12.- La Colonia:
—No envíes a Cheslay a esta misión—pidió Dylan.
Entró en la oficina de Lousen justo detrás del líder de la resistencia, ni siquiera le dio tiempo de reaccionar.
— ¿Qué estás haciendo aquí? Deben partir en un momento, ve con tu equipo.
—No quiero que envíes a Cheslay a esto. Dame un arma y un piloto y te traeré la cabeza de quien hizo esto.
Lanhart soltó un resoplido que era mitad risa. Dylan lo ignoró. Raphael Lousen se rasco la barbilla y respiró profundo.
—No se salte la cadena de mando, soldado. Usted pertenece a un equipo, si necesita algo, hágamelo saber a través de su sargento. Eso es todo, fuera.
— ¿Qué?
—Usted y el soldado Aksana pidieron pertenecer a este equipo. No son especiales en este lugar, son milicia a mi disposición. Y sus órdenes son claras: Ofrecer ayuda a los refugiados. Ahora fuera, cualquier cosa que desee tratar hágalo con su oficial al mando.
Dylan se quedó unos segundos de pie. Sabía que Lousen estaba enfadado, eran muy pocas las ocasiones que lo había visto así. Captó la mirada de Lanhart, en ella encontró una pisca de burla, pero también precaución y enfado. Dylan se dio cuenta de que era la primera vez que lo veía sobrio desde que llegaron a la resistencia.
El uno les dio la espalda y salió de la oficina, sintiéndose más intranquilo que enfadado. Sabía que lo ocurrido en la colonia era algo grave, que el ataque desataba algo, aún no estaba seguro del que. También estaba el hecho de lo ocurrido en ese laboratorio y porque Lanhart parecía estar a cargo ¿Qué hicieron con Sander y cuál era la razón por la que el tres no recordaba nada? Dylan sabía que Cheslay tenía la sospecha de que había un mentalista involucrado en todo esto, tendría que averiguarlo después, antes necesitaba encontrar a Velika. Ni en sus sueños la iba a llamar sargento.
Corrió por la plataforma principal, dirigiéndose a los escalones. Su mano robótica raspando contra la barandilla cuando tomó impulso para saltar, esquivando a todas las personas que chocaban con él y le impedían el paso. Algunos lo miraron, pero la mayoría estaba ocupado cumpliendo órdenes. Nadie se quedaba sin hacer nada ya que la destrucción de la colonia era como un ataque directo a ellos.
Cuando cayó en cuclillas sobre la siguiente plataforma corrió hacia su habitación, donde se colocó un uniforme de color negro que estaba sobre su cama. No era muy diferente del atuendo de un cazador, excepto que este era más ligero y se adhería a él como una segunda piel. Atarse las agujetas de las botas fue muy fácil con su nueva mano, le sorprendía la facilidad con la que pudo adaptarse a ella, aunque al inicio pensaba que sería más un estorbo. Se puso la chaqueta de color negro por encima del uniforme y la placa al cuello.
Salió de la habitación y corrió hacia el hangar de despegue, donde sabía que su nuevo equipo lo estaría esperando.
Cheslay estaba ahí, con un uniforme similar al suyo, las botas, la chaqueta y la resistente tela de color negro. Tenía el cabello castaño atado en una fuerte trenza, tan apretada que sus grandes ojos se estiraban. Sus manos estaban cubiertas por un par de guantes, excepto los dedos, estos debían quedar expuestos por si necesitaba utilizar su habilidad, aunque Dylan sabía que ella solo necesitaba tocar la piel de sus atacantes cuando ya estaba en un punto de quiebre, débil, sin marcha atrás. Esperaba no tener que llegar a eso. Esperaba lograr que Velika lo escuchara.
—Te ves bien—dijo a la mentalista a modo de saludo.
—Tú pareces un cazador—. El tono de ella fue en broma.
No había más reproches, y por eso Dylan pudo sonreír.
—Y no me viste en mi mejor época—contestó mientras se acercaba y abrochaba la chaqueta de Cheslay—. Había mucho alcohol, drogas y...
—Mujeres—comentó una voz a su espalda. Era Erick—. No olvides a las mujeres.
—Sí, las había por montones— siguió Dylan.
Sintió el golpe en el hombro antes de verlo venir.
—Muy graciosos— espetó Cheslay.
Dylan vio como Erick se masajeaba el lugar donde ella lo había golpeado, justo en el hombro izquierdo. Su amigo tenia puesto el mismo uniforme que ellos, Dylan se sintió extraño al verlo así, ya que le recordó otra época, una en la que era un hombre diferente, un hombre perdido. Cuando ambos eran cazadores.
—Apuesto a que tenías montones de mujeres, si mostrabas ese aspecto— Day miraba al uno de abajo hacia arriba mientras pronunciaba esas palabras. Había una broma en ellas, pero también un reto, un desafío.
— ¿Quién invitó a la cuatro?― replicó Cheslay.
—Tranquila—dijo la gemela mientras cargaba su arma e interrumpía a Cheslay—. No me interesa tu novio. Si fuera de esa forma, lo sabrías.
—Desearía poder ignorar tus pensamientos— murmuró la mentalista.
