los convenza de participar a favor de la ciudadela.

― ¿Y cómo espera él que yo haga todo eso?

―Dijo que usted conocía sus planes.

Noah suspiró y con lentitud se puso de pie, Amanda siguiendo cada uno de sus movimientos con la mirada, en espera por si él necesitaba ayuda.

―Bien. Las cosas por orden, primero terminar de comer, necesito hacer algo respecto a este dolor de cabeza, después una ducha y por último, déjame decirte algo André, el único que conoce los planes de Ike, es Ike.

Caminaba por el pasillo, después de haber tomado una larga ducha, Amanda lo seguía unos pasos atrás. Noah pensaba en todas las cosas que podían salir mal, tal vez los ministros contrataran a un asesino para acabar con su patética vida, o quizá Nóvikov quisiera obligarlo a casarse con su hija... o tal vez estaba exagerando y nada malo pasaba, entonces ¿Por qué Ike decidió dejarlo a él para resolver estos problemas? Respuesta: Porque no había una forma pacífica de resolverlo.

Ike no necesitaba una solución, necesitaba una distracción y por eso Noah estaba ahí, para ganar ese preciado tiempo que su amigo tanto necesitaba. Suspiró profundamente y miró a Amanda de reojo. Ella ni siquiera le prestaba atención, si no que con el ceño fruncido observaba cada parte del pasillo que recorrían.

― ¿Pasa algo?― Quiso saber Noah.

―Nos están siguiendo.

― ¿Es algo certero o simple paranoia?

― ¿Crees que habría llegado hasta donde estoy sin ser paranoica?― Le costó un poco darse cuenta de la chica estaba bromeando―. Pero no, esta vez es algo certero. Iré a ver quién es.

―No―susurró él―. Camina a mi lado ¿De acuerdo? No vayas atrás, pareces más un guardaespaldas que una compañía.

―Eso es lo que soy―espetó Amanda.

―Sí sé que lo eres, pero el resto de las personas en este palacio, no. Los ministros se pondrán a la defensiva cuando sepan que hay un evolucionado aquí, y aun mas si entro con ella al salón.

― ¿Quieres que espere afuera?―

―No―. Él sonrió―. Quiero que vayas como mi acompañante, pero para eso, debes comportarte como una.

Creyó que ella iba a abofetearlo, simplemente caminó a su lado, y para sorpresa de Noah, Amanda lo tomó del brazo, casi con una fiera posesividad.

―Y bien―comentó― ¿Decías que nos estaban siguiendo?

La evolucionada asintió.

―Son pisadas... delicadas, por así decirlo. Pude verla en uno de los espejos, tiene que tener cuidado de ellos si quiere ser una buena espía―soltó una risa sarcástica.

―Anel―dijo Noah sin que le dieran más detalles―. Se lo advertí a Ike hace mucho tiempo, desde antes de que su padre muriera.

―No comprendo...

―Él sospechaba que alguien en el palacio daba informes a los ministros y sus consejeros, incluyendo a Khoury―. Noah respiró profundo, el pensar en todo lo que le esperaba, le causaba escalofríos―. Le advertí sobre Anel pero él dijo que entre la familia no hay traiciones, como si su padre no hubiera sido suficiente indicativo para ello.

―Puedo detenerla en cualquier momento.

―No, deja que nos siga, quiero saber hasta dónde piensa llegar y además, no es muy inteligente, estoy seguro de que irá con la persona a quien informa en cuanto entremos al salón.

― ¿Y qué pasa si la persona está ahí dentro?

Noah se permitió una sonrisa.

―Entonces podrás actuar como lo que eres.

― ¿Una loca mandona?―bromeó ella.

―Además de eso, mí querida evolucionada.

― ¿Quien es ella?― preguntó Amanda después de un momento― ¿Otra de tus aventuras?

