Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

23.- Energía:

Sander pensaba que tal vez era la última ocasión que veía esos rostros que ya le eran conocidos. No le agradaba pensar de esa forma, pero con los acontecimientos del último año, ya no sabía quiénes entraban en su vida para quedarse.

Cuando el deslizador se estabilizó, todos se pusieron de pie, con la mochila del paracaídas a sus espaldas, sus compañeros estaban a su alrededor, se dio cuenta de que solo una mujer los acompañaba, Juliette, la paramédico de la élite. Supuso que era necesaria. No para él, si para los demás.

Dylan le había explicado que su única función era desviar relámpagos, lo hacía sonar fácil, como si Sander lo hiciera todo el tiempo, como si saliera a bailar como un loco cada vez que una tormenta azotaba. La verdad era que le gustaban los relámpagos, pero nunca había tenido contacto directo con uno ¿Qué pasaba si era demasiado para su cuerpo? ¿Qué si la carga lo mataba?

Marco se removió algo incómodo a su lado. Sander se preguntó por qué llevaban personas normales a un exterminio de cazadores. Se reprendió a sí mismo, en la resistencia no había nadie que aplicara al término normal, todos estaban entrenados, aprendieron a matar, la vida había sido cruel con la mayoría, así que no, nadie normal para esta misión.

— ¿Nervioso?― preguntó Sander a Marco.

Él lo miró con una mezcla de sorpresa y desdén, como si fuera demasiado importante para ser arribado con preguntas de ese tipo.

—No debería estar aquí—espetó.

Una risa femenina hizo a Sander volverse. Juliette estaba en un santiamén al lado de Marco, colgando uno de sus brazos del cuello del muchacho, un gesto totalmente amistoso.

—Tampoco deberías estar en la resistencia—dijo ella con un tono que denotaba burla.

Marco se encogió de hombros para quitársela de encima y se alejó de ellos, lo que lo dejó un poco más cercano a la puerta por la que debían saltar.

— ¿Cuál es su problema?―preguntó Sander.

—Ignóralo, tres. Está resentido porque su hermano mayor es el ministro de Alemania, y en vez de darle a Marco un puesto importante, lo dejó en la resistencia como carne de cañón.

—Vaya.

—No sientas lastima por él, es lo que busca.

—No planeaba hacerlo... Eres la única chica en este equipo.

Juliette se encogió de hombros.

—Necesitaban apoyo médico y Renier murió en la última misión. Así que soy todo lo que tienen.

— ¿Eres una curandera? ― preguntó Sander con curiosidad.

Ella negó un par de veces y levantó las manos enguantadas.

—Soy normal. Inmune, para el mejor de los casos.

— ¿Por qué volverte paramédico? No me parece... sensato

Juliette sonrió.

—La mayor parte de las cosas que hago no son sensatas ¿No te parecería muy egoísta que fuera una curandera y escondiera mi condición?

Sander no pudo evitar pensar en Olivia, en todas las cosas que ella había hecho por él, y a quien a cambio solo le dio una cicatriz y la dejó morir. Recordaba los últimos meses de su amiga, como se deterioraba por curar a los demás.

—No—dijo después de un momento—. No sería egoísta, sería inteligente.

Juliette bufó, más le regaló una sonrisa después del gesto. Sander creyó que ella no parecía una persona hecha para la guerra, de nuevo se reprendió, no podía dudar de esos sujetos.

—Nací inmune, no desarrollé habilidades, solamente el virus no invadió mi cuerpo. Cuando los niños inmunes comenzaron a aparecer, los demás creían que era una esperanza, a su pesar, después vinieron los evolucionados y temieron a la nueva especie. Mi entrenador médico me decía que ya no había oportunidad para las personas contaminadas, que debíamos dejar que el mundo diera el siguiente paso, pero creo que no estábamos preparados para eso. Mira lo que ha sucedido. Muchos aún esperan que las personas inmunes se reproduzcan igual que conejos, y sigan con el mundo tal y como era antes. No creo en eso.

—El mundo no volverá a ser como antes—murmuró él.