—Eso es una lástima— atronó una voz fuerte que llamó la atención de todos. Velika—. Somos un equipo ahora y lo mínimo que espero es confianza, en ustedes mismos y sus habilidades, dejen fuera los bloqueos mentales, por lo menos para que no nos maten. No tienen qué ser amigos, pero tienen la obligación de cuidarse las espaldas. Erick será el segundo a cargo de este equipo, si algo me sucede, responderán a sus órdenes. Suban al deslizador, nos marchamos.
Velika tenía puesto el uniforme negro. Únicamente su brazo derecho, el que era robótico, estaba completamente expuesto. El tatuaje que llevaba sobresalía por su cuello. Se veía ruda. Admitió Dylan.
Cuando todos subieron al deslizador, Dylan tomó a Velika del brazo y la instó a seguirlo.
—Necesito un favor.
—Habla, no sé si te has dado cuenta, pero no tenemos todo el día.
—Quiero que le digas a Cheslay que no puede venir, que no está capacitada para esto, no sé, inventa algo...
Los ojos de Velika se oscurecieron, su mirada era fría, completamente en desacuerdo a la chica que siempre se mostraba agradable. Por unos segundos le recordó a su padre. Y entonces, Dylan tuvo una ligera idea de porqué la nombraron sargento de la elite.
—Cheslay Aksana es tan parte de este equipo como lo eres tú. No te equivoques, puedes hacer sugerencias, pero las órdenes se cumplen, no se discuten. Sube al deslizador y toma asiento, cada minuto que me haces perder es una vida menos allá afuera.
Ella le dio la espalda y lo dejó con la boca abierta. Dylan la siguió y la compuerta se cerró justo detrás de él. Tomó asiento al lado de Cheslay y esta le regaló una mirada llena de preguntas, él solo pudo negar ante las interrogantes, le dio una respuesta muda: Hablaremos después.
El uno sintió como el deslizador se elevaba y comenzaba el movimiento.
—Por cómo se han dado las cosas, no hemos tenido la oportunidad de entrenar juntos. Es más, han sucedido peleas entre nosotros, peleas que espero queden atrás— .Velika se sostenía de uno de los tubos del deslizador para mantener el equilibrio mientras les hablaba y caminaba por la pequeña plataforma—. Esto es todo lo que necesitan saber: Nuestro piloto es Dominique, su obligación es transportarnos, pero si las cosas se ponen feas, Dom tomará a los refugiados y se marchará, si tiene oportunidad, volverá por nosotros, en este caso nuestra obligación es resistir. Erick es el segundo al mando, no lo reten porque descubrirán cómo fue que se ganó ese puesto. Dylan, Cheslay, Day y Mirta son carne de cañón. Son ellos quienes estarán en tierra, ayudando a cuantos refugiados puedan y protegiéndolos de cualquier peligro. Su prioridad no es la batalla, es la protección. Y por último, el tesoro de este equipo, Juliette y Renier. Son los paramédicos. La obligación de absolutamente todo el maldito equipo es mantenerlos a salvo ¿Está claro?
—Sí, señor—se escuchó al unísono.
—Eso es todo. Descansen. En unas horas estaremos en la colonia.
Dylan recargó la cabeza en el asiento, mirando a sus compañeros, no conocía a la mayoría de ellos y mucho menos pensaba tener una relación amistosa. Le resultó extraño, echar en falta a Sander, ya que él lo había acompañado en sus últimos viajes. En lugar del tres, estaba Erick, con su supuesto liderazgo.
—Hey—exclamó el uno para llamar a su amigo.
Eso atrajo miradas de varios, él los ignoró.
— ¿Recordando viejos tiempos?― respondió Erick.
Dylan trató de encogerse de hombros, pero el cinturón lo mantenía firme.
—Más bien me preguntaba por qué todavía no empiezas a parlotear, que recuerde, volar te ponía nervioso y hablabas todo el camino.
Su amigo frunció el ceño, mirando al suelo, mientras apretaba el arma entre sus manos. Le era difícil hablar de lo que Dylan acababa de decir, y el uno no sabía la razón. Que él recordara, Erick no era una persona difícil de tratar y siempre hacia bromas sobre todo. ¿Qué ocurrió cuando se separaron? ¿Qué podía ser más horrendo que las pruebas de los cazadores? Al fin, Erick suspiró, fue una pausa demasiado larga, que pareció haber enfocado la atención de todo el equipo en él.
—Fue una época difícil, yo...
—No tienes que hablar de ello si no quieres—interrumpió Velika, era más una orden que una sugerencia.
— ¿Por qué siempre te metes en lo que no te importa?― inquirió Dylan, mirándola de los pies a la cabeza y agregó con ironía—. Señor.
—Se mete porque le importa, en realidad−señaló Erick.
— ¿Por qué la defiendes?
—Antes de ser mi sargento, es mi amiga.
El uno soltó una risa sarcástica.
— ¿Y eso en que me convierte?
—En un viejo amigo que debe cuidar su comportamiento. Lo que haces es insubordinación. Ten cuidado, puede que hasta ahora te hayan tratado con guantes de seda, pero la guerra que peleamos es dura y necesita de soldados más duros para ganarse. El entrenamiento de los cazadores es como una pesadilla sin propósito, comparado con lo que Lanhart puede enseñarte.
