Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

30.- Abandono:


Cheslay se sentía feliz. No era por el hecho de tener una guerra en la puerta, tampoco por todos esos mentalistas a los que tenía que entrenar y estaban tratando de poner una cara de seriedad mientras ella entraba en sus más profundos pensamientos.

Nada de eso la hacía feliz. Al contrario, se sentía incomoda y presionada al tratar con todo eso, pero había algo en lo que podía pensar para sentirse contenta de nuevo.

Supo que una sonrisa se formaba en sus labios al seguir esa dirección en sus pensamientos. Sacudió la cabeza para concentrarse.

—Vamos de nuevo—dijo para tener un enfoque—. Ustedes dos al centro. Quiero barreras mentales levantadas.

Dos de los chicos se pusieron de pie. Cualquiera que pasara por ese lugar, podría pensar que solo se trataba de dos personas mirándose fijamente con el ceño fruncido en concentración. Cheslay sabía que era mucho más que eso. Estaban protegiendo sus respectivas mentes de la invasión del otro. Sin dejar ver sus pensamientos, sin dejarse manipular. Ella estaba orgullosa por el progreso que tenía con todos ellos.

Estaba tan concentrada en la pelea de mentes que no sintió cuando él se acercó, hasta que sus brazos rodearon su cintura.

Cheslay dio un respingo. Los demás los miraban.

—Pueden irse ya—les gruñó Dylan.

— ¿Qué estás haciendo?― preguntó ella cuando sus estudiantes se marcharon—. No puedes tratar así a los demás.

— ¿En serio?― susurró mientras depositaba ligeros besos en su cara y cuello. Cheslay se estremeció.

—Las personas nos miran...

— ¿Y?

Ella se giró para estar frente a frente, sin dejar de tocarse. Le dedicó una sonrisa de todos los dientes mientras se inclinaba para besarlo. Al diablo todo lo demás. Enredó sus dedos en el cabello de Dylan mientras él regresaba el beso. Cheslay se sentía feliz solo de pensar en cada parte de la vida que les esperaba juntos.

Se sobresaltó cuando su intercomunicador sonó. Separándose, cada uno revisó su propio mensaje.

— ¿Lousen?― preguntó él. Cheslay asintió.

—Vayamos antes de que envíe a Josué a buscarnos—dijo y se alejó unos pasos de Dylan, pero él la retuvo, sosteniendo su mano, entrelazando sus dedos. Cheslay enarcó una ceja— ¿Ahora será así? ¿Nos volveremos una de esas parejas cursis?

Él depositó un beso en el dorso de su mano.

—Aun no me has soltado—susurró Dylan.

—Tal vez no quiero hacerlo.

— ¿Vas a convertir esto en una pelea?

Cheslay soltó una risa.

—Tal vez.

Quería continuar con su absurdo coqueteo, pero el intercomunicador volvió a sonar. Dylan se pasó la mano robótica por el cabello, mientras que con la otra sostenía su mano. Juntos avanzaron a la plataforma, ganándose miradas extrañas por parte de los demás y risillas tontas de los estudiantes de Cheslay.

Ella observaba alrededor, mientras que Dylan pasaba su placa por la pantalla para que Lousen les concediera el permiso de entrar en su oficina. No había nada fuera de lo común en la resistencia, al menos no algo más allá de lo que estaba acostumbrada. Las personas iban de un lugar a otro con pantallas portátiles, charlando, trabajando. Cheslay se preguntó cuántos de ellos le debían lealtad a Raphael y cuantos los apoyarían en su plan si los altos mandos de la resistencia les llegaban a dar la espalda.

Una mano metálica pasó frente a sus ojos, lo que la obligó a volver al sitio donde estaba.

— ¿Sigues aquí?― preguntó Dylan mientras sostenía la puerta abierta para que ella entrara.

Sonrió y pasó a su lado para entrar. Ambos se quedaron de pie en la puerta cuando esta terminó de cerrarse. Detrás de su escritorio estaba Lousen, bebiendo café, y frente a él estaba Sander, con una taza con un contenido intacto entre sus manos.