—Lo sé, sin embargo, tampoco pueden esperar que simplemente repoblemos la tierra ¡Vamos! Esto no se trata de eso. Lo veo en las personas de la resistencia, cada vez que me miran o a Mirta, nos ven con decepción, como si tener una pareja fuera malo, como si fuera nuestra obligación tener sexo con hombres para crear niños inmunes...

—No es tu obligación, ni la de ella ¿Por qué no se van?

Los ojos de Juliette brillaron, con la añoranza de algo que sabía no podía tener.

—Tal vez cuando la guerra termine—dijo, metió las manos en los bolsillos y le dio la espalda a Sander.

— ¿Y si la guerra nunca termina?

Ella no respondió.

Sander decidió dejarla ir a molestar a Marco, tal vez era la forma en que Juliette se desahogaba. Ella y Mirta ¿Quién lo iba a decir? Ser juzgadas por como sentían, por quien lo sentían. Tal vez, no se trataba de bandos, pensaba él, quizá no se trataba de que la ciudadela era mala y la resistencia buena, después de todo, eran seres humanos y los humanos a diario cometían errores y juzgaban a los demás.

Suspiró y se dirigió a Erick, Dom y Dylan formaban un pequeño grupo, los tres sostenían algo en las manos, Sander se dio cuenta de que eran pequeños palos de madera, del tamaño de un monta dientes.

— ¿Qué están apostando?―preguntó curioso. Asomándose por encima del hombro de Erick. Este se hizo a un lado para dejar que el tres formara parte del grupo.

—Una vida—respondió Dylan y abrió la mano para mostrarle quien había ganado esa apuesta.

— ¿Una vida?― inquirió confuso.

— ¡Maldito seas!― gruñó Erick al darse cuenta de que el uno había ganado su pequeño tonto juego. A su lado, Dominique resopló con fastidio. Ese gesto lo hacía parecerse demasiado a su hermana.

Dylan les dio una sonrisa de petulancia a los demás. Erick se volvió hacia Sander y con total calma explicó.

—La última vez que estuvimos en una sede, la encontramos vacía, revisamos los videos de seguridad con la ayuda de un siete. En las cintas aparece la hibrido, aquella chica con la que nos encontramos en la colonia de Alemania. Esa chica y los sujetos que la acompañan se están volviendo un dolor en el culo. Fue su vida lo que apostamos. Si la encontramos en esta sede, el ganador tiene derecho de dar el golpe final.

Sander no supo si escuchó las últimas palabras de Erick. Su extraño acento perdiéndose en la ira que comenzaba a nublar su mente. Se giró hacía el uno, quien no tenía expresión en el rostro, las manos metidas en los bolsillos.

—Tú sabes quién es.

—No, yo sé lo que es. Es un dolor en el trasero.

El tres avanzó dos pasos, dispuesto a estrellar un puño en la cara del uno. Pudo jurar que Dylan vio venir el golpe, que se lo esperaba, aun así, no se movió para esquivarlo.

Todas las miradas dentro del deslizador fueron hacia ellos, a Sander colocándose en posición de defensa, a Dylan en el suelo limpiándose un hilillo de sangre de la boca.

Y ocurrió algo sumamente extraño. Sander sabía que su amigo se estaba moviendo, lo había visto pelear antes, muchas veces, incluso peleó con él, sin embargo, esto era diferente, pudo ver cada uno de sus movimientos, como si sucedieran en cámara lenta.

El uno apoyó las manos en el suelo, alzó las piernas y se levantó de golpe. Sander retrocedió dos pasos, antes de que el golpe de una de las piernas de Dylan diera donde antes había estado. El uno alzó la mirada sorprendida hacia el tres, quien le regaló una sonrisa que esperaba fuera fiera, a pesar de la confusión dentro de sí mismo como para preocuparse por esas cosas.

Con una posición de defensa se quedó pasos alejado de Dylan, esperando por el golpe. Recibió suficientes palizas por parte de Lanhart como para recordar que no debía atacar, si no esperar que lo hicieran. Sander percibió, todos alrededor se preparaban para una pelea, los músculos tensos, las miradas firmes...

— ¡No habrá peleas en mi deslizador!― gruñó la voz del piloto a través de las bocinas—. Cualquiera que continúe con esta mierda, puede volver a la resistencia conmigo. En caso contrario, si quieren comportarse como lo que son, pueden saltar ahora. Estamos sobre Polonia.

