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17.- Humanidad:

Hola a todos.

Espero que estén muy bien. Aquí dejo otro capítulo, espero que les guste.

Bonita noche, recuerden que sus comentarios me ayudan a mejorar.

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Había pocas cosas que impresionaran a Dominique y aún más pocas eran aquellas que lo hacían sentir feliz o curioso, pero lo sucedido en la montaña lo hacía sentir como hacía muchos años no se sentía: vivo.

Se sentó sobre una de las rocas, dejando a Ian recostado sobre la nieve, le pidió a Day que llevara a Sam a su habitación. No se sorprendió cuando la chica se comportó agresiva, así que Day tuvo que usar la fuerza para llevarla, ganando una mordida no grave por parte de Patata, si Dom no hubiera ayudado a entrenar a esos perros, estaba seguro de que también se habría ganado una mordida. El perro se encontraba a un lado de Ian, mientras le pasaba la lengua por la cara y las manos de vez en cuando.

Dominique se preguntó cuándo despertaría, lo que hizo para dejarlo inconsciente no debería tomar tanto tiempo, y no es com si se hubiera equivocado, él no se equivocaba nunca en lo que a su habilidad respectaba. Recordó cómo fue la primera vez que escuchó voces en su cabeza, cuando creyó que se había vuelto loco, todas esas voces, esos pensamientos a los que no podía poner orden, ya que no eran suyos. También llegó a su mente el primer recuerdo que robó, pertenecía a su hermana, Day.

Sacudió la cabeza al sentirse observado.

Ian estaba despierto, se cubría los oídos con ambas manos, como si eso fuera a evitar que Dom hablara en su mente. El perro tenía las dos patas delanteras sobre el pecho de Ian, y pasaba la lengua por su cara una y otra vez, el chico solo cerraba los ojos y apretaba la boca, pero no soltó sus oídos.

Dominique no despegó la mirada de la escena, se preguntó quién se cansaría primero; Ian, el perro o él. Suspiró pesadamente y dirigió la mirada hacia las montañas, el sol se estaba ocultando por algunas nubes, aunque no lucían tormentosas, simplemente de paso. Era un buen día.

"Podría hacer esto para siempre" Escuchó la voz de Ian es sus pensamientos, una sola mirada al chico y se dio cuenta de que el primero en perder la paciencia seria él.

El gemelo se puso de pie con resignación y sacó a Patata de arriba de Ian, por la expresión del perro, supo que había lloriqueos, pero no podía escucharlos, y aun si pudiera, solo lo ignoraría.

El chico se sentó sobre la nieve, seguía cubriendo sus oídos.

"Sabes que puedo hablar dentro de tu mente ¿Verdad?" inquirió en pensamientos.

Los ojos de Ian se ampliaron a causa de la impresión, pero poco a poco bajó las manos, permitiendo a Dom ver cuán asustado estaba por toda la situación. Ian se sentó sobre la nieve, su espalda y cabello estaban completamente empapados, le temblaban las manos, pero Dom no sabía si era por frio o por miedo. El chico le regaló una mirada y luego fijó su vista hacia algo detrás del mentalista, el cual se dio cuenta de que miraba la entrada a las perreras de la resistencia, quería huir.

—Inténtalo y no tendré problema en atraparte—murmuró Dom. Siempre le resultaba extraño utilizar su voz con alguien que no fuera Day.

—Puedo hacer lo de antes...

Dominique sonrió y se acercó al chico, este retrocedió dos pasos.

— ¡No te acerques o te juro que...!

— ¿Me juras? ¿Qué es lo que juras? ¿Hacer lo de antes? Ni siquiera puedes controlarlo, estabas aterrorizado cuando te hice perder la conciencia.

Ian se detuvo de retroceder, aunque no abandonó su posición, estaba preparado para correr.

—Creí que podías hablar en mi mente—dijo con petulancia mientras se cruzaba de brazos.

—Te sientes más cómodo de esta manera—respondió Dom y volvió a sentarse, palmeando un sitio a su lado.

Pasaron unos segundos antes de que Ian accediera, se acomodó a un metro de distancia, manteniéndose precavido, cuidadoso.