—Creí que estábamos aquí para continuar con la historia—dijo Dylan, tan sutil como siempre.

—También es un gusto verlos—respondió Raphael con sarcasmo.

Sander mantenía la vista clavada en las manos entrelazadas de Dylan y Cheslay, tanto tiempo estuvo mirando que la hizo sentir incomoda, así que soltó la mano de Dylan. Sander pareció reaccionar ante este movimiento ya que sacudió la cabeza y se puso de pie.

Enojado, se dio cuenta ella. Sander estaba enojado. Cheslay lo había visto así en pocas ocasiones.

— ¿Qué estaba pasando aquí?―preguntó Dylan, también percibiendo el mal humor de su amigo.

—Yo no tengo una respuesta ahora—murmuró Sander—. Ni creo tenerla pronto.

—Sander...

El rubio sonrió con ironía.

—Ni siquiera te molestes en hablar. Escuché todo lo que dijiste, no me estás dando una opción, me estás dando una orden.

—Es un intercambio justo.

— ¡Es una mierda! ¡Igual que todo este lugar!― gritó fuera de sí.

Tanto Dylan como Cheslay guardaron silencio, evaluando la situación.

—Sander— comenzó Raphael.

—No. Alexander, Sander, sujeto de pruebas... da igual cómo me llames. He hecho todo lo que me han pedido desde que llegué y ahora me dices que no puedes buscarla. Era un trato.

—No está en mis manos. Después de todo lo que hizo en la colonia y en la sede de cazadores, entiende que mis manos están atadas, los altos mandos de la resistencia la han declarado enemigo, cualquiera tiene la orden de matarla si se cruza en su camino.

— ¿En la sede de cazadores?― Dylan al fin decidió intervenir, al saber de lo que hablaban—. Ella nos salvó. Ninguno habría regresado con vida de no ser por Azul.

La mirada que Lousen les dio no era nada blanda, así que Cheslay decidió entrar en su mente, viendo los últimos recuerdos, reuniones con personas que ella no conocía, personas poderosas políticamente que pedían la cabeza del hibrido.

—Realmente no está en tus manos. Estas perdiendo el control de todo este lugar.

Raphael rio irónicamente.

—Lo único que me mantiene en mi puesto es Evelyn Shepard.

—No vamos a abandonarla—dijo la dos—. No me importa si nos declaran enemigos, no me interesa si rompemos todas y cada una de las reglas de este lugar. No vamos a abandonar a Azul.

—No tenemos los recursos para buscarla, al menos no sin que ellos se enteren.

Cheslay le dio una mirada a Sander, percibiendo la ira que emanaba de él.

El tres soltó una carcajada furiosa y lanzó una silla al otro lado de la habitación.

—Espera—dijo levantando un dedo en dirección a Cheslay—. Escucha bien, o busca dentro de su mente. El hecho de que no buscarán a Azul no es la peor parte.

— ¿Qué...?― Dylan comenzó a hablar, pero ella ya no pudo escucharlo, estaba ocupada, luchando contra las barreras mentales que Lousen se esforzaba por levantar.

Y vio cada uno de sus pensamientos, tantas cosas, planes... todo la hizo retroceder dos pasos, provocando que se estrellara contra el sofá.

—Pidieron a los híbridos—dijo interrumpiendo a Dylan—. Creen que tienen algo que ver con la cura.

—No van a tocar a Ian—espetó Dylan.

—No solo Ian— exclamó Sander—. También quieren a Lucy ¿No es cierto? Vas a experimentar con ella ¡Solo tiene siete años!

—Es si ellos aceptan—dijo Lousen.

—Ian tiene quince, aceptará cualquier cosa si a cambio le das una galleta—escupió el uno.

— ¡No voy a permitir que se lleven a los híbridos!―exclamó Raphael ya harto, golpeando el escritorio con ambas manos—. Magnus y yo no permitiremos que hagan con este lugar lo que les plazca. Evelyn aún está de nuestra parte, así que pido paciencia. Los cité aquí para advertirles, se supone que ni siquiera deben tener esta información, pero necesitan estar preparados.