― ¡Que todo el mundo se extinga si algún día tengo algo que ver con Anel!― exclamó impresionado por la pregunta―. Es la prima de Ike, y ella... bueno, la mantienen aquí porque es la única familia por parte de su madre que le queda, pero Anel se metió en una especie de escándalo con los ministros... en fin. Vive aquí y se hizo a la idea de que nosotros íbamos a tener una especie de romance...

―Suena como toda una loca.

―No tienes ni la menor idea.

Juntos llegaron a la entrada del salón, desde donde estaban, del otro lado de la puerta, podían escuchar los murmullos de las personas dentro, Noah se iba a enfrentar a los ministros restantes y a sus consejeros, todos excepto Joel Wagner, quien ahora se dirigía a Alemania, y según André, siguiendo las indicaciones de Ike, lo único que pidió el ministro para apoyarlos, fue que liberaran a su hermano.

Noah estaba a punto de abrir la puerta.

― ¿Conoces a Marco Wagner?― preguntó a Amanda.

La seis giró un poco la cabeza, como si hurgara en sus pensamientos para recordar a la persona mencionada.

―Es un idiota―dijo al fin.

―Para ti todos son idiotas.

―Tu estas dejando de serlo, así que compórtate a la altura―increpó ella.

―Su hermano es Joel Wagner, ministro de Alemania, y la única petición que tiene para ser nuestro aliado, es que liberen a su hermano, pero no tengo ni la menor idea de por qué fue arrestado.

―Nos traicionó―explicó Amanda, con la misma paciencia con la que le explicaría una cuento de hadas a Lucy―. Él estuvo trabajando con los radicales.

―Eso sí suena muy estúpido―. Noah no se permitió sentirse avergonzado por eso, él ya había pagado con creces el trabajar con esos parásitos que se hacían llamar hermanos entre ellos― ¿Estás lista para entrar?

―Solo si tu lo estas, no va a ser mi cabeza la que sirvan como cena―se burló.

Noah sonrió con nerviosismo y empujó la puerta.

Como era de esperarse, Nóvikov, estaba hablando por encima de los demás, como si solamente su opinión contara. Noah se preguntaba seguido como él podía ser padre de una chica tan bonita. El ministro tenía algunos rasguños en la cara y brazos, algunos de los consejeros lucían iguales, pero todos tenían puestos trajes de primera mano. Lo hizo preguntarse si su padre, anterior consejero del ahora muerto gobernante, si él hubiera sobrevivido a la explosión en el salón de los acuerdos. Aunque murió por algo menor, tratando de abogar por los evolucionados y por su trabajo en el reactor... tal vez Noah no era tan diferente de su padre, después de todo.

― ¿Qué demonios estás haciendo tu aquí?― inquirió el ministro de Rusia.

―Aquí vamos―murmuró para sí―. Soy el consejero del gobernante, creí que mi presencia sería requerida―. Noah avanzó hacia una de las sillas con Amanda caminando a su lado, como él se lo había pedido.

―Queremos hablar con el gobernante, y en dado caso de que él no se encuentre dispuesto...

―Ike sobrevivió al atentado, ministro, si eso es lo que lo tiene tan angustiado. Mi amigo en este momento se enfrenta a problemas a los que ustedes simplemente ignoran. No habrá una votación hasta que Ike regrese o hasta que tengamos la certeza de que está muerto ¿Ha quedado claro?

― ¿Quién eres tú para tomar esa decisión?

― ¿Además del consejero personal de Ike?

―No te pases de listo conmigo, niño...

Noah ahogó una risa ante la palabra "niño". Su padre lo llamaba así, pero claro, en aquel entonces, Noah si era un niño que no sabía lo que quería. Pero ahora... ahora tenía la certeza de lo que haría, y solo por una vez, pudo ver claramente a través de los planes de Ike.

A pesar de que tenía fuertes dolores de cabeza, y sus manos querían temblar, Noah se mantuvo imperturbable, poniendo esa cara de "no pasa nada" que había practicado con Ike durante tantos años.