Sander bajó las manos y Dylan le dio la espalda. El movimiento volvió al deslizador, todos ataban los paracaídas a sus espaldas, abrochándolos en su pecho y piernas. El tres respiró profundo cuando la puerta se abrió. No debían estar muy alto porque se podían distinguir algunas luces de detectores en la parte de tierra, por lo demás, estaban dentro de una tormenta. Respiró profundo, se colocó detrás de Juliette y observó como el viento alborotaba el cabello de sus compañeros más cercanos a la puerta, todos se colocaban las gafas para ver en la oscuridad, aquellas que median la temperatura y velocidad del viento.

Comenzaron a saltar, primero fueron aquellos chicos que Sander no conocía, después fueron Erick y Marco. Dylan miró hacia atrás antes de saltar y luego fue Juliette, quien se quedó a dos pasos del vacío.

— ¿Es muy tarde para mencionar mi miedo a las alturas?― preguntó nerviosa.

— ¡Estaré a tu lado todo el tiempo!― exclamó Sander para hacerse oír por encima del fuerte ruido del viento.

Juliette asintió y sus pies abandonaron el deslizador. Sander esperó unos segundos y pronto solo había aire a su alrededor. Saltó, ni siquiera pensó en todas las cosas que podían salir mal.

Los relámpagos hacían vibrar el cielo nocturno, iluminaban la oscuridad, hacía que sus figuras fueran pequeñas en comparación con la noche. El deslizador dejó de flotar sobre ellos y se perdió entre las nubes.

Sander estaba empapado de la cabeza a los pies. Podía ver alrededor gracias a esos lentes de última tecnología, aun sentía los dedos de las manos apretarse fuerte contra las correas del paracaídas, preparado para el momento en que Dylan diera la señal para abrirlos.

El tres miró hacia abajo, para darse cuenta de que uno de los chicos abría su paracaídas antes de tiempo, quizá siendo presa del pánico o por simple accidente, antes de que pudiera hacer algo, un relámpago dio de lleno en la tela. Quemándolo en segundos.

Sander se quedó sorprendido, no sabía qué hacer.

— ¡Taylor!― pudo escuchar a Erick gritar a través de los intercomunicadores en sus oídos. Pero de Taylor ya no quedaba más que una masa cayendo en picada, expulsando humo.

— ¿Quieres hacer tu maldito trabajo?― rugió Dylan en su intercomunicador.

El tres sacudió la cabeza ¿Qué esperaba que hiciera? ¿Moverse a la velocidad de la luz en el aire? ¿Sin un punto de apoyo? Se obligó a respirar profundo a través de la máscara que se habían colocado antes de saltar. Estaba bien. Aun no conocía del todo sus habilidades, si con Lanhart había aprendido a controlar aquella energía inestable, entonces los rayos debían ser pan comido.

Vio como el cielo se iluminaba, se concentró en aquella energía, en llamarla como llamaba a la electricidad, en hacerla suya para controlarla. Cerró los ojos, soltó las correas del paracaídas y extendió ambas manos hacia la luz, pronto no fue más que un borrón en el cielo.

Abrió los ojos. Le dolía la cabeza, las palmas de sus manos ardían y se dio cuenta de que los guantes se habían quemado. Y a pesar de estar empapado, no sentía frio. Debería estar igual de muerto que Taylor, pero seguía ahí, con esa luz brillando por todo su cuerpo. No estaba controlando la energía, él era energía. Cada parte de su cuerpo respondía a los relámpagos que iluminaban todo. Y Sander se había convertido en un pararrayos.

No sabía cómo o de donde llegaban, cada vez que el cielo se iluminaba, sentía una sobre carga y no tenía idea de cómo deshacerse de la energía que ahora gobernaba sobre su cuerpo. Aun con las máscaras de sus compañeros puestas, aun con aquellos lentes, Sander podía sentir las miradas de todos ellos en él.

— ¡Abre ahora!―dijo una voz en su mente—. Dylan acaba de dar la orden, pero creo que tu intercomunicador está hecho mierda.

