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-Siento que tu primera impresión sea esta, Félix.- suspira Chan una vez da por concluida su pequeña discusión con el chico llamado Minho. Parece realmente afectado por el pequeño espectáculo que han montado.- Puedes sentarte donde quieras. Vamos a empezar ya.

Siente como sus nervios van en aumento mientras decide que sentarse al lado del chico de parecido con un zorro es la mejor opción. De esta manera se encuentra a la zurda de Chan, por lo que espera que su presencia pase desapercibida y no tenga que responder demasiadas preguntas o hablar demasiado. 

Pero, para su desgracia queda justo en frente de cierto chico de cabellos oscuros que ha decidido que observarlo es una buena manera de pasar el tiempo.

Intenta hacerse pequeño en su asiento. Siente su corazón latir a mil por hora y un sudor frío bajando por su espalda que hace que se le erice la piel. Centra toda su atención en respirar de manera tranquila, esperando con todas sus fuerzas no tener un ataque de ansiedad en ese lugar rodeado de desconocidos. 

La hora que dura la sesión se le va a hacer la hora más eterna de su vida. Y ha llegado a esa conclusión incluso antes de que alguien abra la boca para hablar de alguno de sus problemas.

-Creo que estaría bien que hoy empezásemos con una pequeña presentación.- la sesión se da por comenzada de esa manera, haciendo que un pequeño aire de seriedad cruce por el semblante de todos.- Después podemos hablar de otras cosas, pero lo primero es hacer que Félix se sienta lo más cómodo posible.

-¿Vamos a llevar un orden o irás diciendo tú quién debe hablar?- pregunta el chico a su lado con un cierto deje de incomodidad tiñendo su voz.

-¿Quieres ir tu primero, Innie?- el chico no parece muy convencido con la evidente evasiva que ha realizado el terapeuta, pero inhala profundamente antes de asentir con la cabeza suavemente.

-Mi nombre es Yang Jeongin.- ahora lo mira a él directamente en un intento de ser cortés.- Tengo diecisiete años y TOC diagnosticado desde los trece. Encantado de conocerte.- le dedica una sonrisa que, aunque algo forzada, se le hace adorable.

No comprende mucho del TOC, pero supone que el aparente estado de nerviosismo permanente del chico tiene que ver con eso. Sus conocimientos superficiales del tema le llevan a deducir, quizás erróneamente, que la pregunta sobre el orden que deberían seguir tiene algo que ver con el trastorno de Jeongin. 

-Chicos, ya hemos hablado muchas veces de que no sois solamente vuestros trastornos. Podéis comentar algo más que vuestro diagnóstico cuando os presentéis.- las palabras del mayor son dichas con voz suave, como si fuese a asustar a los presentes si hiciese demasiado ruido.

-Pues... Me gusta leer. La verdad, no tengo demasiados hobbies.- es el escueto añadido que le hace Jeongin a su presentación mientras se encoge de hombros.

-Bueno, está algo mejor.- se conforma.- Hyunjin, ¿quieres ser tú el siguiente?- Chan observa ahora al pelinegro de facciones etéreas que jugaba con la pegatina cuando él entró. Ahora lo mira directamente con los ojos entornados mientras que mueve los labios ligeramente como diciendo algo.- Hyunjin, céntrate.

-Oh, lo siento, estaba contando las pecas de su cara. Muy bonitas, por cierto.- responde el chico como si volviese a la realidad de golpe. El receptor del cumplido siente como sus mejillas se tiñen de un leve carmín por la vergüenza que le causa el comentario.- Me llamo Hwang Hyunjin. Tengo dieciocho años. Me gusta dibujar porque es una de las pocas actividades que me ayuda a concentrarme. Me distraigo muy fácilmente. Supongo que es cosa del TDAH.

Félix rebusca en el cajón de su mente para recordar qué significaban esas siglas. Sabe que las ha oído más veces. Si no recuerda mal, es algo así como déficit de atención. Un gran descubrimiento por su parte teniendo en cuenta que el chico ha dicho que le cuesta concentrarse. Lo que no sabía es que esa clase de cosas se trataban en un psicólogo. Siempre pensó que no eran más que niños un poco más distraídos de lo normal.

-Yo soy Lee Minho. Tengo veinte años.- es el turno del chico que se ha peleado con Chan nada más han entrado al lugar.- Las razones por la que estoy aquí son mi trastorno por atracón, anorexia y bulimia. Diría que mi hobby es el ejercicio, pero estoy intentando dejarlo un poco de lado por el tema de que no le hace bien a mi obsesión con el peso. Aún así me gusta bailar y la música.

Félix se siente tentado a preguntarle si está hablando en serio. A pesar de que es delgado, el chico no se ve para nada como la imagen de una persona anoréxica que tiene en su cabeza. Cuando esa palabra sale a la luz todo en lo que puede pensar la gente es en huesos sobresalientes y personas demacradas, pero Minho se ve bastante sano. Unos segundos después llega a la conclusión de que quizás ya esté terminando su tratamiento.

-Quedo yo.- suspira el chico misterioso. El pecoso se sorprende a si mismo esperando con ansias a escuchar su nombre, cosa que lo extraña en demasía.- Seo Changbin. Diecinueve años. Trastorno bipolar diagnosticado desde los quince. Me gusta la música.

-Al estilo Changbin, escueto y directo.- comenta Chan riendo ligeramente.- Yo, como ya sabes, soy Bang Chan. Soy un psicólogo extremadamente joven de veinticinco años, pero eso no quita que sea bueno en lo que hago.- comenta, guiñándole un ojo con complicidad.- Decidí que me gustaría dedicarme a esto porque durante gran parte de mi adolescencia sufrí de ansiedad social y agorafobia, y mi psicólogo fue un gran apoyo para mi. Desde que mi trastorno se estabilizó supe que quería ayudar a chicos con problemas como lo había sido yo a que se diesen cuenta de que casi todo en este mundo tiene una salida, por muy difícil que sea.

Esa pequeña explicación, sumada a las presentaciones de los demás chicos, hacen que Félix se de cuenta de lo poco que sabe sobre enfermedades mentales y la abrumadora cantidad de prejuicios que tiene sobre ellas. Su visión está empañada por clichés y convenciones sociales que hasta ahora no había notado. Realmente solamente conoce en profundidad su propio trastorno, y ya duda de que sus conocimientos sean tan exactos como él pensaba.

Anota mentalmente que al llegar a su casa debe hacer una exhaustiva investigación de todos los trastornos citados para deshacerse de todas las creencias falsas con las que ha entrado ese día en esa terapia de grupo.

-¿Debo presentarme yo también?- su voz sale en un hilo débil que hace que quiera darse de cabezazos contra la pared por ser tan patético.

-Estaría bien. Pero si crees que no serás capaz no voy a forzarte demasiado en la primera sesión.- responde el psicólogo con una sonrisa tranquilizadora.

-Bueno...- vuelve a inhalar profundamente contando los segundos que pasa cogiendo aire en su cabeza como método de relajación.- Me llamo Lee Félix. Tengo dieciocho años y hace dos años y medio que cierto suceso en mi vida me provocó un fuerte estrés postraumático. Como no he avanzado mucho en este tiempo mi psicólogo habitual y mi padre me obligan a venir aquí.- se muerde el labio un instante, intentando decidir si eso último ha sido descortés con Chan o no. El mayor no parece realmente ofendido por ello.- Y... Bueno, me gusta nadar y dar paseos.- añade nerviosamente.

-Puedo asegurarte que muchas veces el comienzo de la recuperación definitiva está en lugares que ni siquiera somos capaces de imaginar.- comenta el rubio con una sonrisa divertida. Da la sensación de que está todo el rato haciendo chistes internos consigo mismo, pero no resulta incómodo ni forzado, como si su risa nunca pudiese llegar a juzgarlo.

-Nunca he conocido a nadie con estrés postraumático. ¿Cómo de difícil es vivir con eso?

La pregunta que hace Hyunjin inicia un mecanismo de engranajes en el cerebro de Félix, un mecanismo que siempre conlleva efectos secundarios que no le gustan demasiado. Piensa en el miedo constante que lo ha acompañado por más de dos años, en la ansiedad, en las noches sin dormir, en la tristeza y la desesperación. Todo eso se convierte en combustible que alimenta todavía más el mecanismo que tiene como única finalidad atormentar su maltratada salud mental. 

Es como un programa de esos que vienen instalados de serie en los ordenadores y los teléfonos: es muy posible que lo aborrezcas y que solamente quieras deshacerte de él, pero no es tan fácil porque la opción de borrar no existe. Tienes que aguantarte con lo que hay y aprender a vivir con ese programa incómodo e innecesario interviniendo en todo lo que haces.

Puede que algún día, de casualidad y por pura suerte, encuentres la manera de borrarlo, pero eso solo le pasa a unas pocas personas afortunadas y muy perseverantes. Lee Félix no se considera ninguna de las dos cosas.

-Es complicado. Los síntomas del trastorno por estrés postraumático son un poco como depresión y ansiedad mezclados de una manera un poco extraña y morbosa.- se decide a intentar explicar lo que siente, recordando la promesa que le ha hecho a su padre de intentarlo con el grupo de terapia.- Suelo tener muchas pesadillas, me cuesta caminar por la calle solo porque siento que me puede pasar algo malo en cualquier momento o el miedo me paraliza en momentos en los que estoy haciendo cosas de lo más normales.

-¿Pensamientos intrusivos?- pregunta Jeongin con suavidad. El otro solamente asiente ligeramente con la cabeza, sintiendo que el menor quiere aportar algo más que puede resultar interesante.- Mi trastorno se basa básicamente en ellos, así que entiendo lo difíciles que pueden ser. Yo, por ejemplo, a lo mejor estaba en casa solo y de la nada pensaba que a mis padres podía estar pasándoles algo malo. Esa idea no se iba de mi cabeza hasta que no los veía de una pieza en persona. No podía hacer prácticamente nada antes de que eso pasase porque la ansiedad que me provocaba el pensamiento intrusivo me lo impedía. Aún con la medicación y la terapia aparecen de vez en cuando y son verdaderamente horribles.

-Sí es un punto en común, aunque es posible que una persona con estrés postraumático no desarrolle esa clase de pensamientos intrusivos. Suelen ser más comunes los flashbacks sobre el suceso o la necesidad de evitar lugares o personas que recuerden al trauma.- explica Chris.

El nuevo comienza a entender poco a poco la dinámica que llevan en ese lugar. Parece ser que los adolescentes hablan entre ellos y el psicólogo los escucha interviniendo de vez en cuando para dar su aportación personal al tema de conversación. Es como si intentasen imitar a unos amigos que se cuentan sus problemas. Aunque los problemas de este extraño grupo de amigos se salen completamente de lo común.

-¿Eso también tiene algo que ver con los TCA y la ansiedad, no?- pregunta Minho, que ahora parece estar mucho más serio que antes.

-Sí. Por ejemplo, en la ansiedad aparecen en forma de agobio, inquietud o una negatividad excesiva y sin aparente causa. En la anorexia esa clase de pensamientos intrusivos se presentarían en forma de culpa por ingerir alimentos con un contenido calórico superior al que la persona está acostumbrada, lo que la lleva a tener conductas poco sanas para eliminar esas calorías.

La voz de Chan suena tan suave y segura de lo que dice que Félix no puede evitar escucharlo con máxima atención. Simplemente se está limitando a describir datos de síntomas de ambas enfermedades, pero lo hace de tal manera que parece que está descubriéndoles un mundo totalmente nuevo y diferente, aunque son cosas bastante básicas.

-Ya, los de la anorexia son jodidos.- responde Minho de vuelta con una mueca. Félix tiene la extraña sensación de que se está burlando ligeramente de si mismo.- Pero yo considero que son difíciles de llevar de una manera diferente. Puedes llevar una cuenta de las calorías de cada comida, de las horas que haces ejercicio o incluso apuntar todo lo que comes y revisarlo una y otra vez. Es algo casi tangible. Pero los pensamientos negativos no lo son.

-Bueno, creo que la conclusión de hoy es que en realidad todos tenemos pensamientos intrusivos. No nos ha llevado demasiado.- ahora es el turno de Changbin de intervenir en la conversación. El chico sonríe con sorna, como si a él en realidad le diese un poco igual la conversación en general.

-Bueno, creo que en el TDHA no son demasiado comunes. A no ser que cuentes sentirte un inútil de vez en cuando.- añade Hyunjin.

Félix abre la boca, a punto de añadir algo de su propia experiencia. Pero en el último momento el miedo a ser juzgado o a meter la pata y contar algo que en verdad no quiere y después arrepentirse hacen que se quede en una simple intención.

De repente las ganas de llorar lo atacan, sintiéndose inútil por no poder expresarse siquiera en una sala llena de personas igual de jodidas que él por culpa de la ansiedad. Las ganas de salir corriendo de allí vuelven a aparecer sin remedio, haciendo que se revuelva incómodo en su silla.

Chan parece notar como se ha quedado boqueando y como ha empezado a rascar la cutícula de su pulgar antes de que él lo note siquiera. Le lanza una mirada tranquilizadora mientras deja que la conversación siga fluyendo, aunque es obvio que no tiene su atención puesta completamente en ella. Cierra los ojos e hincha su pecho con lentitud, acción que el pecoso no tarda en comprender e imitar.

-¿Te encuentras bien, Félix?- le pregunta cuando vuelve a abrir los ojos para encontrarse con que todos se han quedado callados y se encuentran pendientes de él.

El pánico vuelve a encenderse, como un interruptor, pero no tanto como está acostumbrado ya que se da cuenta de que nadie le está juzgando, sino que le están dando un poco de tranquilidad para que se centre en relajarse. Eso no quita que el hecho de ser el centro de atención lo ponga de los nervios, pero agradece el silencio momentáneo para reordenar sus pensamientos.

-Sí, es solo que esta dinámica es muy diferente a la que estoy acostumbrado.- es la escueta respuesta que se ve capaz de dar.

-Uno de mis principales objetivos aquí es que aprendáis sobre vuestros trastornos en base a las experiencias de otras personas. Creo que es beneficioso para vosotros el hecho de escuchar que otros chicos de vuestra edad pasan por las mismas cosas y tienen dificultades similares. Además de que quizás a través de las experiencias de otros aprendáis a gestionar vuestras propias emociones. Yo solo estoy aquí para guiar la conversación y responder a vuestras dudas.

De manera instintiva realiza una pequeña mueca con los labios, escéptico con lo que oye. Se da cuenta demasiado tarde de que quizás esté siendo descortés de nuevo. 

-Todos creímos que Chan estaba loco cuando llegamos aquí, como seguro que estás pensando tú ahora. Loco en plan mal, no loco como estamos los demás.- de nuevo Minho insiste en utilizar ese término para referirse a ellos que hace que se sienta ligeramente incómodo. Chan le lanza una mirada de advertencia, como si estuviese a punto de enfadarse por ese humor que parece ser característico del chico.- Pero al final venir no es tan malo como parece. Dejar salir la mierda con gente que entiende más o menos lo que sientes es más liberador de lo que crees.

-Al principio es difícil hablar de lo que se te pasa por la cabeza, pero poco a poco irás viendo que se te irá haciendo más fácil. Solo debes tener paciencia. Nosotros seremos pacientes contigo.- ahora es el turno de Jeongin de añadirle un toque de dulzura a las palabras mencionadas por el otro chico, cosa que el destinatario agradece bastante.

-O siempre tienes la opción de escuchar e intervenir solo cuando tienes ganas, como hace Changbin.- Hyunjin parece darle un cierto deje de solemnidad a esa opción, como si le pareciese mucho más complicada que participar en la charla.

-Mis intervenciones son interesantes y reveladoras, por eso solo hablo cuando es necesario. No tiene sentido hablar por hablar.- replica el nombrado frunciendo el ceño. Parece realmente ofendido con lo que ha dicho el otro.

Y tras ese pequeño inciso se retoma la conversación sobre los pensamientos intrusivos sin que nadie le reclame nada a Félix por interrumpirla. Nadie lo fuerza a hablar mientras los demás relatan anécdotas personales, por lo que se limita a escuchar y a intentar sacar algo en claro de esa extraña experiencia. La inmensa incomodidad que sentía al entrar ha disminuido casi por completo cuando se da cuenta de que ya ha pasado la hora que dura la sesión. Ahora es solo esa molesta opresión en su estómago a la que ya está más o menos acostumbrado.

-Nos veremos la semana que viene. Espero que os vaya muy bien a todos.- dice Chan como despedida cuando todos ya se están poniendo en pie para marcharse.- Y espero tenerte de nuevo aquí a ti, Félix.

El chico solo asiente, poco convencido. No sabe qué es lo que hará. La experiencia en general no le ha desagradado tanto como esperaba, pero es completamente consciente que en una semana pueden pasar muchas cosas y que puede que el día antes a la siguiente sesión su condición mental le impida completamente volver. O puede que se pase toda la semana deseando volver a sentarse en esa incómoda silla de plástico con ese grupo de adolescentes. Nunca se sabe.

Diooos, empezar un nuevo proyecto siempre es aterrador, pero tenía muchas ganas de subir esto. Espero que a vosotros os haga la misma ilusión que a mí, porque esta historia promete ser maravillosa.

Os amo <3




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