Chico cereza
Advertencias: Ninguna.
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El pelinaranja se despertó agitado, no recordaba con claridad su sueño, pero la erección entre sus muslos ya le decía algo. Después de aclarar su mente escuchó los golpes en la puerta.
—Ya despierta —era su hermana—. Si tardas más, me bañaré primero.
Chuuya salió de cama nervioso, no era un secreto que los jóvenes de su edad tenían pensamientos impuros, pero no creía que fuera capaz de imaginar así a Ryunosuke. Se dió un golpe en la frente y corrió a escondidas a la ducha para bañarse.
Después de ese momento bochornoso, pudo bajar a desayunar con su madre y hermana mayor. Las mujeres platicaban de algo que no entendía muy bien. Era sábado, así que no tenía la necesidad de correr por su uniforme.
—Yo creo que Chuuya está en edad de quedarse solo dos días —su hermana lo miró por el rabillo del ojo sonriendo—. Dejémoslo, siempre ha sido un buen niño.
El de ojos azules frunció el ceño enojado—. No soy un niño.
La mujer de cabellos naranjas y de mayor edad ladeó la cabeza—. Bueno, si tú piensas eso está bien. Chuuya, tu padre y yo iremos a visitar a la tía Amelia, y tú hermana quiere ir con Yosano, pero solo un día.
La mayor de los hermanos asintió resignada—. Solo el lunes, lo entiendo.
La madre de Nakahara lo vió nuevamente—. ¿Te gustaría quedarte solo?.
Chuuya alcanzó un tenedor para comer su desayuno—. Ya casi tengo dieciocho, no me traten como a un bebé.
Las femeninas soltaron una risita similar mientras su madre pellizcaba sus mejillas—. Mi dulce niño, siempre serás un bebé para nosotras.
Kōyō posó su mano en la cabeza de Chuuya—. Uno gruñón, pero es cierto.
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Kōyō mintió, apenas se fueron el domingo temprano la adulta salió de casa con una maleta para dormir en casa de su amiga. Le pidió a Nakahara que no la delatará, y a cambio ella le ayudaría con los deberes de la semana.
El día anterior Chuuya intentó llamar a Ryunosuke, pero cayó en cuenta de que nunca le pidió su teléfono. Aburrido llamó a Kajii, pero rápidamente lo hizo enfadar.
"¿Por qué no visitas a tu novio?" Preguntó con suma indiferencia.
—¿Qué novio? —sus mejillas cambiaron de color al escuchar el apellido Akutagawa—. ¡No lo molestes!.
"¿No te gusta?, A mí no me importa si es así, solo creo que tienen una química agradable" el joven castaño parecía jugar mientras hablaban "Deberías visitarlo, conversar un rato y descubrir si te gusta".
Chuuya colgó con rapidez. Era un hecho que Akutagawa Ryunosuke le gustaba, pero admitirlo en voz alta, o peor aún, escucharlo del tipo que no tiene experiencias amorosas lo hizo sonar tan vergonzoso. El de ojos azules escondió la cara entre las almohadas de su cama para soltar un grito.
—¡Debí pedirle su número! —una idea llegó en cuestión de segundos—. Sé dónde vivo, puedo ir a verlo.
Su semblante cambió por uno más afligido—. Que raro sonó eso...¿Y si no está?.
Así desperdicio su primer día solo, pero no podía perder mucho tiempo en eso, los exámenes de la universidad estaban a dos escasos meses, así que buscó sus apuntes y los estudio lo mejor que pudo.
Que suerte que no fuera ver al muchacho pálido, porque el fue a casa de Dazai por petición del mismo. Su hermana lo acompaño para no estar sola en casa y de paso llevó su libreta de matemáticas.
El castaño abrió la puerta aún en pijama (pese a ser las tres de la tarde), sonrió al ver a la menor de los Akutagawa—. Gin-chan, que alegría verte, desde que tienes novio me ignoras...¡Me duele que me cambies por otro hombre!.
La de cabellos largos lo saludó mientras el más alto la abrazaba fuertemente—. Pero si tú eres quien no me habla.
—¿Y quedar como un hermano celoso? Jamás —era cierto que los vió crecer a ambos, pero Gin al ser una niña tan frágil fue fácilmente protegida por los muchachos, y muy a su modo Dazai la apreciaba más que a Ryunosuke—. ¿Ya decidiste que club meter?.
—No realmente, Dazai-san —la menor entró a casa encontrando a el padre del castaño cargando su maletín—. Buenas tardes.
—Oh, Gin-chan, Ryunosuke, pasen. Debo irme pero saben que se quedan en su casa —palmeó el hombro del hermano mayor mientras apenas miraba a su hijo—. Nos vemos después.
El castaño asintió—. Ajá, ve con cuidado.
Quizá no tenían la mejor comunicación, pero desde la muerte de su esposa y el primer intento de suicidio de Osamu, el mayor lo mantenía más cerca si era necesario. Akutagawa sacó sus libretas solicitadas y las dejó en la mesa.
—Hice apuntes para que te sea más fácil recordar todo —murmuró cerrando la mochila nuevamente—. Esa es de Gin, ella se ofreció porque cree que es importante que repases todo.
El de ojos avellana sonrió agradecido—. Gin-chan, eres tan dulce... Te la devolveré en unos días.
La joven asintió tomando la mano de su hermano—. No te preocupes, nos vemos después.
El mayor señaló la cocina—. ¿No quieren comer?.
—Nos gustaría, pero debemos ir por las compras de mamá —respondió el de ojos grises—. Puedes regresarmelas en la escuela.
El castaño negó divertido—. Pero que mal que solo me dejaras lo que necesito y me abandonen aún cuando me quedaré solo, para ustedes es fácil, son dos.
Los señaló y así no tuvieron más remedio que compartir una comida (desayuno para el castaño) llena de risas por parte de Gin, quien disfrutaba de las burlas de Dazai.
El lunes fue definitivamente un mejor día para ambos. Chuuya terminó sus clases con una felicitación por parte de su grupo por su desempeño en la feria de ciencias.
Al salir pudo ver al muchacho de ojos grises sentado en una banca esperándolo silenciosamente, era tan adorable que no pudo evitar asustarlo—. ¡¿A quien esperas?!.
Akutagawa apretó la mandíbula pero no soltó mayor emoción—. A mí hermana.
Eso fue un golpe al orgullo de Chuuya, que apretó los dientes y entrecerró los ojos—. ¿De verdad? —se aferraba a la idea de que fuera del tipo tímido que no quería ser descubierto.
Akutagawa señaló la entrada del edificio—. Ya viene, es que la llamaron por sus calificaciones —al parecer no mentía.
Chuuya hizo un mohín que pasó desapercibido por el más joven, que seguía inerte esperando a la menor. Chuuya se acomodó a su lado ganando una mirada curiosa de Akutagawa.
—¿Qué haces? —no era para nada una pregunta agresiva, más bien lucía sorprendido.
—Te estoy esperando —respondió al mismo tiempo que estiraba los pies por el suelo que pisaba—. Yo quiero esperarte para volver juntos.
Valió la pena admitir eso en voz alta por la experiencia del joven. Sus orejas se pusieron rojas y calientes, sus labios temblaron suavemente mientras trataba de formular una respuesta que terminó por sonar como un quejido ahogado.
Chuuya más confiado por tener el control de la situación sonrió sabiendo lo atractivo que es cuando lo hace—. ¿Podrías darme tu número?, Estaré solo en casa hoy también y quisiera distraerme un rato, ya sabes, la idea de que un asesino entre y me derribé es extraña.
Akutagawa asintió en repetidas ocasiones—. Si necesitas compañías, puedo ir.
"Muy directo" pensó Nakahara aún con esa sonrisa en la cara—. ¿No tendrás problemas?.
Akutagawa parecía meditar su respuesta—. Mis padres llegan hasta tarde, pero supongo que Gin se quedará sola.
—¿Por qué, hermano? —la suave voz de la adolescente los hizo voltear en su dirección—. Oh, buenas tardes.
—¿Tendremos una cita doble? —el joven que cargaba ambas mochilas se recargó en el hombro de su novia—. Ya sé, podemos ir café con gatos, escuché que son muy lindos y quisiera ver a Gin-chan rodeada de gatos...
El más alto ya lo atravesaba con esos ojos grises—. Tachihara, cállate.
Chuuya lejos de estar incómodo parecía divertido—. ¿Cafés con gatos?.
El de ojos ámbar asintió separándose de su pareja para buscar una tarjeta en su bolsillo—. Mira, puedes beber un café y acariciar a los gatos, no imaginé que hubiera lugares así cerca.
El de ojos azules sonrió y negó lentamente—. En realidad no puedo hoy, pero si me invitan otro día, estaré encantado de ir.
Había algo en su rostro y porte que obligaba a las personas a caer en sus encantos, de distintas formas, pero a fin de cuentas dándole la razón.
Los menores iban delante siendo observados por Akutagawa que en ese preciso día, habría matado al pelirrojo con todo el gusto del mundo de no estar frente a su crush. Chuuya notó su extraña mirada y apretó la manga de su camisa.
—Sigue así, ya casi se desangra —comentó divertido.
—Lo siento, no esperaba que te incomodará con sus bromas —el de puntas blancas sintió su respiración alentarse cuando la mano de Chuuya envolvió la suya.
—No fue molesto —dijo con aquella voz dulce que llenaba los oídos de Akutagawa con paciencia que no le dirigía a otros—. Pero de verdad me gustaría tener tu número.
—Claro, puedes llamar siempre...
Era curioso que Akutagawa tuviera las mejillas color cereza, el color favorito de Chuuya.
Notas de la autora:
¿Ya vieron los spoilers?, Me voy a matar, por eso escribí algo super lindo.
¿Les gustó? A mí me encantó abordar la sexualidad bochornosa, porque la mayoría de adolescentes tienen estos "accidentes" y se avergüenzan de eso cuando es NORMAL.
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