Fue en ese momento que el tres se dio cuenta que ni sus lentes, o cualquier aparato que llevara puesto servía, todo estaba quemado. Con una mano tiró de la cuerda para abrir el paracaídas y con la otra aplastó la pequeña bolsa de color negro en su cinturón. Sintió la luz cegadora y su sangre... esperaba que no se hubiese quemado.

No estuvo seguro de lo que sucedió primero, si el grito o la caída. Un tirón en su espalda le indicó que su paracaídas estaba abierto, pero una figura pasó a su lado, en caída libre: Juliette. No supo cómo o cuando fue que se movió, pero logró atraparla de una mano, sintió las uñas de la chica arañar su piel a través de los guantes. Estaba moviéndose mucho, gritando totalmente histérica.

Sander se dio cuenta de que el paracaídas de ella no estaba abierto, algo había fallado. Así que como pudo, tiró de ella hacia sí, atrapándola en un abrazo para que dejara de moverse. Cuando Juliette se percató de que ya no estaba cayendo, se quedó quieta, respirando agitadamente.

Aún estaban en el aire, sin embargo, las luces verdosas de los detectores, eran más cercanas a cada minuto. Sander pudo sentir como la tormenta volvía a cobrar vida a su alrededor, si un relámpago lo alcanzaba y Juliette estaba con él... terminaría carbonizada.

—Voy a lanzarte—dijo él, aunque dudaba que pudiera escucharlo a través de la máscara. Puso en la mano de Juliette la pequeña bolsa negra con la luz y su sangre en ella.

Sander esperaba que alguno de sus compañeros más cercanos pudiera atraparla, no era su primera opción el lanzarla hacia ellos, pero debía hacerlo si no quería que terminara igual que Taylor. Tomó a la chica por la cintura y la empujó lo más fuerte que pudo hacia el grupo que caía. Escuchó el grito de Juliette y luego como era sofocado por alguien más.

Miró a la persona que atrapó al paramédico del equipo. Sander reconoció a Dom, sosteniendo fuerte a Juliette.

Sintió alivio por ella y luego solo hubo dolor. El rayo lo alcanzó. Miró a sus compañeros una última vez. Y antes de que sus ojos se cerraran vio cómo su paracaídas se quemaba dejando solo el viento golpeando su cuerpo.

---------------------------------------------------------

Dylan pensaba en que era la primera vez que salía de la resistencia sin Cheslay. Las otras ocasiones en las sedes, ella esperaba en el deslizador. Algo faltaba si ella estaba lejos, aunque ahora tenía que concentrarse para completar su misión.

El piloto los dejó en la parte alta del rio. Estaban refugiándose debajo de uno de los puentes que se construyó al inicio de la guerra, era para trasladar refugiados. Aquel que estaba frente a la sede, el único punto por el que podían entrar a ese lugar.

El piloto esperaría por ellos hasta que terminaran con la misión y echaran abajo los sistemas.

Depositaban demasiada confianza en su pequeño equipo. Lousen los seleccionó personalmente, lo mejor de lo mejor para cazar a quienes cazan. Esos asesinos no sabían lo que les esperaba. Dylan se encargó de no dejar salir información, de que solo su equipo y Lousen supieran de esta misión.

Caminó dos pasos para mirar debajo del puente de concreto sólido. Podía ver el verde de los detectores, en cuanto los cruzaran, serían un blanco. Palmeó un par de veces el arma en su costado y sacó sus pies del rio, para dirigirse a donde su equipo se recuperaba poco a poco.

El agua salpicó sus botas y la parte baja de su pantalón, no le molestaba, no podían estar más mojados, después de saltar a la tormenta. Tal vez Sander tenía razón y estaba loco de remate.

Observó a su equipo. Juliette era la que estaba peor, sus manos no dejaban de temblar, pero Dylan no la necesitaba para atacar la sede, la necesitaba después del ataque. Sander estaba tendido sobre el concreto debajo del puente. Sus manos ya no brillaban con energía, parecía apagado, como si alguien hubiera presionado un interruptor. Dylan no admitiría en voz alta que se preocupó cuando caía sin que nada se interpusiera en su camino, hasta que Marco lo atrapó en plena caída. El muy hijo de perra lo salvó. Tal vez Sander si tenía un límite, después de todo.