―Yo lo trato con el respeto que su puesto le da, le pido que me trate de la misma forma, ministro.

Nóvikov retrocedió ante el tono que utilizó. Noah no se permitió regodearse, después de todo, solamente era una serpiente preparada para atacar. El ministro avanzó unos pasos hacía él, con un par de consejeros respaldándolo. Él se sintió nervioso antes, pero no ahora, no en este momento en el que su amigo lo había puesto a cargo de todas las decisiones hasta que él pudiera regresar. Si es que regresaba. Noah asintió hacía Amanda, quien aun estaba embobada mirando el salón, como si nunca hubiera conocido nada tan lujoso, hasta que él carraspeó, la seis lo miró.

Amanda captó la señal y con una sonrisa de todos los dientes avanzó al final de la sala. Nadie además de él se percató del movimiento. Los otros dos ministros y sus consejeros hablaban al mismo tiempo, ambos queriendo retirar el apoyo a la ciudadela, Nóvikov aprovechó el tema para decir que su país se quedaba, como si Ike necesitara de él, ahora que tenía el apoyo completo de Wagner. Solamente esperaba que Joel respondiera a tiempo.

―Basta―dijo Noah, lo suficientemente alto como para escucharse por encima de todos, pero como un golpe para su orgullo, fue ignorado― ¡Ya basta!― gritó, golpeando las manos contra la mesa.

Un horrible ruido llenó todo el lugar. Las personas se llevaron las manos a los oídos para cubrirse. Amanda estaba al lado de uno de los cristales, pasando sus largas uñas a lo largo de este y provocando un horrible sonido que lo ponía ansioso.

―Gracias―le dijo a la seis una vez que pudo recobrar el habla. La aludida simplemente asintió.

―Habla―dijo el ministro suplente de Raven, Steel―. Te doy exactamente cinco minutos.

― ¿Usted me mide el tiempo? No, no lo hará. Estoy aquí para hablar en nombre de Ike Rosendelf, que no se si lo recuerden, pero es el gobernante de la ciudadela...

―Ni siquiera tienes un chip―espetó Nóvikov.

―Y agradezco no tenerlo―respondió Noah―. De lo contrario, la persona que está espiando esta reunión, sabría de todos mis datos corporales, así como los sabe de ustedes en este momento.

― ¿De qué demonios estás hablando?

Antes de que Noah pudiera responder, Amanda ya estaba detrás de las puertas de servicio, tomando a Anel del cuello y arrojándola al centro de la sala, a la boca del lobo. La prima de Ike simplemente se limitó a levantar la cabeza y mirarlos a todos con desdén. Una pantalla táctil cayó a tan solo unos centímetros de su mano.

―Tienes poco tiempo para explicarte, Anel―dijo Noah con toda la paciencia que pudo reunir.

Amanda levantó la pantalla, ninguno de los ministros se lo impidió, todos miraban a la recién llegada con algo de sorpresa.

―Ella dijo que ustedes nunca se darán cuenta―susurró Anel, tan bajo que Noah tuvo que esforzarse para comprender―. Dijo que si le daba información, traería de vuelta a los Curanderos y...

Noah dejó de escucharla, no tenía caso, las cosas que Anel sabía estaban en la pantalla que ahora Amanda sostenía fuerte entre sus manos. La cara de la seis reflejaba sorpresa más que otra cosa, había algo más, y eso era miedo.

― ¿Qué pasa?― susurró él al acercarse.

―Tienes que enviar un mensaje a la resistencia, ahora.

― ¿Qué pasa?― repitió.

Amanda giró la pantalla hacía él. No comprendió las cosas por unos segundos, pero luego supo a lo que ella se refería.

― ¿Eres la informante de Khoury?― preguntó Noah en voz alta.

Anel simplemente asintió.

Noah se pasó las manos por la cara.