—Quiero ir adentro—susurró—. Tengo frio y me duele la cabeza...

—Por el frio no puedo hacer nada, a menos que quieras un abrazo—contestó y abrió los brazos, una mirada de furia lo hizo reír―. Relájate, no voy a abrazarte—bromeó al tiempo que bajaba los brazos—. El dolor de cabeza no es mi culpa, es tuya.

— ¿Mia?

—Creaste todo eso, nos hiciste verlo.

— ¿Nos?

Dominique quería explicarle todo, se dio cuenta de que debía ser cuidadoso ya que Ian no parecía de los que aprendía rápido. O quizá solo estaba aturdido.

—Samantha, Day... incluso Patata, todos lo vimos, pero eso no importa, porque aquí realmente lo único interesante es como lo hiciste.

—No quería hacerlo, estaba asustado... Tu hermana le haría daño a Sam.

—Realmente no lo habría hecho ¿sabes?

—No, no lo sé. Ustedes están locos.

Dom se cruzó de brazos.

— ¿Yo? ¿Loco? Yo no fui el que hizo a todos tener una visión, incluso a tu novia ciega...

—No...— El gemelo creyó que diría algo respecto a la palabra "visión". —No es mi novia—dijo por fin y un rubor cubrió sus mejillas.

Dominique deseó darle un golpe en la cabeza para hacerlo reaccionar.

—Eso no importa, eres un niño para preocuparte por esas cosas, además...—Un movimiento al frente lo interrumpió. Siempre le costaba mucho percibir a Day cuando se acercaba tan sigilosamente.

— ¡Oh! ¡Mira quién lo dice! ¿No eras tú el que hasta hace poco tiempo lloraba por Vanesa? ¡Oh! ¡Mi querida Vanesa! ¿Qué será de ella? Si mal no recuerdo, tenías la edad del chico— Day hacia movimientos con las manos para dar énfasis a sus palabras.

El gemelo apretó los puños, si Ian no estuviera presente, se habría lanzado sobre su hermana y ambos comenzarian con un mar de golpes, y el general los habría castigado por pelear entre ellos.

—Cállate—espetó en su lugar.

—Oblígame—sentenció su hermana e hizo un ademan con las manos, lo estaba provocando.

—Todavía estoy aquí...—murmuró Ian.

—Yo lo sé—dijo Day—. Y él lo sabe, de lo contrario estaría tratando de estrellar mi cabeza contra las rocas.

—Ignórala—pidió Dominique y dejó de mirar a su hermana para centrar su atención en el hibrido.

—Sí, herbívoro, ignórame—se burló y abrió mucho los ojos.

Dom se llevó la mano a las sienes, le dolía la cabeza por lo de antes, por mantener a Ian a raya.

—No se irá, tampoco desaparecerá, pero es mejor ignorarla—comentó.

Su hermana resopló, Dom no podía escucharla, como no podía escuchar muchas otras cosas, pero podía leer mentes, leer los labios y percibir diferentes gestos.

—Volvamos al tema, Ian. Lo que hiciste fue impresionante, no ha existido alguien que pueda hacer lo que hiciste.

— ¿Lo que hice? La cabeza me está matando, y tú dices que es por mi culpa. Si este es el costo, no lo volveré a hacer—sentenció.

— ¿Qué no lo volverás a hacer? Te digo que eres excepcional y lo único que se te ocurre es no volverlo a hacer. Quiero que tengas presente esto—dijo mirándolo fijamente—. Tu mente no hará nada para lo que tu cuerpo no esté preparado. Pasaste muchos años sin entrenar, creyendo que eras un cuatro cualquiera, un cambia formas. Solo hacías lo que se te pedía, pero hasta hace poco comenzaste a entrenarte, tanto física como mentalmente, le dijiste a tu habilidad que ya estás listo para el siguiente paso.

— ¿Y cuál es el siguiente paso? ¿Eh?― inquirió enfadado— ¡Yo no quiero nada de esto!

Dom perdió la paciencia y se lanzó sobre el chico, quien iba a empezar a correr, pero en un parpadeo aplasto su cara contra la nieve, dejando el suficiente espacio para que respirara.

— ¡Escúchame!― murmuró en el oído de Ian— Yo tampoco pedí ser de esta forma, no quería robar recuerdos. Las cosas nunca serán como quieres, así no funciona. Sin embargo, eso no quiere decir que no puedas disfrutar de tus habilidades.

Ian solo murmuraba un par de frases bajo su peso.

—Te soltaré si prometes no huir—gruñó y lo dejó ir.

El chico tomó grandes respiraciones, una parte de su cara estaba muy roja, aquella que tenía contacto con la nieve, pedazos de hielo se quedaron en su cabello pero no hizo ademan de querer quitarlos.

Sin embargo, no huyó, en su lugar permaneció de pie frente a Dom. Sus ojos gritaban de enfado, y por primera vez desde que lo conoció, Dom no tuvo acceso a sus pensamientos. Aprendió bloqueo mental por instinto ¿Cómo? ¿Cuál era la capacidad de los híbridos para desarrollar por instinto algo que lleva años de práctica?

—Day robaba alimentos, su habilidad le ayudaba con eso, no solo eso, también solía hurtar la habilidad de aquellos en quienes cambiaba. Eso aterrorizaba a las personas, nuestro país de origen se encontraba en America del sur. Nuestros padres eran refugiados, después de los bombardeos, estaban asustados por lo que Day podía hacer. Así que oculté mi condición lo mejor que pude, fingiendo tener dolores de cabeza. No quería terminar en un campamento o en un laboratorio, las historias sobre esos lugares eran terroríficas. Un día, nuestros padres se fueron, dejándonos solos en un lugar lleno de contaminados y otros refugiados, fue un lugar base para una colonia, ahora es solo ceniza. Personas que ya habían perdido la cordura habían tomado el conreol. Robábamos alimentos y ropa, los inviernos eran crudos y los veranos asfixiantes—. Dominique tomó una respiración profunda y miró a su hermana, esta le dio un asentimiento para que continuara. En ocasiones solo necesitaba a Day.

Dom cerró los ojos ante la mirada atónita de Ian. Los abrió de nuevo y se sentó sobre la roca de antes.

—He investigado tu condición, Ian. Sé que pueden existir más híbridos como tú en lo que queda del mundo, sin embargo, eres al que tenemos acceso. Tuve la oportunidad de revisar las mentes de Belak y Sander... no había mucho de provecho en sus recuerdos, excepto un par de personas. Lo primero que llamó mi atención fue un recuerdo de tu hermano, era tu madre cuando estaba embarazada, pero había algo muy retorcido en la imagen. Ella estaba contaminada cuando te llevaba en su vientre, eso fue lo que definió tu condición. Tu hermano se convirtió en un evolucionado por medio del virus, él enfermó y al recuperarse se dio cuenta de lo que era, tú no, tú naciste así. Es lo que Belak trataba de ocultarte.

— ¿Borraste a mi hermano?― preguntó después de un momento.

—No. Lo único que no recuerda es el hecho de que hurgué en su mente. Por lo demás está intacto.

Ian asintió, como si comprendiera. Dominique se dio cuenta de dos cosas: El chico ya no planeaba huir, escuchaba atentamente y ya podía leer sus pensamientos.

Al parecer su poder se manejaba por medio de sus emociones. Algo que lo hacía muy impredecible y peligroso.

− ¿Qué soy?― preguntó en un susurro.

—Eres un ilusionista. El primero de tu condición.

El chico abrió los ojos por la sorpresa de dicho diagnóstico. Como si le hubiera dicho que tenía una enfermedad terminal.

—No, yo no...

— ¿No lo eres? ¿Entonces cómo es que todos vimos lo que tu veías? Puedes entrar en la mente de las personas, incluso en aquellas que tienen bloqueos mentales, como la mía o la de Samantha. Y puedes insertar imágenes en ellas. Eres el siguiente paso en la evolución.

Ian tragó saliva, sus manos se hicieron puños sobre la nieve, su boca temblaba en busca de palabras perdidas.

—Había alguien más como tú en los túneles. Lo vi en los recuerdos de Sander. Una niña.

Ian frunció el ceño, Dominique se dio cuenta de que removia sus propios recuerdos.

—Regina...— susurró Ian al fin.

Dom se sintió un poco cómodo al poder darle un nombre a aquella imagen que ahora formaba parte de él, esperaba que Ian no se sintiera solo.

Al ser un mentalista, no solo tenía acceso a los recuerdos de los demás a través del tacto, sino que hacia esos recuerdo parte de él, los hacia suyos, y así dolían. Sufrió por cada una de las muertes en los túneles al verlas en la mente de Sander. El robar recuerdos fue algo que aprendió a controlar con el tiempo, al igual que Dayriannys había aprendido a no cambiar de forma sin quererlo. Dominique aprendió a controlar el hambre que suscitaba ser un mentalista de su condición.

—No eres el primer hibrido que ellos conocen, pero al no saber de la existencia de estos, los catalogaron como algo que ya conocían, como simples evolucionados.

—Yo no nos llamaría simples—señaló Day tan fuerte en sus pensamientos que pareció hablar en voz alta.

Dom la ignoró.

—No es nuestra culpa ser así—. Ian demandó atención con su voz quebrada—. Fuimos al igual que ustedes victimas del virus...

—Nadie te está juzgando. Y te equivocas, nadie fue víctima del virus, todos lo fuimos de la estupidez humana y la falta de límites. El virus fue creado por humanos, evolucionados, híbridos, contaminados, incluso los radicales, absolutamente todo es consecuencia de la humanidad. Una pequeña acción pudo cambiar todo. Una pelea entre dos personas creció y fue la disputa entre dos países se convirtió en una catástrofe mundial...— Dominique dejó de hablar, no por falta de palabras, sino porque comenzó a recordar.

Sintió como su hermana se sentó a su lado.

— ¿No te parece curioso?― preguntó Day—. Mi hermano es uno de los más poderosos mentalistas que hay, es un evolucionado. Sin embargo, le falta un brazo, se dice que fue por el virus, que Dom fue contagiado. Durante mucho tiempo esta fue nuestra mentira, para evitar que las personas sospecharan que era un mentalista. Y lo creyeron, todos ellos... todos excepto Lanhart. Hasta que llegaron ustedes.

―Vivíamos en las calles, dos niños que no podían recordar su propia edad—. Había amargura en los pensamientos y en las palabras de Day—. Él tenía fuertes dolores de cabeza, tan fuertes que no podía mantenerse en pie por mucho tiempo. Yo utilizaba mi habilidad para robar comida, porque creía que lo que hacía falta a mi hermano eran alimentos, era tonta y tenía esperanza. Ocurrió algo inesperado, él se levantó una mañana y parecía nuevo, aunque entre mejor estaba Dom, peor estaba yo, olvidaba cosas de una forma alarmante, no sabía cómo eran mis padres, no sabía de donde venía o donde estaba. Un día incluso olvidé mi nombre. Dom se dio cuenta de lo que hacía, que en lugar de su hermana estaba quedando un cascaron vacío. Había personas en el lugar en que vivíamos, ellas nos golpeaban, nos... tu sabes las cosas a las que están expuestas los niños en esas circunstancias... los odiábamos a todos. Robaban nuestra comida, nuestra ropa, nos hacían su pasatiempo por las noches— .Su gemela apretó los dientes—. Hasta que Dom comenzó a alimentarse de los recuerdos de todos ellos, dejándolos vacíos. Y no sospechaban, no éramos más que un par de niños que pronto morirían de hambre o de cualquiera de las enfermedades que ellos cargaban. No pasó mucho tiempo para que se dieran cuenta de que mi hermano y yo no estábamos contaminados, ellos vieron que éramos evolucionados y quisieron entregarnos a los cazadores, yo tenía mi habilidad, que no funcionaba muy bien en aquella época, así que cuando quisieron llevarme con ellos, Dom se descontroló y mató a dos de esos hombres. Querían asesinarnos, sin embargo, uno de los líderes dijo que nos necesitaban a ambos si querían cobrar una buena recompensa en la sede de cazadores, así que simplemente ofreció un castigo. Se llevaron a mi hermano, me obligaron a mirar como cortaban su mano con las mismas herramientas que utilizaban para matar animales callejeros. Aun puedo escuchar los gritos de Dom al cerrar los ojos, puedo sentir la lluvia fría de ese día contra mi piel. Puedo ver como la noche cayó sobre nosotros en la jaula en la que nos encerraron para evitar que escapáramos, todavía puedo oler la suciedad en el ambiente.