— ¿Por qué mejor no escuchamos algo de música?―sugirió Mirta. Era la primera vez que Dylan la veía. Estatura promedio y cabello rubio.
— ¿Sabes qué? Tú, la música y todo este maldito equipo se pueden ir a la mierda. Si trabajan con personas como Lanhart...
Una risa escalofriante lo interrumpió. Se inclinó sobre su asiento para mirar a Day.
— ¿El general es tu problema? Puede ser un cretino, cruel, ebrio y arrogante, pero es el hombre que salvó a la mayoría dentro de este deslizador. Cuida tus palabras— una amenaza latente.
— ¿No pueden llevarse bien por lo menos hasta que volvamos de la misión?− comentó Juliette. Alta, delgada y pelirroja, de mirada alegre. Aun no vivía los horrores de la guerra, pensó el uno—. Necesitamos dormir, todos. Además, si no se han dado cuenta. Dom tiene como cinco minutos tratando de llamar nuestra atención.
—Fue un chiste—dijo Day.
— ¿Qué?
—Un chiste. Eso fue lo que él trataba de hacer al mover su mano de esa forma, él dijo: Si yo me voy a la mierda, todo el equipo lo hará, soy el piloto.
—Oh.
—También dice que tendremos algunas turbulencias. Es todo. ¿Creen que haya lluvia acida? ¿Ustedes ya pasaron por eso? ¿No?―preguntó la gemela con curiosidad.
—La colonia es... era segura—contestó Velika—. No tenemos qué estar expuestos a la lluvia, tampoco a los cambios climáticos. Estaremos dentro de...
—Dentro de nada...— interrumpió una voz taciturna, Cheslay.
Dylan la miró fijamente, Cheslay evitaba todos los ojos que se habían posado sobre ella, todos excepto los de él.
—Puedo... puedo escuchar todo ahí abajo... Los detectores que resguardaban la colonia están completamente destrozados. Creo que hay un pequeño grupo de personas...
—Quiero que me digas dónde están esas personas—ordenó Velika, sin prestar atención al hecho de que Cheslay ni siquiera estaba completamente con ellos.
La mentalista parpadeó un par de veces, tratando de enfocar la vista en el lugar que se encontraban. Dylan no pensó las cosas dos veces y desabrochó su cinturón, trastabillando un poco fue que llegó al lugar de Cheslay, la tomó por las mejillas y la obligó a mirarlo.
—Está bien. Las cosas están hechas mierda pero necesitas concentrarte—susurró al sentir que la perdía. Él estaba asustado, tenía miedo de perderla, por eso no quería que viniera a esta misión, sabia como la afectaría todo el asunto de Azul—.Estoy aquí.
Dylan sintió que pasó una eternidad, hasta que ella fijó su vista en él, y eran unos ojos cuerdos, con una mente brillante y lucida detrás de ellos. Cheslay sacudió la cabeza un par de veces.
—No conozco el lugar, aunque había alguien, una persona... pensaba en coordenadas. Puedo dárselas a Dom, esto se convirtió en una pelea contra el reloj, ellos llegarán antes...
Velika asintió, pidió a Cheslay que la siguiera, ordenando que se sentara como copiloto, la mentalista siguió a la líder del escuadrón, y dio las indicaciones al piloto. El uno sintió como su columna vertebral se estiraba contra el asiento cuando la velocidad del deslizador aumentó.
Él tenía miedo, estaba aterrado de lo que esto le haría a la mentalista, ya que no solo tenía una conexión única con Azul, después de todos esos años enclaustrada en su propio cuerpo, siendo dominada por otra mente, no, no solo era eso. Dylan temía que si Cheslay debía decidir entre la vida de Azul y la de ella... El uno sacudió la cabeza. Era demasiado egoísta pensar de esa manera, pero a él no le importaba que el mundo se destruyera, que Azul y las colonias fueran atacadas, Dylan estaba bien mientras Cheslay lo estuviera, pero ella tenía la loca idea de querer salvar el mundo, aun a costa de su vida.
El uno supo que él haría lo necesario para mantenerla a salvo, aun si iba en contra de sus principios, aun si lastimaba a otros en el proceso. Si Cheslay estaba bien, entonces el mundo podía seguir girando.
El deslizador comenzó su descenso, y cuando tocaron tierra, ya todos estaban de pie con sus respectivas armas y los paramédicos con sus respectivos equipos. El gemelo abandonó su puesto y se colocó al lado de su hermana. Cheslay junto a Dylan y Erick. Ellos cuidando la espalda de los paramédicos, Velika, Mirta y los gemelos el frente. Dominique tenía la orden de asistir y ayudar a los refugiados a llegar al deslizador, si había algún peligro, llevarlos al a resistencia y después volver por ellos.
Lo primero que pensó mientras bajaba la compuerta fue que había visto miles de muertos en su vida y algunos mas ya no lo impresionarían. Estaba equivocado. Mientras la puerta bajaba, el deslizador se llenaba de humo, con un olor a carne quemada...Sintió náuseas y pudo ver como sus compañeros contenían la respiración.