―Alguien por favor sáquela de mi vista. Amanda, ven conmigo, a los demás les sugiero que abandonen el palacio―respiró profundo y le entregó de nuevo la pantalla a la seis―. Por favor trata de contactar a Haru, no confío en nadie más en la resistencia, diles que tienen que liberar a Marco si quieren tener el apoyo de Joel, también diles que tenemos al informante dentro del palacio y que...

― ¿La resistencia?― interrumpió Steel, mas que sorprendida― ¿Estás trabajando con evolucionados? ¡Son un experimento!

―Estoy trabajando con personas en las que confío, independientemente de que sean evolucionados o inmunes. Ahora, les pido que abandonen el palacio.

Ellos parecían querer replicar, pero Amanda ya estaba al frente, dejando relucir sus uñas y sus instintos.

―Adiós―dijo y eso fue suficiente para que salieran de uno por uno, llevándose a Anel con ellos.

―Vamos a...― Noah trataba de poner orden a su cabeza―. Tenemos que...

―Tenemos que hablar con Haru, y decirle lo que encontramos. Hay una siete en la resistencia, es la mejor que he conocido, su nombre es Luisa, tenemos que llevarle la pantalla.

― ¿Irnos?

― ¿Tienes un mejor plan?

―En cuanto abandonemos este lugar, los radicales querrán entrar... yo...

―Entonces primero llama a Haru, estoy segura de que Sander querrá lo que hay en esa pantalla.

―No comprendo.

―Anel estaba enviando la información a un lugar ¿Lo ves?― Ella apuntó en la pantalla un mapa, algo que Noah reconoció como África.

― ¿Y eso que tiene que ver? Ese lugar es inhabitable.

― ¿Que mejor sitio para esconder algo? ¿Te diste cuenta de que Khoury no estaba en la reunión? ¿A quién exactamente estaba informando Anel?

―Pero...

―Llama a la resistencia. Ahora―. Y sonó tanto como una orden que Noah no se atrevió a negarse.

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Day iba a volverse loca. Había comenzado a morder la punta de sus dedos para escribir frases amenazantes en las paredes mientras cantaba una vieja canción de cuna que Dominique inventó para ella cuando eran niños. Tenía que salir de esa ridícula celda que ni siquiera estaba hecha para retener evolucionados, típico de Vanesa el subestimar a las personas a su alrededor.

Ella tenía que salir de ahí, y robar la placa de uno de los líderes, para sacar a sus amigos de las celdas y a su hermano de ese aislamiento.

Y las cosas se iban, como se iban las estrellas...― continuaba cantando Day.

Los guardias la mandaron callar varias veces, pero la última vez que uno de ellos entró, ella lo golpeó, los otros dos tuvieron que entrar para detenerla. Lo habría matado con gusto.

― ¡Estoy muy aburrida!― gritó a quienes estaban afuera. Nadie le prestó intención.

Si Chandra no se había equivocado, Vanesa no tardaría en venir a la celda de Day, todos contaban con eso para que sus planes funcionaran. Cheslay tenía todo finamente estructurado. Pero el futuro era tan incierto...

Y ella estaba a punto de arrancarse el cabello. Quería desesperadamente comer un banquete, dormir por horas y tener una conversación decente con alguien, no sabía en qué orden deseaba esas tres cosas, pero las anhelaba con el alma.

Sabía que algunos de sus amigos estaban siendo interrogados en ese momento, como traidores... ¿Hasta dónde permitiría Raphael que llegara?

La puerta de su celda se abrió, cortando de tajo sus pensamientos. Y ahí estaba Vanesa, tal y como Chandra había dicho que sucedería. Los dos guardias que llegaron con la nueva, la esposaron a la pared, Day les regaló una sonrisa fiera cuando terminaron.

―Déjenos solas―ordenó Vanesa con un semblante lleno de seriedad.

―Pero...

―Si necesito ayuda, la pediré.

Los guardias asintieron y se marcharon, Day esperó hasta que el sonido de sus pasos se perdiera.

―Pero que seria―le dijo a Vanesa, imitando un puchero que hacía la chica cuando eran niñas.

―Voy a ir al grano, Dayriannys...

―Voy a ir al grano, Vanesa―. Day sonrió, esto se iba a convertir en un juego de quien se cansaba primero.

Vanesa comenzó a caminar por toda la celda, haciendo ruido con sus tacones ¿Como podía siquiera soportar esas cosas? Bueno, supuso que ella tendría la respuesta pronto.

―He hablado con tu hermano, y Dom piensa que...

―No. Lo. Llames. Así―gruñó Day, separando lentamente las palabras―. Perdiste ese derecho hace mucho tiempo.

―Parece que toqué una fibra sensible ¿No? Me extraña, Day, nunca fuiste una persona sentimental.

―Vaya, parece que nos decepcionamos mutuamente, aquí la que siempre lloraba eras tú ¿No lo recuerdas? Permíteme refrescarte la memoria―. Day carraspeó ligeramente para imitar la voz de Vanesa― ¡Oh! Me he cortado con las armas, no debería usarlas. Mi cabello se maltrata cuando entreno en el exterior... Debiste haberte preocupado más por tus entrenamientos.

La cara de la ministro no expresaba nada, simplemente era una política haciendo su trabajo ¿Por qué quería ver a Dom? ¿Por que quería verla a ella?

―Me entrené de manera diferente―dijo con total calma― ¿Acaso olvidas a quien le sirves ahora?

―Yo no le sirvo a nadie―espetó Day. Comenzó a pensar, ya había pasado algún tiempo, los guardias debían estar lejos de la celda, y sus amigos contaban con ella. Esta vez Day estaba concentrada y no tenía una buena distracción.

―Si te repites la misma frase, tal vez la puedas creer algún día. Antes le servías a Evelyn y Lousen o ¿Como se llama el ebrio que los entrenaba? ¿Magnus?

―General Lanhart para ti―increpó la gemela.

―Te pareces mucho a tu hermano cuando finges esa calma― comentó Vanesa.

Day se permitió sonreír, mientras sentía sus manos encogerse hasta el tamaño de las de Samantha.

―Déjame decirte un secreto―dijo y se deshizo de las esposas. Se puso de pie rápidamente, tan veloz que Vanesa ni siquiera alcanzó a gritar por ayuda. Day la estrelló contra la pared de la celda y le cubrió la boca, los pies de la ministro no alcanzaban a tocar el suelo―. No estaba fingiendo.

La expresión de Vanesa no tenía precio, mientras Day cubría su boca, sus ojos reflejaban miedo, y tenía razón en estar asustada. La gemela la lanzó al otro lado de la celda, la cabeza de la rubia rebotando contra la pared. Sus quejidos no se podían escuchar en el exterior.

― ¿Sabes? Desde que llegué aquí he estado reprimida por Dominique y por el general, es algo como: Day, no hagas esto. Day, no hagas lo otro. Day, no. No, no, no, siempre no. Pero ahora ¿No te parece curioso justo ahora? Las personas a las que has insultado son las únicas que podrían protegerte en esta situación. Ahora, llevo mucho tiempo reprimida, queriendo golpear o matar algo, desde que encerraron a Dom, de hecho. Así que créeme cuando te digo que voy a disfrutar nuestro tiempo juntas―dejó que la sonrisa se extendiera por sus labios.

Tomó a Vanesa del cabello y de un golpe en la cara la devolvió al suelo, se sorprendió cuando ella quiso arañarla para defenderse, realmente patética. Escupió en su cara y la pateó varias veces, por ella, por Dom, por haber fingido ser su amiga, por todos esos años de carrera política para solamente llegar y demostrar que era mas poderosa que ellos, que los evolucionados.

―Te equivocaste con nosotros, Vanesa― respiró profundo―. Pensaste que éramos maquinas que respondían a órdenes, y resultamos ser mas humanos que ustedes―espetó una vez mas y la golpeó tan fuerte que Vanesa perdió el conocimiento.

Day respiró profundo, la parte del plan no era golpearla, pero nunca iba a tener una oportunidad como esa de nuevo. Le quitó la ropa, dejándola completamente desnuda en el suelo de la celda. Se cambió con ella, que aunque ahora estaba arrugada y un poco manchada de sangre, le serviría a sus propósitos. Day cambió de forma e hizo una mueca la ver el incomodo calzado. Solamente debía soportarlos por unos minutos, mientras perdía de vista a los guardias.

Llamó a la guardia personal de Vanesa y esperó a que abrieran la celda. Day se irguió y miró a todos por encima del hombro, eso era fácil de hacer, ella era mejor que todos.

―Quédense a vigilar―ordenó con arrogancia―. Y les sugiero que no se dejen engañar, la chica es una cambia formas.

Sus guardias asintieron y con mucho cuidado de no dar un paso en falso, Day se marcho, tenía una placa que conseguir y el único líder en el que podía pensar era Erick. Tal vez él, con su rectitud, con su actitud de nunca querer ir contra las reglas, de respetar a los altos mandos, quizá ni siquiera querría ayudarla, pero una chica tenía sus encantos, y por primera vez, Day se preguntó si ella podía hacerlo, si ella podría utilizarlo de esa manera. Apretó los puños, claro que podría. Por sus amigos, por su hermano, Dom la necesitaba y ellos nunca se habían abandonado.

Supo que Erick regresó a la resistencia hacía un día, pero no había señales de Velika, quizá su amiga podría ayudarla, pero no estaba ¿Dónde demonios se metió? ¿Justamente ahora con todos los problemas hasta el cuello, ella decidía desaparecer?

Llegó al área residencial sin cambiar a su forma, guardias desconocidos hacían recorridos. Ella llegó hasta la habitación con esos incómodos tacones y llamó a la puerta un par de veces, mas le valía al idiota no estar fuera. Después de lo que le pareció una eternidad, Erick abrió, únicamente tenía puesto el pantalón y llevaba una toalla echada al hombro.

― ¿En serio?―inquirió ella― ¿Tus amigos están encerrados y tu vas a tomas una ducha?

― ¿Ministro? ¿Puedo ayudarla en algo?

Day quería golpearlo y borrar esa cara de estúpido. Lo empujó y entró al lugar sin esperar a que él le diera permiso. Ella respiró profundo y lo miró.

―Maldita rata cobarde―espetó.

Erick se detuvo en seco.

― ¿Day?

―Cierra la puerta―ordenó ella y cuando Erick hizo caso, Day cambió a su propia forma.

― ¿Que estás haciendo? Tu interrogatorio será en unas horas y...

―Cállate―. Estaba enfadada, pero necesitaba fingir que se encontraba bien―. Tuve que hacerlo.

― ¿Por qué?

Day miró la placa, colgando del cuello de Erick, sería tan fácil simplemente arrancarla y correr, pero no quería que él diera la alarma, y como perfecto soldado que era, lo haría, necesitaba ser más inteligente que él. Así que cerró la distancia que los separaba y lo besó, acorralándolo contra la litera.

La cuatro se detuvo a observar su obra y soltó una ligera risa ¿Que había pensado él que sucedería? Ella cambió de forma una última vez mientras lo besaba, esta ocasión fue Cheslay, sólo el tiempo suficiente para hacerlo dormir por medio de control mental, fueron unos segundos que la agotaron casi hasta el infinito. Erick cayó sobre el suelo con un golpe seco y Day se sintió mareada al volver a su forma, juró por todo lo sagrado que nunca iba a volver a cambiar en un mentalista. Soltó una risa al preguntarse qué hubiera pensado Erick si en vez de cambiar en Cheslay, hubiera cambiado en Dom. Sacudió la cabeza, arrancó la placa de su cuello y abrió la puerta.

No tenía más tiempo que perder. Sus amigos la esperaban.

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