Pasaron los días, las semanas, y nos arrojaban pedazos de comida para mantenernos vivos. Dom no podía alimentarse, no de comida ni de recuerdos, ya que su herida se había infectado por toda la suciedad en ese lugar... por todas las mierdas que nos lanzaban... No supimos cuándo o como fue, un día escuchamos gritos del lugar donde se ocultaban, el fuego comenzó a expandirse al igual que el olor a carne quemada. Los estaban matando, estaban muriendo. Yo estaba feliz por aquella masacre, quería que sufrieran, no me importaba morir en ese mismo instante si sabía que los vería sufrir en el infierno.

Un hombre llegó hasta la jaula en la que estábamos, Dom ni siquiera podía ponerse de pie, la infección lo mantenía con fiebre y alucinaciones. Su brazo estaba completamente perdido, inmóvil. El hombre nos observó por un momento y lo siguiente que supe es que viajábamos camino a la resistencia. Un solo hombre había matado y quemado a todas esas personas, un solo hombre nos rescató y nos dio algo porque seguir viviendo. Ocultó la condición de mi hermano y dijo que había sido una víctima más del virus. Cuidó de nosotros y nos entrenó para algún día poder cuidarnos solos. Le debemos todo...

—Lanhart es más que nuestro mentor—dijo Dom, al ver que su hermana no podía continuar. No la culpaba, a ninguno de los dos le gustaba recordar esa época, pero para que Ian comprendiera todo, para que supiera lo que le esperaba... para que entendiera...

El chico no podía vivir en un mundo de sueños para siempre, un mundo en el que se haría fuerte de la noche a la mañana. Además, parte de su habilidad como hibrido, era ser un mentalista, un nivel dos, y tarde o temprano, Ian también necesitaría recuerdos.

Necesitaba renunciar a su humanidad.

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No hay luz por ninguna parte, no se parece al silencio del tanque, ni a la sensación de agua alrededor. Ella está molesta. Los otros dos también lo saben, saben que seremos castigados.

No asesinamos a los exploradores en la colonia, no pudimos. Ella, yo conozco a ella a esa chica que evitó que me mataran, debió dejar que lo hicieran. Ambos son conocidos para mí, pero ahora la mayor está enfadada. Querrá desquitarse conmigo.

Puedo soportar lo que sea, los electrochoques, los golpes y el tanque... pero no las inyecciones. Esas son dolorosas más allá de la locura. No quiero que me toque, no quiero que se acerque.

Jordán y Jeremy le informaron sobre cómo fue la misión. Ellos no hicieron caso de mis suplicas ¿Cómo podrían? Son más maquinas que humanos.

Estoy hecha un ovillo en una de las esquinas de la habitación. Es a prueba de sonido y una vieja lámpara cuelga al techo. Es tan silencioso que puedo escuchar mi sangre correr y el palpitar de mi corazón. Quiero que todo se detenga.

La puerta se abre y por ella entra un hilo de luz, por unos segundos puedo saborear los químicos en el aire del exterior, estoy en un laboratorio, y cuando enfoco la vista puedo verlo. Una parte de mí se siente aliviada de saber que no es la mayor, sin embargo, al ver el maletín que el doctor Farmigan carga, no puedo evitar gritar y retorcerme de dolor aun antes de que las inyecciones lleguen. Las odio, las odio más que a nada.

Hacen que olvide todo, hacen que sea algo que no quiero. Siento el pinchazo en mi brazo derecho, aprieto los puños y los dientes, tan fuerte que siento mi boca sangrar.

Me obligo a repetir la misma frase hasta que todo se vuelva negro de nuevo:

Yo soy Azul... Yo soy Azul...

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