Los demás parecían estar bien, sin contar a Taylor, cuyo cadáver estaba perdido en alguna parte del rio. Los otros dos estaban con Marco, quien sostenía una cuerda entre sus manos, una cuerda que daba a la parte alta del puente, donde Erick se columpiaba mientras hacía reconocimiento. Dom estaba en cuclillas frente a Juliette, tratando de calmarla sin palabras, solo sosteniendo sus temblorosas manos.

Alguien salpicó agua al lado de Dylan cuando cayó. Erick se rascó la nuca antes de ayudar a Marco a guardar la cuerda antes de que se mojara más.

—Informe― ordenó Dylan.

—Cambian de vigilantes cada hora. Hay cazadores, no pude ver ciborgs en el lugar, aunque eso no significa que no los tengan. Podemos tratar de desactivar uno de los detectores cuando Sander se recupere.

—Si Sander utiliza su energía ahora, va a freír todos los circuitos a la redonda. Eso nos delatará ¿Alguna otra forma?

—Dom podría entrar en la cabeza de alguien, ya sabes...

Ambos miraron al mentalista, el cual no les prestaba atención.

—No creo que seamos capaces de convencerlo de utilizar su habilidad frente a los otros—dijo Dylan.

—Marco es bueno con los sistemas, casi tan bueno como un siete. Podrías ordenar que desactive uno de los detectores mientras entramos, aunque tendría que quedarse afuera de la sede.

—Dudo que eso le guste mucho—respondió el uno, sintiendo una sonrisa dibujarse en sus labios—. Hagámoslo.

Hubo un ruido que por unos segundos llenó el vacío en el puente. Sander despertó, golpeando en diferentes direcciones mientras gritaba, sus manos se volvían a llenar de energía. Dylan recordaba la última vez que lo había visto así, cuando viajaban por el desierto y el tres quemó los neumáticos de su vehículo.

Todo el equipo lo observaba, algunos se llevaron las manos a sus respectivas armas, como si fuera posible detener a Sander solo con un disparo.

El tres se llevó las manos a la cabeza, presionando sus sienes com ambas manos, sus gritos fueron disminuyendo hasta que solo quedó un ligero quejido. Temblaba de la cabeza a los pies, Dylan sabía que no era por frío.

— ¿Estas bien?― preguntó Juliette, acercándose a él, controlando sus propios temblores.

Sander se sacudió ligeramente cuando ella quiso tocarlo en el hombro y una chispa que surgió en su mano la hizo retroceder.

— ¡La bolsa!― exclamó el tres, bajando las manos de su cara— ¿Tienes la bolsa?

Juliette asintió y le mostro un pequeño paquete de color negro. Algo brillaba en su interior. Ella se acercó para entregársela al tres, pero este negó enérgicamente

—Voy a quemar lo que hay dentro... Quédatela y una vez que entremos... si crees que estamos perdiendo, úsala y escapa. Te dará unos minutos.

— ¿Qué...?

Dylan supo que lo que menos necesitaba su amigo eran preguntas, él también estaba curioso por saber que guardaba dentro de esa maldita bolsa.

—Levántate—dijo—.Vamos a entrar ahora.

Sander apoyó las manos sobre el concreto y se puso de pie sobre sus temblorosas piernas. No era seguro para alguien del equipo acercarse a ayudarlo, podían llevarse una descarga por ello. Electricidad mas agua, no parecía una buena idea.

Juntos avanzaron hacia la salida del puente, Dylan explicó a Marco lo que tenía que hacer, pensando que se enfadaría por quedar fuera, este se encogió de hombros. Al uno le gustaría saber lo que él pensaba, si iba a traicionarlos o si realmente no le importaba formar parte de ese equipo. Quizá debió traer a Velika en el lugar de Marco, ella había suplicado que la dejaran ir. Y una vez más, tuvo otro motivo para extrañar a Cheslay.

Cubriéndose con las sombras del puente, aquellos puntos que no alcanzaban las luces de los detectores, fue que llegaron hasta esa pared con un ligero color verde. Marco ni siquiera esperó una instrucción, solo se puso a trabajar con una de las pequeñas esferas plateadas que irradiaban ese color verde.