Los tres intercambiaron una mirada.

Lousen se dejó caer sobre el asiento de nuevo y voz más baja dijo:

—Quería que estuvieran bajo aviso, para que pudieran planear la mejor manera de salir de esto. La situación me está rebasando, lo admito, haré lo posible por arreglarlo, de lo contrario...

— ¿Van a matarnos?―preguntó Cheslay.

—No. No van a matarlos, porque un deslizador los estará esperando en el hangar. Puede que la respuesta para buscar a Azul sea no, una vez que el comité lo decida, pero ese deslizador estará a su disposición en cuanto Luisa obtenga las coordenadas.

—Estás poniendo en riesgo tu lugar en la resistencia.

Raphael bufó.

—La única razón por la que acepté este lugar fue porque prometieron salvar la vida de Velika ¿Pueden estar en paz con esto? ¿Al menos hasta que encuentre una solución más diplomática?

Dylan y Cheslay asintieron, mientras que Sander, apretando los puños y los dientes, apenas pudo hacer un movimiento de cabeza antes de salir del lugar.

— ¿Es muy tarde para ofrecerles algo de beber?―preguntó Lousen, mirando un punto fijo en el escritorio.

— ¿Vas a poner en riesgo todo en la resistencia por nosotros?―preguntó Cheslay con precaución.

Raphael se inclinó sobre el respaldo del asiento, dando la vuelta a su silla para mirar por la ventana.

—No volveré a abandonar a nadie, nunca.

.....................................................................

La sangre salpicó el rostro de Charlotte.

Raphael, hincado sobre el suelo, únicamente podía observar como los hombres que los tenían contra sus armas, miraban en todas las direcciones, apuntando a los techos más cercanos. Había miedo en sus ojos cuando uno por uno comenzaron a caer. Raphael vio uno de los cadáveres sobre el suelo, uno cayó cerca de él, con un tiro limpio en la nuca, justo por encima del chaleco antibalas.

Vio caer al último de ellos, sintió un nudo en la boca del estómago.

—Levántate― rugió Magnus mientras lo tomaba del brazo para obligarlo a levantarse. Raphael escuchaba todo muy lejano, como si se encontrara debajo del agua ¿Qué demonios estaba pasando?

Sintió un tirón en el brazo, de donde Magnus lo sostenía.

— ¿Qué pasó?―preguntó Raphael.

Levantó la vista, solo para encontrar a sus compañeros levantándose y recuperando sus armas, sin importar los muertos alrededor. Vio a alguien correr hasta donde estaban. Ella los saludaba con los brazos, dando a entender de quien se trataba. Raphael se sintió infinitamente aliviado de que Nefertari estuviera bien. Con cuidado se levantó y sacudió sus rodillas.

—Les dije que él no estaba listo para esta misión—gruñó Morello, dándole una mirada de fastidio.

— ¿No pudiste tardar más?― reclamó Charlotte a Nefertari— ¡Casi me disparan!

—Pero no lo hicieron ¿Qué parte de yo nunca fallo no entiendes?

— ¿Terminaron?― inquirió Magnus—. Porque tenemos que movernos antes de que hagan el cambio de guardia.

Raphael miró a sus amigas, Charlotte se veía bien, enojada y un poco golpeada pero bien, con gotas de sangre sobre su cara y uniforme. Nefertari tenía un golpe sobre la sien y sangre seca en las manos. Así que supuso que por eso no estuvo lista a tiempo, estaba llevando su propia lucha.

— ¿Cuántos?―preguntó Magnus.

—Tres francotiradores fuera de servicio. Los que los capturaron y el personal del laboratorio—dio el informe.

Magnus asintió y le entregó su arma a Raphael.

—Necesito que te concentres ahora—dijo para él—. Vamos a salir juntos de este lugar ¿De acuerdo?

—No me lo dijeron—murmuró Raphael.

— ¿Qué?

—No me dijeron lo que planeaban, por eso ustedes no estaban asustados.

—Escucha—. Magnus colocó una mano en su hombro—. Hay muchas cosas que no sabes y tampoco pienso decírtelas. Eres el más joven aquí, el novato, y si nos capturan vivos...

—Te mataran más rápido—completó Charlotte la frase—. Si se dan cuenta de que no tienes nada, van a matarte rápido.

—Pero...

—Esto no es un juego, Raphael—dijo su amigo— ¡Avancen!

Lousen sacudió la cabeza, necesitaba centrarse, moverse, seguir a los demás y luego recuperar toda esa tecnología que les habían robado. Entrar al laboratorio... todo antes del cambio de guardia.

Los siguió de cerca, con Nefertari pisándole los talones. Ella tenía su respiración controlada y hasta ese momento, Raphael no se había dado cuenta de cuanto le alegraba que estuviera ahí con él.

Corrieron por la explanada hasta llegar a una de las puertas traseras del lugar. Todos estaban atentos, con sus armas listas por si los atacaban. Llamaron de nuevo a Raphael para ir al frente, que abriera la puerta para ellos y modificara los sistemas. Él lo hizo, era algo automático, ni siquiera estaba pensando en hacer las cosas, estas solo sucedían.

—Si nos atrapan...

—No van a atraparnos—lo interrumpió Nefertari.

—Pero si lo hacen, van a torturarnos, solo por cumplir órdenes, no merecemos algo así.

Ella sonrió irónicamente.

—Déjame decirte algo, Raphael, y espero que puedas recordarlo. La vida no nos da aquello que merecemos, nos da aquello por lo que trabajamos. Y todos hemos trabajado muy duro por estar aquí, así que concéntrate y termina.

Él asintió. No recordaba que Nefertari hubiera sido así de dura con él, nunca. Pero estaban en una misión, una en la que podían morir.

Corrió detrás de sus compañeros cuando atravesaron la puerta. Albert y Jonathan tomaron sus lugares en las orillas, apuntando al frente. Morello avanzó por el lugar. Raphael siguió a Nefertari y Charlotte a la izquierda.

Todo el lugar era un laboratorio. Él se esperaba encontrar una bodega con los exo- trajes. En vez de eso, había puertas de cristal, y muchas personas en batas blancas mirándolos. El personal del laboratorio estaba estático, hasta que uno de los hombres reaccionó, pulsó un par de cosas y vieron como las puertas se cerraban, dejándolos fuera.

Avanzaron hacia ellos, pero ya era demasiado tarde, una alarma sonaba por el lugar. Raphael quería correr hacia el exterior, pero Charlotte lo empujó al frente.

—Abre las puertas y desactiva esa cosa, me está volviendo loca—ordenó.

Raphael asintió y conectó su decodificador a la pantalla en la puerta, había muchos bloqueos, sería tardado y difícil, pero no imposible.

—Va a tardar más de cinco minutos—dijo a sus compañeros.

— ¡Al diablo con eso! Muévete Lousen—espetó Morello. Levantó su arma y comenzó a disparar contra la puerta d cristal.

Todo el personal del laboratorio gritó, ellos se lanzaban al suelo y decían muchas cosas que Raphael no podía comprender.

La puerta cayó en pedazos. Albert y Jonathan entraron al lugar, apuntando a los laboratoristas y trabajadores. Magnus dio instrucciones. Raphael desactivó la alarma y el sonido infernal dejó de ponerlo histérico.

Jonathan y Morello se quedarían atrás, vigilando a esas personas, mientras el resto bajaba al lugar al que debían llegar. Magnus tenía los mapas de ese sitio.

Atravesaron ese lugar de puertas y paredes de cristal, dejando atrás a personas asustadas y a sus compañeros. Un pasillo frente a ellos, un largo pasillo. Raphael tuvo que abrir otra puerta para que ingresaran a él. Dejaron a Albert ahí, para vigilar, el hombre disparó a las cámaras.

Abrió una puerta más. Magnus fue al frente, conforme avanzaba, las luces se encendían, no había rejas de ventilación, y de varios lugares salía despedido humo, ese lugar estaba en refrigeración por una razón. Estantes con diferentes tubos de ensayo en ellos.

—Este lugar me pone nerviosa—dijo Nefertari.

—Toma por lo que vinimos y larguémonos—. Charlotte le pasó una caja plateada que estaba sobre una de las mesas a Magnus.

Lanhart asintió y agarró la caja, paseándose por la habitación, tomó un par de tubos de ensayo, ignorando los demás.

— ¿Qué es eso?― preguntó Raphael.

—Las bombas que desataron en Brasil no fueron un accidente. Contenía eso, un virus. Isaac me lo dijo, él me explicó todo—. Nefertari seguía apuntando a la puerta mientras le explicaba.

— ¿Esto es lo que recuperamos?

Sus amigos intercambiaron una mirada significativa y Raphael sintió que se ahogaba con su respiración.

—No estamos recuperando nada. Estamos robando. Robamos a nuestros aliados...

—No son nuestros aliados. Nos atacaron, recuerda a tu familia—dijo Charlotte.

Magnus no se tomaba la molestia de intervenir en la discusión ya que con mucha precisión y delicadeza, colocaba los tubos dentro de la caja.

Raphael soltó un grito de frustración y lanzó su arma al otro lado de la habitación.

— ¿Y yo no merecía saber nada de esto? ¿No merecía saber la mierda en la que me estoy metiendo?

—No es momento para una de tus crisis, novato—espetó Charlotte.

—Estoy hasta el cuello en esto ¿Y creyeron que no merecía saberlo? ¡También es mi vida la que está en juego!

— ¡Todas nuestras vidas lo están!

—No tenemos tiempo para esto—dijo Magnus mientras cerraba la caja—. Aún tenemos que ir a otra área, decide si estas dentro o si te quedas atrás.

—Magnus― interrumpió a Nefertari con un gesto de la mano.

Raphael lo miró con toda su ira controlada.

—Voy a terminar con esto.

Magnus asintió, tomó la caja con su mano derecha mientras que con la otra levantaba su arma.

Los cuatro estaban en línea para salir cuando un grito llenó todo el lugar. Raphael vio como Albert caía al suelo, llevándose las manos a sus piernas y maldiciendo.

—Mierda—escupió Charlotte y comenzó a responder al fuego.

Nefertari se colocó detrás de la pared, disparando en dirección al pasillo.

— ¡Albert todavía está vivo!― gritó Raphael mientras recuperaba su propia arma y se arrastraba hacia el pasillo.

Ninguno de sus amigos vio sus intenciones, hasta que estuvo en medio del fuego, tomando a Albert de las manos y arrastrándolo al interior de ese maldito lugar congelado. Sentía que su cabeza iba a reventar por todas la detonaciones que había.

—Tenemos que salir de aquí. Nef ¿Cuántos hay afuera?―ordenó Magnus.

—Diez, tal vez doce.

— ¿Puedes encargarte de ellos?

Ella miró a Magnus y luego a Raphael, quien terminaba de arrastrar a Albert dentro, había mucha sangre.

—Yo te cubro—dijo Charlotte apuntando al frente. Nefertari corrió al pasillo.

Raphael vio a su amiga desaparecer en medio de una humareda. Esos sujetos estaban lanzando gas al lugar. Charlotte no dejaba de disparar.

—Mis piernas—chilló Albert.

Lousen mantenía presión sobre las heridas, pero se veían muy mal. Se detuvo unos segundos para observar los orificios por los que la sangre brotaba y sintió el pánico invadirlo.

— ¡Son balas expansivas!― gritó.

Charlotte maldijo y Magnus a su lado comenzó a responder el fuego.

—Vamos a sacar a Albert de aquí—dijo Magnus.

Raphael asintió y rompió un pedazo de su camiseta para hacer torniquetes por encima de las heridas. Quiso decir a Albert algo reconfortante, más no encontraba palabras, además el hombre estaba casi inconsciente.

No se dio cuenta de que los disparos cesaron, hasta que Magnus llegó a su lado. Colocó la caja en las manos de Raphael y tomó a Albert para cargarlo sobre sus hombros.

Salieron al pasillo, con Charlotte y Raphael al frente. Vio mucha sangre, el lugar apestaba a pólvora. Humo por todas partes, tanques reventados. Y Nefertari.

Sintió alivio al verla, pero todo eso se desmoronó cuando vio el estado en el que se encontraba. Pálida, y una de sus manos cubría su estómago. Sonrió al verlos.

Charlotte se inclinó junto a ella, Raphael no podía, él no podía reaccionar. Esas personas eran todo lo que le quedaba, y no podía hacer nada para salvarlos, en ese punto no le importaba que le mintieran, tampoco que lo utilizaran, él quería que todos salieran de ahí sanos y salvos.

Magnus dejó a Albert a un lado de Nefertari, mientras Charlotte trabajaba sobre la herida de su estómago.

—Son balas expansivas—explicó la rubia.

La morena sonrió.

— ¿Crees que no puedo sentir como se mueve?― inquirió.

—Vamos a salir todos de aquí—dijo Magnus, aunque su voz carecía de esperanza.

----------------------------------------------------------------

Vio como Raphael estaba sobre el suelo, con una maldita pantalla táctil en las manos, esta tenia los mapas del lugar. La caja con el virus descansaba a su lado.

— ¿Qué demonios haces?― preguntó.

Raphael no hizo caso de sus palabras, en su lugar corrió. Se alejó de él, corrió hacia un pasillo que daba al exterior. Él escapaba. Magnus nunca se esperó que fuera un cobarde. Sacudió la cabeza y fue con sus amigas.

—Llévate eso de aquí. Albert y yo aún podemos ser distracciones—. Nefertari se esforzaba mucho para hablar.

—Toma la caja, Charlotte—dio la orden al mismo tiempo que la alarma sonaba. Maldijo.

La rubia no lo miraba a él, sino a algo detrás de él. Magnus giró y vio como el humo ascendía por el pasillo, no se parecía al humo de la refrigeración, era más bien una de esas cosas, uno de esos frascos que reventó durante el ataque.

Magnus miró a sus compañeros heridos y de nuevo al humo ascender. Las puertas se sellaban desde dentro. Giró para darle la instrucción a Charlotte de que escapara, pero ella ya corría en dirección al pasillo donde estaban todas esas muestras químicas.

— ¡NO! ¡Charlotte!― Corrió para detenerla, pero la puerta se cerró en su cara. Magnus comenzó a golpear con ambos puños, hasta que estos sangraron.

—Era una linda chica, Magnus—. Charlotte le hablaba a través de la puerta, vio como todo ese humo la rodeaba—. Puede que el lago ya no exista, pero si vuelves a verla, llévala a una cita.

Él negaba con la cabeza, sin embargo, Charlotte cerró los ojos y Magnus solo pudo verla caer. Se quedaría atrás, era su sacrificio. Sacudió la cabeza y tomó a Albert sobre su hombro de nuevo.

—Nef, necesito que me mires. Vas a tomar la caja fuerte entre tus manos y yo te llevaré a ti ¿De acuerdo?

Ella asintió, apretando el artefacto plateado fuerte entre sus manos. Ella chillaba por el dolor en cada paso que Magnus daba. Iban a morir ahí, estaba seguro como el infierno de eso. Llegó a la entrada, todo estaba lleno de cristales rotos, cada paso se sentía como una agonía. Vio a Jonathan boca abajo, con la sangre debajo de su cuerpo, muerto. Morello no se encontraba por ningún lugar, a Magnus no le sorprendería que hubiera escapado. Llegó a la puerta principal y la empujó. Frente a él estaba la explanada y estaba repleta de defensas, algunos lo apuntaban y otros brindaban atención médica al personal del laboratorio.

Sintió una carcajada subir desde su garganta. Esperaba que su muerte fuera rápida.

Cayó sobre sus rodillas y bajó la cabeza, estaba acomodando a sus amigos sobre el suelo cuando una explosión llenó todo el lugar. Magnus levantó la mirada para ver eso, él ya no era el centro de atención, todos miraban y disparaban a quien provocó esa explosión, no solo era una, un disparo tras otro provocaba que los enemigos rompieran sus filas.

Magnus se arrepintió de haberlo llamado cobarde. Y supo porque Raphael formaba parte de ese equipo, no era su mente que podía retener cualquier información, no era la rapidez con la que podía resolver cualquier ecuación, tampoco porque era un buen hacker. No. Lousen estaba ahí porque su cerebro soportaba las cargas de los exo-trajes.

Las grandes piernas de metal unidas a los brazos y torso por una columna de agujas que se insertaban en la espalda de Raphael. Armas explosivas que disparaban en contra de sus enemigos. Era todo un arsenal andante. Magnus conocía hombres que se habían vuelto locos porque la presión del traje era demasiada para ellos, pero Raphael parecía estar bien.

Le dio una mirada y Magnus supo que era momento de ponerse en movimiento. Dejó a sus compañeros detrás de una pared, mientras Lousen se encargaba del resto, se dirigió a una de las ambulancias donde trataban a los heridos. Apuntó a los paramédicos, no les dio tiempo de reaccionar, un tiro limpio en el pecho, sacó a los heridos de ahí, quienes gritaban muchas cosas en otro idioma. Tomó el volante y dirigió el vehículo a donde estaban sus compañeros. Muchos disparos eran dirigidos a él, pero la mayoría se iba contra Raphael. Magnus agradeció por esa distracción, pero no sabía cuánto daño le causaría a su amigo por utilizarlo durante tanto tiempo.

Llegó al lugar, bajó del vehículo casi tropezando, con las balas chocando contra la pared en la que los resguardó. Dejó a Nefertari sobre la camilla y luego colocó a Albert a su lado, ambos inconscientes. Puso la caja con el virus en el suelo de la ambulancia y se dirigió a la reja. Rezaba para que la electricidad no estuviera activada de nuevo.

El choque lo estremeció, sus compañeros rebotaron un par de veces, pero la reja se rompió ante el impacto. Magnus sintió sangrar su cabeza por un golpe contra el cristal, pero no dejó de pisar el acelerador, dio gracias porque todos esos vehículos estaban hechos para la nieve.

Sintió que estuvo conduciendo durante una eternidad, hasta que ya no escuchaba los disparos. Frenó y dejó caer la cabeza sobre el volante solo durante unos segundos. Saltó a la parte de atrás y con su poca experiencia atendiendo heridas, sacó las balas de las piernas de Albert, Magnus creyó que sería un milagro si él podía volver a caminar. Se dirigió a Nefertari, para sacar esa cosa de su estómago, cuando la puerta de la ambulancia se abrió. Le tomó unos segundos llegar a su arma y apuntar.

Sintió sus nervios colapsar al reconocer el exo-traje.

—Tu—dijo a Raphael, mientras este lo miraba—. Eres un gran hijo de puta.

Él no sonrió por sus palabras y Magnus no lo culpaba, lo que Raphael estaba haciendo lucia extremadamente doloroso. Vio como todas y cada una de las agujas insertadas en la columna vertebral de su amigo salían, derramando gotas de sangre sobre la nieve. Raphael estaba pálido y bañado en sudor. Magnus vio uno de sus brazos hecho papilla, dos, tal vez tres balas habían estado ahí, ahora solo era un montón de carne hecha trizas.

Subió a Raphael a la ambulancia, aplicando un fuerte torniquete en su brazo. Conectó la pantalla portátil al navegador, recibió órdenes del general una vez que pudo conectarse en una red y siguió conduciendo. Se sentía enojado y frustrado, miraba la caja plateada de soslayo y sentía un infinito odio hacía ella.

— ¿A dónde vamos?― Magnus se estremeció al escuchar la voz de Raphael.

—He hablado con el general. Enviará ayuda por nosotros en cuanto estemos fuera de territorio enemigo. Nuestros aliados más cercanos están en Croacia.

— ¿Croacia? Eso suena lejos—. Su voz apenas era un susurro— ¿Dónde está Charlotte?

Magnus sintió la bilis en su estómago, se obligó a tragar a pesar de que tenía la boca seca.

—Atrás. Charlotte se quedó atrás.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro