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Realidad

Advertencias: Ninguna.

~•~

Ser el segundo hijo no es fácil, tus padres te comparan constantemente con tu hermano mayor y estás a expensas de las expectativas creadas por él.

Para Chuuya no fué diferente. Kōyō destacaba en la escuela desde siempre, era brillante y aplicada, así que su hermano menor tenía que esforzarse el doble, logrando así ser notado por lapsos muy cortos.

"Debes obtener créditos extras" dijo su madre quien revisaba su promedio "Las buenas universidades lo tomarán en cuenta". Era fácil decirlo, pero la práctica no.

Ser tutor en el segundo periodo podría funcionar. Se inscribió en un impulso y así fue asignado con Atsushi, con quién pasaba parte de sus descansos explicando algunos trámites del año siguiente.

—¿No eres demasiado tímido?— preguntó ante la vista del muchacho sonrojado aún apretando su carta.

—¿Y si no le gustan los chicos?.

—Bueno, entonces te rechazará— sonrió pues en realidad entendía el miedo al rechazo—. De todas formas, si no le dices nunca lo sabrás.

—Pero, él no...

—Solo dale la maldita carta— exclamó Chuuya con cierto enojo.

—¿Puedes ir tú?— Atsushi estaba temblando—. No le digas que es mía, es el muchacho alto.

—¿Alto?— parpadeó un poco por su petición—. Me debes un café.

—Gracias— suspiró aliviado al ver que caminaba en dirección al salón donde estaba Dazai, un chico del curso de Chuuya, pero de diferente salón.

Nada podía salir mal, ¿Verdad?.

Nakahara entró al aula logrando ver a un tipo de cabellos negros hablar con un chico castaño que estaba sentado frente a él.

—Disculpa si esto es un poco repentino, no quiero incomodarte— el pelinaranja tocó el brazo del joven notando su pálida piel, de reojo vió al maldito Dazai que se sentó con él en la excursión del semestre pasado—. Esto es para ti.

—Gracias— cubrió su rostro mientras tosía, tratando de cubrir su sonrojo.

Chuuya por un fragmento de tiempo pensó que era muy hermoso, el corte de cabello largo de enfrente era algo extraño, pero lo hacía lucir más lindo. Su cara era vagamente familiar.

—Akutagawa tiene fans— chilló Dazai terriblemente emocionado.

—Bueno, nos vemos luego— Chuuya giró caminando a la salida para después desaparecer.

—¡Que surte!— gritó Dazai—. Abrela, apúrate.

Las manos temblorosas de Akutagawa separaron el sobre. Sus labios se separaron por un jadeo.

—Dejame leerla— el más alto se puso de pie para arrebatarla—. "Eres una persona extraordinariamente hermosa, sé que es un poco raro recibir una confesión así. No puedo dejar de pensar en tí desde la primera vez que nos vimos, quisiera decírtelo en persona después de clases. Estaré esperando en el gimnasio". Vaya, ese pequeño es muy directo.

—¿Qué debería hacer?— la cara del pelinegro se puso color carmín—. ¿Y si es una broma?.

—Te tienes en muy poca estima— respondió con un tono burlón—. Dile que te gusta, hasta podrían ser novios...

—¿De verdad estoy despierto?.

—Que miedo pensar que podrías interactuar conmigo en un sueño— Dazai exhaló tratando de ser paciente—. Has estado interesado en él por bastante tiempo, si quieres decirlo está bien. Si no tienes el valor de hacerlo, simplemente no vayas.

El timbre sonó anunciando su despedida.

—Salvado por la campana. Nos vemos después Akutagawa— lo empujó para que saliera de su salón—. Corre, ve a tus clases.

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No presto atención a nada de la pizarra, todo eran simples garabatos. Divagó en las posibles respuestas que podía darle a Chuuya.

"También me gustas, te he vigilado desde hace tiempo" No, demasiado tétrico.

"Eres demasiado lindo, seamos novios" No, demasiado intenso.

"¿Podríamos besarnos después de ser novios?" Demasiado raro.

"¿Por qué te gusto?" No estaba mal, pero realmente tenía miedo de recibir una respuesta vaga.

Su última clase fue biología, y apenas salió el profesor Akutagawa guardó sus cosas y corrió al gimnasio. Claro que hizo una parada por el cansancio.

Ahí estaba el pelinaranja mordiendo sus uñas. Estaba nervioso, pero no por otros motivos.

—Hola, chico— estiró su mano en un torpe saludo, sus intenciones eran demostrar que podría ser amigable antes de golpearlo.

—Hola de nuevo— su gesto era demasiado tranquilo—. Leí lo de tu carta.

—Creo que fue mi culpa...

—Si quiero salir contigo— respondió Ryunosuke—. También me gustas, pero no sabía cómo decírtelo.

—¡¿Qué?!— estaba tan confundido porque ese muchacho amenazante estaba tan rojo y lucía más indefenso.

—Creo que sería bueno tener una cita...¿Quieres ir por un helado?.

—Esto es un poco...— sentía culpa, y prefería recibir un golpe.

—Supongo que te arrepentiste— giró sobre sus talones para no ver su expresión—. No debes acceder si no estás cómodo.

—Vamos— era una forma de evadir el hecho de su disculpa.

—¿Seguro?— sus orejas tintadas de rojo hicieron sentir a Chuuya aún más responsable.

—Si, debo explicarte algo.

~•~

Terminaron en una heladería cercana a su instituto. El más bajo aún tenía miedo de una reacción violenta, pero ese sería su castigo por ser distraído.

—Buenas tardes, ¿Cómo los podemos ayudar?— preguntó la encargada con una sonrisa gastada por haberla puesto durante su turno.

—Yo quiero un helado de chocolate— respondió Nakahara buscando su cartera para pagar—. ¿Qué quieres?.

Realmente no era recomendable que consumiera cosas frías, pero valía la pena—. De menta, por favor. Yo pagó.

—No, está bien— el joven esperó una cifra para estirar el dinero.

—Claro, son cuatrocientos yenes— recibió el dinero de Chuuya—. Tomen asiento y enseguida les llevamos su orden.

El mayor señaló una mesa cercana a la ventana, necesitaba que hubiera testigos en caso de recibir un golpe, así no tendría que defenderse, porque vamos, él estaba en buena forma.

Dedicó unos minutos a mirar la cara del joven pálido, era una belleza sin duda. Aparentaba ser frágil, pero la rudeza de su voz y señas era simplemente lo contrario. Era salvaje y precioso.

—Eres de segundo ¿Verdad?— tarareó examinando la postura rígida del contrario.

—Si, en el grupo A— juntó ambas manos por debajo de la mesa.

—Creo que debí dejar esto claro desde el principio...

—Aquí están sus helados, que los disfruten— la mujer dejo las cucharas en forma de corazón a propósito—. Tenemos una promoción por si quieren leerla en el menú.

—Gracias— Chuuya soltó un suspiro mientras la mujer se alejaba—. ¿Te gusta la menta?.

—Si, la mayoría de veces su sabor es refrescante. No me gustan las cosas empalagosas— llevó una cucharada a sus labios bajo la mirada de Chuuya.

El mayor estaba perdido en esos labios pálidos hasta que se obligó a subir a su nariz respingada—. Que curioso, yo odio el helado de menta, pero si me gusta el de choco-menta.

—Solo es menta con chocolate.

—Chocolate con menta.

—Es lo mismo— respondió con obviedad.

—Si fuera lo mismo ¿Por qué es distinto?— contradijo con astucia.

—Sabe igual— sentenció Akutagawa.

Ambos intercambiaron miradas cómplices hasta que Chuuya soltó una pequeña risa—. Bueno, esto definitivamente no es desagradable...

—¿Por qué te gusto?— esa pregunta aterrizó a Chuuya en la realidad. Él "engañó" al muchacho.

—En realidad...bueno, espero que no te pongas mal— aclaró su garganta una vez más—. Esa carta era para tu amigo...

—¿Te gusta Dazai?— bajó la mirada casi queriendo ser tragado por la tierra.

—No, mierda. Lo que quiero decir es que esa carta la escribió un amigo, y me pidió dársela a Dazai, fue una confusión— el joven clavó su cubierto en el helado, pero no pudo comerlo—. Lo siento, no era mía.

—Está bien, supongo— musitó antes de buscar a ciegas su abrigo y mochila—. Muchas gracias por explicarme.

—Pero la estábamos pasando bien— el de ojos azules tomó su mano por impulso.

No quiero darte más lastima...

—No lo haces— sonrió tratando de persuadirlo—. Saquemos provecho de mi estupidez, por favor.

El de ojos grises asintió resignado. A fin de cuentas ya había expuesto sus sentimientos, alejó su mano siendo presa del miedo.

—Entonces...¿te gusto?.

—No quisiera hablar de eso— desvío la mirada a los transeúntes al otro lado de la ventana.

—Te ví antes, estoy seguro— hizo memoria con la mirada perdida en esas largas pestañas—, Pero no recuerdo dónde.

Decirle "Eres tan atractivo que fue imposible ignorarte" no era lo más prudente—. Chocamos en la escuela, solo eso.

—Ya lo recuerdo, fue por el idiota de Kanjii— trono los dedos sobresaltado al ojigris.

El joven devoró su helado para ponerse de pie—. Muchas gracias, hasta luego.

—Espera— el joven puso propina en la mesa, e imitó su acción—. Te puedo acompañar unos calles.

—Ya hiciste suficiente— murmuró apretando la cinta de su mochila.

—¿Cuál es tu nombre?— avanzó hasta la puerta del establecimiento siguiendo sus pasos—. Solo sé tú apellido, Akutagawa.

—Ryunosuke— respondió con la poca dignidad que le quedaba.

—Bueno, nos vemos después— trató de tocar su espalda pero se detuvo centímetros antes—. Me llamó Chuuya, posiblemente ya lo sepas pero...de verdad fue un placer tener una cita contigo.

~¿Cita?~ pensó Akutagawa—. Adiós.

Caminó en dirección contraría a Chuuya, que solamente lo veía irse, queriendo decir más de lo que pudo. Al llegar a casa Gin esperaba en la puerta con los ojos brillosos. Le pidió que volviera sola para así hablar con el mayor.

No dijo nada, corrió a su cuarto y se tumbó en la cama, su cara quedó contra las almohadas y una pequeña lágrima producida por la vergüenza escurría por sus pestañas.

~No debí decir nada. Claro que yo no le gustaba, odio sentirme así~



¿Vieron los spoilers del manga?, Me voy a matar

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