— ¿Sabes lo que haces?― preguntó Dylan.

Marco estaba sentado sobre el suelo, moviendo una extraña herramienta dentro del detector, le regaló un ceño fruncido.

—Fue Lousen quien me entrenó cuando llegué a la resistencia—gruñó.

El uno enarcó las cejas. No necesitaba mejor confirmación que esa, de que Marco haría bien su trabajo. Dylan, además de los sietes, no conocía a alguien mejor para esos trabajos que su antiguo mentor.

Estaba perdiendo la paciencia, cuando vio como el detector parpadeaba un par de veces y luego se apagó.

—Tenemos unos minutos para atravesarlo—anunció Marco y después de recoger sus cosas se puso de pie.

— ¿Tenemos? Te quedas afuera.

—Entonces te deseo suerte tratando de desactivar los sistemas desde dentro.

Dylan sonrió. No le caía muy bien el sujeto, de hecho su agrado por Marco era nulo, sin emargo, tenía un punto a su favor. El uno asintió ligeramente y todos entraron en el lugar, por el hueco que se abrió entre los detectores.

Avanzaron en una formación que practicaron anteriormente, solo Sander no formaba parte de ella. Él estaba al final de la misma, justo detrás de Juliette, quien estaba en medio del tres y de Dom. Ella apretaba constantemente el bolsillo de su pantalón, donde había guardado la bolsa con la que Sander la había arrojado en el cielo. Dylan se sentía curioso sobre eso.

El uno tomó su arma y se concentró en las pisadas dentro del edificio principal. Había tres edificios en total, cuadrados con dos puertas, ventanas pequeñas y paredes gruesas de color gris. Y luego estaba la torre de control, muy alta, rozando con los detectores aéreos. Debían llegar a esa torre para desactivar los sistemas, se preocuparían por los cazadores después de eso.

Si desactivaba los sistemas, la resistencia podía enviar soldados en deslizadores y dejarlos cerca del área, después de la tormenta. Dylan hizo señales a su equipo, dando la orden de que se dividieran para rodear la torre, Juliette no se separaba de Dom y Sander. Cargaba pocas cosas, suministros médicos en las bolsas atadas a su pantalón. Podía atender una herida hasta que recibiera ayuda, pero no más. No una infección o algo mayor. Dylan escuchó una historia sobre ella, de como hizo una cirugía en pleno campo, ayudó a uno de los miembros de la resistencia. El uno no sabía si era cierto, deseaba comprobarlo.

Tomó una respiración profunda y empujó la puerta que daba a la torre. Le extrañó que no tuviera un código para poder entrar. Algo estaba en el fondo de su mente y no lo dejaba avanzar tranquilo, algo decía que era demasiado fácil. Estaban entrando a la sede de Polonia, una de las tres más grandes que existían. Aun así, habían desactivado un detector y avanzado hacía la torre en total silencio, con la seguridad de la noche.

Dylan sentía que algo más podría pasar. Aprendió de una mala manera que nada sucedía tan fácil. Hizo otra señal a sus compañeros, indicándoles que estuvieran alertas, cuando sintió todas las pisadas. Parecía que el lugar despertaba después de un largo sueño.

Los cazadores salían de todas partes, enfundados en sus trajes, apuntando sus armas a ellos, sus luces cegadoras. Para sorpresa de Dylan, su equipo reaccionó rápido, incluso Juliette tenia ahora un arma entre las manos. El uno no sabía cuántos cazadores había en ese lugar, pero comandando la legión, había tres personas que reconocería en cualquier parte.

Jordán, Jeremy y... Azul.

El uno dio una mirada a su derecha, para darse cuenta de que Sander no se había movido ni un centímetro, era el único de todo el equipo que no reaccionó a tomar un arma. Quiso tomarlo y golpearlo en la cara hasta que hiciera algo más que respirar.

Dylan seguía mirando a su equipo, pasando nota de lo que podían hacer para desactivar los sistemas y permitir el paso de la resistencia, tenían la torre a sus espaldas y un ejército al frente... cuando una voz firme de mujer rompió el silencio.

—Eres tú.

Y eso fue suficiente para que Sander rompiera la formación.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro