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Hoy Félix se ha levantado de mejor humor que lo normal, lo que no quiere decir que esté de buen humor. Simplemente es uno de esos días en los que se siente neutro, como si nada pudiese afectarlo pero sin dejar de lado su personalidad apática y silenciosa habitual.
Debido a esto ha decidido intentar algo que no ha hecho en mucho tiempo: ir a una cafetería él solo. Su hermano está con sus amigos y su padre y Minhee en el trabajo, por lo que se encontraba solo en casa y sentía que el silencio comenzaba a agobiarlo un poco. Y entonces ha recordado, como si de una vida pasada se tratase, cuando pasaba horas sentado delante de un café haciendo tareas de clase en completa soledad en cualquier bar de su ciudad natal en Australia.
Ahora se encuentra sentado en una mesa apartada de una pequeña cafetería que se encuentra a unas calles de distancia de su apartamento y que es la única que ha visto que dice tener wifi al servicio de sus clientes. Se ha pedido un chocolate caliente, intentando confortar a su cuerpo helado por el tiempo frío. No ha pedido un café porque no cree que la cafeína ayude mucho a su ansiedad en esos momentos.
Porque en un primer momento estaba muy convencido de sentarse allí a terminar uno de los trabajos que tiene que hacer para sus clases, pero poco a poco ha ido perdiendo esa seguridad. A duras penas es capaz de prestarle ya atención al portátil después de media hora allí, creyendo que en cualquier momento el camarero llegará para decirle que tiene que irse o alguien se quejará de su presencia allí. Ha intentado dar un paso para el que en realidad no estaba preparado.
Cierra los ojos unos instantes cuando está a punto de tirarse el chocolate por encima cuando cree que una mujer sentada un par de mesas más allá parece echarle una mirada asesina que seguramente solo exista en su imaginación. Intenta centrarse en recuerdos bonitos, como le ha aconsejado que haga su psicólogo en alguna ocasión. Solo se le ocurre pensar en su madre cocinando tortitas para desayunar un domingo cualquiera con la radio encendida con el volumen a tope. Puede escucharla cantar y ver su sonrisa cuando deja el dulce en frente de su plato.
Siente sus ojos aguarse ante la imagen. Se pregunta en qué momento creyó que pensar en ella iba a ayudar, porque ahora solo siente un nudo en su pecho que hace aún más difícil que se calme un poco. Va a llorar en frente de un montón de desconocidos, y seguramente a tener un estúpido ataque de pánico. La situación no puede ir a peor.
-Hola, Félix. Siento molestar, pero te he visto aquí y he pensado que estaría bien venir a saludar.
Se queda petrificado cuando una voz conocida suena a su lado. Ha estado tan absorto en sus propios pensamientos que no se ha dado cuenta de cuándo ha llegado alguien hasta su mesa. Levanta la vista poco a poco para encontrarse con Changbin, que le sonríe tímidamente con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones de chándal.
Él es la última persona que pensaba encontrarse en ese lugar. Le cuesta un poco procesar que en verdad está allí. Lo primero que hace nada más consigue desbloquear su cerebro es pasar sus manos por sus ojos humedecidos para intentar disimular el desastre mental que está hecho.
-Sí, hola. Siento no haberte escuchado llegar, estaba concentrado.- murmura Félix con rapidez, intentando aparentar que en verdad estaba trabajando en su portátil. Su voz suena ligeramente rota, cosa que se apresura a camuflar carraspeando ligeramente.
-¿Te encuentras bien?- el de cabellos oscuros frunce el ceño con preocupación, notando que no se encuentra bien por mucho que intente ocultarlo.
-Perfectamente.- miente descaradamente el pecoso. Changbin alza una ceja, casi divertido por el atrevimiento del otro.- Bueno, no mucho.- reconoce algo avergonzado.- Pero nos conocemos de un grupo de terapia para adolescentes. No creo que esperases que mi cabeza fuese un mundo de unicornios y arcoíris.
El mayor de los dos suelta un inicio de carcajada ante el intento de bromear del chico. Félix aprovecha para admirar lo fascinante que es la sonrisa de Changbin. Parece como si esta no llegase completamente a sus ojos, que se encuentran presos de una ligera chispa de incomodidad. Está muy lejos de esas sonrisas perfectas que encandilan a todo el mundo, pero al rubio le resulta mucho más atrayente que cualquier otra.
-La verdad es que no me esperaba unicornios, pero tienes pinta de ser de los que les gustan los gatitos.- replica todavía sonriendo, arrancándole una mueca parecida a una sonrisa al otro.- ¿Te importa si me siento?- Félix niega con la cabeza, por lo que se apresura a tomar asiento en la silla frente a él.- En realidad quería acercarme también para pedirte disculpas por lo del otro día en terapia. Estoy acostumbrado a pasar tiempo con Hyunjin y Jeongin, que son como dos koalas, y a veces se me olvida que hay gente a la que no le gusta el contacto físico. Solo quería disculparme por hacerte sentir incómodo.
Félix se queda boqueando por unos instantes. Lo que menos esperaba en ese momento era una disculpa por su pequeño episodio de pánico de días atrás. Ha estado pensando que Changbin lo consideraba un raro y un exagerado toda la semana. Él lo pensaría si alguien tuviese las reacciones que él tiene. Porque él es la perfecta definición de trastornado.
-No es necesario que te disculpes, no fue culpa tuya. Simplemente te acercaste un poco.- murmura, sin saber muy bien qué es lo que debe decir.- Mi cuerpo reacciona automáticamente ante ciertas situaciones. El que debería disculparse soy yo por haber reaccionado de esa manera tan exagerada por nada.
-Eso sí que no es necesario. No pienso que tú tengas la culpa de lo que hace tu cabeza por culpa de tu trastorno.
-Gracias.- es lo único que se le ocurre después de esas palabras que han tocado su vena emocional.
-Por nada. Sé que es difícil no poder controlar tu propia cabeza.- su contestación le parece completamente sincera, por lo que se siente aún más agradecido con ese chico que es casi un desconocido para él.
Entre ellos se produce unos momentos de silencio en los que cada uno parece sumirse en sus pensamientos. Contra todo pronóstico no es un silencio completamente incómodo, si no que hay rastros de una sosegada tranquilidad que hacía mucho tiempo que el pecoso no sentía con nadie fuera de su núcleo familiar.
-¿Volverás mañana a terapia?- le pregunta Seo con genuina curiosidad.
-Esa es la idea. Pero no puedo decir seguro que lo siga siendo mañana.- responde con sinceridad mientras se encoge de hombros.- Supongo que ya sabes cómo va esto de la ansiedad. Nunca se sabe. Además de que la terapia de grupo me resulta mil veces más cansada mentalmente que la normal.
-La verdad es que al principio sí que es bastante complicada.- le concede él torciendo un poco el gesto, quizás recordando sus primeras sesiones.
-Pero parece que todos estáis ya bastante cómodos. No creo que yo llegue a esos niveles de estabilidad pronto.
-Nosotros llevamos ya bastantes meses haciendo la terapia grupal. A todos nos atendía Chan como psicólogo. Un día se le ocurrió la brillante idea de juntarnos para una sesión y así nació el grupo de terapia.- le explica mientras se recuesta en la silla con pereza.- Al principio fue súper incómodo y complicado para todos, pero ahora hasta somos buenos amigos. Solo hay que darle tiempo.
-Tiempo.- suelta la palabra en forma de carcajada, enfrentándose de nuevo a esa palabra a la que ya ha empezado incluso a tener asco.- Hace dos años y medio que intento darme tiempo y no veo que pase nada.
-Todos hemos estado dónde estás tú ahora. A mí me costó mucho dar con una medicación que regulase mis episodios maníacos y depresivos, y ahora llevo algunos meses bastante estable. Al final todo pasa.
Félix se siente un poco tentado a rodar los ojos como respuesta automática ante la última frase, pero se da cuenta a tiempo de que esas palabras no vienen de cualquier persona, sino de Changbin, un chico de su edad con un problema similar al suyo en ciertos aspectos. No es la misma frase de ánimos que parece casi programada del resto de personas. Estas palabras van cargadas de experiencia personal, aunque no sea del todo palpable.
-Espero que tengas razón.- suspira al final.
-Bueno, creo que ya te he molestado lo suficiente. Nos vemos mañana, si todo va bien.- se despide Changbin levantándose a la vez que suspira pesadamente, como si estuviese cansado.
-Hasta mañana.
El que queda atrás ve como el mayor se aleja después de dedicarle una nueva sonrisa tímida. Camina con las manos en los bolsillos en dirección a una mesa al otro lado del local. En esta lo espera una chica que parece algo menor que él, de cabellos lisos muy oscuros y piel pálida, muy bonita. El chico se sienta en la silla frente a ella, que le sonríe de manera adorable, y comienzan a conversar con naturalidad.
No debería, pero siente un ligero pinchazo en su pecho al ver lo cómodo que parece sentirse Changbin. Es casi inevitable para él compararse con esa chica desconocida y pensar que nunca nadie lo va a mirar con la misma ternura con la que Changbin la mira a ella. Él no está hecho para esas cosas.
Abatido decide abandonar de una vez esa cafetería. El hecho de ir en primer lugar ha sido una completa estupidez impulsiva. Solo ha conseguido arruinar por completo su día, pasando de un estado de ánimo neutro a un humor horrible en cuestión de menos de un par de horas. Es mejor que vuelva a su casa, a la comodidad de su habitación.
Cuando cruza la puerta se siente tentado a girarse para ver si Changbin ha notado que se ha ido, pero le aterra la idea de que el chico lo encuentre observándolo. Se obliga a mantener la mirada al frente.
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-Buenas tardes.- saluda al cruzar la puerta de la consulta de la clínica en la que asiste a terapia de grupo al día siguiente.
Por un momento se ha sentido tentado de no aparecer por allí. Solamente tomarse una sesión de descanso y volver la semana siguiente. Pero todo se ha ido al garete cuando Seungmin le ha dicho que no iba a poder ir a buscarlo a la salida porque ha quedado con unos compañeros para hacer un trabajo, y le ha comentado su plan de no asistir a la terapia. La mirada de decepción en el pequeño, el cual ha intentado comprender sus motivos de todas maneras, no ha dejado que se quedase en casa sin sentir remordimientos.
-Buenas tardes, Félix.- Chan se encuentra al lado de la recepcionista, revisando algo que esta le enseña en el ordenador frente a ella. El chico apenas levanta la cabeza para hablarle.- Puedes ir pasando a la sala. Yo iré ahora mismo. No os haré esperar mucho.
Asiente con la cabeza y echa a caminar en la dirección ya conocida. A medida que se va acercando escucha las voces de los chicos que esperan dentro conversando de manera animada. Respira profundamente dos veces antes de abrir la puerta y dar comienzo a una nueva sesión de terapia grupal para él.
Cuando ingresa al lugar los chicos le dedican fugaces saludos. Como siempre, todos se encuentran ya allí sentados en sus sitios habituales. Le alivia un poco comprobar que va interiorizando poco a poco la rutina que supone asistir a esas sesiones y que ya no se siente tan nervioso como en la primera, aunque la incomodidad persiste.
-¿Qué tal ha ido vuestra semana?- les pregunta Chan cuando se encuentra ya sentado entre Félix y Hyunjin.
-Yo he conseguido ir a comer a una hamburguesería por primera vez en meses con Jisung. A él le encanta ese sitio.- toma la palabra con orgullo Minho.- Fue un poco incómodo y me costó casi una hora comer la hamburguesa, pero no quedó nada. Creo que es la primera vez en años que como en un restaurante sin sentirme culpable.
El chico sonríe con verdadero orgullo por su hazaña. Félix se pregunta por un momento cómo de frustrante debe ser que tu relación con la comida sea tan mala que no puedas ni salir a comer una simple hamburguesa con tu pareja sin odiarte a ti mismo. Nunca se había parado a pensar en que la comida es algo extremadamente presente en nuestro día a día, y que las personas con trastornos alimenticios tienen que lidiar con su problema casi a cada momento.
-Apuesto a que Jisung lloró.- bromea Hyunjin.
-Yo no apuesto nada, estoy seguro de que Jisung lloró.- le sigue la corriente Changbin.
-No seáis malos.- les reprende Chan con una mirada asesina.- Eso es un gran paso para Minho, y el hecho de que su pareja estuviese allí para apoyarlo es algo a tener en cuenta. Es bueno que tengas a alguien como Jisung que esté contigo en esos momentos difíciles de tu recuperación.
-Para que os voy a mentir, cuando llegamos a casa lloramos un poco los dos, no solo Jisung.- comenta el protagonista sin vergüenza.- Pero quería que tuvieses algo bueno que anotar en tus papelitos por una vez en la vida, Chan. Siempre estoy con pensamientos negativos y esas cosas, y me parece que ya me iba tocando hacer algo bien.
-Claro que es algo bueno para que yo anote.- el psicólogo también parece orgulloso mientras escribe en los papeles de su regazo como ha dicho.- ¿Alguien más tiene algo que compartir?- los demás niegan con la cabeza mirándose entre ellos, poco convencidos.- ¿Félix?
El adulto suelta su nombre mirándolo directamente, cosa que hace que las alarmas de Félix se enciendan en un código rojo. No se esperaba ser interpelado de manera tan directa. Ahora siente que tiene que comentar algo sí o sí, pero no se le ocurre nada. Comienza a boquear ligeramente, pensando lo más rápido posible. La tensión en su cuerpo es cada vez más alta.
-La verdad es que he estado toda la semana haciendo trabajos para clases encerrado en mi habitación. Solo he salido de allí para lo imprescindible.- se decide a decir después de unos segundos en los que todos lo observan en silencio.
-¿No has salido de tu casa?- la pregunta extrañada de Jeongin hace que se sienta un poco avergonzado de sí mismo.
-Bueno, he intentado ir a un café yo solo como hacía cuando vivía en Australia, pero no ha salido tan bien como la aventura de Minho con las hamburguesas. Yo me tuve que ir porque estaba al borde de un ataque de ansiedad.- mira sus manos mientras habla, incapaz de encontrarse con la mirada de nadie en esos momentos.
-¿Puedes intentar explicar qué es lo que te hace sentir ansiedad en situaciones como esa?
Se muerde el labio con fuerza, tomándose unos instantes para pensar en la pregunta que ha formulado Chan. Nunca ha intentado explicarle a nadie cómo se siente en esos momentos, solo tiene que decir la palabra ansiedad y todos parecen comprender sin más lo que es.
-Pues... Creo que es como si todo el mundo me mirase y me estuviese juzgando.- le parece bien comenzar por ahí, ya que lo primero que se le viene a la cabeza al pensar en ello son miradas acusadoras que realmente no están ahí.- A veces parece que todo a mi alrededor pasa a cámara lenta y que yo solo soy un personaje secundario en la vida de alguien más. Cuando es muy fuerte casi parece que me salgo de mí mismo y veo todo en tercera persona.
-Lo que describes se llama disociación. Es más común de lo que crees en personas con ansiedad.- como siempre, Chan habla mientras anota cosas en sus papeles, cosa que Félix admira por la capacidad de concentración necesaria para hacerlo.- ¿Hay algo concreto que te recuerde al trauma cuando eso pasa?
-No lo sé. Todo es muy confuso. A parte, después no suelo recordar todo, solo pequeños fragmentos que no tienen mucho sentido.
Aunque sí que es verdad que no recuerda del todo sus ataques de ansiedad y que los recuerdos que le quedan son muy confusos, no está contando toda la verdad. A veces, cuando las miradas de la gente que lo juzga son más fuertes, tiene la sensación de que él se encuentra tras él, observándolo en la distancia y jactándose de lo que hizo. Siente el mismo escalofrío que sentía cuando estaban en la misma habitación, y el miedo es tan real que lo paraliza.
Pero hablarle de ello a Chan conlleva contarlo delante de los demás también, y no se ve preparado para hablar de algo tan sumamente íntimo delante de esos chicos todavía. No puede desenterrar el pasado delante de unos desconocidos, le es imposible siquiera plantearse hacerlo.
-Yo hago eso de disociar cuando estoy en un episodio depresivo, sobre todo en los fuertes.- Changbin comienza a hablar antes de que Chan le formule otra presunta al pecoso, notando que este se encuentra más incómodo de lo normal.- Me he pasado semanas enteras viendo mi vida como si fuese una película casi todo el tiempo. Una un poco aburrida, pero como una película al fin y al cabo.
-Hoy estás muy participativo, Bin.- comenta Jeongin, que por el contrario parece tener un mal día y está más callado de lo normal, aunque su tono no parece de reproche. Félix no cree capaz al menor de ser cruel con nadie a posta.- ¿Ha pasado algo que te ha puesto contento?
-Mi hermana la cerebrito ha vuelto de vacaciones de su escuela para genios. He pasado los tres últimos días con ella y eso me pone de buen humor.- responde el acusado encogiéndose de hombros.- Pero se irá en un par de días. Ya sabéis, el deber de los niños superdotados con sus estudios. Tengo que aprovechar porque cada vez la veo menos.
Félix se queda procesando por unos segundos la información. A su mente llega como un fogonazo la imagen de la chica con la que estaba Changbin en la cafetería el día anterior. Ahora que menciona la palabra hermana se ve capaz de sacarles parecidos que antes no había notado.
No sabe por qué, pero siente un ligero alivio al darse cuenta de que la chica no es nada menos que su hermana menor.
Otro caaap.
No llevo el mismo ritmo que antes, pero he conseguido que me vuelvan las ganas de estar activa en Wattpad y no sois conscientes de lo feliz que eso me hace. Espero que esta historia os guste tanto como a mí.
Os amo <3
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