Bajaron del transporte en grupo, él y Cheslay se separaron, con Mirta siguiéndolos, Erick cubría a Juliette y Renier. Dominique se quedó en la puerta mientras que Day seguía a Velika. No había otro sonido más que el de sus pasos. El humo ascendía en grandes cantidades, las casas y edificios completamente destrozados, todo a su paso estaba destruido y no había señal de vida. Ni siquiera animales. No había aves, no había carroñeros, a excepción de ellos, la vida estaba extinta en ese lugar.
—Sepárense y busquen sobrevivientes. Nuestro punto de reunión es el deslizador— ordenó Velika a través de su intercomunicador.
Dylan caminó, con Cheslay pisándole los talones, Mirta y Juliette los seguían. Necesitaban al paramédico por si encontraban a alguien herido. El uno pensó que sería una suerte encontrar por lo menos los restos de un muerto en aquella colonia calcinada.
— ¿Quién pudo haber hecho algo así?― preguntó Juliette.
—Un monstruo— contestó Mirta.
— ¿Habían estado en una guerra antes?― inquirió Dylan.
Ambas negaron. No, claro que no, estaba con novatas que solo sabían de estas cosas por medio de entrenamientos, hologramas y videos.
—Apenas es el comienzo— dijo y levantó su arma. Las inmunes lo miraron, esperando por algo—. Presten atención.
Sus pasos se escuchaban por todo el lugar, el detector con el que antes estaba cubierta la colonia, ahora colgaba en pedazos por todas partes, Dylan se dio cuenta de que algunos de los edificios parecían arrancados del suelo, las casas aplastadas como si el peso de todo un mundo hubiera caído sobre ellas. Como un uno, conocía todas y cada una de esas partes, de esos ataques, él podía levantar edificios pero a cambio terminaría agotado.
Sus pisadas levantaban polvo, no sabía si era tierra o las personas calcinadas, esperaba que fuera lo primero. El aire era casi irrespirable por el humo que ascendía, pero eso no les impedía seguir avanzando.
— ¿Qué fue eso?― inquirió Mirta alarmada y levantó su arma.
— ¿Cuál es tu categoría?― averiguó Dylan sin dejar de caminar.
— ¿Qué? Soy una humana, no tengo categoría. ¿No leíste los informes? Ni siquiera te has tomado la molestia de mirar las placas...
—Si tan solo eres una humana y no tienes los sentidos desarrollados de un evolucionado, significa que solo estas imaginando cosas. Concéntrate— objetó ignorándola.
Las dos intercambiaron una mirada de fastidio, pero siguieron a los evolucionados hacia el frente.
— ¿Escuchas algo?―susurró a Cheslay.
—No, no hay nada... antes había pensamientos, cuando estábamos en el deslizador, pero ahora no están...
—Eso es extraño.
—Sí, necesito pensar, concentrarme para saber, detectar una pequeña señal de vida.
—Vuelvan al Deslizador—escucharon en sus intercomunicadores la voz de Velika —. Erick los estará esperando, encontramos a los refugiados... tengan cuidado.
Volvieron sobre sus pasos, todos en silencio, aguzando el oído por si escuchaban algo, pero no había nada más que el viento susurrante.
—Este lugar me pone los pelos de punta— gruñó Juliette.
Divisaron su medio de transporte, no lo habían movido. Dylan pudo ver al gemelo caminando de un lugar a otro frente al deslizador, un círculo marcado en la tierra por la que pasaba, una marca profunda. Estaba nervioso, y el uno suponia que era difícil poner nerviosos a los gemelos. Erick salió a su encuentro y después de intercambiar un par de señas con Dominique fue que los guió.
— ¿Qué encontraron?−― preguntó el uno.
—Cadáveres, cientos de ellos. Estos no estaban quemados... el olor es insoportable. Los otros se resguardaron en un edificio cercano—respondió Erick.
— ¿No te parece curioso? — Su amigo lo miró de reojo mientras que Cheslay, Mirta y Juliette escuchaban con atención―. Hay cuerpos pero no hemos visto carroñeros. Infectados o no, los buitres ya deberían estar aquí, considerando el olor y la carne putrefacta. Tal vez algún otro animal, pero no hay nada, eso solo nos deja con...
El uno se quedó de pie, sus pies clavados al suelo.
— ¿Qué pasa?― urgió Cheslay.
—Es una trampa—respondió y salió de su estupor, corriendo lo más rápido que pudo, con los demás pisándole los talones.
Desde que pusieron un pie en ese lugar, Dylan se dio cuenta de que todos los edificios y casas habían sido arrancados desde sus cimientos, todos excepto uno, aquel en el cual dejaron a la vista de los cadáveres que no estaban quemados. Aquel sitio visible.
Dylan se concentró en las pisadas de sus compañeros, podía sentirlas en aquel edificio que aún estaba en pie, estaban todas ellas, las de Renier, Velika y Day. Ellos caminaban hacia la parte de arriba, pero había algo más, la última puerta del último piso.
— ¡No suban! ¡Salgan de ese lugar ahora!― gritó en el intercomunicador, pero no hubo una respuesta.
—Cortaron la comunicación—dijo Erick—. Iré por ellas.
—No, espera— pidió Cheslay—. Trataré de...— No terminó la frase y cerró los ojos. Ella buscaba la frecuencia mental de aquellos que estaban dentro del edificio― .Ya vienen.
—Deben darse prisa. Hay una bomba en el último piso.
— ¿Lograron activarla?― preguntó Erick.
—Es de tiempo. Debemos irnos de aquí—ordenó Cheslay.
Dylan podía sentir las pisadas de ellos al bajar las escaleras lo más rápido que podían. Debían llegar al deslizador, sin embargo ¿Qué pasaba con los refugiados? Sabía que había personas ahí, podía sentir las vibraciones de sus cuerpos, pero no sabía exactamente dónde.
—Cuando hay un depredador más grande y peligroso que los carroñeros, estos no salen o. A no ser que estén contaminados, pero esta era una zona segura hasta hace poco... Y no hay carroñeros en este lugar, lo que significa que...— Dylan trataba de hilar las cosas en voz alta.
—El depredador está cerca. Quien hizo esto no ha abandonado la colonia—completó Cheslay. Los ojos de la mentalista brillaron con una gota de esperanza, ella aún tenía fe de poder encontrar a la Azul que conocía en ese lugar. Él no.
Antes de que pudiera reaccionar, el cielo se oscureció por unos segundos, no, no era el cielo, era su visión. El edificio se venía abajo y sus compañeros aun no salían. Lanzó su arma hacia un lado y coloco las palmas contra uno de los muros del edificio que caía, sintió todo el peso de golpe y ahogó un par de maldiciones. Se consolaba diciendo que no tendría que hacerlo siempre, unos segundos mientras los otros salían bastarian.
Dylan sentía su respiración entrecortada. Erick gritaba un par de órdenes que el uno no podía escuchar, no sabía si eran para él o para alguien más. Sus pies comenzaron a barrer con el concreto roto del suelo, sentía como se hundía poco a poco, con el peso del lugar sobre él. Escuchó como se rompía uno de los cristales y sintió un par de pisadas más en el suelo.
— ¡Váyanse!― gritó.
En cuanto él lo soltara, en cuanto dejara que la gravedad lo venciera, la explosión y la caída del edificio los aplastaría.
—Day—ordenó Velika y antes de que Dylan se diera cuenta, la gemela estaba a su lado —. Los demás al deslizador ¡Ahora!
Cheslay estaba de pie, mirándolo debajo de esos escombros, como si ya estuviera muerto. Ella titubeó, pero Velika volvió a gritar la orden.
—Ve—dijo Dylan lo más fuerte que pudo―. Tú también lárgate― espetó a la gemela cuando todos se marcharon.
—Oh, cariño—dijo ella, mirándose las uñas sucias de manera ególatra−. Te hace falta la ayuda de tu amigo, el tres. De seguro, podría usar su velocidad para sacarte de aquí y correrían juntos hacia el atardecer...
—Lárgate— gruñó y el edificio cayó un poco más, haciéndolo retroceder y gritar.
—Te ofrezco algo mejor ¡Yo! – exclamó entusiasta.
Dylan se percató de dos cosas: Day era una evolucionada, y no una cualquiera, estaba frente a una cambia formas. Dos, ella había adoptado la forma de Sander. El uno no supo cómo fue que sucedió, pero un segundo estaba debajo del edificio y al otro dentro del deslizador. A su lado estaba la gemela en su forma normal, ella respirando agitadamente. Su compañeros los miraban, Dylan pudo escuchar el edificio caer y la explosión hacer temblar la tierra.
— ¿Qué...? ¿Qué demonios eres?― inquirió entrecortadamente mientras se alejaba de ella. Cheslay acudió a él y lo ayudó a sentarse. Sus músculos dolían, pero él podía con más que eso, solo que estaba sorprendido, y era difícil sorprenderlo. Nunca había visto a un evolucionado hacer lo que ella hizo.
—Soy una cuatro—explicó mientras se deslizaba por toda la pared del armatoste y se dejaba caer sobre el suelo―. Cambia formas, puedo tomar la habilidad de la persona a la que cambio por unos segundos. No he intentado cambiar en ti, pero luce agotador.
Su hermano se acercó hasta ella y colocó una mano sobre su frente, el ceño de él estaba fruncido, sus facciones preocupadas.
—Estoy bien—respondió ella a una pregunta formulada a través de señales.
— ¿Dónde está Renier?― preguntó Erick.
—Él...— Velika sacudió la cabeza para ordenar sus ideas―. Cuando Cheslay nos dijo que nos dirigíamos a una trampa fue cuando me di cuenta de que los intercomunicadores no funcionaban... los tres dimos la vuelta y corrimos hacia la salida, pero cuando llegamos a la segunda escalera, Renier volvió sobre sus pasos y corrió hacia la última habitación, no actuaba como si fuera él. Abrió la puerta y la bomba se activó, lo último que supe fue que Day y yo saltamos por la ventana para escapar... Por Dios, lo dejé morir... debí haberlo obligado a seguirnos...
—Habrías muerto también, tú, Day y también Dylan—dijo Cheslay, no era un tono de consuelo, era un hecho―. Alguien ejerció control mental sobre él. Ya habíamos hablado sobre esto, el enemigo aun está aquí, tenemos que permanecer atentos.
Velika asintió y se irguió tanto como pudo.
—Saldremos del deslizador, el sol esta por ocultarse. Busquen algún refugio, no podemos pasar la noche aquí, mantengan los ojos abiertos por si hay alguna persona viva. Si es un enemigo lo quiero muerto. Si es un refugiado lo quiero en el deslizador. Vayan en equipos. Day y Mirta. Juliette es la única paramédica que hay, ella se queda en el transporte con Dominique. Dylan y Cheslay van juntos. Yo iré con Erick ¡Andando!
Todos abandonaron el deslizador. Permanecían en silencio mientras recorrían las desoladas calles, Cheslay no hizo el intento de hablarle, pero él tampoco sentía la necesidad de hacerlo. Tenían demasiadas cosas por decirse, aun así permanecían callados. El silencio se volvía perturbador mientras más se adentraban en el sitio, no había sonidos, no había vida, no había nada. Dylan quería matar al responsable de eso y marcharse.
El sol terminó de ocultarse y no encontraron personas, volvieron sobre sus pasos, cuando divisaron una casa que estaba casi intacta, al menos la mitad de ella. Agua salía por las tuberías y no parecía estar quemada. Se acercaron con cuidado, Dylan no sintió bombas ni alguna otra clase de arma. Solo un par de ligeras pisadas.
—Hay alguien ahí― dijo a Cheslay. Ella asintió y después de cerrar los ojos un momento fue que comenzó a avanzar hacia la casa.
— ¿No te recuerda los viejos tiempo? ¿Cuándo escapábamos de Khoury?
Dylan sonrió.
—Si mencionas al diablo se te puede aparecer.
Ella soltó una ligera risa. Ambos bromeaban con eso, pero lo que menos querían era volver a tener un encuentro con esa abominación que había destruido la mayor parte de sus vidas. Cheslay se detuvo unos pasos antes de llegar a la casa destruida.
—Es una niñad―dijo en voz baja―. Está asustada así que no hagas movimientos bruscos.
Dylan se concentró en aquella personita oculta entre ruinas y oscuridad. Su corazón latía como el de un pequeño ratón, no estaba solo asustada, era la personificación del pánico. Asintió para Cheslay, indicándole que siguiera su camino. Él rodeó el lugar, por si la niña trataba de correr, ella llegó por el frente.
El uno estaba en lo cierto, la niña quiso correr, sin embargo, antes de que diera otro paso, él la tomó por los hombros y la empujó de vuelta a la seguridad de las ruinas. Estaba sucia, cubierta de polvo y tierra, algunas heridas visibles, el cabello revuelto y un poco quemado, el estado de sus pies era lo peor pues parecía haber corrido en ese lugar completamente descalza.
Cheslay se acercó despacio y dejó su arma a un lado.
—Está bien, somos amigos. Hemos venido a ayudarte ¿Estás sola?
No hubo respuesta.
— ¿Cómo te llamas?
Ellos intercambiaron una mirada cuando la niña no respondió. Hasta que miraron como se hacía un pequeño charco a sus pies, estaba aterrada, tanto que se había orinado del miedo.
—Está bien, ya me cansé de esto—dijo él y la alzó en brazos, ignorando la humedad de sus ropas y los temblores de la menor― ¿Guías el camino?
—Claro— Cheslay tomó su arma y caminó al frente, no parecía haber peligro.
Avisó a Velika por medio del intercomunicador que habían encontrado a una niña. Ella ordenó que la llevaran al deslizador, como si fueran a hacer otra cosa con ella. La líder del escuadrón dijo que ellos habían encontrado pequeños grupos de personas, pero nadie quería hablar. Parecían completamente aterrados.
Llegaron a donde estaban sus compañeros. Dentro de la nave ahora había más de veinte personas, todas con heridas, algunas graves y otras leves, Juliette corría de un lugar a otro, Mirta y Dom la ayudaban en lo que podían. Dylan dejó a la niña en manos de la paramédica y se unió al resto afuera del deslizador. La noche ya los había alcanzado.
Velika, Erick y Day hablaban cuando ellos llegaron. La líder sopló aire caliente sobre su mano y se frotó los ojos un par de veces. Estaba cansada, todos lo estaban.
—Dom partirá esta noche. En cuanto Juliette termine de atender a los heridos de gravedad. Se ira solo con los refugiados, volverá en cuanto pueda por nosotros, mientras tanto debemos resistir y buscar a más personas. Por lo pronto descansen. Day encontró un lugar seguro a unos metros de aquí. Es donde se ocultaban algunos de ellos―. Velika terminó de hablar y caminó en dirección al que sería su refugio esa noche.
Unas horas después vieron como el deslizador se elevaba en el cielo nocturno con rumbo a la resistencia. Esperaban que Dominique trajera apoyo.
Cuando tuvieron que dejar el deslizador, la pequeña niña que habían rescatado se aferró a la pierna de Dylan, ella lloraba, hasta que Cheslay la obligó a dormir por medio de control mental.
Day y Dylan tenían el turno de guardia esa noche, mientras los demás descansaban dentro de un lugar formado por un montón de rocas apiladas. Nadie dormía, solo trataban de descansar. Dylan se dejó caer sobre un pedazo roto de concreto y Day se recostó a unos metros de él, con la mirada perdida en el cielo.
—Así que eres una cuatro—comentó él.
—Querrás decir que soy la mejor de todos los cuatro.
—No he conocido a muchos.
—Realmente sabes cómo hacer sentir bien a una chica...
—No me importa hacerte sentir bien. Me interesa averiguar qué demonios sucede contigo y con tu hermano ¿También es un evolucionado?
Day le mostro una sonrisa maligna.
— ¿Por qué no se lo preguntas a él? Estoy segura de que le encantara responderte.
—Muy graciosa.
Dylan se cruzó de brazos para conservar un poco de calor.
—Pensé que eras diferente—dijo Day después de un momento, ella seguía mirando el ciel―. Creí que solo eras un patán arrogante y egoísta que veía solo por sí mismo. Pero luego vi cómo te lanzaste a detener ese edificio, nos diste el tiempo suficiente para escapar. Pudiste haber tomado a Cheslay y sacarla de ahí, en vez de eso decidiste salvarnos a todos. Igual que en el deslizador cuando viajabamos a la resistencia, tú decidiste hacerlo. Recuerdo que te pregunté por qué lo hiciste ¿Y cuál fue tu respuesta? "Porque soy asombroso" La contestación de un niño, de un idiota. ¿Qué eres, Dylan? ¿Un idiota o un héroe?
—No lo sé―murmuró―. No me malinterpretes. Hago todo esto para mis propios fines, por mis intereses, y ustedes son parte del camino, pero si llegan a estorbar... no dudaré en deshacerme de todos y cada uno.
— ¿Tu novia que piensa al respecto?― inquirió divertida.
—Ella cree que soy un asesino, no creo que mis acciones futuras cambien esa opinión.
—Qué triste— susurró la chica y el resto de la guardia lo pasaron en silencio.
Por la mañana recorrieron las zonas que evitaron el día anterior, aquellas que estaban más expuestas a un ataque, nada sucedió. Dylan aun tenía la impresión de sentirse observado, sin embargo, no se lo hizo saber a sus compañeros, ya estaban lo suficientemente nerviosos. Mirta apuntaba el cañón de su arma ante cada sonido. Juliette no sabía en donde estaba parada, Erick parecía muy cansado. Los únicos que parecían completos eran Day, Cheslay, Velika y él. Dylan estaba impresionado por la líder de escuadrón. Ella había demostrado por qué se ganó ese puesto, ya que destilaba autoridad en cada paso que daba. Si había una zona peligrosa ella iba primero. No se parecía a nada a la chica que lo sacaba de quicio dentro de la resistencia.
Encontraron otro grupo de personas, esta vez eran más de veinte, aunque menos de cincuenta. Peinaron toda la zona, ya no había rastro de nada.
Uno de los refugiados del grupo les dijo que eran lo último que quedaba de aquel lugar. Antes había miles de personas que habitaban la colonia, pero eso se acabó cuando de la nada los atacaron. Los edificios y casas comenzaban a caer, personas eran fulminadas por electricidad, el detector se vino abajo, dejando entrar a dos personas del exterior, estas asesinaban sin piedad y apilaban a los cadáveres frente al edificio principal... eso fue todo lo que vieron antes de huir. Las personas atropellaban las palabras al tratar de explicarles lo que sucedió. Decían conocer a los evolucionados y lo que eran capaces de hacer, pero nunca habían visto algo como eso.
Los llevaron hacia el lugar donde el deslizador debía aterrizar para pasar la noche. Cuando el sol se ocultó, ninguno de ellos pudo descansar, ahora todos montaban guardia, mientras Juliette y dos curanderos que habían encontrado en el grupo, iban de un lugar a otro auxiliando a las personas. Esa noche fue más larga que la anterior.
Cuando era cazador, Dylan había pasado varias noches sin dormir, pero siempre siendo estimulado por alguna clase de medicamento. Ahora estaba casi muerto, el uso de la gravedad con el edificio, el recorrer esa zona muerta, acarrear personas como si fueran ganado y sin dormir. Estaba agotado, quería llegar a la resistencia y dormir como si no hubiera un mañana. Lo que lo mantenía preocupado era el hecho de que el enemigo no había decidido aparecer. Ya podía sentirlos, sus pisadas, los latidos de sus corazones. Eran tres personas en total. Tres habían destruido todo ese lugar. Él no quería atacarlos hasta que el deslizador despegara y llevara a Cheslay lejos de ahí.
Estaba a punto de quedarse dormido, sus parpados se cerraban igual que las nubes sobre el cielo, cada vez que trataba de concentrarse en algo, resultaba más agotador.
—Deberías dormir un poco. Tú y Day no han descansado—dijo Erick.
—No.
— ¿No qué?
—No voy a llamarte señor—se mofó.
Erick soltó una risa.
—No me refería a eso ¿Por qué no quieres descansar?
—Aun no es necesario.
—Es el "aun" de esa oración lo que me pone a pensar. Has estado tenso las últimas horas ¿Qué viste?
—No he visto nada... puedo percibir algo. Hay tres personas aquí que no están invitadas a la fiesta.
Erick se puso tenso, sus hombros subieron y pasó la mirada por todo el lugar. Parecía un cazador, Dylan se preguntó si él hacía lo mismo, tal vez si, era una costumbre difícil de dejar atrás.
—No veo nada— dijo cuando terminó su exploración.
—No esperaba que lo hicieras. Tus sentidos no son los de un evolucionado.
—Sueles despreciar a las personas que no son como tú ¿Lo sabias?
Dylan se permitió una sonrisa sarcástica, tomó un pequeño montón de rocas con su mano robótica y las aplastó hasta que quedaron reducidas a polvo.
—No hay nadie que sea como yo.
—Fuimos entrenados en una sede de cazadores, ambos hemos visto cosas terribles. Yo lo dejé por una idea de libertad y tú lo seguiste por una chica. No, no hay nadie como tú, no creo que hubiera conocido a alguien más egoísta. Te agradezco que me perdonaras la vida aquel día, hace tantos años, pero aquí ya no somos esas personas, somos rebeldes, somos un equipo y no te puedes dar el lujo de ser egoísta, mucho menos en una misión de rescate.
El uno no respondió, aunque quisiera no podía. Erick, al igual que él, cambió mucho con el tiempo, no solo físicamente, si no que su carácter se había endurecido. Ya no peleaba solo por gratitud, ahora lo hacía por un ideal, y eso lo convertía en alguien peligroso. Deseó, por un segundo, cambiar de persona y que fuera Sander en vez de Erick, por lo menos con él se entendía de alguna manera, pero no quería que su amigo viera lo que tenía planeado hacer con la persona que provocó todo en la colonia.
—Tienes razón—dijo después de un momento―. Iré a dormir.
Se incorporó, caminó alejándose de Erick y su palabrería, Dylan no necesitaba palabras de nadie y mucho menos de un equipo al que no consideraba competente. Se alejó lo más que pudo del grupo, se recostó sobre la fría y dura tierra, mirando hacia el cielo cubierto de nubes. No habría una tormenta, pero un cielo nublado significaba frio. Colocó su mano de carne y hueso contra la superficie, para poder sentir cualquier ataque. Cerró los ojos un momento y la oscuridad lo reclamó.
Por unos segundos todo fue paz, solo estaba él en un mundo oscuro y vacío.
— ¿Qué hace a un hombre ser un hombre? ¿Son sus orígenes o su crianza?
El uno se dio la vuelta al escuchar aquella voz, aunque era muy conocida, hacía años que no la escuchaba. Era la voz de un muerto.
− ¿Qué estás haciendo aquí?― Se escuchó preguntar, pero no era su voz, era la voz de un niño pequeño.
—Dylan, presta atención.
— ¿Qué está pasando?― Se puso de pie y solo entonces se dio cuenta de que había estado sentado sobre una vieja butaca. Su corazón palpitaba rápido, hacía mucho tiempo que no se sentía tan asustado. Miró sus manos y estas eran pequeñas, no había señales de su arma por ninguna parte.
—Eres un bebe miedoso― dijo una Cheslay pequeña. No podía tener más de diez años.
Miró al frente, Daphne, la madre de Cheslay estaba dando una de sus aburridas clases de historia a los niños, cuando aún no les asignaban un tutor. Él reconocía esa escena, esas personas, ese salón de clases dentro del complejo militar.
—Sal de mi cabeza—gritó desesperadamente. ¿Qué estaba pasando? Daphne estaba muerta ¿También soñaría con Nefertari?
—No, ella murió y tú la olvidaste— dijo la pequeña Cheslay.
— ¡Ya basta!― gritó y mordió su lengua lo más fuerte que pudo.
Dylan abrió los ojos y se incorporó rápidamente, tanto que la cabeza la dio vueltas, antes de poder enfocar bien la vista colocó sus manos frente a sus ojos, solo para observarlas, una robótica y otra de carne y hueso. Estaba en el presente.
Se dio cuenta de que alguien lo estaba mirando, se puso de pie y tomó su arma para pasar de largo al gemelo, quien lo observaba con curiosidad. El hecho de que Dominique ya estuviera ahí, lo alertó de los dos deslizadores sobre tierra, el gemelo había ido y venido con ayuda, los refugiados se dirigían a ellos, siendo guiados por el equipo.
— ¿Qué quieres?― le espetó al gemelo cuando este no dejó de mirarlo.
Dom se señaló la boca y caminó alejándose de Dylan. El uno se llevó la mano hacia sus labios solo para encontrar un rastro de sangre. Lo había hecho, se provocó dolor para despertar. Tomó una gran bocanada de aire y se dirigió a sus compañeros, pero un movimiento captó su atención.
Dylan apuntó su arma hacia los escombros y abrió fuego. El enemigo decidió salir de su escondite.
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